Nuevos relatos publicados: 4

Soy afortunada, para follar no tengo que salir de casa

  • 12
  • 57.429
  • 9,78 (50 Val.)
  • 0

Le miraba con los ojos de una joven de 21 años enamorada de su hermanastro, todavía dormía en aquella enorme cama de hotel donde pasábamos unos días de vacaciones, el sol se había levantado y sus rayos dorados se posaban en su pelo rubio y blanca piel que al igual que yo le iban recorriendo su cuerpo desnudo recordando como empezó todo, recordando el primer día que le vi parado delante de la puerta del jardín con sus maletas en el suelo.

La suya hasta ese día no había sido una vida fácil, madre soltera y con problemas de drogadicción, mis padres nunca habían sabido nada de él, mi padre nunca supo que tuvo un hijo con aquella compañera de trabajo, con la que tuvo un desliz hacia 19 años hasta que le llamo aquel abogado, entregándole una carta de aquella mujer explicándoselo todo antes de fallecer y pidiéndole que se hiciera cargo de su hijo, en aquel sobre, había pruebas de paternidad fiables aparte de un parecido increíble no solo con el sino con una hermana mía mayor.

Hubo una pequeña tormenta en casa esos días, pero al final la decisión se tomó en familia y así como mi madre perdono a mi padre hace 19 años, esta vez fue la primera en querer acoger aquel chico aunque no se esperaba los quebraderos de cabeza que empezarían en cuanto Eduardo que así se llamaba mi nuevo hermano atravesara aquella puerta del jardín.

Eduardo y yo éramos tan iguales en el carácter, la misma edad 19 años recién cumplidos, él era mayor que yo tan solo nos separaban dos meses, pero había una diferencia entre los dos, yo una niña bien, una niña pija de papa como me empezó a llamar y él un rebelde que no tenía respeto por nada ni por nadie o eso creía yo, de todos modos una mala combinación para esa edad.

Siempre nos estábamos peleando, yo siempre le decía que se pusiera de vez en cuando un pantalón porque el ir solo con el bóxer por la casa no es que fuera muy decente, la verdad que mis padres al principio le permitían casi todo y me regañaban a mí diciéndome que tuviera paciencia con él, paciencia como cuando una vez más y después de haberle dicho que se pusiera un pantalón me tiro un vaso de agua en plan de broma en la cocina mojándome toda la camiseta, haciendo que mis pechos y mis pezones se pegaran a ella dejándoles casi visibles para él y recriminándome que me pusiera sujetador.

Estábamos solos en casa y le odia tanto que esa fue la discusión más fuerte que tuvimos hasta entonces y creo que la última, ya que yo me fui corriendo a mi cuarto llorando y diciéndole bastantes cosas muy hirientes. Al cabo de una hora llamaba a mi cuarto para pedirme perdón, él al que yo había insultado y querido hacer tanto daño me pedía perdón, ese día fue cuando supe el gran corazón que tenía aparte de otras cosas.

Edu se sentó al pie de mi cama y me hablaba suavemente pidiéndome perdón, yo me hacía la dormida y entonces fue cuando empezó a decirme cosas muy bonitas como que era muy guapa, esas cosas que a una joven de 18 años quiere oír de ella y mientras lo hacía me iba acariciando las manos y la cara, sé que una vez más estaba actuando de forma impulsiva, pero yo le daba pie a ello, ya que él sabía que no estaba dormida y le estaba permitiendo todo tipo de caricias como cuando recorrió con sus dedos mis pezones.

Me gustaba, solo puedo decir eso en mi defensa, me gustaban sus caricias, sus dedos dibujaban todas mis curvas desde mis labios hasta mi vientre, al principio acompañado con las palabras más bonitas que nadie me había dicho jamás y ahora en silencio, el mismo silencio cuando sus dedos empezaron a escarbar despacio por debajo de mi pijama y de mis bragas acariciando mi clítoris, bajando por mis labios vaginales hasta la abertura de mi vagina, un silencio atronador en la casa solo roto por el movimiento de sus dedos en mi vagina y unos pequeños gemidos de mi interior.

Gracias a dios que en ese momento sonó la puerta de la entrada y asustado salió corriendo de la habitación dejándome tan mojada, tan excitada y pensativa que no daba crédito a lo que acababa de pasar y lo que yo había permitido que pasara, algo que sinceramente me encanto, tan siquiera mi novio con todo el tiempo del mundo, los dos a solas sin problema alguno de que nadie nos pillara me había tocado con tanta ternura.

Pasaron dos semanas y nuestra relación cambio por completo, ahora éramos casi íntimos amigos, ahora me defendía a capa y espada con los babosos que no me dejaban en paz cuando salíamos por la noche ante la inacción de mi novio y sus amigos, algo había cambiado tanto en el como en mí, le veía con otros ojos, no sé qué era, pero me atraía enormemente, no podía estar ni un solo momento sin él, siempre con él, siempre pensando en él, además Edu era un chico realmente guapo y con muy buen cuerpo, hasta hacia unas semanas pensaba que sería un drogadicto como su madre, pero para mi sorpresa era todo lo contrario, no bebía, no fumaba, no se drogaba, incluso acudía a centros de ayuda como voluntario y un día cuando le acompañe a uno de esos centros fue cuando viéndole ayudar a todas aquellas personas supe que me había enamorado de mi hermanastro.

No me atavía a decírselo, ni a demostrárselo, presentía que a él le había sucedido lo mismo conmigo, lo notaba, pero al igual que yo callaba, le deseaba, pero no sabía como acceder a él, hasta que un día llego la oportunidad, mis padres se habían marchado pronto y no volverían hasta la tarde, Eduardo dormía en su cuarto tras haber ingerido una bebida para dormir, ya que solía tener algo de insomnio y sigilosamente como una gata en celo entre en su cuarto y le empecé a besar encaminando enseguida mis labios a su torso, como de costumbre Edu solamente llevaba el bóxer y yo no llevaba mucho más una amplia y pequeña camiseta torera insinuando mis pechos por debajo de ella, mis bragas y un pequeño pantalón de pijama.

Me senté con cuidado a horcajadas sobre una de sus piernas y me empecé a frotar con ella adelante y atrás mientras tocaba mis pechos por encima de la camiseta, Edu no se despertaba así que seguí un buen rato excitándome y mojando mi braga, me levante y me volví a sentar después de haberme quitado el pantalón, ahora me frotaba nuevamente con él, pero con sola la separación de mis bragas humedecidas contra su muslo, Edu seguía sin despertarse entonces con cuidado le saque su pene y empecé acariciar su glande con la palma de mi mano hasta que empezó a tener una increíble erección, su polla aumentaba de tamaño y era increíble, nunca había visto una polla tan grande.

Me levanté y de rodillas en la cama empecé a lamerla, a meterla tan dentro que me daban arcadas, mis manos subían y bajaban al compás de mi boca por aquella impresionante polla, Edu seguía sin despertarse, pero si gemía de placer, me quite las bragas y volviéndome a sentar, pero ahora a horcajadas sobre su cuerpo y recorría con su polla mis labios vaginales, metiéndola entre ellos y deslizándose por ellos como si de un tren de mercancías fuera por dentro de los raíles, impregnándose de mí, de mi humedad, veía su glande sobre su tripa y como el resto de su pene iba desapareciendo y apareciendo por debajo de mí.

Los movimientos cada vez más rápidos rozando continuamente la entrada de mi vagina con el tronco de su polla, inclinándome hacia delante con las manos apoyadas en la cama movía mis caderas hacia adelante y hacia atrás y girando la cabeza hacia el espejo que teníamos justos detrás de nosotros podía ver como su polla desaparecía entre mis nalgas y se metía entre mis labios deslizándose una y otra vez sin que se llegara a meter en mi vagina, era una visión tan excitante ver como su polla mojada por mis flujos se deslizaba por debajo de mí, desapareciendo por completo que no repare en que Edu había despertado o por lo menos había abierto los ojos.

No dijimos nada, solamente nos quedamos mirándonos con una sonrisa en nuestros labios, su mano me rodeo la nuca y me atrajo hasta él para besarme lentamente, para beber de mis labios y yo de los suyos, mi cuerpo se había detenido y su polla entre mis labios palpitaba al igual que el interior de mi vagina así que empecé nuevamente a moverme, pero esta vez más abajo, permitiendo que su glande también disfrutara de mis labios húmedos y moviendo la cadera intentaba que ya no saliera por delante de mí, sino que se metiera dentro de mi rajita húmeda y mojada.

Mirándonos con nuestros labios a escasos centímetros el uno del otro tocándonos con la punta de la nariz, viéndome perfectamente como mi boca se fue abriendo de placer cuando su glande por fin empezó a deslizarse por dentro de mi vagina, metiéndose muy despacio en ella hasta tenerla tan dentro que todo su pene había desaparecido dentro de mí, llenándome entera con esa enorme polla que en un principio pensé que no me iba a entrar entera, sus manos bajaron a mis caderas para mover mi cuerpo hacia adelante y hacia atrás frotando mi clítoris con su cuerpo mientras yo miraba en el espejo como me la metía y como su miembro iba desapareciendo en mi interior.

Cuando mi cuerpo no iba guiado por él hacia delante y hacia atrás, su polla se metía dentro de mi coño arriba y abajo levantando mi pelvis despacio y cayendo sobre él sintiendo como me penetraba entera, era como un pequeño baile acompañado con caricias de nuestras manos sobre nuestros pechos, con cada penetración escapaban de mi gemidos que llenaban la habitación y mientras subía y bajaba me quitaba la camiseta para poder disfrutar de sus caricias, empezábamos a sudar, empezábamos llenar la habitación con nuestros gemidos, después de un buen rato cabalgando sobre él empezábamos a movernos más rápido y sentir que el final que ninguno de los dos queríamos, pero deseábamos iba llegando.

Mi cuerpo se empezó a estremecer y arquear hacia atrás cuando su polla me proporciono el orgasmo más intenso que había tenido, me había puesto de cuclillas con mi cuerpo hacia atrás y mis manos apoyadas en sus pies moviendo mi pelvis con fuerza y rapidez hacia él, metiendo y sacando su polla de mi coño mientras gritaba escandalosamente, sintiéndole tan dentro de mí que parecía partirme en dos, su polla navegaba por un mar de flujo cuando estallo en tres grandes erupciones y otras menores, soltando su preciada carga muy dentro de mi vagina, en ese momento aun con su polla penetrándome lentamente me desplome de rodillas e incorporándome caí sobre su pecho sudoroso besándonos profundamente.

Después de habernos dicho todo lo que nos teníamos que decir descansábamos tumbados en la cama, yo mirando por la ventana, disfrutando del día tan maravilloso que había amanecido y él detrás de mí abrazándome y besando mi cuello, nuevamente su polla estaba tan dura como antes y nuevamente la notaba sobre mis nalgas intentando entras entre ellas, a pesar de que nuestros sexos no tenían boca, no fue difícil entenderles, querían estar juntos de nuevo y a la vez que mi boca se abría para él para besarnos sin parar, mi pierna se levantaba y abrazaba las suyas dejando a su pene libre acceso a mi vagina.

No tardó en estar dentro de mi otra vez, no tardó en hacerme gemir, esta vez los dos mirando el espejo viendo como follábamos, como su polla me penetraba muy despacio y desaparecía para instantes después volver aparecer igualmente despacio, como su mano apretaba mis pechos y recorría mis pezones, veíamos que con cada penetración, con cada empujón que daba con su polla mis pechos bailaba y nuestras caras reflejaba la felicidad de un nuevo gemido al meterla él y sentirla yo tan dentro, esta vez no nos miramos ni una sola vez, esta vez solo teníamos ojos para el espejo, solo veíamos nuestros cuerpos unirse golpeándose con delicadeza, como nuestros sexos se unían desapareciendo el suyo dentro del mío, como nuestras caras reflejaban el placer, mis pechos y mi cuerpo menearse cada vez que me penetraba con mi pierna elevada sobre las suyas moviéndose con cada empujón.

Solo una vez perdí la visión del espejo, solo cuando nos volvimos a correr y cerré mis ojos con fuerza a la vez que mis manos le agarraban y arañaban del placer a la vez que nuevamente me hacía gritar.

Últimos empujones y su polla penetraba despacio en mi coño empapado de flujos, los dos veíamos cuando la sacaba como salía de mí su semen, resbalando por mis labios y cayendo por mi nalga hasta las sabanas.

Así había empezado todo y así continuo durante más de dos años a escondidas, vamos a cumplir los 21 años y nadie sospecha nada, de hecho en casa lo que piensan es que Edu es gay porque nunca ha tenido novia y porque siempre sale conmigo, por mi parte yo deje a mi novio centrándome en mis estudios y en él, no me hacía falta salir era afortunada, para follar no tenía que salir de casa y eso nos lleva al momento actual en nuestras primeras vacaciones juntos, a solas a miles de kilómetros de casa, a miles de kilómetros de miradas indiscretas, aquí no hay que preocuparse, aquí desde hace tres días somos una pareja normal, besándonos y jugando en la piscina o en la playa, acariciándonos en cualquier parte y amándonos, amándonos mucho cuando cae el sol en la cama del hotel.

No sé lo que pasara cuando dentro de 12 días volvamos a casa, no sé que nos deparara el futuro, pero de momento lo tengo a mi lado y quiero exprimir toda la felicidad del presente porque el mañana esta aun por escribir.

- Buenos días, princesa ya te despertaste.

- Si ya hace rato mi amor.

- Y que haces.

- Mirarte.

- Vale, buena distracción… Pero que te pasa princesa, ¿por qué me miras así?

- Porque quiero que me vuelvas hacer el amor.

(9,78)