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Un trío intenso al llegar con la cena

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Ha sido un día muy pesado, con muchas cosas en el trabajo, que extendió mi jornada un par de horas más de lo habitual. Ya camino a mi auto vuelvo a ver de nuevo tu mensaje donde me avisas que no me preocupe por pasar a tu trabajo, ya que te irás directo a la casa, aprovechando que te llevará una amiga tuya, que se quedará a cenar. Sólo me pides que pase a recoger los alimentos, que ya solicitaste, al restaurante que nos queda de camino a nuestro hogar, y del que nos hemos hecho muy buenos amigos de la pareja que es dueña del mismo, ya que somos clientes asiduos a su cocina italiana.

Tu mensaje me descargó de la preocupación de pasar por ti, al saber que llegarías a casa y aprovecho para pasar por un par de botellas del vino tinto que te agrada para acompañar la cena. Converso brevemente con Armando mientras me entrega la comida que ordenaste y hace el cobro a la tarjeta. Pasa Alicia, su agradable esposa y nos saludamos de forma rápida, mientras se dirige a atender a los clientes que acaban de sentarse en una de las mesas. La noche está concurrida para ellos siendo martes, lo que es de agradecer, ya que tienen poco de haber comenzado a abrir estos días. Anteriormente daban servicio de miércoles a domingo, cerrando poco antes de las 20 horas, sin embargo lograron la extensión del horario de operación y ahora están abiertos hasta las 23 horas de martes a domingo, lo que les ha significado un incremento del negocio. Me despido agradeciendo que siempre nos atienden muy bien y obsequian con algún presente de postre o pan que preparan ellos mismos. Ya son compañeros de algunas aventuras.

Subo al auto, acomodo todo en el asiento trasero y manejo los 10 minutos que nos separan de nuestra casa bajo una pertinaz lluvia vespertina propia de la temporada del año en nuestra ciudad. Al llegar a casa, encuentro el coche de nuestra acompañante, estacionado en el lugar que tenemos disponible para visitas. Bajo las cosas, entro por la puerta de la cocina, meto al refrigerador las botellas de vino y veo que está la mesa puesta para 3 comensales esperando la llegada de los alimentos.

Me asomo a la sala y veo las luces encendidas, una bolsa de mujer que no reconozco, tu gabardina y un saco parte de un traje sastre sobre uno de los sillones de la entrada, más ustedes no están allí. Tenemos un estudio donde trabajamos y luego nos vamos a conversar ya que cuenta con una amplia mesa de trabajo, además de una salita de tele y me dirijo hacia él sin encontrarlas en ese lugar. Adelante están los dormitorios, el de visitas que está apagado y el principal.

Percibo la luz de nuestra recamara al fondo del pasillo. Doy unos pasos con cuidado y empiezo a escuchar susurros, gemidos y comienzo a distinguir el sonido de besos, así como tu voz y la de nuestra acompañante que no se me hace conocida. Me paro en el marco de la puerta y, aprovechando que está entreabierta, puedo verlas recostadas en nuestra cama ya algo distendida. Desnudas las dos, abrazadas y sudorosas. Alegres, disfrutando del contacto de sus cuerpos. Su abrazo les hace restregar los senos de ambas, mientras las manos de cada una acarician la espalda, la cadera, los hombros, el cabello de la otra. Todo ese cuadro es muy erótico y excitante. Se ven hermosas, generosas, brillantes y destellan deseo y pasión. Ella pareciera ser un par de años menor que tú, desconozco qué edad tenga. En ocasiones se dicen algo entre susurros, que no alcanzo a escuchar, seguido de otra oleada de besos intensos, donde sus lenguas se buscan y acarician con intensidad y pasión. Mi pene refleja ya la excitación de la escena. Puedo ver tu mano bajar a su entrepierna y acariciarla, haciendo que ella gima y abra las piernas para darte mejor acceso. Trato de no hacer ruido y las observo darse cariño, despertar sensaciones y arrancar gemidos. Te veo penetrándola con tus dedos, haciéndolo rítmicamente y observo a ella disfrutando de sentirse poseída por ti. Le gusta lo que siente y te expresa cómo la coges y la haces sentir. Ella se sujeta de tus hombros y eventualmente te lleva una mano a tu cara, acariciando tu rostro y de momento lleva sus dedos a tu boca, que chupas con deseo como si de un pene se tratara, lo que te excita y la hace sentir deseada.

Puedo escuchar cómo está ella excitada por el ruido que se emite mientras acaricias su vagina ya con intensidad, e imagino lo mojada que está tu mano. Te dice, entre gemidos de excitación, lo mucho que disfruta tus caricias, las ganas que tenía de esto y la forma que la prendes y excitas. Pide que no te detengas, que quiere más, que acelere tus movimientos y su cuerpo muestra la cercanía de un orgasmo producido por tus caricias, a través de esos temblores continuos, llegando a una intensa explosión de su sensualidad, estirando y contrayendo su cuerpo, apretando tu mano entre sus piernas y mojando todo. Es una belleza ser testigo de ello.

Tú me ves desde la cama mientras ella sigue recuperándose. Tengo ya mi verga fuera de mi pantalón y me estoy tocando a todo lo largo, embarrando mis primeras gotas en la punta, disfrutando de la escena que ustedes dan. Retiras tu mano y la tienes llena de sus jugos. La llevas a tu boca y con tu lengua los saboreas, dándole a probar a ella también, lo que hace que se vuelvan a fundir en besos intensos y pasionales. Abro un poco más la puerta y me recargo en el marco mostrándote mi ya dura erección.

La recuestas y le abres las piernas para saborear su vagina. Pierdes tu cara en ella, lamiendo, besando y succionando toda su entrepierna. Ella levanta sus caderas para ofrecerte su deliciosamente pequeño culito, que lames ávidamente, haciendo que ella se estremezca de la excitación. Le dices que ya estoy allí y que las observo. Ella gira la cabeza, entre espasmos de su reciente orgasmo y sólo esboza una sonrisa sensual, traviesa y divertida, mientras saluda con una mano brevemente.

Haces señales para que me acerqué. Boto el resto de mi ropa y me acerco a la cama. Me recibes con un beso intenso, dándome a saborear su vagina y tomas mi verga, llevándola a tu boca lamiéndola rico como siempre lo haces, mojándola toda. Te gusta tener un pene en la boca y siempre haces estremecer a quien te da esa oportunidad con tus caricias orales.

Vienen las presentaciones. Alma -le dices-, te presento a Eduardo. Eduardo, saluda a Alma, que nos acompañará esta noche. Y regresas a lamer su vagina. Ella sólo abre los ojos brevemente, y encuentra mi pene. Estira su mano, lo toma y empieza a acariciar, incorporándose para llevarlo a su boca. Levantas la cara, la observas lamiendo y metiendo mi pene profundamente y sólo dices: veo que ahora ya se conocen más y sonríes. Los dos hacemos lo mismo, mientras ella profundiza su mamada sobre mi duro pene, ahora llegando hasta mis testículos, chupando con deseo y avidez.

Te veo frotar su clítoris y empezar a meter tus dedos en su vagina de nuevo y extender tus caricias hasta su ano, que lames y tocas intensamente, haciendo que ella se retuerza en nuestra cama. Me llamas y me acerco a ti observando cómo la coges con tus dedos y empiezas a meter tu pulgar en su culito. Ella suspira al sentir este nuevo intruso en su cavidad anal y reacciona levantando su cadera para que la puedas coger mejor. Nos besamos y te veo cogiéndola con tus dedos y haciéndola gozar.

Me dices que quieres que la coja con mi verga, que ya se la habías ofrecido antes de que yo llegara y que su culito es materia dispuesta. Entonces me acomodo entre sus piernas sin que le saques tus dedos y con tu otra mano pasas mi pene sobre su entrepierna, frotando la punta en su clítoris que ya se aprecia hinchado, mojas la punta con tu boca y sacando tus dedos de ella, juegas un poco en la entrada. Le preguntas si la quiere y asiente moviendo ligeramente la cabeza, mordiendo su labio inferior. Pero tú quieres que te lo diga de viva voz y le preguntas de nuevo si la quiere dentro y ella sólo alcanza a contestar un sí, entre gemidos de excitación. Colocas la punta en su entrada y le frotas su clítoris haciendo que se estremezca nuevamente, mientras le preguntas si le gustó chuparla. Ella contesta apurada y la pide adentro. Me dejas en esa posición y la voy introduciendo en ella poco a poco, sintiendo como se abre paso mi verga entre sus paredes húmedas de la excitación. En pocos momentos, ya está plenamente ensartada, con las piernas levantadas, abiertas y me inclino para chupar sus senos turgentes, retadores, sintiendo sus pezones erectos y ricos. Ella inmediatamente comienza a mover su cadera buscando sentirse cogida. La dejo hacer sus movimientos y con mi mano le masajeo uno de sus senos, jugando con su pezón, mientras le lamo y succiono el otro. Tú te acercas a besar su boca y a decirle algunas cosas que no alcanzo a escuchar. Los besos entre ustedes se hacen más intensos y pasionales. Entonces, te separas de ella y ahora tú le das tus senos a chupar, lo que sin dudar, ella hace de inmediato. Yo ya voy empujando en ella y siento como está mojando mi verga con sus corridas continuas. Sacas del cajón del buró uno de los vibradores y le empiezas a tocar su clítoris con él y eventualmente lo pasas alrededor del tronco de mi verga que queda fuera de su vagina. Lo llegas a perder hasta su culito y reacciona intensamente al colocarlo allí, viniéndose en un intenso orgasmo que nos moja a ambos. Apenas terminan sus espasmos, aún con mi verga dentro, decides lamerla un poco y colocar de nuevo el vibrador, mientras que con tu otra mano, masajeas mis testículos y me dices que la llene de semen. Que es algo que ella disfruta y quiere esta noche. Irse llenita, mojada y plenamente cogida, ella gime mientras de la excitación que le produces con el vibrador y mi verga, y comienza a moverse.

La detengo un poco. Salgo de su vagina y me acuesto en la cama, recargado en la cabecera. Mi pene está duro y erecto, mojado de los fluidos de ella. Se acercan ambas y después de besarse, se ponen a lamer y chupar mi pene y testículos en forma muy sensual. Te colocas entre mis piernas y succiona mis testículos, alternando cada uno en tu boca y con tu lengua acaricias mi perineo. Ella, hincada y de lado mío, sujeta mi pene con una mano, empieza a realizar caricias con su lengua a la punta, lamiendo a lo largo, regresando a la parte alta para devorar una gota que asoma, yo acaricio sus senos y pezones. Sus labios rodean mi pene, bajando poco a poco hasta ir recibiendo la mayor parte. Se detiene un poco y sin problema lleva mi pene hasta su garganta y lo mantiene allí por momentos. Las sensaciones son intensas para mi, al sentir a ambas dando placer a mi cuerpo. Al sacar mi verga de su boca, ella te toma del cabello, levantas la cabeza y se encuentran de nuevo para darse un beso intenso, donde sus lenguas juegan acariciando sus labios, la comisura y barbilla.

Ella se incorpora y me monta dándome la espalda. Lo que hace que dejes de lamer mis testículos. Toma mi verga con su mano y frota su clítoris hasta colocarla, mojada de sus jugos en su ardiente entrada. Entonces va dejando caer su peso poco a poco hasta tenerla completamente dentro de ella. Te incorporas y después de besarla y jugar un poco con sus senos, mientras le dices algo al oído y le das una pequeña nalgada, te vas a recostar a mi lado, y vemos la forma que levanta y deja caer su cadera, cogiendo mi verga rico, mojándola en cada movimiento. Sus bellas y firmes nalgas, del tamaño ideal, acompasan sus desplazamientos y dejan ver su culito, que no tardas en tocar con tu dedo mojado hasta lograr meterlo en ella. Eso la hace voltear y mostrar su satisfacción y deseo de ser cogida doblemente. Empujas tu dedo en ella y reacciona gimiendo y mojando mis testículos con una nueva corrida.

Se ve hermosa cogiendo mi verga y tú y yo nos besamos mientras te digo que ella me está haciendo llegar rápidamente con esos movimientos que hace de cadera. Le pides que siga, si quiere tener mi semen dentro de ella, e incrementa sus movimientos en respuesta, haciéndome venir intensamente. Tú y yo nos abrazamos. Sabemos que habrá más y que la noche es larga e intensa.

De la cena no nos acordamos.

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