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Primos lejanos, primera vez inolvidable

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Adriana y Fernando son primos lejanos, casi que ninguno sabía de la existencia del otro. Hasta hace poco que las redes sociales hicieron su magia. En Facebook le sugirieron a un tal Fernando, tenían 25 amigos en común y para su sorpresa, sus padres, sus tíos y otros primos eran parte de esos amigos en común. Luego en Instagram también apareció como sugerencia. Entonces le preguntó a su mamá.

—Ma, ¿quién es este? —Mostrándole la pantalla de su teléfono.

—Mijita, es tu primo. ¿No te acuerdas de él? —Ella no tenía idea de él, hasta que su madre le hizo recordar las pocas navidades en que fueron a la capital con sus tíos. Pero... Fernando pasó de ser un niño chimuelo a estar guapísimo.

Entonces Adriana le mandó una solicitud de amistad, recordó entonces que él no jugaba con ella por ser más pequeña, aunque solo era mayor por un año. Entonces si ella tenía dieciocho, él tendría diecinueve o a lo mucho veinte. Su piel blanca combinaba con su sonrisa. Pasaba largo rato mirando sus fotos. Aunque en su mente sabía que eran primos y esa era solo una fantasía. Pero él aceptó la solicitud. Cuando la notificación llegó, ella se puso muy nerviosa. Casi como si hubiera matado a alguien y la descubrieran. Fue él quien mando un saludo con un gift de gatitos para saludar.

—Estaba seguro que me habías olvidado.

—Te soy sincera, le pregunté a mi mamá quien eras.

—Yo no me olvido de tus chinos.

—¿En serio? —preguntó sorprendida.

—recuerdo tu pelo, me encantaba verte en navidad. La niña del pelo rizado. Te sigo en Instagram.

—¿En serio?

—Sí, creciste y estás muy muy bonita —en su panza las mariposas revoloteaban. No era una X para él. Aunque seguía siendo su primo.

—Pues tú no estás nada mal.

—Gracias, ¿seguro tienes novio o muchos pretendientes?

—No, soy un cero a la izquierda. ¿Y tú?

—Recién terminé con mi novia, revisaba mi teléfono y me celaba... loca.

—Ja ja pues estamos igual primo.

—Está foto me gusta mucho —le envió una foto donde ella está de lado y se notan sus hermosas nalgas.

—¡Qué pena!

—Te digo que estás muy muy muy bonita. Ojalá y pronto nos visiten para saludarte y sacudir esos chinos.

Durante días, que se convirtieron en semanas y a su vez meses. Platicaron por Facebook, Instagram, Whatsapp y todos los medios posibles. Hasta que los mensajes se volvieron video llamadas hasta altas horas de la noche.

—Pero bueno que tú haces mucho ejercicio —le dijo ella después que el publicara Una foto sin camisa, mostrando un abdomen marcado.

—No tanto, ¿pero tú qué haces para estar así?

—¿Así como?

—Pues bonita, levántate y muéstrame todo eso. No me explico que estés sin novio.

—Igual y no encuentro al indicado —dijo mientras se levantaba y mostraba su cuerpo dando una vuelta entera.

—Guau, eres hermosa —la sonrisa en la pantalla la llenaba de la alegría. Luego cortaban la charla y ambos se soñaban. Aunque Adriana es virgen, en varias ocasiones se tocó pensando en Fernando. Y el a escondidas o durante la ducha se daba tiempo de imaginarla sin esa pijama que ya soñaba con los ojos abiertos.

Entonces a mediados de noviembre, los papás de Adriana le dijeron que no hiciera planes con sus amigos para navidad. Porque irían a casa de sus tíos.

—¿A la capital? —preguntó ella emocionada y nerviosa.

—Sí, insistieron mucho, además hace años que no nos vemos.

—Ok

—Además podrás ver a Fernandito. Está en la universidad y pregunta mucho por ti.

—¿Por mi? —Dijo sorprendida.

—Cálmante hija, solo es tu primo.

Ahora contaba los días para ir a la capital y evitaba el tema con su primo, no quería demostrarle lo feliz que estaba de visitarle en navidad. Una semana antes empacó su ropa. No llevaría esa pijama vieja. Sin saber porque, colocó en su maleta lo mejor de su ropa interior. Unos cacheteros de colores, otro fluorescente y un par de tangas. Además de un pantalón de pijama nuevo.

Por fin salieron en el autobús, ella nerviosa no pudo dormir a pesar de las horas que pasaron en carretera. En la central, sus tíos los recibieron para llevarlos a su casa. Aunque Adriana buscaba por todos lados, no vio a Fernando sino hasta la noche de ese 23 de diciembre. Llegó con unas bolsas del súper y le sonrió.

—Hola chinita.

—Hola —Ella quedó paralizada, era aún más encantador en persona. Alto, blanco y casi rubio. Sus brazos eran gruesos, al igual que sus piernas. Lo vio perderse hasta la cocina con las bolsas. Para luego volver y abrazarla efusivamente.

—Estas más más más bonita en persona chinita. —además olía bien, no quería separarse de ese abrazo pero su tía los interrumpió.

—Van a dormir en el mismo cuarto, ándale que te ayude a inflar tu colchón.

—Sí, vamos. ¿Me ayudas?

—Claro —dijo ella aún embobada viéndolo caminar tan seguro de si mismo.

Él por su parte sentía como se abultaba en su entrepierna su emoción. Los labios hermosos de Adriana, su cara casi de niña que recordaba, pero con ese cuerpo tan bello que los años le fueron dando. Él se tomaba su tiempo para poder ir detrás de ella y admirar ese trasero precioso. Parecía que esos jeans reventarían a cada paso que daba.

—Mira, es pequeña mi habitación, pero si cabíamos antes, cabemos ahora —Adriana podía percibir el olor de su piel, estaban muy cerca el uno del otro desenvolviendo el colchón inflable.

—Seguro, será divertido.

Mientras sus padres recordaban su infancia con sus tíos, ellos se comían con la mirada. Casi podía sentirse como se saboreaban el uno al otro.

Ese 23 de diciembre, después de cenar, ella se puso su pantalón de pijama, era cómodo pero se amoldaba perfecto a su figura. Fernando apareció con unos shorts y camiseta. Ambos sintieron el impulso de saltar y comencé, pero se contuvieron por el nervio que sentían al estar juntos por fin.

—Bueno chinitos... a dormir.

—Claro —Ambos estaban nerviosos. Platicaron por horas de cosas tan triviales como sus canciones favoritas, la serie de moda y esa película del Jocker que a ella le pareció terrible y el amo. Para la madrugada, el colchón inflable estaba totalmente desinflado.

—Bueno, dormiré en el piso —Dijo el resignado.

—Ven, te hago un espacio.

Adriana se recorrió dejando espacio para Fernando que se acomodó de lado.

—Si te mueves me tiras —Dijo el divertido. Mientras ella se colocaba de lado para hacer un poco más de espacio.

—¿ahí cabes?

—Si —Él se acercó por detrás pegado a su espalda, haciendo una cucharita. Siguieron platicando mientras ella sentía como en medio de sus nalgas algo crecía y se endurecía. Aunque ella disimuló, era evidente que él estaba caliente. Su respiración era más rápida. Entrecortaba las palabras y tragaba saliva de manera excesiva.

—¿Ya lo hiciste? —Preguntó dejando un silencio incómodo entre los dos.

—¿Qué cosa? —Preguntó ella jalándole el brazo para quedaran bien acurrucados.

—¡Ya sabes!

—¡No! —Él se retiró un poco, pensando que estaba pervirtiendo a su pequeña prima. Pero ella lo jalo para quedar de nuevo embarrados, con su verga acomodada entre sus nalgas.

—No entiendo cómo es eso posible, eres lo más hermoso que mis ojos puedan ver. Ni siquiera tienes novio.

—No se ha dado el momento... creo.

Él se pegaba más a ella, sin pensarlo sus labios rozaban su cuello. Ella se derrumbó, su cuerpo se flojo y volteó para buscar los labios de Fernando, mientras el buscaba bajo su blusa sus pechos. Al encontrarlos sobo sus pezones, dando pequeños pellizcos. Ella se retorcía, descubrió que su cuello era débil ante sus besos.

—¿Te parezco bonita?

—Eres hermosa chinita —bajó su mano hasta entrar en su pantalón de pijama, sintió su velocidad y luego la humedad entre sus piernas.

—¡tú me gustas! —Ella pasó su mano por atrás y comprobó que aquel pene era más grande que su pequeña mano. Sobaba aquella verga sintiendo cómo él también se retorcía de placer.

—¿estas lista?

—No sé... —el respeto la duda y se dedicó a proporcionarle placer, metió su cabeza bajo las sábanas y beso sus pechos. Su saliva mojaba ambas tetas mientras sus manos frotaban entre sus piernas.

—¡haaa!

—¿se siente bien?

—¡muy rico! —Ella buscaba sus labios para besarlo, perdida en el placer abría sus piernas que perdían su fuerza ante Fernando. Sintió un extraño calor generándose dentro de ella, crecía más y as hasta que sus ojos se pudieron en blanco.

—¡haaaa! ¡Mmmmm ya ya ya!

—¡Además de bonita, deliciosa! —Cuando lo miro, el chupaba sus dedos con restos de su fluidos. Se volteó y le dijo que durmieran. Algo que ella no pudo. Al día siguiente seguía húmeda, cuando despertó ella no estaba a su lado, se bañó, fue a la cocina y solo vio a su mamá y tía.

—despertó la princesa —dijo su mamá acercándole un plato con hot cakes. Ayudó en la preparación de la cena, apenas volvieron los varones a ella le volvió la felicidad. La noche buena fue increíble, abrieron regalos. Sus tíos le regalaron un suéter, sus padres un teléfono nuevo.

—Te falta ese —dijo Fernando, ella lo abrió y vio una taza negra. Ponle un poco de café, le dijo sonriendo.

—¡Mira mamá! —Una foto de ambos cuando eran niños apareció. Todos festejaron, estaban abrazados junto al árbol de navidad muy pequeños.

—¿te gusto?

—¡Me encanto!

Los mayores siguieron bebiendo hasta la madrugada, ellos se despidieron y ya ni siquiera inflaron el colchón. En cuanto cerraron la puerta ella se abalanzó sobre el para besarlo.

Adriana le sacó la camisa, pensó que si fue tan rico para ella, también el disfrutaría y beso su pecho. El cerró los ojos, disfrutando de esa lengua sobre su pecho, ella trató torpemente de sacar su pantalón, hasta que el le ayudó. El bulto en su ropa interior pedía a gritos salir. Cuando bajo su ropa interior cayó, ella se encontró con una verga enorme frente a ella.

Su prima hermosa, esa cara dulce frente a su miembro con la respiración agitada separó los labios y sintió el sabor extraño pero fascínate en su boca. Daba pequeños chupetes, lamia la punta y lo miraba esperando aprobación. Él estaba fascinado y suavemente le tomó su cabeza, generando movimientos suaves, su verga entraba lentamente. El sabor ya inundaba su boca y aceptaba cada vez más de aquel pene. Pasaba por su lengua, luego ella siguió por sí sola chupando, el gusto fue instantáneo. Sentía las venas de la verga de Fernando en sus labios. El a ratos sacaba su verga para darle golpecitos en sus mejillas con ella. Atravesaba su cara por completo y obviamente no entraba por completo en su boca. Desde arriba, el veía esa hermosa cabellera rizada moverse atas y adelante, el trataba de sujetar su cabello, no quería perder detalle de la linda boca de su prima recibiendo su verga, miraba como atravesaba sus labios y sentía la saliva en su miembro que agradecía con pequeños espasmos de emoción.

—¡delicioso! —Dijo el levantándola, la deposito boca arriba en la cama para sacarle la ropa. Nuevamente beso sus labios, bajo por su cuello a sus pechos. Se tomó su tiempo para deleitarse ahora si de esas pequeñas y deliciosas tetas. Mientras ella ponía los ojos en blanco dejándose llevar por el placer que le proporcionaba la lengua de su primo.

Bajo por su vientre hasta encontrar aquella delicia que un día antes explotó en sus manos, ahora su lengua disfrutaba del sabor. Para ella que todo le parecía nuevo y fascínate. Esto era lo más delicioso del mundo. Se aferraba a las sábanas mientras la cabeza de su primo se hundía entre sus piernas y su lengua la llevaba al paraíso. Cuando estuvo satisfecho de su sabor levanto la cabeza y le preguntó.

—¿te gusto la taza? —Ella entre el placer contestó agotada.

—Yo... no te di nada...

—Tienes todo lo que quiero, ¿me das mi regalo?

—¡Siii!

Subió hasta estar sobre ella y separó sus piernas. Estaban cara a cara, pudo ver en su rostro hermoso los signos de dolor.

—¡Aaay despacio!

—Tranquila, voy despacio, ¿te duele?

—siii —el pene de Fernando resbalaba en el interior de Adriana. Que aguantaba el dolor apretando los dientes, los puños y los ojos. Hasta que estuvo dentro por completo ella abrió los ojos y lo vio delante de ella. La beso y comenzó a menear su cadera.

—Hola chinita

—Hola

El dolor fue cediendo, convirtiéndose en placer. Además el volvió a chupar sus tetas. Ahora si era lo más delicioso que había experimentado. Fernando levantó sus piernas por sobre sus hombros y ahora fue un poco más fuerte en sus embates, al igual que los gemidos de Adriana, que lo abrazaba con fuerza disfrutando de tenerlo dentro.

—¡haaa! ¡Que rico!

—¡chinita me encantas!

—¡mmmm! ¡Siiii!

La levantó cargando sin ningún esfuerzo hasta quedar sentado en el borde de la cama, sentada sobre el comenzó a mover su cadera. Él la agarro de las nalgadas para sentir ese delicioso culo caer sobre su verga. Ahora ella sentía que esto era lo más delicioso que había experimentado y movía sus caderas para sentir a su primo bien dentro. Además que él le apretara las nalgas le gustaba mucho. Fernando seguía chupando sus tetas, disfrutando de los gestos de placer que su prima tenía ante los embates de su verga, y no dejaba de apretujar los manjares que tenía por nalgas su prima.

Nuevamente la levantó, para depositarla sobre la cama, ella estaba boca abajo pero él la levantó para dejarla en cuatro. Ese culo era hermoso y en esa posición era lo más parecido al cielo. En cuanto sintió que la verga de su primo llegaba al fondo y él se aferraba a su cadera. Ella supo que era lo más delicioso que había experimentado. Pero Fernando fue quien supo que era lo más delicioso que había experimentado hasta ahora. Ni en sueños imagino que ese culo que miraba en fotos fuera mil veces más bello y delicioso al estar frente a él y a su disposición.

—¡uuuf! ¡Siiii!

—¡haaaa! ¡Haaaa!

Atravesar ese culote era divino, sentir esas nalgas era mágico, que ella disfrutara lo volvía loco. Ambos gemían al unísono mientras los adultos seguían tomando en la sala de la casa.

—¡estás bien buena!

—¡cógeme!

—¡Eres perfecta!

—Soy tuya Fer... naaa... aaaah! Aaaah!

El seguía sin descanso chocando contra sus nalgas, mientras ella se preguntaba ¿porque se tardó tanto en cogerse a su primo? Fernando estaba tan a punto que se atrevió a preguntar.

—¿enserio me quieres regalar algo?

—¡haaaa lo que haaaa sea...! ¡Dime que quiere? ¡Mmmaaah!

—Ven aquí —le dijo jalándola hasta quedar como en el principio, con ella frente a la verga de su primo.

Ella recordaba que en el porno las chicas recibían gustosas el semen y aunque cerró los ojos, abrió su boca y sacó la lengua. Fernando se masturbaba con efusividad hasta que un chorro atravesó su cara llegando incluso a su cabello. Mientras resbalaba por su rostro el semen, otro chorro atravesó sus mejillas, otro por fin mojó su lengua. La sensación de cosquillas en su cara y el sabor en su lengua era lo más delicioso que había experimentado y seguía saliendo semen de la verga de su primo. Sus párpados, los labios, sus tetas estaban embarradas de semen. Esa sensación era nueva, extraña y un tanto asquerosa, sin embargo, el nivel de excitación la tenía disfrutando de cada sensación que recorría su rostro.

—Espera que voy por papel.

—si —al contestar trago un poco de semen, Fernando no fue por papel. Trajo su teléfono y sacó un par de fotos. Contemplo el bello rostro de su prima sucio de su semen. Sus chinos también tenían marcas blancas y viscosas de la sesión de placer culminada. Luego con una camiseta suya la limpió y ambos durmieron desnudos y abrazados. Besándose con sus sabores compartidos.

Al día siguiente Adriana volvió con sus padres, suspiró al subir al autobús y miro por la ventanilla a su primo. Aunque aún tenían las video llamadas.

—Hola

—Hola

Adriana se aseguró de poner el seguro en su puerta y mientras se acercaba a su computadora iba quitándose la ropa, esos cacheteros por fin tendrían un propósito. Mientras él podía percibir su sabor a kilómetros de distancia. El deseo entre ambos no podría esperar hasta la siguiente navidad. Algo tendrían que hacer.

@MmamaceandoO

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