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Solos en aquella cama ¿Qué mas podría pasar?
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Tener sexo con ella, es algo que jamás se me había ocurrido, pero al pasar por la habitación y ver su hermoso culo redondo, en bragas negras. Esto ocurrió un sábado por la tarde, al volver a mi casa, subir las escaleras y pasar por la habitación de mis padres. Fue un día de verano, mi madre, junto a su hermana se fueron de compras y al volver a casa, ambas se metieron a la habitación de ella. Se escuchaban risas dentro de aquel lugar, entre ellas se animaban a dejarse ver por la otra, decían entre ellas que ese color le quedaba bien, le sentaba bien con los pantalones, que no se marcaba mucho, que era normal que se metiera entre las nalgas. Mi madre la convencía para que ya cambiase esas bragas viejas, y usara las nuevas.

Pero mi atención cambio cuando escuche a mi madre, sugerirle a su hermana, que se depilase las ingles, que a su parecer, la tenía muy velluda, ella sugería a mi tía, que aunque fueran pelos rubios y pequeños, seguro que eran una molestia, más aún para lucir la tanga en la playa. En ese momento fue que imagine de que hablarían, o mejor aún, que tipo de ropa se estarían probando. Es ahí donde veo la causa de tantas risas y comentarios. Ambas murmuraban sobre qué tipo de rasurador, crema depilatoria, o que hacia mi madre para mantener esos pelillos a raya, es ahí que me entero que mi madre llevaba el coño rasurado. ¡Vaya sorpresa!

En ese momento, todo me pareció una cosa de chicas, yo estaba algo alucinado con lo que mi madre le había dicho a su hermana. ¿Que estaba muy velluda? imaginé una mata enorme de pelos, un mechón de vellos, negros o rubios, quise suponer que hablaban de sus partes íntimas. Por las mañanas, veo a mi tía estirarse, para bajar alguna taza para el desayuno, y en las axilas no le veo ningún tipo de vello. Entonces esto ya me entraba en curiosidad, saber en qué parte de su cuerpo tenía tantos vellos, curiosamente a la semana siguiente, veo en casa un folleto de depilación láser. Pues ya iba atando cabos, ya sabía por dónde se estaban dando las cosas. No quise preguntar para no alertar a nadie de mis deducciones.

Sandra por las mañanas, hace ejercicios. Adquirió este hábito debido a un problema lumbar, desde ahí siempre que tiene tiempo, ya sea por las mañanas o por las tardes, hace una rutina. Es ahí donde yo tomo más interés en cosas que había oído, notaba pues abultada su zona vaginal, se podía distinguir fácilmente. Ella usaba licras para hacer ejercicios, y era notorio un pequeño bulto en esa parte de su cuerpo, en comparación al de mi madre. Ambas en ciertas ocasiones compartían la misma rutina, y ahora que escucho esto, pues empiezo a sacar mis conclusiones. Quizá algo fuera de lo razonable, pero ahí estaba mi cabeza, imaginando cosas, comparaba la zona vaginal de una y de otra, ahora ya sabía quién iba rasurada y quien no, que tipos de bragas había estado usando Sandra, y ahora porque modelos las había cambiado.

En este punto, es donde veo a mi tía Sandra, de una manera distinta. Las ganas de tener sexo con ella, se convirtieron en fantasías eróticas nocturnas, me volví más cariñoso con ella, siempre encontraba la manera de estar cerca. En las frías tardes de invierno, nos tapábamos bajo las mismas cobijas, jugábamos con nuestras manos bajo la manta. Yo a manera de juego la destapaba, me gustaba ver sus piernas abiertas, ver su vagina abultada, marcando su raja. Muchas veces solo estaba con una licra apretada, eso era un espectáculo maravilloso para mí. Os digo la verdad que me sentía atraído sexualmente, ya la idea de si se rasuraba o no, la deje de lado, me daba igual ya. Ahora solo buscaba la cercanía hacia su cuerpo. Me encantaba tenerla cerca, observarla haciendo cosas, soñaba con desnudarla y tener sexo, aquí en el mismo sofá.

Yo para esta historia solo tenía 18 años, ella era una mujer de 45 años, nunca llego a casarse. El frio invierno motivo más estreches entre nosotros, las excusas para estar juntos eran muchas, había noches que nos quedábamos solos en casa, viendo películas. Siempre cubiertos con la misma manta, nuestros pies jugando y rozándose cariñosamente. En la cocina éramos dos pequeños, nos tirábamos agua, la harina, las cascaras de naranjas, cosas. Se sentaba en mis piernas a manera de si yo podía aguantar su peso, más de una vez la cargue por sorpresa, sus magníficos pechos quedaban a la altura de mi cara, mis manos sujetando por debajo de sus nalgas. Para el baño corríamos para ver quien se duchaba primero, había ocasiones que me escondía las toallas, me escondía la ropa, miraba mis calzoncillos de colores y se reía siempre.

Nos divertíamos mucho, eran juegos casi inocentes. Las cosas cambiaron un poco, a causa de una reforma en casa, su habitación que está pegada al baño, la pared que divide el baño y su habitación, estaba llena de humedades, salieron manchas por todos lados. Llamaron al seguro del hogar, llego el técnico, claro habría que picar y resanar todo eso, hay que buscar la falla, corregir, pues eso toma su tiempo, claro en ese lugar ella no podría dormir. La otra opción era que ella se quedase en mi habitación y yo me fuera al sofá, que está en el salón, era eso, o dormir en la habitación de mis padres, sobre una colchoneta, no tenía mucho de donde elegir, así que me decante por ir al salón. Me sentiría más cómodo en ese lugar, imaginando tener sexo con Sandra.

La primera noche la pase sin molestias, la segunda me costó un poco dormir, no había manera de pasar una noche más así. Hasta ese momento nadie había venido a corregir las humedades, como la habitación de ella estaría vacía, advertí a mis padres que por la noche descansaría ahí, ya que sería solo por algunas noches, no creímos que fuese a pasar nada grave. Antes de dormir aquella noche, voy hacia mi habitación, para coger un pijama limpio, veo la puerta casi abierta, y antes de entrar del todo, veo unas maravillosas nalgas contorneadas que eran envueltas por unas bragas de color negro. Me fui de largo hacia el baño, no quise mirar más, ya que mis padres aún estaban despiertos, podrían haberme pillado con la cabeza metida en mi habitación, y más aun espiando a mi tía. Eso hubiera sido muy bochornoso para mí.

Al entrar al baño y encontrar aun los vapores del agua caliente, sabía que ella se había duchado, se sentía el aroma de su gel de ducha. Imaginar aquella mujer bajo la regadera, frotándose el gel por todo su cuerpo, me puso muy cachondo, sentí una erección en mis pantalones, era algo que ya lo había sentido antes estando cerca de ella, pero esta vez estaba sintiendo un calor diferente. Se me venía a la mente el tener sexo con mi tía, me quede un rato en el baño, esperando apaciguar mi erección, deje que pasara un momento y tire del pulsador del váter, me cepille los dientes, salí algo excitado para la habitación que ocuparía aquella noche, ahora me costaba conciliar el sueño, no sacaba mis manos de mi abultada erección.

Por la mañana siguiente, no vi a Sandra. Mis padres me dijeron que había salido muy temprano, había ido a Madrid acompañando a una amiga en el coche, que era probable que no vuelva aquel mismo día. Que si yo quisiera podría dormir en mi habitación, así estaría más cómodo, la verdad es que la idea me parecía bien, lo único que no me agrado mucho, fue no ver a Sandra el día entero, esa tarde salimos de compras al supermercado, volvimos ya cenando, mis padres en su habitación, con una botella de vino. Sobre las 11 pm escucho gritar a mi madre, bueno gritar, a gemir en plan de no hacer mucha bulla, me pareció algo raro, es que como había tanto silencio, se oía por toda la casa, mi padre le metió una buena follada, ya que duraron un capítulo entero de una serie que mire en la televisión.

Resulta que por la madrugada, oigo pasos en mi habitación, pasos que se acercaban a mi cama, a donde yo estaba tumbado, durmiendo plácidamente. Ignore lo que pasaría y pensé que mi tía podría haber vuelto, me desperté muy rápido y casi brincando de la cama. Ella al verme desesperado, me calmo, pidiendo que me quedase quieto, que ya era muy tarde como para salir fuera de la habitación. Que no habría problema en que durmiéramos juntos, al menos por aquella noche, con solo la luz prendida de la mesita de noche, vi la figura de ella a través del pijama que se había puesto. Una bata por encima y al quitárselo, le quedo un camisón oscuro, que traslucía su silueta, sus pechos colgando, sus piernas, la silueta de sus caderas.

Otra vez una noche sin descansar, ahora con ella metida en mi cama. Lo malo de todo es que no podía acercarme mucho, bueno si podía pero no quería, ya que solo me había metido en calzoncillos, si me hubiera pegado a su cuerpo, sentiría mi erección de inmediato.

Yo estaba de lado, mirando hacia una pared, ella haciendo lo mismo al otro lado. Se mueve la cama y siento su brazo, por encima de mi pecho, siento que se acerca por detrás mío, rozó sus piernas con las mías. Yo casi inmóvil, no respire siquiera, ella susurra a mi oído diciendo que tiene frio. Tome su mano, con mis dos manos, si, ella estaba muy fría, aquella noche la pasamos así, yo intentando darme vuelta, pero no quise romper aquel momento, era muy probable que estuviese soñando o algo, yo sentía su mano sobre mi pecho. Fue como si mis ganas de tener sexo con ella, se hacían realidad, lo pensé mucho que hasta me pellizcaba los brazos.

Estas noches siguieron por dos semanas más, la reforma se extendió más de la cuenta. Las noches fueron llegando con más ganas, había muchas ansias en que llegaran las 11 pm para ir a descansar, ya para este momento mi tía se cambiaba casi delante mío. Al meternos a la cama dormíamos abrazados, mi pierna por entre sus piernas, mis manos ya jugaban en su cuerpo, no hacíamos mucha bulla, ya que yo me escurría a mi habitación por las noches. Llegamos a tener mucha confianza al estar juntos, reíamos en silencio por debajo de las cobijas, encendíamos las luces del móvil, y charlábamos sobre lo que nos había pasado durante el día. Cada noche era una aventura diferente, a veces ella llegaba tarde de algún sitio, y yo la esperaba en la habitación, la camita caliente y su vestido de dormir, entre mis piernas.

Esto parecía un juego de adultos. Una relación amorosa sacada de un libro de relatos eróticos, empezaba a desearla cada noche, me estaba rayando un poco los sentimientos, hubo noches que dormíamos abrazados, sus rebosantes pechos rozando con el mío. Mis erecciones casi siempre intentaba disimularlas, pero era difícil, ya que ella se daba cuenta de todo, lo digo porque miraba mi entrepierna abultada y se sonrojaba, hacia bromas sobre lo que ocurría en mis pantalones. Era todo muy relajado, pero a la vez muy excitante, estar a solas con Sandra, en la misma cama, fue una relación cariñosa, porque ella es hermana de mi madre, pero a la vez muy excitante por la sensualidad que posee, estoy seguro que a más de uno, le excitaría la idea de tener sexo con ella.

Una de estas cariñosas noches, decidí moverme un poco hacia el centro de su naturaleza, llevaba ya varias noches sin casi dormir, yo pensaba, y si ella está probando hasta donde van mis ganas. Intente moverme más hacia ella. Mi pierna la apoyé muy pegada a su vagina, yo podía sentir los vellos de aquella abultada vagina, antes de acostarnos, vi que no llevaba bragas puestas. Se había metido a la cama, sin bragas, como podía hacer eso ante un muchacho que esta con todo el aparato reproductor alborotado, que solo piensa en sexo, en tener sexo, en querer follarla, que quizás lo único que piensa de una relación, es a qué hora y donde quedamos para follar. Pues así estaba yo en aquel momento, como un loco salido, deje rosar un poco más mi rodilla, por sobre su vagina.

Hice creerle que dormía plácidamente sobre sus pechos, sentía su respiración acelerándose, las contracciones en su vientre, no demoraron, los susurros en mis oídos, para saber si yo dormía o estaba despierto fueron insistentes. Yo caso omiso a todo, restregaba suavemente mi rodilla en esa parte de su cuerpo. Mi brazo, hacía las veces de sujetador, por estar debajo de su espalda, creo que ya la tenía inmovilizada. Eso me tranquilizaba, porque yo seguía frotando mi rodilla sobre su vagina, su respiración cada vez más agitada, suaves gemidos salían de su interior, sus pechos subían y bajaban por la excitación que estaría sintiendo, su cuerpo empezaba a mostrar espasmos de placer. Sus manos, intentando retirar mi rodilla de sus piernas.

Sus gemidos, sus susurros para intentar despertarme. Nada le funcionaba, ella sentía un gozo tremendo bajo esas cobijas, nuestras respiraciones algo aceleradas seguían en aumento, yo sentía mucha excitación frotando mi rodilla en esa parte de su cuerpo. Mi verga rozando el muslo de su pierna. Sentí un fuerte tirón, ella me despertó, se había terminado el juego, pensé, tomo su móvil y encendió la linterna, susurrando para solo escuchar ambos. Entendió que yo estaba despierto y que me estaba frotando sin su consentimiento, lo que al principio, empezó como un juego, se convirtió en una relación entre ambos. Destapamos las cobijas, para disfrutar de nuestras caricias, mirar nuestros rostros a la luz de la lamparilla.

Habíamos recordado que mis padres se habían ido de fiesta, y seguro que no llegarían hasta que abran las churrerías. Me despertó con la única intención de saber si yo estaba seguro de lo que podría pasar en aquella habitación, solos en aquella cama, ella muy sonrojada por los frotamientos en la entrada de su vagina. Yo excitado, intentando calmar mis ansias, tener sexo con Sandra podría darse esta noche, saber que follaríamos como dos locos me excitaba mucho. Mi tía a pesar de tener la edad que tiene, está muy buena, como para echarme atrás en algún tipo de cuestionamiento. Un fuerte abrazo, besos en los labios abrió esta incesante noche de placer entre ambos, mis manos buscando sus pechos, su boca buscando mis labios, las ganas de tener sexo, ahí mismo crecían, lo mismo que la erección en mis pantalones.

Me tomo de la verga y en seguida se la llevo a la boca. No he de extenderme en que hablamos sobre las relaciones incestuosas, ambos ya veníamos buscando este encuentro desde hacía mucho tiempo. Las caricias, los juegos en plena noche, escondidos en aquellas cobijas, eran una clara señal de que ambos queríamos más que unos simples juegos. Ella al tomarme de la verga, y metérselo a la boca, es que casi me corro ahí mismo, las ganas por ella, las tenía desde hacía un buen tiempo. Le confesé que más de una vez había olido sus braguitas que olvidaba en la tapa del váter, cuando ella salía de ducharse. La de veces que he intentado ver al desnudo sus pechos, aquella noche, fue muy sensible para ambos, aquella noche aprendí mucho sobre relaciones sexuales, Sandra me enseñó que tener sexo, tiene su arte, más aún si es la primera vez con alguien que no follas a diario.

Ella dejo de lado mi inexperiencia, para tomar las riendas de esta sesión amorosa. Se subió el vestido hasta la cintura, se acomodó sobre mi verga, para de un solo movimiento, me sentí dentro de ella. Sandra conducía su vientre hacia adelante y hacia atrás, me pedía calma para no eyacular antes de que ella pudiese terminar. Se sentía muy fogosa aquella noche, más aún sabiendo que en la casa estábamos solos, sus suaves pechos frotando mi cara, dejando que los lamiese, las ganas que llevaba acumuladas, hacían difícil de controlar mi eyaculación, sentí que me corría, pero ella siempre frenando ese impulso. Dejaba de moverse y con suaves besos me relajaba, haciéndome pensar en otras cosas menos excitantes, tenía claro que primero gozaría este momento y ya luego seguramente me dejaría terminar. Sus caderas sujetando las mías.

Yo estaba casi inmóvil debajo de tremenda mujer. Mi verga dentro de ella se había acomodado bien a su cavidad vaginal, ella gimiendo y controlando los movimientos con sus anchas caderas. Jugos destilando de su interior, mojando mis testículos, sentía como chorreaban en dirección hacia mi culo, sus gemidos de placer, hacían suponer que ella también llevaba mucho tiempo sin follar. Estar dentro de ella, sintiendo la humedad de su vagina, me hacía sentir que todo este tiempo, había servido para que se nos preparase el camino, yo deseaba mucho a Sandra, más aun tenerla en esta posición. Ponerla a cuatro patas, ver mi verga perderse dentro de su húmedo coño, era una locura, ya eso de tener sexo con ella en mis fantasías, se había convertido en una realidad.

Follar de esta manera con mi tía, fue una fantasía hecha realidad. Había imaginado en más de una ocasión estar en esta situación, dentro de mi tía, tener sexo con ella, mi verga entrando y saliendo de su vagina, ella gimiendo y pidiendo que la llenara con mi leche. Estos últimos minutos de follar con Sandra, los disfrute mucho, vi cada gota de sudor en su rostro, las intensas restregadas de sus pechos contra mi cara, sus anchas caderas, eran un espectáculo el rebote en cada penetrada, su espalda sudorosa por tanta acción. Terminamos uno detrás del otro, yo deje chorrear todo mi semen en su vagina, le brotaba desde dentro, hasta ese momento lo disfrutamos, exhalábamos durante varios minutos, caricias en el rostro y besos en los labios, dieron por terminada esta noche, pero el inicio a una relación, más que cariñosa, tener sexo en aquella casa, se volvería una dulce adicción. Gracias por leer relatos eróticos, compartir si te gusta, comentar.

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