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Sorpresa: Un extraño conocido me hizo suya

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Me encontraba en mi habitación escuchando música con los audífonos puesto a todo volumen. Sentía mi cuerpo algo diferente, mi temperatura iba en aumento y no sabía porque era. Mientras bailaba moviendo mis caderas no me percaté que alguien había entrado a mi cuarto. Me di cuenta cuando sentí que alguien me tomó por la cintura y su miembro lo sentí duro entre mis nalgas.

Mmmm!! ¡Que delicia sentir un pene justo donde estaba! No quise mirar quien era ese hombre, el morbo que despertó en mi iba más allá de hacer lo correcto. Comenzó a seguir mis movimientos de caderas y el roce de su bicho aumentaba mi excitación al punto que sentía como mi chocha se iba humedeciendo. Su mano en mi cintura iba jugando con el elástico de mi ropa interior y acariciaba suavemente mi pubis. Con su otra mano comenzó a bajarme el panty y yo no dudé en quitarme la camisilla que tenía puesta. No sabía quién era ese hombre y estaba desnuda para él. Me colocó de frente al librero asumí mi posición de perra en celo y él tanteó mi chocha con sus dedos y bicho. No sabía cuán alto comencé a gemir solo sé que él me cubrió la boca con su mano.

Me asusté al sentir su mano cubrir mi boca e intenté voltear, pero con su otra mano me acarició mi espalda para calmarme. Luego me quitó los audífonos y me dijo —¡Shhh!— trate distinguir el tono de voz, pero fue en vano. Continuó rozándome mi chocha con su bicho hasta que lo metió poco a poco en mi interior. Suspiré por lo delicioso que se sentía su miembro en mi vagina. Comenzamos a movernos para tener un ritmo exquisito dónde podía sentir como su bicho salía y entraba dentro de mí. Se me olvidó donde me encontraba y gemía como una zorra, él metió su dedo índice en mi boca y se lo chupe cómo si fuera su masculinidad.

El ritmo paso de uno controlado a uno más salvaje dónde claramente se escuchaba el sonido de nuestra piel chocar. Al deleitarnos con el sonido comenzamos a sentir como nuestros cuerpos se contraían para explotar en un orgasmo mutuo. Jadeando como animales sediento él me dijo —No sabes cuántas ganas tenía de comerte putita— sacó su bicho de mi chocha beso el centro de mi espalda y se fue. Reconocí su voz y no podía creerlo para mí sorpresa, mi cuñado me había hecho venir como una perra de verdad.

© C.Dee.L.C

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