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Ssshhh (III): Mi niña, mi princesa
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Muchos de vosotros me habéis animado a continuar esta historia y aunque no estaba en mi mente continuarla aquí tenéis un nuevo relato, pero quiero darle un giro a los protagonistas, puesto que siempre cuento mis relatos desde mi punto de vista y me gustaría hacerlo desde el de mi personaje masculino, las emociones, la pasión, la pena son igual para ambos sexos, pero las sensaciones, la percepción creo que son diferentes, así que si me pierdo o divago espero que me perdonéis, como así espero que os guste.

Aquella mañana desayunando nos preguntábamos en silencio con la mirada cuando volveríamos a follar, leía el periódico y no hacía más que mirar a Lara, como me miraba de reojo esquivando las preguntas de su hermano, no hacia ni dos horas los dos estábamos follando en su cama, metiéndole mi pene esa rajita tan prieta y deliciosa que tenía mi hija mayor, no sé qué me paso aquella tarde cuando empezó todo, los chicos se habían ido y la observe allí tumbada en la piscina, el cuerpo mojado, reluciente por el sol y algo despertó en mí, algo que hacia tanto que no me pasaba, que no sentía, ya hace mucho tiempo que mi mujer y yo no follamos, años diría yo, la quiero, es mi vida y compañera, pero aquella tarde mi hija me recordó tanto a ella que no pude aguantarme y aquella noche cuando muy sutilmente Lara se me insinuó perdí los papeles y la cabeza por ella y volvimos a follar.

Teníamos que andar con cuidado, aquí en Valencia me conocía mucha gente y en casa no nos podíamos arriesgar nuevamente, así que aprovechando uno de mis muchos viajes me la lleve a Túnez y para no levantar sospechas ni recelos urdí un pequeño plan, Lara me pediría con insistencia que la llevara y yo me tenía que negar hasta que mi mujer intercediera por ella para que me acompañara. Un día de trabajo a lo sumo que se iban a convertir en una semana, una semana a solas con Lara, una oportunidad para conocer más a mi hija, descubrirla por dentro y sobre todo descubrirla por fuera, aprendiéndome de memoria todas sus curvas, aprendiendo lo que más le gustaba.

Como dos enamorados llegamos al hotel, sin reparar en gastos, la mejor habitación, las mejores vistas de la ciudad, estaba como un niño con zapatos nuevos, con Lara a mi lado pegada a mí todo el día, la gente nos miraba por la diferencia de edad, los olores del hotel eran embriagadores, una mezcla de especias y sal marina, habíamos llegado de mañana y después de comer y pasear abrazados como dos chiquillos por la medina, cenábamos sentados en enormes cojines, comiendo con las manos los manjares que nos servían, hablábamos, reíamos, estábamos los dos como flotando en un mundo irreal, Lara estaba preciosa con ese traje que le compre por la tarde en la medina y que insistió en ponérselo para cenar, la gente la miraba desde el momento en que bajamos y es que estaba preciosa, era un ángel entre demonios.

Ya en la habitación Lara se dirigió al enorme ventanal donde había descorrido las cortinas y así descubrir una bella postal de aquella hermosa ciudad con una enorme luna llena anaranjada que parecía flotar en la oscuridad, Lara miraba la luna como hipnotizada se estaba desprendido de la túnica que la cubría el cuerpo cayendo esta al suelo bajo sus pies, conocía a mi hija y sabía que me estaba reclamando, apague las luces y la mire quedándome sin aliento, su silueta en la penumbra con la luna al fondo, tenía todavía los velos que la cubrían sus hermosas y largas piernas, trasparencias que hacían más irresistibles sus curvas, la melena le caía a media espalda, sus manos llenas de brazaletes y pulseras tintineaban en la habitación al moverlas cuando empezó a bailar en el sitio, a mover de forma sensual y sugerente su cuerpo, un cuerpo semidesnudo con un sostén de pedrería que le cubría solo sus senos, sus caderas moviéndose circularmente, moviendo los velos de un lado a otro mostrando sus muslos bien definidos y una pequeña braga que la tapaba sus glúteos.

Me acerqué por detrás quitándome la ropa en silencio y quedándome completamente desnudo, el vino que los dos habíamos ingerido no era el causante de lo que allí fuera a ocurrir, los dos sabíamos lo que queríamos, quería hacerla el amor, que fuera mía una vez más, sentir sus senos sobre mi piel, que mis labios la besaran, sentir como su vagina abrazaba mi pene, nuestros sexos unidos rozándose el uno con el otro, amarla con esa pequeña parte de mi cuerpo, quería que me dejara entrar, llenarla y no salir, quería sentir su humedad, el calor de su interior, quería hacerla temblar y que los dos explotáramos de placer.

-Papá, ¿por qué has tardado tanto? – Me preguntaba cuando llegue a ella besándola el cuello a la par que le desabrochaba el sostén, mis manos agarraban sus senos apretándolos y acariciándolos con ternura, sus areolas hinchadas como sus pezones que apuntaban a la luna llena de deseo.

-Ssshhh, ya estoy aquí mi niña, no digas nada mi princesa, podría decirte que me perdí por el camino hasta que te vi aquí frente a la ventana llamándome, pero no sería cierto mi niña, podía decirte que he venido a salvarte, pero tampoco sería cierto porque la que me ha salvado has sido tú a mí. –Le contestaba cuando mis manos recorrían su cuerpo que no paraba de bailar, siguiendo sus movimientos se metían por debajo de sus bragas, buscando su clítoris para hacerla gemir, para que su mano derecha subiera acariciando mi pelo, apoyándose en mi nuca y su mano izquierda bajara hasta mi glúteo libre ya de mi bóxer apretándomelo hacia ella.

-Ssshhh papa, ssshhh, no digas nada más, ssshhh quiero ser tuya, quiero que me hagas el amor, aquí en la ventana, en la cama, en la mesa, en el baño, quiero sentir tu pene dentro de mí, ssshhh fóllame papa por favor, fóllame.

Lara estaba tremendamente caliente, muy excitada, mis dedos bajaban por sus labios humedecidos y descubrían una vagina muy mojada, el reflejo del ventanal era el de una mujer que culebreaba con su cuerpo, que besaba a su amante echando el cuello hacia atrás, uno de sus pechos cubiertos por su mano apretándolo con fuerza y el otro por el de su amante, sus glúteos se apretaban contra mí y su mano derecha buscaba mi pene desnudo cogiendo y tirando de él hasta su vagina. Entre sus piernas bajando por sus bragas mi mano derecha apretándole la vulva, acariciando el clítoris y con mis dedos metiéndose dentro de ella, en su interior, en su vagina, las telas de tul y sus bragas impedían la entrada de mi miembro, nerviosa e impaciente se apresuraba a quitárselas, a quedarse desnuda por completo y abriendo sus piernas metiéndose mi pene dentro de ella.

Flexione mis piernas para poder entrar mejor de abajo arriba, Lara empezó a gemirme en el oído tras el primer empujón, a no parar de decirme que la follara despacio, pero con fuerza, quería sentir mi polla atravesarla entera y despacio, muy despacio la fui llevando a la cama mientras se la metía por detrás, al llegar al borde saque mi pene de su interior y la tumbe boca abajo, la libido de los dos había pasado a otro nivel, ya no era deseo era lujuria lo que los dos sentíamos, Lara necesitaba sensaciones más fuertes y profundas, mi miembro tremendamente erguido y duro como muy pocas veces le había visto así, bombeando sangre sin parar iba a ser el encargado de dárselas.

Lara esperaba tumbada el momento en que yo la cubriera con mi cuerpo, que mis besos dibujaran su espalda y en vez de eso sintió como la cogía por los pies y tire de ella hacia abajo, dejando su tronco apoyado sobre el borde de la cama, yo estaba de pie esperando con mi pene preparado a que su vagina estuviera cerca de mí y aguantando con mis manos sus piernas por encima de las rodillas empecé a metérsela, moviendo mis caderas hacia delante y hacia atrás primero despacio, presionando mi pelvis contra su vagina desapareciendo mi pene en su interior por completo, luego más rápido y con más fuerza hasta coger una velocidad que nos agradó a los dos, Lara había dejado de gemir, había dejado de hablar, sus manos se abrían y cerraban con fuerza aferrándose a las sabanas cada vez que la penetraba y mordiendo la almohada solo se oía el golpeteo de nuestros cuerpos cuando chocaban, el sonido acuoso cuando mi polla se metía en esa cueva tremendamente mojada.

La estaba follando así para alcanzar lo que ella me había pedido, llegar a unos niveles inexplorados de máxima penetración y por mis gemidos y sus gritos que traspasaban la almohada lo estaba consiguiendo, Lara estaba disfrutando como nunca antes había disfrutado, le temblaba todo el cuerpo, tenía espasmos en las piernas y su vagina se había inundado una vez más con mi polla dentro de ella, sentía como su flujo quería escapar por cualquier rendija que mi pene en su vagina dejaran libre, había explotado con un orgasmo de tal forma que su cuerpo se arqueaba hacia atrás apoyándose con las manos en la cama, levantando su cuerpo hacia atrás, los gritos de placer ensordecían cualquier otro sonido, mi pene se sentía ahogar por aquel mar embravecido sin escapatoria en al que sus músculos se apretaban contra mi pene, sintiendo los espasmos dentro de su vagina me hacían gemir de placer hasta que mi semen salió al exterior como un volcán, una explosión de placer a gran velocidad a la vez que por su vagina el líquido de su placer había encontrado un sitio por donde salir.

Los dos habíamos experimentado el placer máximo, el éxtasis nos derrumbó en la cama a los dos a la vez que nos besábamos con pasión sin darnos tiempo a descansar, al borde de la cama en el suelo un charco de líquido transparente como si hubiéramos orinado, ese líquido salía de la vagina de Lara con parte de mi semen, nunca había llegado a provocar eso en ninguna mujer, Lara era la primera y me alegraba por ella, por haberle provocado tal orgasmo.

Aquello fue solo el principio de una noche larga, de unas tarde después de comer, de unas mañanas antes de desayunar, en la noche del desierto en nuestra jaima dando de que hablar al resto del grupo con los que fuimos al desierto, necesitaba dormir un poco más, ya no soy ningún chaval y con tanto ejercicio sexual mi cuerpo necesitaba recuperarse y por otro lado Lara a sus 24 años era todo un torbellino, una bomba sexual insaciable. Iba a ser nuestro último día de aquellas pequeñas vacaciones y descansábamos sobre aquella cama tan mullida con tantos cocines y almohadas, las luces del alba asomaban por la ventana y Lara tumbada a mi lado se había despertado después de una noche más de sexo increíble con ella, sentía su cuerpo desnudo frotarse con el mío, su cabeza apoyada en mi pecho con sus dedos jugando con el bello de mi torso, sabía lo que quería, pero no podía ni abrir los ojos en esos momentos, seguía dormido, seguía en el palacio de Morfeo.

Para Lara uno de sus momentos de deseo aparecía con las primeras luces del alba, sin embargo yo suelo ser más perezoso y si conocía bien a mi hija, que la conocía, no iba a parar hasta colmar sus deseos y para eso se lo iba a tener que trabajar y así fue como sus labios empezaban a recorrer mi cuerpo empezando por mis ojos, mis labios, mi cuello, me decía al oído que disfrutara que no me moviera, como si eso fuera posible, en esos momentos me hubiera encantado tener 24 años como ella y posiblemente seria yo quien la estaría despertando con una enorme erección en mi pene, pero ahora mi pene de momento descansaba enfundado en su sube boca, que lo lamía, haciéndolo subir y bajar solo con su boca mientras que sus manos acariciaban mis muslos, subiendo por su interior para coger mis testículos, besándolos y metiéndoselos en la boca.

Lara lamía mi glande por todo su contorno, metiéndose tan solo la punta de mi pene, succionándolo, acariciándolo con la palma de su mano, luego empezaba a bajar y subir por mi tronco que poco a poco empezaba a despertar al igual que yo, Lara estaba de rodillas a un lado dándome la espalda, mis manos la acariciaban ese cuerpo tan bonito, sus curvas podría hacer descarrilar al más serio de los hombres, su piel suave y tersa, al agacharse mientras me chupaba mi pene justo por encima de los talones podía ver su vulva moverse, sus labios cerraban su vagina hasta que con mis dedos se la empecé abrir, a sentir la excitación que tenía cuando le empecé a meter los dedos en esa rajita rosada, estrecha y húmeda que tenía, nuestros gemidos una vez más a la hora del alba.

Empezaba a notar como a mi hija le excitaba aquella situación, como su vagina cada vez más lubricada pedía algo más que mis dedos, quizás mi boca y mi lengua la hubieran servido de momento, pero no estaba en situación de moverme todavía, mi mente todavía vagaba por paisajes oníricos en los que la veía desnuda frente a mí, así que Lara después de mirarme y sonreírme con mi pene entre sus manos subiendo y bajando, se incorporó y se tumbó encima de mí con los ojos mirando a un cielo matutino, su espalda sobre mi pecho, sus piernas flexionadas sobre su cuerpo y con sus muslos llegando a tocar sus senos, me cogía el pene erecto y se lo iba metiendo poco a poco en su vagina, haciéndomelo entra y salir de aquella cueva húmeda y oscura, mi pene empezaba de desperezarse por completo al igual que yo, las penetraciones que recibía Lara ya no eran solo de la punta de mi polla, mi cuerpo se despertaba y mi mente se despejaba de sueños imaginarios para darse cuenta de que aquella doncella en verdad la tenía desnudada encima de mí, cabalgándome y follándome.

Mi pelvis se elevaba metiéndole más mi polla en su vagina, mis manos despertaban y la abrazaban queriendo sentir sus pechos, sus pezones elevarse al paso de mis dedos, Lara apoyaba sus pies en la cama uno a cada lado de mi cuerpo y empezaba a moverse de arriba abajo, metiéndose mi polla hasta el fondo, gritando con cada empujón, con cada penetración cuando mi polla la llenaba entera, su vagina estaba tremendamente lubricada, mi pene se deslizaba por su interior sin oposición alguna de dolor, todo lo contrario el placer era máximo en ella y en mí, sentía mi polla envuelta en un mar de deseo y flujos.

No veía la cara de Lara, pero sabía que estaría con la boca abierta y los ojos cerrados cada vez que me sintiera entrar intentando gritar y no poder, la había observado tantas veces que ya conocía sus fases, ahora era el momento en que su cuerpo se echaría hacia delante, Lara apoyaba sus rodillas en la cama, sus pechos golpeaban mis muslos y con suaves empujones ayudándose con sus manos haciendo tope con mis talones iba al encuentro de mi polla metiéndosela y sacándosela con suavidad, Lara todavía gemía y aunque sus movimientos con la cadera circularmente sobre mi pene y sus embestidas más rápidas, eso no cambiaba el hecho de que todavía le faltaba por llegar al orgasmo, aunque cada vez menos y sabía que le gustaba que yo fuera quien dirigiera la marcha en esas ocasiones.

Intentando no sacársela me tumbé encima de ella, los dos con nuestras piernas estiradas y abriéndoselas un poco me metí en medio de ella buscando la entrada de su vagina y metiéndosela con suavidad hasta oírla gritar, la empecé a besar el cuello a la vez que mis caderas no tenían un minuto de descanso, entrando y saliendo de su vagina, los papeles se habían invertido ahora, Lara era la que estaba boca abajo con sus mullidos senos sobre la cama y mi torso sobre su espalda con mis caderas moviéndose, metiendo mi pene y saliendo de ella y ahora si, ahora si sabía que Lara se correría en pocos minutos, su respiración se había acelerado, su vagina se había humedecido aún más, los gemidos habían desaparecido y pequeños gritos no paraban de salir de ella, cuando no gritos sordos mordiendo la almohada con sus puños aferrados con fuerza a las sabanas, hasta que un grito sordo y después ponente la hacía levantar la cabeza inundando la habitación, mi pene era abordado por una ola de flujo, sus piernas temblaban al igual que parte de su cuerpo, gritaba, se reía, me pedía más, pero ese más fueron pocos segundos más, casi un minuto en que me hizo que me corriera llenándola de con mi semen.

La vuelta a casa fue dura, la noche de Lara sola en una habitación a oscuras fue muy dura, la sentía llorar, sentía que estaba rompiendo el corazón a mi hija y ella no se lo merecía, era mi amor, mi niña, mi princesa, lo hubiera dado todo por ella, no se merecía esto y los dos sabíamos que allí en casa todo iba a cambiar, así que el día que me pidió dinero para que la ayudase a empezar en otro sitio, en otra ciudad, no dude y la apoye en todo lo que pude aunque mi corazón se partiera a la mitad, la compre una casa, hable con contactos para un trabajo y mi amor que siempre ira con ella, con mi niña, con mi princesa.

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