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Snu snu incestuoso
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Tiempo de lectura: 8 minutos

En una ciudad como cualquier otra vivía Meg, una mujer de 40 años apasionada por los entrenamientos que tenia de piel blanca, cabello negro, media 1,90 m, tenía abdominales perfectamente marcados, una figura muy femenina pero musculosa y voluptuosa, unas tetas inmensas y, lo que más resaltaba de ella, un trasero enorme y muy firme.

Durante su adolescencia, Meg había sido una chica gorda y, por esa razón, se había convertido en el blanco de burlas y de bromas de todos sus compañeros de clase. Un día, cansada de ser el hazme reír de su curso, Meg fue hasta un gimnasio local, en donde se dispuso a entrenar con el fin de tener un cuerpo ideal. Con el tiempo, y a medida que su gordura iba desapareciendo, la joven Meg se fue despertando una gran pasión por el deporte y por el ejercicio, hasta el punto de que ya no entrenaba para verse delgada, sino porque realmente le apasionaba.

Tras graduarse, Meg compitió en varios concursos de Señorita Musculosa, el cual era, básicamente, un concurso de belleza mesclado con uno de fisicoculturismo, en el cual los jueces no solo evaluarían el cuerpo de las participantes en base al desarrollo de los músculos, sino también en que tan bellas y atractivas era. Increíblemente, aquella muchacha que fue la burla en su adolescencia a causa de su peso y poco atractivo físico terminaría siendo nombrada, durante varios años consecutivos, la mujer más musculosa pero sexy de todo su país de origen. Con el dinero que gano en los concursos en los que participo, Mec consiguió abrir un muy exitoso gimnasio femenino, en donde entrenaba a chicas para que pudieran desarrollar su cuerpo ideal.

Sin embargo, aunque a Meg le iba bien tanto en lo económico como en su carrera profesional, no se podía decir lo mismo de su vida sentimental pues, debido a una serie de problemas, su esposo la terminaría abandonando, dejándola sola con Dylan, su hijo de 18 años, al cual intentaba criar sola de la mejor manera posible.

Pese al mal momento que le había hecho pasar su divorcio, Meg siguió entrenando, administrando su gimnasio, cumpliendo sus obligaciones como madre, y preparándose para el próximo certamen de Señorita Musculosa, el cual estaba próximo a celebrarse.

De entre todos los admiradores que Meg tenía, el más grande de ellos era, sin duda alguna, su propio hijo, quien veía en ella a una figura para tomar de ejemplo debido a todas las adversidades que ella tuvo que sortear en su juventud para alcanzar el éxito. Dylan era todo lo opuesto a su madre, tanto en gustos como en aspecto físico, pues él era un joven delgado con una estatura relativamente baja (1,60 m aproximadamente), y cuyo interés radicaba en las matemáticas y no en el deporte. Aun así, y a pesar de las diferencias que había entre ellos dos, madre e hijo tenían una muy buena relación, pero todo estaba a punto de cambiar.

Una noche, Dylan se fue a dormir y, a eso de la madrugada, comenzó a soñar. Dentro de su sueño, Dylan se estaba tomando una ducha muy tranquilamente cuando, de repente, Meg derribo la puerta del baño de una patada, y se metió con él en la ducha completamente desnuda.

“¡mama! ¿Qué estás haciendo?” pregunto Dylan, sobresaltado, mientras se tapaba su cuerpo desnudo

“¡vine porque quiero hacerte hombre aquí mismo!” exclamo ella, y luego beso apasionadamente a su hijo.

Gracias a sus grandes músculos y a la gran diferencia de altura, fuerza, peso y tamaño, la milf domino fácilmente al joven, y comenzó a hacer todo tipo de actos lascivos y sexuales con él, siendo ella la dominante y su hijo el sumiso, cosa que Dylan disfruto mucho). Tras su largo e intenso sueño, Dylan despertó sobresaltado, con el cuerpo todo transpirado, y con las sabanas manchadas con su propio semen, era como si realmente hubiera cometido incesto en esa misma cama.

“¡por Dios, no lo puedo creer!” pensó Dylan, con un gran sentimiento de culpa “¡soñé que tuvo sexo con mi propia madre… y lo disfrute!”

Una vez superado el shock inicial, Dylan fue al baño para lavarse la cara.

“no puedo creer que haya tenido un sueño así y, encima, lo haya disfrutado tanto” pensó el joven, quien aún tenida el cuerpo tembloroso debido a la gran eyaculación que había tenido “no merezco tener a la madre que tengo ¡no voy a poder ni siquiera mirarla a los ojos!”

Luego de un rato intentando calmar sus pensamientos, Dylan limpio todo el semen que había entre sus sabanas, se acostó en su cama e intento conciliar el sueño, aunque le fue muy difícil hacerlo.

Al amanecer, y como era costumbre, Meg salió de su casa y se fue corriendo hasta un que estaba cerca de su casa para comenzar con sus ejercicios matutinos. La ropa que la milf musculosa utilizaba eran un equipo de gimnasio compuesto por un short diminuto de color negro, el cual parecía una tanga muy ajustada que ayudaba a resaltar su enorme trasero, y un corpiño deportivo del mismo color que apenas podía retener sus enormes tetas. Una vez en el parque, Meg en recibida por una legión de admiradores de ambos sexos, quienes la estaban esperando para sacarse fotos con ella y para verla entrenar.

“¡que cuerpazo que tienes, Meg!” grito un hombre joven “¿me dejas sacarme una foto contigo?”

“¡Por supuesto!” exclamo la milf, mientras mostraba sus muy marcados bíceps

“dime, Meg ¿no te molesta que todos se la pasen viendo tu cuerpo?” pregunto una chica.

“para nada, el cuerpo se hizo para mostrarse, y yo adoro que admiren todo el fruto de mi trabajo” dijo ella, mientras se daba vuelta y les daba a sus admiradores una mejor vista de sus nalgas grandes y firmes “siempre y cuando no toquen nada pueden ver todo lo que quieran”

Meg continuo haciendo sus ejercicios matutinos, a la vez que disfrutaba las miradas lujuriosas de sus admiradores y fans, quienes no perdían de vista sus enormes brazos, sus abdominales perfectamente marcados, sus muslos carnosos, firmes, y gruesos como troncos, y sus gigantescos atributos femeninos, que eran lo que más llamaba la atención de todos los presentes.

Terminada su rutina de calentamiento, Meg se despidió de todo su sequito de fans y volvió trotando a su casa. Una vez en su hogar, Meg fue hasta la cocina, en donde se encontró con su hijo, quien estaba desayunando para ir a la universidad.

“¡buenos días, Dylan!” exclamo la milf, mientras le daba un beso en la mejilla a su hijo

“ho… hola mama” respondió Dylan, quien aun seguía pensando en el sueño que había tenido por la noche

“suenas nervioso” dijo Meg, mientras sacaba un licuado de proteínas del refrigerador “¿paso algo? ¿Dormiste bien?”

“la verdad tuve un poco de insomnio” respondió, mientras evitaba entablar contacto visual con su madre “bueno, yo ya me debo ir a la universidad ¡suerte en el gimnasio!”

“¡espera! Te estas olvidando de darme un abrazo de despedida”

“si… si… el abrazo de despedida” dijo Dylan y, con muchos nervios, abrazo a Meg

Al sentir los músculos firmes y sudorosos de su madre, Dylan no pudo evitar tener una erección, razón por la cual se sobresaltó.

“¿realmente estas bien?” pregunto Meg, preocupada “¡pareces asustado!”

“no, no, es solo que se me hace tarde” dice el joven, mientras intentaba esconder lo mejor posible su pene erecto al tiempo que salía de la casa “¡nos vemos, suerte hoy!”

“¿Qué le pasara a ese muchacho?” pensó Meg, con cierta angustia “¿acaso… pensara que soy desagradable?”

Al anochecer, madre e hijo se reencuentran en la casa, y Dylan continuo sintiéndose incomodo estando junto a Meg.

“Dylan ¿podemos hablar un momento?” pregunto Meg

“¡Por supuesto, mama!” exclamo Dylan “¿de que querías hablar?”

“quería saber si crees que soy bonita”

“¿pero qué dices? Claro que creo que eres hermosa, mama”

“¡no me mientas!” exclamo ella, entre lágrimas “yo sé cuando alguien me considera horrible, porque he vivido con ese estigma durante mucho tiempo, así que te pido que, si me consideras como una mujer grotesca y fea, al menos tengas la decencia de decírmelo en vez de alejarte de mí”

“¡mama, te juro que no es por eso! Yo no te considero una mujer grotesca, al contrario, creo que tus músculos no solo son hermosos por tu silueta femenina, sino por que reflejan todo el esfuerzo que has hecho pasa salir adelante pese a todo lo que sufriste. Estas confundiendo las cosas, yo jamás te consideraría como alguien fea”

“¿entonces porque me evitas? ¿Por qué evitas tener contacto conmigo?”

Sintiendo que no tenía más opción, Dylan opta por contarle a Meg que tuvo un sueño erótico muy intenso con ella y sobre su erección de la mañana.

“¡ah, era por eso!” exclamo la milf, aliviada “¡tranquilo, no pasa nada, esas cosas son involuntarias!”

“es que no me sentí ni con el derecho de mirarte a los ojos después de eso” dijo Dylan, avergonzado “me sentía sucio e impuro por tener esas sensaciones hacia mi propia madre… ¿crees que puedas perdonarme?”

“si, lo hare, pero solo con una condición: quiero que me cuentes, con lujo de detalle, todo lo que hicimos en tu sueño”

“¿Cómo? ¿y porque quieres saber eso?” pregunto Dylan, sorprendido

“es que me dio curiosidad” dice Meg, y se sienta en la mesa “¡vamos, quiere que me lo cuentes todo de principio hasta el final, y no omitas ni el más mínimo detalle!”

Dylan, con algo de incomodidad, comienza a contarle a su madre todo lo que esta le había hecho en su sueño y, cuando el relato termina, la milf solo se ríe mientras ve a su hijo colorado de la vergüenza.

“bueno… si eso fue todo, espero que podamos hacer de cuenta que nada de esto paso y que yo me pueda olvidar de esa pesadilla que tuve” dijo Dylan

“pues yo no creo que lo que hayas tenido haya sido una pesadilla, yo lo veo como un hermoso sueño… el cual deberíamos hacer realidad” dice Meg, quien se acerca a Dylan y le da un beso en la boca

“¿pe… pero?” preguntó sorprendido

“¿Qué? El sueño que tuviste no solo te puso cachondo a ti, sino también a mi” dice Meg, mientras agarra la mano de su hijo, y la coloca en su entrepierna

En cuanto la mano de Dylan entro en contacto con el coño de Meg, este pudo darse cuenta de que su madre estaba toda mojada

“aunque no lo parezca, tú tienes de madre a una mujer muy pervertida, Dylan, y tu relato acerca del sueño que tuviste conmigo me puso muy caliente ¡hacía años que no me sentía así!” confeso Meg, con una sonrisa “pero aun no has respondido mi pregunta: ¿quieres que recreemos tu sueño en mi cama?”

“yo… no lo se… esto es muy extraño” dijo él, con muchas dudas “además, no quiero que hagas algo de lo que te puedas arrepentir, mama”

“¿Qué tiene de raro? Prefiero mil veces entregarle mi cuerpo a mi amado hijo antes que a cualquier otra persona, porque confió en ti más que nadie. Además, yo sé que también deseas que yo te domine y haga todo lo que te hice en tu fantasía” dijo Meg y, nuevamente, volvió a besar a su hijo pero, esta vez, fue un beso de lengua tan intenso que lo dejo sin aire “como dice el dicho: el que calla, otorga”

Meg, con mucha facilidad, cargo a Dylan en sus brazos y lo llevo hasta su habitación (parecían una pareja de recién casados). Una vez allí, la milf arrojo a su hijo sobre la cama y se arrancó toda su ropa de un solo tirón.

“¡eres más sexy de lo que creí!” exclamo Dylan, quien quedo completamente cautivado al ver el cuerpo musculoso, voluptuoso y desnudo de su madre

“¿y te vas a quedar allí mirándome o vas a comenzar a usar tu boca?” pregunto Meg, mientras apoyaba su pierna sobre la cama “¡disfruta!”

Dylan, completamente segado por la lujuria, comenzó a besar, lamer, y a acariciar la musculosa pierna de Meg, la cual parecía una columna de carne por lo grande que era. Luego, él centró su atención en los abdominales, contra los cuales refregó su cara. Finalmente, Dylan llego hasta los enormes pechos de su madre, los cuales chupo y manoseo con gran pasión. Por su parte, Meg no hizo otra cosa más que gemir y disfrutar los besos y caricias de su hijo.

“¡que rico, Dylan!” exclamo ella, mientras él le chupaba los bíceps “¡vamos, dame un beso!”

“lo haría, pero ni parándome de puntitas llego” dijo Dylan, entre risas

“¡no hay problema, yo me encargo!” exclamo la milf, quien agarro al joven de la cintura para levantarlo y poder besarlo más cómodamente

Luego, Meg puso de cabeza a su hijo mientras lo seguía sosteniendo, e hicieron el 69 de parado. La milf, de un solo movimiento, engullo todo el miembro viril de Dylan, y este hizo lo mismo con el coño de su madre. Ambos comenzaron a darse placer oral en sus partes intestinas mientras gemían en el proceso.

“¡esto es mucho mejor que mi sueño!” pensó Dylan quien, mientras le daba sexo oral a su madre, se agarraba bien firme de las nalgas de esta para no resbalarse

“¡siempre quise hacer esto con un hombre!” pensó Meg, mientras chupaba el pene de Dylan con fuerza “¡ser la dominante se siente increíble!”

Tras un buen rato de sexo oral, Dylan soltó su primera carga de semen, la cual lleno toda la boca de su madre, y esta se lo trago sin dificultad.

“¡perdóname, mama, debí haberte avisado!” exclamo Dylan

“no te preocupes, estuvo muy bueno” responde Meg, mientras se pasaba la lengua por los labios “¡está más espeso que mis licuados de proteína!”

Después, Meg arrojo a Dylan sobre la cama, y le hizo un candado al cuello con sus piernas.

“dijiste que, en tus sueños yo casi dejaba sin aire utilizando mis muslos” dijo Meg, mientras hacía más presión “me pregunto cuanto tiempo podrás aguantar la fuerza de mis piernas”

“¡esto me encanta, hazlo más fuerte!” exclamo Dylan quien, pese a estar quedándose sin aire, estaba muy emocionado y feliz

“¡se ve que tu saliste igual de pervertido que yo!” exclamo Meg, la cual también estaba muy excitada por lo que le estaba haciendo a su propio hijo

Tras un buen rato de asfixia erótica, Meg se puso encima de Dylan y se preparó para tener sexo con su hijo en posición amazónica.

“¿estás listo para hacer realidad la última parte de tu sueño?” pregunto la milf musculosa “lo único malo es que, como no tengo condones, tendremos que tener sexo anal”

“¡por mi esta genial y es incluso mejor!” exclamo Dylan, quien estaba muy feliz “¡dame con toda, mama, no tengas piedad de mí!”

“¿estás seguro? No creo que tu delgado y frágil cuerpo pueda aguantar toda mi fuerza”

“¡si muero quiero morir feliz!” exclamo él, mientras se ponía cómodo “¡dale nomas!”

De un solo movimiento, Meg se metió la verga de su hijo en el culo, y empezó a tener sexo anal descarado con Dylan. Los movimientos de la cadera de la milf eran muy crudos, fuertes, precisos pero, sobre todas las cosas, placenteros.

“¡mas, mas… hazme tuyo mama!” gimió dylan, desesperado, se retorcía de placer y de dolor

“¡pues ten toda mi fuerza, hijo mio!” exclamo Meg, quien también se estaba dejando llevar por el placer “¡pero que excelente pija que tienes!”

Finalmente, y después de mucho esfuerzo, madre e hijo tuvieron un gran orgasmo, y el trasero de Meg quedo blanco a causa de todo el semen que su hijo libero dentro de él.

Al día siguiente, Dylan asistió a la universidad en una silla de ruedas, lo que llamo la atención de todos sus compañeros.

“Dylan ¿te encuentras bien?” pregunto uno de sus amigos “¿Qué fue lo que te paso?”

“yo… me caí” respondió Dylan, mientras sonría al recordar lo que realmente le había pasado.

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