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Sara, la hermana de mi novio

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David me gusta, mucho, por eso comencé a salir con él. Guapo e inteligente me sedujo con su humor, su personalidad, su atractivo, su sexappeal. Y yo lo seduje a él por supuesto, son cualidades que no me faltan, no voy a pecar de modestia.

Nuestra relación se fue haciendo cada vez mas intima, los besos de despedida dulces pasaron a ser lascivos. Las manos de coger las del otro, a acariciar el otro cuerpo más desnudo según pasaban los días.

De hacerlo sobre la ropa a sentir nuestras pieles descubiertas. Luego a sentirlo en mi interior, en todos mis interiores pues no le hurté ninguno de mis orificios. Tomaba su dureza entre mis labios a la vez que su lengua abría los de mi vulva en busca de mi clítoris. Abría mi coño con su polla y también después de lamerlo abría la entrada de mi culo con su rabo.

Y por qué no, yo lamía su ano con gula y lo follaba con mis dedos hasta que se corría en mi boca que luego besaba para degustar su propia lefa.

Sabía de que pie cojeaba y lo mejor es que a mí me gustaba el mismo tipo de sexo que a él. Así que nos compenetrábamos de maravilla ambos lascivos y un poco guarrillos.

Aún estaba más a gusto cuando conocí a su familia, sus padres divertidos y buena gente y su preciosa y rubia hermana Sara. Si él me gustaba mi atracción fue mayor cuando los conocí y me acogieron como parte de la familia.

Yo que estaba prácticamente sola en el mundo fui seducida por él y por su familia. Congenié con Sara casi de inmediato, nos hicimos buenas amigas. Pecando de optimista podría decir que me aceptó como una hermana postiza.

Supongo que considerando los zorrones que mi querido novio se habría pasado por la piedra antes de pillarme a mí, yo no debía parecerle mala elección. Putones a las que yo conocía y algunas de ellas con las que había follado.

Sara era el positivo a mi negativo. Rubia donde yo morena, voluptuosa donde yo delgada. Piel clara donde la mía es tostada, ella una belleza de tipo nórdico, una rubia preciosa.

Me gusta probarlo todo y eso había incluido algunas, bastantes, mujeres en mi pasado. Me gustaba hacerles el amor a las chicas, son dulces, sensuales sin toda la fuerza y arrogancia de ellos, de la mayoría por lo menos.

Aún más me gustaban los tríos, tener las dos cosas a la vez. El poder y la fuerza de un chico sometido por nuestra dulzura y sensualidad.

Con David habíamos hecho algunos con alguna de mis amigas y de sus ex incluso algunos con chicos bisex. Me gustaba lamer sus huevos y los del otro chico y la polla mientras mi adorable novio se lo cepillaba a cuatro patas.

Sara me atrajo en cuanto la vi, me hubiera gustado ver enseguida más de su voluptuoso cuerpo. Pero todo llegaría. La confianza fue creciendo entre nosotras. A veces salíamos juntas sin David divirtiéndonos a solas. Diversión muy casta al principio.

Empezamos a hacer cosas mas unidas, salir de copas, hacer deporte, comprarnos ropa juntas. Así pude contemplar más de su piel y ella de la mía. Una tarde salimos a ver algo de ropa.

David nos dio esquinazo de una forma muy elegante y consiguió irse a ver una peli él solo, diciendo que nos buscaría mas tarde para llevarnos a cenar. Odiaba ir de compras aunque luego le encantaba el resultado cuando modelaba para él la sensuales prendas que me compraba.

Seleccionamos algunas prendas y nos metimos juntas en un probador. Ella trató de librarse de sus ajustados vaqueros, al final tuve que ayudarla yo, pues apenas podían pasar su amplia cadera.

Yo tuve que quitarme mi camiseta para probarme un escandaloso top. Mi trasparente sujetador le permitía ver mis tetas al completo. No perdió detalle de ellas.

- ¡Qué tetas más lindas!

Ella alabó mis pechos. Yo apenas podía apartar la vista de su minúsculo tanga. Veía perfectamente a través de su tejido tan fino, casi trasparente, que llevaba la vulva depilada al completo. Como a mi me gustan.

- ¡Anda que tu culo! Que envidia.

Estaba deseando pasar mi lengua por allí y comprobar el sabor dulce de su coñito. Volví a ponerme mi ropa y ella se calzó su minifalda nueva y nos fuimos allí donde habíamos quedado con David.

Mi novio también había tenido sus experiencias y no teníamos ningún secreto entre nosotros. Él sabía de mis asuntos con chicas y yo de algunas de sus mas escabrosas aventuras, incluidas las que había tenido con chicos, sin secretos.

Unos días antes le había confesado mi atracción por la dulce Sara. Pero la cosa quedó en eso, solo en un comentario casual.

La relación entre los hermanos era cordial pero por ambos sabía que nunca se habían rozado. Hasta esa noche al menos, en que nos llevaba a las dos cogidas de la cintura y bien apretadas a su poderoso y masculino pecho. Aunque su mano había bajado a mi culo y amasaba mi nalga.

- Las dos mujeres que mas quiero.

Fue su frase. Mientras cenábamos en un discreto restaurante David y yo no hacíamos mas que besarnos y meternos mano todo el rato. Cachondos como animales en celo y provocando adrede a su hermana.

Sara se movía nerviosa en su silla, parecía nerviosa, excitada ¿caliente? y ruborizada. De vez en cuando yo le cogía la mano con la misma que había rozado la dura polla de mi novio. Con confianza, para tranquilizarla y hacerle saber de alguna forma que no le íbamos a dejar sola, en ningún momento y ya para siempre.

Al salir del restaurante calientes y algo borrachos las dos volvimos a colocarnos a los lados de nuestro macho y apretarlo entre nosotras. Como sin querer David me ponía la potente teta de su hermana contra el dorso de mi mano. Yo la rozaba con placer acariciando tan bella masa de carne con disimulo. Buscando rozar su pezón.

Al juntarnos en un abrazo en medio de la tranquila acera terminé besando a mi bella cuñada en sus carnosos y rojos labios. Con cierta sorpresa noté junto a los nuestros los de mi novio y cuando saqué la lengua estaba dispuesta a investigar hasta donde eran capaces de llegar los dos hermanos.

Ambos respondieron con la suya. Llegamos a un apasionado y húmedo beso a tres lenguas en cuestión de segundos.

- ¿Y si seguimos con esto en un sitio más discreto?

Tan calientes estábamos que nos dirigimos volando a su casa que pillaba mas cerca que mi apartamento y donde ese día no estaban sus padres. No podía esperar a llegar al dormitorio para tener a mi cuñadita entre los brazos.

De inmediato, antes incluso de cerrar la puerta la cogí de la cintura y me lancé a por su boca. Lasciva, saboreando su lengua y poniendo todos mis deseos, como hacía en cada beso que le daba a David.

Ya ante la enorme cama de mi lascivo novio éste volvió a repetir la frase sobre las dos mujeres que ama. Y que ahora nos quería a las dos desnudas.

- Las dos mujeres que más quiero en este mundo y están tardando en dejarme verlas sin ropa.

- Sara, ¿Quieres esto?

- Desde luego.

Con sumo placer nos pusimos frente a frente, a desnudarnos despacio la una a la otra. Parecía que se le hubiera pasado cualquier miedo o puede que no hubiera tenido ninguno y solo había temblado de deseo.

Ella descubrió mis pechos casi de inmediato y enseguida sentí sus labios y lengua acariciándolos. Al principio se la notaba algo torpe pero con mucho entusiasmo. Se discernía que era su primera vez con una chica pero que lo deseaba de verdad.

Sujetando su top desde la cintura y tirando de él hacia arriba me llevé la prenda y el sujetador por delante para tener por fin sus voluptuosas tetas desnudas al alcance de mis manos. Golosa se las amasé con cuidado rodeando sus pezones rosados con mis dedos excitándolos a tope.

Seguimos con mi vaquero y su cortísima faldita y por fin pude acariciar la vulva depilada, el objeto de mi deseo, pero solo metiendo la mano por dentro de su tanga.

Mirándonos a los ojos y de mutuo entendimiento nos lanzamos ambas a por mi novio que nos miraba con su mejor cara de salido. La dejé a ella solo con su minifalda nueva ya que yo ya había visto perfectamente esa parte en el vestuario.

Asombrada vi las ganas con que ella descubrió la bonita polla, bajando los pantalones y el slip de un tirón y se la metió en su boquita.

- ¡Déjame un cacho!

Le dije y tras liberarle de su camisa me arrodillé al lado de ella y le lamí los huevos a mi novio cruzando mi lengua con la de su hermana. Recorriendo con mis manos la espléndida anatomía de mi cuñadita. Mi mano se perdió entre sus poderosas nalgas. Con su propia saliva lubriqué el índice que deslicé en el ano de ella bajo la tela de la faldita.

Deseaba comerme aquel culo y luego ver como mi novio lo desvirgaba. Me gustaba ese trasero y sabía lo orgullosa que ella estaba de él. Quería ver como David se lo follaba. Al notar mi lengua recorriendo la raja de abajo arriba casi se derrite, gemía y suspiraba como una locomotora de vapor.

- Sigue por favor.

Mis labios incansables recorrían todas sus nalgas sin descanso, le penetraba el ano con la sin hueso y mis dedos bien ensalivados. Cuando me di cuenta de que estaba muy excitada y caliente guie la polla de mi novio a ese precioso culo. Ella misma se abrió el culo con las manos y yo puse el glande en el arrugadito ano preparado para abrirla.

- Clávamela, tato.

Ella misma se echó para atrás decidida a clavarse en la polla de David. No era el primero que recibía por ahí, como me confirmó luego. Pero las personas con las que estaba hacían que fuera el mas morboso, el trío más hermoso de nuestras vidas.

Mi novio no se había quedado quieto mientras pasaba todo eso no había dejado de amasar sus tetas y besarle el cuello y la boca. Mordía los pezones con la fuerza justa, la que nos gusta a ambas.

Se empezó a mover despacio, suave dejando que el precioso pene que notaba dentro fuera encontrando su recorrido placentero. Y así yo podía seguir acariciándolos y lamiéndolos a ambos. Me dejaban camino libre para que mis manos recorrieran sus pieles y mis labios sus cuerpos.

David por fin le agarró de la cadera guiando la penetración también a su gusto y me miraba a los ojos con ternura y amor y siempre con lascivia.

Pero yo también quería sus caricias y sus lenguas. Tumbé a mi novio de espaldas y volví a ayudarla a que se clavara el rabo en su coño esta vez y después de limpiarla con unas toallitas.

Entonces yo me senté en la cara de David, frente a ella, buscando mi ración de placer. Los ojos que me miraban en ese momento con deseo fueron los de ella, sus labios los que besaban mi boca, su lengua la que jugaba con la mía y sus manos las que amasaban mis pechos. No me quedé quieta y de inmediato me apoderé de sus tetas que me tenían hipnotizada.

Me podía hacer una ligera idea de lo que sentía con la polla de mi novio en su conejito mientras yo me derretía por el culo en el que tenía su lengua ahora. Mi orgasmo fue tan fuerte que tuve que agarrarme a ella, a sus brazos, para no ahogar a David con mis jugos.

Pero él seguía con la polla dura sin haberse derramado así que nos pidió cambiar lugares. La hice sentar sobre la cara de David que de inmediato clavó la lengua entre sus labios mientras a mi ahora me tocaba empalarme en su polla.

Ella me ayudó sujetando mi estrecha cintura para que no hiciera demasiado rápido y me hiciese daño, amaba a esa chica y a su hermano, claro. Pero evidentemente no era mi primera vez y aquello entraba en mí sin problemas. Mientras él seguía duro y mi cuñada se corrió un par de veces más con la lengua de David.

Si en vez de mantenerme erguida para besarla en la boca me inclinaba podía incluso alcanzar su clítoris y cruzar la lengua con la de mi novio en los labios de su vulva. Nuestras manos acariciándonos sin descanso. Pellizcando nuestros pezones lamiendo cuellos y hombros.

Como antes pasó con ella me corrí antes ayudada por dos de sus dedos en mi clítoris, mientras el pene que compartíamos seguía duro como una roca. Nos miramos a los ojos y entendiéndonos sin palabras nos lanzamos a comerla a dúo en cuanto descabalgué. Eso si dejando nuestros culos al alcance de sus manos a los lados de su cuerpo.

Se que a mi me follaba el xixi con dos dedos de la mano izquierda no se lo que le hacia a ella con la derecha pero a juzgar por la mirada perdida, la cara de vicio y la lengua sin descanso que tenia frente a mi debía ser tan excepcional como lo que David me hacía a mí. Mientras yo chupaba sus depilados huevos ella subía por el marmóreo tronco y cuando yo subía a por el glande nos cruzábamos húmedas en medio de la polla.

Logramos que por fin se corriera con ese tratamiento dándonos su semen en nuestras lenguas y caras. Él se unió al beso lamiendo nuestros rostros y saboreando su lefa con tanto gusto como lo hacíamos nosotras.

Ya relajados sin la urgencia que habíamos sentido hasta ese momento nos acostamos cada una a un lado. Acariciándonos con suavidad y ternura. Besándonos entre los tres y compartiendo nuestro amor y deseo.

Ese día daba comienzo una historia de placer entre los tres que no hemos dejado de amarnos y de gozarnos desde entonces.

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