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Regalo de cumpleaños: fui la puta de mi cuñado
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Confesiones de alcoba:

Acabo de cumplir los treinta y seis años y el último regalo de mi esposo fue entregarme a otro hombre…

Al abrir los ojos mi Ramón ya estaba despierto, de pie junto al marco de la puerta, noté su sonrisa debajo de su barba cubierta de canas, vi la luz brillar en el café de sus ojos aún estaba en pijama solo un pequeño bóxer, nunca le ha gustado dormir con mucha ropa, así que primero me di un taco de ojo con mis ojos aún a medio abrir. A pesar de que ya va por la mitad de los cuarenta, gusta cuidar su físico además por su trabajo como jefe de un departamento de bomberos debe estar en forma, así que dibuje una sonrisa al ver sus firmes pectorales desnudos, ese poco vello que crece en su pecho, luego mi vista se fue directo a sus caderas la erección matutina era evidente debajo de su ropa interior sonreí pícaramente mientras se acercaba poco a poco a mí.

Estire mi mano hasta alcanzar, tocar y acariciar ese miembro que tantos orgasmos me ha regalado, Ramón simplemente se detuvo delante de mí y dejó mi mano girar y jugar por encima de su bóxer negro.

Luego él estiró sus manos por debajo de mí pijama; una vieja playera de Ramón que me encanta para dormir porque es como si él estuviera en mí, tocó mis tetas aún sin el sujetador y rápidamente endureció mis pezones al contacto con sus dedos.

Le ofrecí mi boca cuando él se agachó a besarme, un beso lento, largo, lujurioso que me hizo cerrar los ojos y provocó palpitaciones en mi entrepierna.

Luego se separó de mí, abrió el closet y sacó una pequeña tarjeta que me entregó.

Inmediatamente reconocí su caligrafía y leí con entusiasmo sus pensamientos palabras que me llegaron al corazón luego de darle las gracias, unos besos y un abrazó me entregó un pequeño regalo, una caja negra de terciopelo con letras doradas en la tapa, al abrirla me encontré con una fina y delgada pulsera de oro blanco.

—¿Te gusta?

—Me encanta!!!

Ramón la sacó de la caja, tomó mi tobillo derecho y colocó la pulsera alrededor de el beso los dedos de mi pie y fue subiendo por mi pantorrilla.

Cuando iba a medio muslo escuchamos ruidos fuera de la habitación, los niños venían cantando las mañanitas así que nos vestimos de prisa y dejamos el encuentro para más tarde con la promesa de que esa pulsera pronto se convertiría en arete.

Llegaron a la habitación con una enorme sonrisa Manuel venía por delante con una caja de chocolates en sus manos luego Lucila con unas hermosas Casablanca entre sus manos.

Me dieron los regalos y mi tradicional abrazo en medio de risas de felicidad y bromas de que me estaba haciendo vieja pasamos unos minutos familiares muy acogedores.

Enseguida empezamos con la rutina, los niños se fueron a sus habitaciones a prepararse para ir a la escuela, nosotros nos vestimos para ir a trabajar.

En la oficina otra sonrisa encontré mi lugar de trabajo decorado con globos y papelitos de colores con frases de felicitaciones, alguna de broma y la que nunca falta de que quiere pastel o que incite una ronda de cerveza, cada uno de mis compañeros escribió algo, reconocí la letra de todos, luego el calor de cada integrante del equipo un caluroso abrazo de la mayoría alguno pasado de listo se formó dos veces para poder abrazarme

Llegando a casa apenas tuve tiempo de bañarme y arreglarme por la tarde noche había una pequeña cena familiar en un bonito restaurante local solo con mis hermanas y hermanos, mi familia.

En el restaurante estaba también mi cuñado, el hermano menor de mi marido que estaba de visita en la ciudad. Tenía mucho tiempo sin verlo. Cuando lo conocí él apenas tenía doce años era un niño flaco y despeinado, ahora dieciocho años después y cerca de los treinta era un hombre atractivo, soltero y todo un don Juan. Yo por mi parte ya no tengo las curvas y el abdomen de mis veinte, ser madre y la edad van haciendo mella en el cuerpo aunque me cuido y sigo siendo atractiva, lo sé por las miradas furtivas de mis compañeros de trabajo, o personas en la calle que voltean a ver mi trasero, mis piernas también son motivo de miradas cuando visto con ropa corta. Cuido mi piel con cremas y tratamientos y es por eso que mi cutis sigue siendo terso y suave.

Mi cuñado se despidió temprano, tenía un compromiso de negocios el siguiente día y quería dormir bien para estar atento a la reunión. De perdida ese fue el pretexto que puso al abandonar la mesa, pero yo sospecho que tenía una cita para llevarse alguna chica ingenua a su cama en algún hotel barato de la ciudad.

Pasamos una memorable velada entre recuerdos y promesas de que deberíamos reunirnos más seguido solo para vivir más momentos como ese.

Después de la fiesta llegamos a casa nos aseguramos de que los niños fueran a dormir y unos momentos después subimos a nuestra habitación, vi las intenciones en sus ojos y adivino las mías en la sonrisa así que fuimos a nuestra recamara.

La habitación olía a las Casablanca las flores que me había regalado por la mañana.

Tomó el control de inmediato y vendo mis ojos, me privó de la vista y comenzó a acariciar mi cuerpo por encima de la ropa, provocando mi sonrisa y aumentando mis ganas y deseos de que me desnudara, nada, aún no lo hizo.

Luego de unos momentos jugando conmigo sentí como se acercaba a mi cuello y comenzaba a besar desde la clavícula en forma ascendente.

Sí!!! Por fin comenzaba el verdadero juego, llegó a mi lóbulo y lo tomó entre sus labios beso con calma y al mismo tiempo con furia mi oreja provocando que un leve gemido saliera de mi boca. Luego simplemente susurro:

—Te tengo un último regalo! Hoy te va a follar otro hombre.

Mi piel se erizó ante la propuesta.

Estuve a punto de decirle que no, hoy quería coger con él, ya eran varias las veces que mi esposo me proponía coger con otro pero yo me negaba, hoy en cambio me deje llevar, la curiosidad me ganó, así que un poco nerviosa acepté y con una sonrisa .

—Promete divertirte, relajarte y disfrutar al máximo. Él te va a tratar bien y te hará gozar.

Luego escuché sus pasos alejarse y el ruido seco de la puerta al cerrar. Mi corazón estaba acelerado y mis manos sobre mi regazo para calmar mis ansias por lo que vendría.

De nuevo el ruido de la puerta al abrir y de nuevo al cerrar la puerta luego unos momentos que me parecieron una eternidad en completo silencio, escuché como caminaba por la habitación sin acercarse a mí, mordí mis labios sin querer escuche un ruido extraño, casi imperceptible y enseguida unos pasos seguros acercándose, mi corazón estaba al límite de su aceleración no sé si de nervios, deseo o solo curiosidad quería quitarme la venda de los ojos y descubrir al misterioso hombre.

En cambio espere sentada al borde de la cama como una presa que sabe que no tiene escapatoria. Sentí que se plantó a mi lado y pude sentir como me miraba, no sé si le gusta lo que ve, se tomó un momento antes de sentir sus manos sobre mis hombros deslizó por mis brazos la chamarra de piel y luego tomando con sus manos mis muñecas me ayudó a levantar, no hablaba, no decía nada, creo que eligió un mudo para esto yo quería saber si le gustaba, si estaba excitado ante mí.

En cambio solo tomó mi blusa y la levantó, mis brazos subieron en automático facilitando su trabajo para sacarla de mi cuerpo, depósito un par de besos por encima de mi sujetador justo en la circunferencia aún oculta de mis pezones, luego sentí como su mano bajaba por mi pierna hasta el tobillo desabrocho mi botín, de nuevo levanté mi pierna en automático para que el botín pudiera salir repitió el proceso con el otro pie sentí como sus manos quemaban mi piel cuando comenzó a desabotonar mis jeans y luego tiró de ellos hasta dejarlos en mis tobillos me ayude de él tomándome de sus hombros para sacar yo misma mis pantalones enredados en mis tobillos.

Quedé solo en lencería frente a no sé quién, una lencería que había elegido con todo cuidado para que disfrutará mi marido aunque ahora era un desconocido quien me observaba

Fue la primera vez que abrió la boca:

—Eres hermosa.

¡Era mi cuñado!

Debí abrir mucho la boca porque puso su dedo pulgar en ella y lo metió, succione su dedo imaginando lo que venía.

Me arrancó lo último que me quedaba de ropa en un arranque de fuerza, de pasión, de hambre…

Hambre de mí

Como si llevara tiempo con ese deseo, por tenerme, por tocarme por todo… esperando, conteniendo el momento que por fin llegaba.

Debo confesar que me excito su arranque de furia y deseo, sentí como mi entrepierna estaba humedecida.

Sentí su respiración muy cerca, casi sobre mi cuello.

Tomó mi mano y me hizo girar en mi eje, gire para él con una sonrisa dibujada en mi boca, el ruido de la nalgada llegó un poco antes que el picor en mi trasero, casi solté un gritito de sorpresa pero su mano sobre mi piel me calmo en forma de caricia.

—No sabes el tiempo que tengo esperando esto.

Voy a disfrutarlo tanto que no sé si el verdadero regalo sea para ti o para mí.

Sus palabras tan cerca de mí oído me estremecieron, la piel erizada contestó por mí, sentí su sonrisa en mi hombro mientras confirmaba los estragos que su voz había provocado.

Se tomó su tiempo, acariciando aquí y allá, besando mi piel, susurrando de vez en vez lo hermosa que estaba, sus caricias fueron cada vez más intensas hasta provocar que mis manos lo buscarán a ciegas toque su cuerpo por encima de la ropa, pero no me bastaba así que mis dedos hábiles fueron desabrochando cada uno de los botones de su camisa, fui tocando sus hombros, los vellos en el pecho, su abdomen aún firme y duro él se dejó hacer lo que mis manos quisieran, aunque no podía ver nada cerré mis ojos al momento de llegar a su pantalón acaricie su hombría por encima de la mezclilla y comencé a frotar mi mano por ese trozo de carne que en ese momento era para mí.

No espere más y desabroche el botón de metal de su pantalón, escuche el cierre al abrirlo bruscamente y tiré con todas mis fuerzas de él para dejar a mi cuñado desnudo para mí.

No lo podía ver pero lo podía sentir y eso hice; observé con mis manos su cuerpo, abrí la boca al sentir el grosor, al notar como las venas se marcaban bajo la yema de mis dedos.

Sé por sus caricias que tiene ganas de cogerme. Acaricie la cabeza de su verga y descubrí que tanto él como yo destilábamos de deseo, estaba duro por mí, estaba hambriento de mí…

Lo que siguió lo esperaba desde que mi esposo salió de la alcoba.

Me tiro sobre el colchón y tomó con sus manos mis tobillos, abrió mis piernas y las estiró mientras las levantaba, sentí sus labios recorriendo la parte inferior de mis pies le hizo el amor a mis dedos y subió salvajemente por el lado interno de cada una, se instaló entre mis piernas y me saboreo, su lengua maestra tomó por asalto mi flor, mis pétalos se rindieron ante él entregando su néctar, sentía como acariciaba y lamía con ella, como tocaba con suavidad o mayor intensidad según mis reacciones, el muy cabrón me leía como si me conociera de mucho tiempo.

—Eres excitante…

Alcanzar el primer orgasmo fue rápido más fácil de lo que me imaginé, solo me olvidé de todos los miedos y prejuicios por estar con otro hombre que no es mi marido y disfrute, de hecho el saber que Ramón estaba del otro lado de la puerta, que era muy posible que pudiera escuchar fue muy excitante y me ayudó a llegar a ese grado de excitación.

Mis labios aún palpitaban y las mieles del primer orgasmo aún estaban desbordando cuando sentí su verga en mi vulva, la frotó contra mis labios humedecidos, yo deseaba sentirlo dentro pero él se limitó a frotar mi hinchado clítoris con su dureza, podía sentir el calor de su verga sobre mi piel un calor que moría por tener dentro de mí, jugaba conmigo frotaba su falo por cada centímetro desde donde comienzan mis labios hasta mi sensible botón.

Por fin hizo presión en mi vagina, se me escapó un gemidos cuando la cabeza entró abriendo camino su grosor era mágico tocaba todo, sentí con satisfacción su invasión, disfrute con centímetro recorriendo mi interior, lo hizo lento el carbón también disfrutaba al sentir como mi interior se abría para él, pude notar como cerraba los ojos mientras se contenía.

Se tumbó encima de mí cuando estuvo por completo dentro de mí, su boca beso mis tetas, mi cuello, mi boca; se apropió de ella, de mí, de todo, sus movimientos fueron suaves, calculados, simples y aun así me corrí un par de veces antes de que él se levantará y aumentará su intensidad.

No podía controlarme y mis gemidos escapaban sin control.

—¿Crees que mi hermano lo esté disfrutando al otro lado de la puerta?

—Sí!!!

—Me sorprende tu entrega putita.

—Solo por este día soy tu puta así que goza y haz que goce yo también.

—Creo que ya has gozado bastante pero me encanta verte, olerte y escucharte así

Sus palabras eran fuego en mi cabeza, al igual que su manera de penetrarme, deje de contar los orgasmos y me entregué al placer.

Me sorprendí de estar así, en unos minutos me había transformado de una mujer casada y recatada a una hembra en celo que quería más que no le importaba nada más que su placer estaba totalmente entregada y disfrutando de otro hombre.

Cuando estaba por correrse salió de mí y con su mano se masturbo un poco antes de lanzar sus calientes chorros sobre mi cuerpo, me baño toda se derramó en mis tetas un poco en mi rostro y sobre mi monte de venus luego tomó su ropa para dirigirse a la puerta, antes de salir me dijo: tu marido quiere limpiar el desorden.

Ramón entró y lamió la leche esparcida sobre mi piel, yo solo limpie con uno de mis dedos la que había caído en mi rostro luego le ofrecí el dedo con la leche de su hermano y él lo llevó a su boca antes de que se lo tragara lo bese para compartir su sabor…

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