Nuevos relatos publicados: 8

Tu coño sabe a gloria bendita, hija

  • 16
  • 45.322
  • 9,71 (42 Val.)
  • 0

Aurora vivía en un pueblo de Galicia, tenía 21 años, estaba casada, era alta, morena, de ojos negros, tenía las tetas grandes, anchas caderas y un buen culo. Iba al monte con su motocarro a coger leña. Braulio, su padre, viudo, alto, moreno, doble, muy fuerte y en la cincuentena, iba sentado a su lado para coger un par de sacos de piñas para su casa. Iban por un camino ancho de tierra. Le preguntó el padre a la hija:

-¿Cuándo vuelve José de Suiza?

-No lo sé.

-A ver si de esta vez cuando venga...

-Sé por dónde vas, pero si la cigüeña no los quiere traer, no los trae.

Braulio le tiró una más de sus indirectas.

-Oye. ¿Y no has pensado en cambiar de pájaro?

Aurora no pudo evitar que se le escapara una sonrisa antes de decir:

-¡Y vuelve el burro al trigo!

-Muy burro no es cuando vuelve al trigo. ¿Sabes que me gustaría hacer?

-Sí, papá lo sé, y lo sé hace mucho tiempo. ¿Cuántas copas tomaste antes de venir para el monte?

-¿Eso que tiene que ver?

-Mucho, siempre que estás bebido quieres hacerlo conmigo.

Metiendo una mano entre sus piernas, le dijo:

-Deja que conozca el sabor de tu coño.

-Quita la mano de ahí.

Le metió la mano dentro de las bragas. Aurora quiso quitársela, peo no pudo. Paró el motocarro a un lado del camino, y con cara de pocos amigos, le dijo:

-¡O quitas a mano de ahí o te cae una hostia cómo un templo!

Le metió un dedo dentro del coño, y le dijo:

-Anda, deja que mi lengua ocupe el lugar del dedo. Llevo cinco años sin catar un coño. Ya no recuerdo ni cómo huele.

Le cayó una trompada con la mano abierta que le puso la cara del revés. Braulio con el dedo fuera y la mano sobre el coño peludo, le dijo:

-Le acabas de pegar a tu padre.

-¡Mi padre es un degenerado!

La atrajo hacia su lado, y al tenerla sobre las rodillas le levantó la falda, le bajó las bragas y le dio con la palma de su mano derecha en las nalgas.

-¡Plas, plas, plas!

-A un padre no se le pega, coño.

Aurora se revolvió unos segundos, pero paró de hacerlo porque sus pies daban contra la puerta del motocarro y no quiso abollarla.

-Suéltame, cabrón.

-Tu padre no es ningún cabrón.

-¡Desgraciado¡ Cuando me sueltes te voy a marcar la cara con las uñas.

-Tú no vas a marcar nada, gata.

Le volvió a dar.

-¡Depravado!

Le metió dos dedos dentro del coño mojado, los sacó, los olió, los chupó y le dijo:

-Tu coño sabe a gloria bendita, hija.

-¡Suéltame de una puta vez, guarro!

Volvió a meter los dos dedos en el coño y comenzó a masturbarla al mismo tiempo que mojaba un dedo en la boca y con la yema le acariciaba el ojete.

-¡Cómo me gustaría lamer este ojete! Lamerlo y follarlo.

La voz de Aurora dejó el tono amenazador.

-Eres un guarro.

-Y tú vas a ser mi guarrilla.

-Ni muerta.

Braulio sacó los dedos de la vagina y sin dejar de acariciar su ojete se los puso en los labios a su hija.

-Prueba, mira que ricos están.

-No voy a probar.

Le metió los dedos en la boca aprovechando que la había abierto para hablar.

-¿A qué están ricos?

Aurora se empezó a animar, o eso le pareció a Braulio, cuando oyó que le decía:

-Estoy cansada de conocer su sabor.

Le volvió a dar.

-Las niñas buenas no se hacen pajas.

Aurora ya estaba perra perdida, pero siguió resistiéndose.

-¡Cabrón!

Los dedos volvieron a entrar en su coño.

-¡Qué buena estás, hija, qué buena estás!

-Y tú que desgraciado eres.

Sacó los dedos del coño para meter el dedo medio de la otra mano, luego lo sacó y se lo metió en el culo. Follándoselo, le llevó los otros dedos a la boca, y le dijo:

-Chupa.

Aurora se lo chupó mientras el dedo de su padre entraba y salía de su culo. Braulio supo que ya la tenía. Le dijo:

-¿Me dejas ahora que te coma el coño?

Aurora aún se hizo la remolona.

-Por aquí pasan coches, motos y hasta gente a pie...

-Por eso. ¿No te gustaría que te comiera el coño mientras la gente pasa y no sabe que estás haciendo?

-Eso sería de locos.

-Sí, pero tiene su morbo.

-¿Y si se acerca alguien a preguntar si me pasó algo?

-Es un riesgo que tenemos que correr, toda aventura tiene sus peligros. ¿Me dejas?

La respuesta de Aurora fue salir del regazo de su padre y sentarse en su parte del asiento, levantar el culo y quitar las bragas. El motocarro tenía un asiento que era un banco de madera, Braulio sacó su culo de él, se arrodilló, metió cabeza entre las piernas de su hija, le olió el coño y le dijo:

-Huele que alimenta.

Lamió de abajo a arriba con la lengua plana. Al llegar a la vagina la penetró y al sacarla subió hasta el clítoris, apretó la lengua contra él y lamió hacia los lados, de abajo a arriba y alrededor. Volvió a lamer de abajó a arriba... Se lo trabajó de ese modo largo rato. Aurora con un brazo apoyado en la ventanilla abierta y a punto de correrse y mirando al frente, le dijo:

-Comes el coño que da gusto.

-Y más que te va a dar.

Aurora se puso tensa.

-Se avecinan problemas. Para de lamer y no te muevas de ahí.

Braulio no sabía de qué se trataba y siguió comiéndole el coño.

-Para que baja del monte señora Antonia.

Braulio no dejo de lamer.

Antonia, una vieja de unos setenta años, vecina de la aldea donde vivían Aurora y su padre, bajara del monte con un pequeño remolque cargado de leña, se paró al lado del motocarro, y le preguntó:

-¿Parouche o diaño este, Aurora? (¿Te paró el diablo este, Aurora?)

Aurora sintiendo la lengua de su padre en el coño, le dijo:

-No, señora Antonia, espero a que mi padre acabe de hacer algo que está haciendo.

La mujer, tirando del remolque y yéndose, le dijo:

-Non me dijas mais, filliña, apertaronlle as janas e vai a cajar (No me digas más, hijita, le apretaron las ganas y va a cagar.)

Nada más irse la vieja, la mano de Aurora cogió la cabeza de su padre y apretó su boca contra el coño, luego sin quitar el brazo de la ventanilla, y con un tremendo temblor de piernas, se corrió echando una pequeña cascada de jugos que Braulio tragó con lujuria.

Al acabar de tragar, le dijo:

-Dime cuando me puedo levantar.

Aurora esperó a que pasara un coche que venía de frente.

-Ahora.

Braulio se volvió a sentar.

-¿Qué te pareció?

-Que ya lo hiciste en público con alguna mujer, no en un motocarro, pero en algún lugar lo hiciste

-¿Te preguntaba qué te pareció?

-¡Pufff! Aún me están temblando las piernas.

Poco después estaban en el monte y Aurora ya no se cortaba, le dijo:

-Primero cargamos y después, si no estoy cansada le damos al tema.

Aurora llevaba puesto un vestido verde que le daba por debajo de las rodillas y calzaba unos zapatos marrones viejos con poco tacón. Al agacharse para coger las piñas le enseñaba parte de sus muslos a su padre y poco a poco lo fue calentando... Tanto lo llegó a calentar que Braulio sacó la polla empalmada y al agacharse su hija para coger una piña le levanté el vestido, le bajó las bragas y le metió la polla hasta el fondo del coño de una estocada. Aurora no se enderezó, dejó que la follara a pelo un ratito, luego la quitó separándose de él, se apoyó con las dos manos a un pino, se abrió de piernas y le dijo:

-Dame duro.

Braulio le dio a romper. De su coño comenzaron a salir jugos que colgaban cómo cuelgan los mocos de las narices de los niños cuando hay frío, colgaban hasta que el movimiento los hacía caer sobre la hierba. Pasado un tiempo, cuando sintió que se iba a correr, le echó las manos a las nalgas a su padre, lo apretó contra ella y con la polla metida hasta el fondo, le dijo:

-¡Me corro papa!

Gimiendo y sacudiéndose le bañó a su padre la polla con los jugos de su corrida. Al acabar, le dijo:

-¡Qué corrida me quitaste! ¿Quieres que te la mame, papá?

-Eso no se pregunta, hija, eso no se pregunta.

Braulio quitó la polla del coño encharcada de jugos. Aurora se agachó, lamió sus huevos y en ellos encontró parte de sus jugos, jugos que siguió degustando al chuparle la polla... Después le chupó el glande y se la meneó a toda hostia para que se corriera. En nada cayeron en su boca chorros de leche que se fue tragando. Al acabar de tragar se incorporó, arregló sus ropas, y le dijo:

-No juguemos más con la pólvora.

Braulio quiso meter una estocada en todo lo alto.

-¿No te gustaría uno por el culo?

-En otro momento, ahora tendría que ponerla dura otra vez y eso llevaría tiempo. Ven esta tarde a mi casa.

-¿A qué hora?

-A la hora de la siesta.

Llegó la hora. La puerta de la casa de Aurora estaba abierta. Braulio la cerró detrás de él y le puso la tranca. Al llegar a la habitación de su hija vio que estaba desnuda, boca arriba y con las manos en la nuca. La visión era espectacular. Sus tetas eran redondas, grandes y con areolas rosadas e inmensas y sus pezones eran gordos, su cintura normal, sus caderas anchas, sus piernas largas y su coño tenía una gloriosa mata de pelo negro alrededor. Braulio se desnudó. Ya estaba empalmado y con ganas de clavarla, pero Aurora era una apasionada de los preámbulos y cuando su padre se echó a su lado, le dijo:

-Antes de meter vas a hacer todo lo que te mande, papá.

-A mandar.

-Pasa tu lengua por mis labios.

Entreabrió los labios, Braulio pasó a lengua por ellos, Aurora abrió la boca y le chupó la punta unos segundos. Luego le dijo:

-Ahora las tetas, quiero que las cojas por debajo, me las magrees y me las comas enteras, no quiero que dejes un lugar en ellas sin lamer y sin chupar.

Le cogió las tetas por debajo y magreándolas se las lamió, se las besó por los lados, le besó y lamió los pezones, le besó y lamió las areolas, las mamó y acabó chupando sus duros pezones. Le dio un repaso magistral. Aurora siguió mandando.

-Le toca al coño, esta vez lo vas a comer a mi manera.

Al bajar al coño lo encontró empapado, Aurora le dijo:

-Lame los labios y después mete tu lengua en mi coño hasta donde te entre.

Hizo lo que le dijo, lamió sus labios y le metió la lengua en el coño. Cada vez que se la clavaba ella levantaba la pelvis intentando que le entrara más, pero como es obvio no entraba. Luego le señaló el clítoris y le dijo:

-Lame aquí de abajo a arriba -lamió-. Ahora hacia los lados -lamió-. Alrededor -lamió-. Lame todo el coño y al llegar arriba lame cómo más te guste.

Hizo todo lo que le dijo y al séptimo recorrido, exclamó:

-¡Para, papá, para qué me corro!

Extrañado por su reacción, le preguntó.

-¡¿No es lo que querías?!

-Sí, pero se disfruta más haciendo que dure -se puso boca abajo-. ¿No quería comerme el culo, invertido?

-¿Con que invertido, eh?

Tenía el culo en pompa y a Braulio le gustaba dar. No tuvo más que inclinarse y coger una de sus zapatillas cuya punta sobresalía de debajo de la cama. Aurora estaba impaciente.

-¿A qué esperas para comerme el culo?

Le cayeron dos zapatillazos que le iban a dejar el culo a arder.

-¡Ayyyy!

Se quiso dar la vuelta, pero no la dejó.

-¿A quién llamas tú invertido?

Aurora no se iba a amedrentar.

-A ti.

-Te gusta que te calienten el culo, viciosa.

-Sí, soy una viciosa, pero no sabes dar con la zapatilla. Te voy a enseñar

-No, gracias.

-¡¿Ah, sí?! En ese caso vete.

-No lo dices en serio.

Aurora salió de la cama, se sentó en el borde, cogió sus bragas del piso, y le dijo:

-¡Vete o me pongo a chillar!

Braulio, manso cómo un corderito, le dio la zapatilla, se echó sobre sus rodillas, y le dijo:

-Vale, apréndeme.

-Se empieza dando así:

-Plas, plas.

-Se sigue así:

-¡Plas, plas!

Le acarició las grandes nalgas, unas nalgas blancas que ahora estaban al rojo vivo.

-¿Te gusta?

-Sí, dame otra vez.

-¡Plas, plas!

-Así, así, sigue un poquito más.

Le pasó el canto de la zapatilla por la raja del culo, lo llevó a su nariz, lo lamió y lo olió.

-Me gusta este olor.

-¡¡Plas, plas, plas!!

-¿Te dolió?

-Joder, si me dolió, esa zapatilla tiene el piso de goma

-Me gusta causar dolor.

-¡¡¡Pas, plas!!!

Braulio le dijo:

-¡Coñooo! Eso dolió de verdad.

Aurora estaba tan cachonda que echaba por fuera. Quitó a su padre sus rodillas, y le dijo:

-Échate sobre la cama.

Braulio hizo lo que dijo. Aurora subió encimas de él, se abrió de piernas, le puso el coño en la boca, y le dijo:

-¡Toma, cabronazo, hártate!

Aurora se agarró con las manos a la cabecera de la cama, frotó su coño con la lengua de su padre, lento al principio y más aprisa cada vez.... Al sentir que se iba a correr, le dijo.

-Te voy a ahogar con mi corrida, te voy a ahogar con mi corrida, te voy a ahogar... ¡Me corro!

Aurora, temblando y gimiendo, se corrió en la boca de su padre. No lo ahogo, al contrario, a Braulio le supo a poco la deliciosa corrida.

Después de tragar, Aurora se echó boca arriba sobre la cama, y le dijo:

-Fóllame.

Se echó encima de ella y se la clavó de una estocada. Apoyando sus manos en la almohada la folló lento, aprisa, lento, aprisa de nuevo, lento... Después la besó con lengua, le dio la vuelta y la puso encima, Aurora lo folló tal y cómo la había estado follando su padre, con la diferencia de que ella lo besaba y le daba sus grandes tetas a mamar mientras lo follaba... Algo más de un cuarto de horas después, le decía Aurora:

-Me corro, me corro, me corro. ¡Me corro!

Se corrió cómo una loba, estremeciéndose, temblando, sacudiéndose...

Al acabar, con la polla dentro, Braulio le preguntó:

-¿Por qué no me dejaste follar antes?

-Lo que aún no sé es porque te dejé follar hoy.

La puso debajo y la siguió follando. Poco después sacó la polla del coño y se corrió frotándola contra los labios. Aurora lo besó con ternura cuando acabó de correrse. Luego le dijo:

-Sentir tu leche en mi coño me puso otra vez perra.

Braulio se metió entre las piernas de su hija.

-Espera, papá, espera que limpio el coño.

Braulio no le dejó.

-Jugoso cómo está me gusta más.

Aurora, sonriendo, le dijo:

-¡Qué cochino!

-Me encanta hacer cochinadas.

Braulio lamió el coño y luego con la lengua pringada con su leche y los jugos de la corrida de su hija la pasó por el pezón y la areola de la teta izquierda, después por el pezón y la areola de la derecha, a continuación mamó las tetas, lamió los pezones, y después magreándolas se las volvió a comer. Aurora gemía en bajito. La besó largamente. Luego Braulio bajó besando y lamiendo hasta llegar al coño peludo. Estaba encharcado de nuevo. Con dos dedos retiró hacia atrás el capuchón del clítoris y el glande quedó al descubierto. Con la punta de la lengua lamía hacia los lados, alrededor y después lo chupaba, Aurora se deshacía en gemidos. Cuando estos le anunciaron que se iba a correr, Braulio le dijo a su hija:

-Ponte boca abajo.

A Aurora no le hizo gracia.

-¡¿Ahora?! Me iba a correr, papá.

-Lo sé, pero al estar tan cachonda tu culo está más receptivo. Te voy a dar un orgasmo anal.

Aurora le dijo con retranca.

-Sí, y los burros vuelan.

Braulio sabía de lo que hablaba.

-Lo burros no, pero tú vas a volar.

Aurora, de mala gana, se dio la vuelta. Braulio le echó las manos al vientre e hizo que se pusiera a cuatro patas, después le separó las piernas y a continuación lamió su periné y su ojete. Le dio dos palmadas en las nalgas. La lengua de Braulio entro en su ojete despacito, despacito volvió a salir, y después lamió de nuevo periné y ojete... Así estuvo hasta que Aurora se puso malita.

-¡Ay que me corro, papá!

-¡Ni se te ocurra!

Metió el dedo medio en su culo y Aurora comenzó a gemir de nuevo. Luego se engrasaron en su coño dos dedos más que acabaron dentro del culo girando y haciendo sitio. Después pasó la palma de su mano por el coño y con ella pringada de jugos untó la polla, polla que luego jugó con su ojete haciendo círculos sobre él. El ojete se abría y se cerraba deseando ser penetrado, por eso cuando empujó el glande de la polla entró en el culo sin dificultad. Braulio azotando las nalgas de su hija con las palmas de sus grandes manos se la fue metiendo hasta el fondo. Al estar en el fondo del culo la cogió por las tetas y magreándolas se lo folló, despacito al principio y después acelerando poquito a poco. Cuando ya se lo estaba follando a mil por hora a Aurora le comenzaron a temblar las piernas. Casi sin voz, dijo:

-Me voy a correr, me voy a correr, me voy a correr. ¡Vuelooo!

De su coño cayeron jugos sobre la cama, y el temblor que empezara en sus piernas acabó recorriendo todo su cuerpo. Braulio descargó dentro de su culo. Se lo llenó con una corrida brutal, aunque no tan larga como la que había tenido su hija.

Aún estaban recuperando fuerzas cuando sintieron cómo llamaban con los nudillos a la puerta de la casa. Luego oyeron una voz que decía:

"¡Telegrama!"

Aurora se vistió a toda prisa, arregló el cabello, cogió cien pesetas de la cartera para la propina y cuando volvió le dijo a su padre:

-Se jodió lo que se daba, tu hijo llega esta tarde noche.

-Pero se volverá a ir. ¿No?

-Eso espero, vístete y vete para tu casa.

Quique.

(9,71)