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Perdidos (cap. 2): La rutina en la isla

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Conforme va transcurriendo el tiempo en la isla. Los roles de cada miembro del grupo familiar se van definiendo y afianzando. Jonás se va relajando y nuevas sensaciones afloran el él, y oh sorpresa, su hermano Jonathan, se dará cuenta de ello.

Tres meses después:

La vida en aquella isla podría definirse cómo “muy buena”. Ya que gracias a las provisiones que pudieron salvar del barco y las balsas sumadas o los recursos de la propia isla, no les faltaba nada.

En cuanto a la situación emocional de cada uno de ellos, los estados de ánimos eran variables. Pero el recordar que habían ido en busca de una aventura salvaje, y llegar a la conclusión de que vaya que, si la estaban teniendo, hasta los hacía bromear con eso y ello les devolvía el buen humor.

En cuanto a los muchachos, si es verdad que extrañaban la vida social, los amigos y a sus noviecitas. Y en cuanto a ella, extrañaba a sus amigas, su trabajo, el club donde participaba haciendo actos de beneficencias, el gimnasio y sus clases de yoga.

Jonás tenía muchas charlas con su mamá, charlas muy maduras y serias. Por la cabeza de Judith estaba empezando a instalarse el terrible pensamiento de que pasarían el resto de sus vidas perdidos en esa isla. Y aunque no quería sonarle catastrófica a Jonás al planteárselo directamente. Con comentarios y bromas muy sutiles le iba diciendo o advirtiendo a su hijo mayor, lo que estaba empezando a cobrar cada vez más fuerza en su cabeza. Y aunque bromeaba sobre eso con sus hijos, pasaba mucho tiempo llorando a solas.

El verano empezaba a llegar a su fin, por lo que para mantener el buen ánimo había que aprovechar al máximo hasta el último día de playa.

Jonás se estaba sintiendo muy cercano a su mamá, este último tiempo y la situación extrema por la que estaban atravesando, lo habían hecho madurar muchísimo, y frente a sus hermanos también estaba quedando cómo el líder masculino del grupo. Y esto estaba siendo advertido por Judith, quien estaba empezando a sentirse muy orgullosa de su hijo mayor.

Ambos pasaban mucho tiempo juntos y tomaban decisiones juntos todo el tiempo, e incluso llegaban a consultarse, antes de actuar cada uno por su cuenta.

Pero algo pasó una tarde en la que Judith había ido a nadar un rato al mar, mientras su hijo mayor preparaba unos mates para convidarle a su mamá y hermanos.

El la vio caminar hacia él vestida en su bikini negra. Y sintió una sensación extraña en su cuerpo, y empezó a recordar a su novia Jessica.

Todo quedó ahí ese día. Pero en los días siguientes cada vez que la miraba a su mamá en bikini, Jessica se adueñaba de su mente, al punto que solía irse al agua a masturbarse.

Entonces entendió lo que pasaba. Estaba empezando a relajarse y los nervios y el estrés de saberse a la deriva, estaban desapareciendo. Pero ahora estaba empezando a necesitar la compañía de Jessica y la vida sexual que llevaba con ella.

Así fue cómo las frecuencias de sus masturbaciones fueron en aumento. Y entonces se preguntaba cómo su mamá habría llevado tantos años sin un hombre a su lado. Porque que él supiera, luego del divorcio jamás alguien la había tocado.

En la carpa donde dormían, había dos colchones que pudieron rescatar del barco. Uno de dos plazas y medias, donde dormían Jonatán, Tomás y Ronaldo. Y en el otro colchón de una plaza y media Jonás y Judith.

Si bien era cierto que Judith desde un principio había elegido a su hijo mayor para que durmiera con ella, por otro lado en la situación de estrés en las que ella sola había tomado la postura de tomar las decisiones, no daba para andar pensando en las cosas que podrían desencadenar el hecho de dormir con un varón que ya era todo un hombre, puesto que de acuerdo a las edades de sus hijos, el que no era un hombre era un hombrecito, y de todos nodos por la cantidad de colchones disponibles para los 5, con alguno de ellos tenía que dormir de todas formas.

Tanta madre cómo hijos, siempre fueron muy respetuosos entre sí, Todos sabían que luego de nadar en el mar, todos los días, mamá se dirigía sola al manantial a bañarse para higienizarse. Y todos respetaban ese momento de privacidad de la dama del grupo.

Jonás, tomaba la precaución de masturbarse antes de acostarse, para no tener erecciones con el rose involuntario e inevitable que tenía con su mamá en aquel colchón por las noches.

Pero cierto día la tentación se apoderó de Jonás, y no pudo contener su deseo de espiarla.

Los turnos para higienizarse en el manantial, eran siempre. Primero los muchachos, y cuando estos volvían al campamento, la mamá tomaba sus cosas e iba sola al mismo lugar, a tomar su baño diario.

Esa tardecita, los muchachos volvieron al campamento, Judith tomó sus cosas y cómo de costumbre salió para tomar su turno en el manantial.

Entonces Jonás, en un arrebato espontaneo que tuvo al ver a Judith yendo sola al manantial. Dio a cada uno de sus hermanos una tarea para hacer, mientras él cortaba leña para la fogata de esa noche.

Sus hermanos obedecieron, y Jonás habiéndose liberado de ellos, corrió hacia el manantial tras su mamá.

A medida que se iba acercando al lugar, iba aminorando la velocidad de su trote. Y cuando llegó se ocultó tras unas rocas y tomando el larga vista, comenzó a buscarla.

Pronto divisó el bolso con su ropa a la orilla del manantial. Y al dirigir la vista al agua, pudo verla nadar.

Ella nadó por casi una hora, y luego salió del agua para buscar su shampoo. Al verla fuera del agua, comprobó que estaba completamente desnuda, pudo ver sus nalgas, sus pechos, su larga y castaña clara melena, que mojada se pegaba a su cuerpo y llegaba casi hasta la cola. Y en un momento que ella gira y queda parada de frente a él, puede ver por primera vez a aquella maternal vagina perfectamente afeitada.

Era la primera vez en su vida que tenía en frente suyo a su recatada y puritana madre completamente desnuda, Pero cómo los elementos de higiene personal comenzaban a acabarse, esto iría cambiando con el tiempo, y fue así que pudo ser testigo de cómo día tras día en los que la espiaba cuando ella tomaba sus baños. Aquella vagina se iba poblando de vellos negros, hasta quedar completamente rodead de una densa y espesa mata negra alrededor de su almeja.

Jonás la continuó espiando hasta que ella se dispuso a abandonar el lugar, luego de haberse bañado a gusto.

Entonces se ocultó entre las rocas al momento que ella pasó muy cerca suyo, y luego dejó pasar varios minutos, cómo para que Ella se alejara lo suficiente. Y recién entonces emprendió su camino para recoger algo de leña para esa noche.

Aunque se había masturbado justo antes de ir a la cama con su mamá, para evitar estar en ese momento con las hormonas alborotadas. A Jonás se le hizo imposible borrar las imágenes de su cabeza de lo que había visto esa tardecita en aquel manantial. Y desde ese día buscó una excusa distinta todos los días con sus hermanos para poder ir a espiar a Judith, cuando ella tomaba su baño diario para sacarse la sal del mar de su cuerpo.

Cuarto mes:

Conforme pasaban los días el invierno se fue acentuando en la isla. Si bien la temperatura había bajado considerablemente, la mayor dificultad climática para la familia, no eran las bajas temperaturas, sino como las fuertes y persistentes, y hasta repentinas lluvias de la época.

En ciertos días y fundamentalmente noches, donde el frio se hacía sentir. Judith les permitía a sus hijos y así misma beber de las bebidas alcohólicas que habían rescatado antes que el yate se hundiera. Ella misma se había encargado de cuidar estricta mente de las reservas de estas botellas, previendo justamente la bajada de temperatura del invierno.

Había ocasiones en la que era evidente lo pasados de copas que estaban todos. Y era en estas ocasiones en las que al estar todos más alegres y fundamentalmente más desinhibidos, Judith podía sentirse acosada por las miradas de sus varoniles chicos, pero especialmente por su hijo mayor Jonás, quien llegaba a realmente incomodarla, aún más cuando pensaba que a la noche tendría que dormir con él.

Ella solía pasar horas pensando en cómo manejarse con 4 varones casi hombres en aquel espacio reducido y para nada íntimo. Pero francamente no le encontraba solución y los días seguían pasando y las situaciones seguían ocurriendo.

Una tardecita, mientras Judith se alejó del campamento para tomar su baño en el manantial, habiéndoles dado una tarea a cada uno de sus hermanos. Jonás se apresta a salir tras los pasos de su madre para espiarla cómo siempre. Pero entonces Jonatán, se le acerca:

-¿Vas a ir a espiarla hoy? Le pregunta con cara picara Jonatán.

-¡¿Qué te pasa? ¿por qué me preguntas eso. Responde sorprendido y enojado Jonás.

-Porque hace días que te vengo siguiendo. Y porque también me está gustando espiarla. Podríamos repartirnos los días de la semana para ir a espiarla, así me prestas el largavista. Le propone Jonatán.

-¿Eh?.Le responde su hermano a punto de darle una trompada.

-Pensalo, podría ser nuestro gran secreto… ¿o preferís que hable con ella para que sepa lo que haces? Redobla el desafío Jonatán.

-¡Déjame de joder! Le responde Jonás.

-Mañana me toca ir a mi, si no hablo con mamá. Dice con voz firme Jonatán y se va.

Jonás estaba aturdido por lo que había pasado, su hermano lo había descubierto, y ahora tenía que “compartir” a mamá con él.

Esa tarde fue a espiarla cómo siempre, pero no se masturbó detrás de las rocas viéndola, cómo hacía cada día. Esta vez no le daba la cabeza.

Al regresar del manantial, después que su madre, Jonás se cruza con Jonatán y este le sonríe y alza su pulgar hacia arriba.

Ya en la noche Jonatán vuelve a increpar a su hermano.

-¿Mañana me toca a mi? Insiste Jonatán.

-Está bien, está bien pero tené mucho cuidado, a mí nunca me vio, y si te ve se nos pudre todo a los dos ¿entendiste? Responde resignado Jonás.

-Jajaja ¡Hace cuanto que la espías? Pregunta Jonatán.

-Hace un buen tiempo, no sé qué me pasó por la cabeza, una tarde la seguí y ahora no puedo dejar de hacerlo. Responde Jonás avergonzado.

Y ese día todo quedó ahí.

Al día siguiente a la hora indicada, Jonatán esperó a que Judith se alejara del campamento, y tras unos minutos se encaminó al manantial, tal como lo había visto hacer a su hermano. Todo esto mientras desde lejos su hermano lo observaba atentamente, esperando que todo saliera bien.

Jonás esperó muy nervioso durante más de una hora. Entonces vio llegar a Judith. Y casi media hora después a Jonatán.

-¿Cómo te fue? Le preguntó Jonás muy nervioso.

-¡Que peluda la tiene, por favor que pedazo de hembra tenemos entre nosotros, que ella me perdone pobrecita, ya sé que es nuestra madre “pero con el hambre que tengo” ¿sabes cómo me la comería? Ah ahora me queda claro porque ibas todos los días. Comenta emocionado Jonatán.

-Jajaja. Ríen los dos.

Y así transcurrieron las próximas semanas, los hermanos se repartían los días para espiarla a la bella, juvenil y solitaria mamá.

Pero cierto día Jonatán quiso tener una charla con Jonás, Jony quería más, Jony quería que él y su hermano fueran más lejos con ella.

Jonatán llegó a plantearle a Jonás, la posibilidad de turnase en las noches para dormir con ella. Lo increpó a cerca de por qué siempre era él el que dormía con ella. A lo que Jonás le explicó de que así lo había dispuesto mamá desde el principio, y que él no podría plantearle cambiar las cosas, sin que la mamá sospeche que algo pasaba.

Al principio Jony reaccionó con enojo a la respuesta de su hermano, pero unos minutos más tarde lo entendió.

Una lluviosa y fresca noche Jonás se duerme abrazado a su mamá y tiene un sueño en donde ella se bañaba en aquel manantial, y en un momento Judith lo mira y le hace señas para que él también vaya a nadar junto a ella. Y al meterse al agua y acercársele, nota que está completamente desnuda.

Jonás se despierta de un sobre salto y se desvela completamente.

Al ver lo profundamente dormida que estaba, no pudo evitar abrazarla fuerte y atraerla a su cuerpo, y entonces su erección fue inmediata al sentir su pene rosando sus nalgas.

Acarició los pechos de su mamá durante un buen rato, y entonces sintió que estaba yendo demasiado lejos con todo esto, y se dio vuelta dándole la espalda y luego de un buen rato, se tranquilizó y se durmió.

Así fueron pasando los próximos días. Jonás y Jonatán se turnaban un día cada uno para espiarla en el manantial. Y por las noches Jonás verificaba que estuviera bien dormida, y se deleitaba manoseándole los pechos, y muy de vez en cuando le acariciaba el vientre, con esperanzas de llegar a su vagina. Pero cuando lo estaba por lograr, le parecía demasiado arriesgado y se detenía. Además, cómo Judith dormía siempre con pijama, era muy complicado intentar meter la mano por debajo del pantalón para aunque sea acariciarle la vagina por encima de la bombacha que llevara puesta esa noche.

A Jonás le pasaban muchas cosas por la cabeza cuando por las noches su mano incursionaba el cuerpo femenino de su mamá. Y es que Judith, le había sacado a Jessica (su novia) casi por completo de la cabeza. Puesto que cada día que pasaban en la isla, alejaba aún más la posibilidad de ser rescatados. Y había encontrado abiertamente en su madre, el objeto de sus nuevos deseos.

Pero tampoco olvidaba a Jony, su hermano, quien también parecía estar muy excitado con la única mujer de la isla. Y por momentos lo veía cómo a un rival a quien le gustaría quitarse de encima. Pero también frente a él, se sentía con dos grandes ventajas. 1) Él era el que noche tras noche tenía a mami en su cama. 2) Él era a quien Judith veía cómo el “hombre de la familia”. Y esas ventajas, lo hacían sentirse muy seguro de si mismo y su posición en el grupo.

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