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Pizza time
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Una repartidora de pizzas que en realidad entrega algo más que pepperoni y queso extra.

Una chica de cabello oscuro y piel morena usando un uniforme rompevientos de repartidor con el logo de una pequeña pizzería se encontraba en una situación inusual.

Se llama Tamara y había escuchado que esto era una posibilidad al entregar en un hotel, pero siempre pensó que era un mito urbano, es decir, ¿Quién tendría esa desfachatez?, pero había pasado.

Frente a ella estaba un afrodescendiente corpulento en bata de baño recibiendo el pedido "desnudo", el sujeto no hacía el menor esfuerzo para ocultar su flácido pene de los ojos de la repartidora.

Tamara deseaba con todo su ser golpearlo en la cabeza con la caja de la entrega y luego salir de ahí a toda velocidad y renunciar a ese trabajo de porquería.

Pero no podía darse el lujo de perder otro empleo y con las pésimas decisiones financieras que había tomado últimamente terminaría en un refugio para desamparados a final de mes.

Y por nada del mundo volvería a poner un pie en casa de su madre, la forma en que su actual pareja la miraba le daban escalofríos.

Así que forzó su mejor sonrisa ante esa situación y solo dijo.

—¡Es la hora de la pizza!, Pizza de doble pepperoni y un calzone de camarones— dijo Tamara extendiendo la caja que contendría dichos platillos.

El sujeto le regresó la cortesía sonriéndole antes de abrir la caja de la pizza y solo decir.

— Oye,¿¡Dónde está la puta pizza!?— dijo el sujeto mostrando la caja vacía a la repartidora.

Cuando vio eso algo pasó en la cabeza de Tamara sus ojos se tornaron vidriosos y sin vida una sonrisa estúpida se formó en sus labios y simplemente respondió.

—¡Yo soy la puta que esperaba!— dijo con la mayor naturalidad del mundo.

El hombre solo sonrió antes de decirle.

— Pasa cariño la fiesta está adentro— dijo mientras le dejaba pasar a su habitación de hotel.

Una vez adentro Tamara se retiró el uniforme de repartidora revelando que solo estaba usando una pantaleta de algodón blanco.

—¡Aquí tienes el calzone!, Te estaré esperando — dijo el hombre dejando la segunda bolsa en manos de la chica.

Tamara lo abrió para sacar de él un conjunto de fantasía un diminuto hilo dental con pequeños parches de tela traslúcida con agujero que dejarían al descubierto su vagina y sus pezones que simplemente se colocó como si nada.

—¡Ven aquí puta! He tenido una semana difícil y me gustaría un poco de amor— le dijo la voz del sujeto desde dentro de la habitación.

— Será atendido en un momento— respondió la chica siguiendo la voz del sujeto.

Él la esperaba sentado en el borde de la amplía cama con una amplia sonrisa en su rostro.

— Veamos que tan buena eres "levantándome el ánimo"— le dijo mientras le señalaba su miembro ligeramente erecto por la expectación.

—Preparando una malteada— fue la respuesta que dio al momento de inclinarse ante él y llevar ese pene a su boca.

Para sorpresa del sujeto la mujer literalmente se metió casi todo miembro en la boca y empezó a realizar el mete saca como toda una profesional.

—Así puta, mmm, si que sabes cómo hacerlo— dijo el sujeto mientras serraba los ojos de placer.

Tamara no respondía parecía completamente absorta en su labor oral sacaba el falo de su boca para lamerlo con una devoción inusitada al llegar a la base chupaba y lamía los genitales de aquel hombre con un gran deseo haciendo sonidos guturales mientras lo hacía.

—No tienes que ser tan callada, vamos no seas tímida— le dijo el sujeto acariciando suavemente su cabeza.

—¡Es la barra de chocolate más deliciosa que he probado!— le respondió Tamara— No puedo creer que me quepa en la boca.

— Y pronto probarás su cremoso relleno— le respondió el sujeto antes de sujetar fuertemente su cabeza.

Tamara sonrió por la implicación de esa acción.

En un momento sintió como su garganta se llenaba de un líquido caliente y espeso que le provocó una sensación muy placentera mientras se la tragaba por completo.

El sujeto soltó la cabeza de la mujer y lentamente sacó el miembro semi erecto de su boca.

— Eso fue delicioso— respondió la mujer mientras acariciaba aquel miembro semi erecto con su mejilla derecha.

Esa acción bastó para que pene del sujeto volviera a ponerse erecto.

— Esa fue una excelente entrada, ¡Ahora quiero el plato principal puta!— dijo aquel sujeto.

Tamara se levantó y se colocó encima del sujeto colocó el glande del pene de aquel hombre en la entrada de su ya húmeda vagina lo paso un par de veces por los húmedos e hinchados labios íntimos antes de empezar a meterlo ella misma.

—¡Qué apretada estás!— dijo aquel sujeto.

—¡Usted está muy grueso!— respondió Tamara mientras empezaba a montar al sujeto en una vaquerita invertida.

Tamara empezó a subir y bajar alegremente en el miembro del afortunado sujeto quien se sentía en el paraíso.

—¡Estoy a punto de correrme puta!— dijo el cliente sintiendo como llegaba hasta el límite de su resistencia.

— El relleno cremoso es extra— respondió la mujer

—¡Lo pagaré! ¡Lo pagaré!— repitió el sujeto sujetando las caderas de Tamara.

Eso alentó a la mujer que empezó a subir y bajar con más rapidez.

"Uhhhh" con un gemido ahogado el hombre vació el contenido de sus genitales en el interior del cuerpo de Tamara quien simplemente se dejó llevar de ese semen sin mayores preocupaciones.

Él cayó rendido en la cama con una gran sonrisa en su rostro para luego decir.

—Estoy lleno, no olvides lavar los platos antes de irte.

Tamara se levantó cómo si nada limpió su cuerpo con una toalla cercana para volver a ponerse su uniforme antes de salir el sujeto le pagó lo de la pizza y una generosa propina.

Una vez en la entrada Tamara pareció recuperar nuevamente la conciencia.

—¡Menos mal que dio propina!— dijo ella verificando el dinero.

Poco después se encontraba nuevamente en la pizzería donde trabajaba como repartidora.

—¿Y cómo te fue con esa entrega Tamara?— dijo una de sus compañeras.

—¡No quiero hablar de eso!— dijo ella intentando desviar y conversación—¿Qué hay de la tuya Samantha?

— Ya sabes cómo son esos idiotas de oficina— respondió la otra chica.— Mínimo dieron una buena propina.

En ese momento el encargado dio dos golpes a una campanilla señal de que otra entrega estaba lista.

— Es mi llamada te veo después— dijo su compañera y se dirigió a la mesa de entregas.

Tamara pensó que tal vez estaría sin hacer nada hasta el cierre pero no tenía tanta suerte

— Oye Tamara, tenemos una entrega urgente— dijo el encargado mientras colocaba una pequeña maleta con el logo de la pizzería.

Se acercó un poco de mala gana para ver a dónde lo tenía que entregar.

—¡No!, ¡No!, ¡No!— dijo ella sin esconder su molestia— Envía a alguien más.

— Linda es tu zona y no hay nadie disponible— le respondió el encargado

— Eres detestable— dijo ella mientras tomaba la entrega.

— Enterar e irme— se dijo a sí misma mientras veía la casa a la que debía entregar.

Era su vieja casa y seguramente quien había pedido la pizza era Bob la nueva pareja de su madre, después de enviudar hace unos meses su madre había tenido una especie de crisis sobre quedarse sola y rápidamente se había conseguido una nueva pareja.

Eso tal vez lo podía digerir pero el sujeto le daba mala espina desde que lo conoció y la manera en que la miraba en cada ocasión no mejoraron la situación.

La única solución que encontró sin afectar más la débil psique de su madre fue buscarse un lugar donde vivir

— Entregar e irse— se volvió a repetir mientras tocaba el timbre.

Después de un momento la puerta se abrió y un hombre maduro y de cabello encendido abrió la puerta.

— Que sorpresa Tamy— dijo el sujeto mostrando su torcida sonrisa.

Tamara le respondió con su mejor entrecejo y solo le respondió

— Mi madre otra vez está haciendo horas extra Bob— fue la respuesta de la mujer

—¿Por qué otra razón estaría pidiendo una pizza?— respondió el sujeto mientras recibía la caja.

—¿Desde cuándo pides vegetariana?— dijo Tamara

— Solo quería variar un poco— respondió Bob.

Tamara solo quería recibir el dinero por la pizza e irse hasta que lo inevitable pasó.

— ¡Oye niña!, ¿Dónde está mi puta pizza?— dijo Bob mientras mostraba la caja vacía a la chica.

— La puta que esperabas soy yo— respondió Tamara mientras empezaba a abrir su uniforme de entrega.

Fin.

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