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Una buena pintura

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La señorita R o los placeres sin culpa.

Estando en mi taller pintando unos cuadros me acordé de ti y en cómo me gusta cuando mi lengua te recorre el cuerpo como si fuese un pincel, decorando toda tu piel con minúsculas gotas de saliva. Quizá más que su boca, ávida, golosa y absorbente, sea este tu verdadero órgano del conocimiento. Mi boca se deposita un momento en el valle que forman tus pechos y los aprieto brevemente, subiendo y bajando, viendo esas perlas de color que huelen a ti.

Sujeto mi miembro con una mano y lo subo un poco y lo froto contra tu mentón, dibujo el rostro paso a paso, paso de largo ante tus labios que se estremecen de deseo, ansiando que lo hunda en la cavidad de tu boca para catarlo. Pero no, ahora delineo tus ojos, el nacimiento de tu pelo, me retiro... Masajeo tus pies con ese prodigioso rodillo de venas y músculo, lo oprimo contra mis testículos cuya suave pelusa te produce cosquillas; lo pongo entre tus dedos y simulo un vaivén que, a ti te da morbo y yo me retuerzo de lujuria. Mientras rozo tu rodilla, mi boca busca la copa de tu ombligo donde ha permanecido indemne un brevísimo rastro de saliva, mi lengua seca sus bordes con infinito cuidado y avanzo volviendo a tus pezones que me reciben estremeciéndose cuando los toco con la punta mojada de mi increíble pincel.

Quieres que te penetre ya, pero aún me dispongo a diseñar tu geografía como avezado cartógrafo, como adelantado a llegar a tierras ignotas, valles y altiplanos de tu piel tibia y deseosa... Tu espalda siente el roce fugaz de ese bello don buscando oasis para saciarse y darte, a un tiempo, tu merecida paz.

He encontrado, sin buscarlas, las cordilleras de tus nalgas redondas con su secreto oculto en el profundo valle. Ahí estoy, decorando, con mi miembro, con pericia caprichosa la entrada que parece un cojín donde desea descansar y asolada sin demora. Debajo, un hilillo de aroma a néctar se derrama como una riada sobre la sábana, incapaz de contenerse ante mi juego. Miro a tus ojos y capto tu placer, reflejo exacto del que te estoy proporcionando: tu sonrisa es la de una niña que ha descubierto un juguete nuevo para sorprenderte.

No puedes esperar más, te tomaré ahora. Siento como te abres toda para que mi ariete derribe las puertas estremecidas, puedo sentir los jugos que la fruta madura exhala para testificar su madurez. Tu pequeño clítoris está saliente y listo para que lo estruje sin más demora, hundirme en tu cuerpo, usarlo para guardar mi pincel, de guante para mis dedos, que ojalá fueran miles para alcanzar cada por de tu piel.

Me saciaré, dejando mis colores dentro, organízate, crearte de nuevo. Dejándote rugir como la fiera cuando se ve alcanzada por el simple y puro destino de su vida.

Embriágate, te nombro, hago que te disuelvas para que digas que me quieres, así como yo soy, espejo para mí y placer sin culpas para mi hambre. Hare de ti mi obra maestra, pintor de viva paleta.

Y luego déjate, tumbada, llena de mi pintura, hecha un ovillo, y sobre todo no cierres el bote de pintura por si queremos volver a mojar el pincel.

Hasta aquí mi relato, espero que os gustara y que me comentéis y valoréis, es gratis y ayuda bastante.

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