Nuevos relatos publicados: 14

Sueños húmedos (tía y sobrino)

  • 5
  • 29.327
  • 9,18 (11 Val.)
  • 0

Hola Luis, me animé a escribirte para contarte lo que me venía sucediendo y por fin pude llevar a cabo.

Soy una mujer de cincuenta y siete años, soltera por decisión propia, no me voy a describir como una modelo internacional, pero me he cuidado hasta el día de la fecha, tengo un buen físico, aunque la gravedad está haciendo lo suyo, ya, mis tetas no tienen la turgencia de mis mejores años, pero conservan su forma, mi culo era redondo y respingado, con una dureza envidiable, del cual hoy queda su redondez y con pantalones de jean se ven como en su mejor momento.

Lo ocurrido comienza hace varios años atrás con los famosos “sueños húmedos” de los cuales no me siento con vergüenza, pues es perfectamente normal, encima me divertía y sobre todo me sentía en mi zona de confort. Me dio la posibilidad de explorar tanto mis deseos y fantasías más ocultos.

Sé que estos sueños eróticos que finalizaban en orgasmos son más comunes en la etapa adolescente, pero si un adulto lleva una buena vida sexualmente activa, pueden llegar a tenerlos.

Sacando la cuenta que es algo natural y frecuente en algunas personas, (las primeras veces que los tuve, me despertaba horrorizada y una sensación terrible, hasta me perturbaban), dejé de preocuparme al naturalizar que es algo común tenerlos. Lo que más me ocupaba e inquietaba que estos sueños eran siempre con la misma persona, alguien con quien siempre interactuaba, alguien de mi familia.

En estos sueños, mi sobrino, el hijo mayor de mi hermana, entraba en una habitación donde me encontraba yo, teníamos sexo oral y algunas otras cositas, jugábamos sexualmente hasta llegar al orgasmo, en donde me despertaba y encontraba toda mi ropa interior empapada.

Estimado Luis, he aquí lo sucedido hace un tiempo no muy lejano.

Me encontraba trabajando en mi estudio, soy abogada, cuando siento unos golpes en la puerta.

- Adelante, pase por favor.

Esa puerta se abrió lentamente y su silueta se posiciono bajo el marco, ahí estaba el, Daniel, el hijo de mi hermana.

Carismático, inteligente, siempre tan cuidado y con un estilo europeo impresionante, ni que hablar de su apariencia física, aunque no es de gimnasio, tiene lo suyo el mocoso, con sus veintitrés años su estampa es de un modelo (se nota que soy la tía) ojos de mirada penetrante de un color verde agua, labios ni muy grandes ni muy pequeños con su delgada nariz perfecta, pelo castaño y su cara aniñada que formaba un ovalo con todos sus componentes distribuidos casi perfectamente.

Todo eso trajo mi memoria los sueños que he tenido con él y las veces que moje, como en este preciso momento mi tanga, el solo verlo me excito.

Como ocurre con la mayoría de los jóvenes, le costaba trabajo conseguir empleo y al andar cerca, decidió pasar para consultarme si yo no lo podía emplear conmigo, aunque sea para servir café, hasta me prometió estudiar para en un futuro ser como yo.

Prepare dos cafés mientras dialogábamos, se sentó en un sillón cerca del escritorio, le alcance el suyo, el mío lo deje sobre ese escritorio, al mejor estilo de una modelo fui hasta la puerta y eche llave, “para que no interrumpa nadie”, regrese y sentándome sobre el vidrio de esa mesa que contenía todos mis trabajos deje mis piernas entreabiertas para que pudiera observar mi tanga, posibilidad, que se la daba la pollera corta que llevaba puesta. Pude darme cuenta como sus ojos se clavaban justo en mi entrepierna a la vez que su pantalón se abultaba, me sentía una puta, pero feliz, mi improvisada estrategia estaba resultando.

Su mirada alternaba entre mis ojos y la humedad de mi tanga, la excitación en mí, crecía a pasos de gigante, decidí quitarme el saco de mi talleur, dejando expuestas aún más las tetas a través de la transparente camisa blanca. Vi como sus labios se resecaban y la boca, le ofrecí un vaso de agua, lo tomo de un solo sorbo.

Ya la excitación se había esparcido en el ambiente, comenzaba la etapa del no hay vuelta atrás.

Se nota la inexperiencia de su juventud, otro en su lugar, ya se hubiera tirado sobre mí para arrancarme la ropa y poseerme, no quedaba otra, debía tomar la iniciativa.

Aproveche la oportunidad al recibir el vaso vacío, con la mano libre extendí un dedo pasándolo por sus labios haciendo como que los secaba, los recorrí suavemente, con esa misma lentitud los separe de su boca llevando el mismo dedo a la mía para introducirlo muy despacio como saboreándolo pasando mi lengua desde la base de la mano hasta la punta del dedo. Me acerque sensualmente arrodillándome entre sus piernas, las que abrió lentamente, con esa suavidad y lentitud que describo fui bajando el cierre del pantalón, algo duro intentaba salir por esa abertura, pero un trozo de tela no lo dejaba, se incorporó, me tomo del pelo como para retirarme, se bajó los pantalones junto con la ropa interior como pudo, yo por lo pronto colabore desde mi posición para sacárselo, se dejó caer nuevamente y me llevo hacia esa verga sabrosa que esperaba ser probada, no era la más grande que he visto, pero se hacía respetar, abrí la boca acercándome lentamente con la lengua fuera, lamiendo toda la extensión desde su base hasta esa rosada y deliciosa cabeza cubierta con su prepucio, que me miraba como un ciclope deseoso. Lo observaba mientras lo hacía, su cara se iba transformando, de incredulidad a placer.

Ya unas pequeñas gotas transparentes de líquido salían por la uretra, las recibí de gran gusto tratando de disfrutar su sabor, el sabor de mi sobrino.

Mientras tenía una porción de su verga en la boca, una de mis manos se deslizo por debajo de su remera para acariciar su pecho, mientras que con la otra, que sostenía ese miembro delicioso, hincaba las uñas suavemente en su base.

Fui arañando levemente su pecho hasta el abdomen, haciendo camino hasta su glúteo, cuando comenzó a moverse cobije todo el trozo de carne dentro de mi boca, con pequeños empujones quería meter más y más adentro, pero todo tiene un límite y mi garganta también.

Dejando mi saliva en el recorrido hasta sus testículos fui viendo como sus ojos se ponían en blanco, abrí mi boca lo más que pude y con pequeñas succiones metí uno dentro.

Observe que se aferró firmemente a los apoyabrazos de la silla, tiro su cabeza hacia atrás, como avisando el inminente orgasmo, volví a introducir su sexo en mi boca, su cuerpo se tensó, cerro sus ojos y comenzó con movimientos de cadera. Primero lo sentí hincharse dentro, luego la explosión tibia que golpeo en mi garganta, una y otra y otra y otra, la verdad no sé cuántos chorros de semen deposito. Cuando dejo de palpitar, me retire, abrí la boca mostrándole el contenido y lentamente lo fui tragando ante sus ojos.

En la comisura labial, había quedado un poco de semen que rodaba por el lado, lo retiré con mi dedo índice y acercándolo a su boca, le di de probar su propio jugo.

Sin dejarlo reaccionar, me pare y camine hacia el escritorio, haciendo lugar me recosté sobre el levantándome la pollera, entendió enseguida el mensaje. Observando cómo se acercaba intente elevar las rodillas, las que detuvo, puso amas manos sobre las temblorosas piernas, lentamente las abrió para zambullirse entre ellas.

Mi excitación crecía, el morbo de saber de quién era esa lengua que recorría mi ropa interior, aceleraba el inminente orgasmo, sus inquietos dedos describían el contorno del elástico mientras probaba mis jugos a través de la tela empapada, uno de ellos traspaso esa barrera para deslizarla hacia mis tobillos. Ya sin nada que incomodara su tarea, paso la lengua desde, casi el esfínter anal hasta el clítoris, sin más sentí esa hermosa sensación de haber llegado al clímax, mi vagina palpitaba en su interior con contracciones rítmicas, mordí mis labios para no gritar, sin impedir que mis gemidos se hicieran escuchar.

Aún se estaba estremeciendo mi interior cuando me tomo de la cintura y ubicándome al borde del escritorio, de un solo empujón me clavo esa deliciosa verga candente (adoro esa juventud que le permite estar recuperado enseguida) no sé cuánto estuvo entrando y saliendo de mi vagina, sus variaciones en el ritmo eran espectaculares, lo que si se es que antes de recibir su espeso semen en la cavidad vaginal, mis orgasmos fueron múltiples, tanto que hasta perdí la cuenta, cada uno de ellos me elevaba hacia las nubes.

Al finalizar debimos limpiar para no dejar vestigios de lo sucedido.

Ya con nuestra ropa en orden, retomamos la conversación, sin ningún vestigio de pena ni culpa como si hubiera sido desde siempre. Por ambas partes.

- Sobrino, me decías que buscabas trabajo.

- Si tía, de lo que sea.

- No te voy a preguntar qué sabes hacer, ya me lo demostraste, estas contratado, vas a ser mi secretario personal.

- Gracias tía, te lo agradezco con el corazón.

- Bueno, te espero esta noche en casa para firmar el contrato laboral y ponerle sello a nuestra “conversación”

- Allí estaré.

La verdad nunca me arrepentí de haberlo contratado, eficiente en todos los aspectos, laboralmente y personal.

Muy seguido el entra a mi oficina, cierro con llave y hablamos de trabajo, pero a mí me gusta más cuando llevamos ese trabajo a casa.

(9,18)