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Una pasión latente

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Seré breve pues desde que comencé a notar a mi mamá como mujer el destino se fue acomodando para darme una oportunidad de oro.

Verán primero que nada la tentación estuvo presente desde una tarde que pasamos muy unidos viendo películas, pues el contacto con ella y la atmósfera del momento hizo que mi cerebro comenzara a notar e imaginar cosas, sentía su calor corporal muy cerca, así como su suavidad y cariño maternal, pues siempre fuimos muy unidos y en el mundo sólo existimos ella y yo.

La situación comenzó a darme vueltas por la cabeza cada vez que la veía me imaginaba su cuerpo desnudo, su trasero inclinándose ante mí, su boca y mi boca uniéndose, la sensación de sus tetas en mis manos, la situación me empezaba a calentar pero al final no pasó nada ese día, pero algo sí cambió, pues a partir de ahí comencé a notar más sus movimientos, sus muestras de afecto y su cuerpo, sobre todo esto último pues de una noche para otra el instinto despertó en mí y aquella ya no era mi madre, por lo menos no a mis ojos, era una mujer con la que había vivido toda mi vida y que amaba por sobre todas las cosas y que pronto sería mía.

Mi ansia y deseo pudieron más que mi cordura y lo agradezco, pues hice todo lo posible para que notara mi interés hacia ella, tomaba mis precauciones, pero no demasiadas, a fin de cuentas, no quería que malinterpretar mis señales, si es cierto que ambos éramos muy cariñosos, los besos y abrazos eran normales, pero lo que hacía rozaba el pudor.

Lo primero que hice fue hurgar en el cajón de su ropa interior, tomaba un par de pantys y las desordenaba un poco, además de que mis manos casi actuaban solas, pues en los abrazos se iban más abajo de lo normal, en las tardes de descanso caían entre su escote, y mi boca también hacía de las suyas pues iba un poco más allá de la comisura de los labios, y bueno mi pene era otra cosa, pues indiscriminadamente tenía erecciones en su presencia, no tan evidentes, pero si se notaba un buen bulto, sobre todo cuando llegaba por atrás y me pegaba hacia ella con el pretexto de darle un abrazo.

Curiosamente mis señales no eran rechazadas, ni entre risas me decía que parara, por lo que entendí que estaban siendo recibidas, así que fui un paso más allá y comencé a comportarme más descaradamente, a veces paseaba en casa con los boxers más abajo de lo normal y con una erección ahora más evidente, entraba a su cuarto mientras se cambiaba, hacía comentarios sobre su cuerpo, "ese vestido resalta bien tu trasero", "esa blusa tiene demasiado escote", "me gusta cuando usas esos shorts, tus piernas resaltan", "oye ya no te pones esas pantys rosas, te quedaban muy lindas".

Al ser sincero obtenía respuestas sensatas y esas pláticas con el tiempo se volvieron cotidianas, el pudor se volvió casi inexistente, pues ella también ponía de su parte al entrar al baño mientras me bañaba con cualquier pretexto, también me hacía comentarios sobre mi ropa "esos pantalones están muy apretados, ¿Seguro que no te lastiman?" "Oye esos shorts están muy cortos", "Quítate la playera jajaja hace mucho calor". Al parecer ella también me estaba dando indirectas así que quise cruzar la barrera, ya no aguantaba más y si esperaba a lo mejor me arrepentía.

Un día como cualquier otro me decidí a actuar, el plan era contundente y directo, llegó la noche, terminamos de cenar y platicar sobre nuestro día, ambos subimos y ella se metió al baño, fui a su cuarto abrí la cama me desnudé completo y me cubrí con la ligera sábana, pues está dejaba ver qué una erección se estaba formando, fui paciente, y noté que mi mamá se tardaba más de lo normal, me empecé a impacientar, y casi desisto de lo que estaba haciendo, y casi bajando de su cama pude oír la puerta del baño abriéndose, el corazón me latía con fuerza podía sentir la sangre recorriendo mi cuerpo, mis manos se enfriaron ya no tardaba en llegar hasta la habitación, entró, llevaba una pijama de dos piezas bastante suave y calentita, como si nada, apagó la luz, fue hasta mí y me dio un beso en la frente después se dirigió al otro lado de la cama y se acostó

-Veo que quieres dormir esta noche aquí, no lo hacías desde hace años.

-Mamá, es que yo...

-Lo sé hijo...

-¿Desde cuándo?

-Lo primero que noté fue mi ropa interior desordenada, y después te pusiste muuuy cariñoso conmigo jaja

-Lo sabías desde el principio ¿Por qué no me dijiste nada?

-Ah el amor madre e hijo no conoce barreras, no quería incomodarte, parecía que estabas dispuesto a todo y me dio ternura ver a mi hijo hacer de todo para que su mamá lo notara.

-¿Entonces, vas a dejar que lo siga haciendo?

-Bueno, en realidad hoy en la cena te vi muy nervioso, sabía que ibas a intentar algo hoy y quería ver qué era antes de ponerle fin.

-Entiendo, creo que tienes razón, perdón mamá.

-No tienes porque pedirme perdón, no hiciste nada malo, además creo que me gustó ese coqueteo diario me hacía sentir feliz, quería saber con qué más me sorprenderías y para no desilusionarte te seguí un poco el juego.

-No tenías porqué hacerlo, hubiera entendido que estaba mal.

-Ay hijo, no es que este mal, pero debes de entender que soy tu mamá y te pasaré algunas cosas porque siempre nos hemos tenido el uno al otro así que es normal que terminara pasando esto, de alguna u otra forma creo que toda mamá sabe que algún día puede llegar a estar en esta situación.

-¿En serio?

-Sí, es más normal de lo que crees

-No tenía idea, entonces creo que debo irme.

-No tienes porque, te digo que ya hace tiempo que no pasamos una noche juntos y si te soy sincera, me gustaría que no dejaras de hacer todo lo que has estado haciendo.

-¿De verdad puedo seguir tocándote y mirándote?

-Sí, mira por ejemplo ahorita, ¿Te gusta mi pijama? Ven siente

-Sí, me gusta es muy suave y calientita

-Mira adentro, hijo mira mi sostén, me aprieta un poco ¿debería de quitarlo?

-Creo que sí mamá, estarás más cómoda.

-¿Me ayudas?

Mi mamá se sentó y me dio la espalda, levantó su blusa, y le desabroché el sostén, este cayó y pasó por sus brazos, se dio la vuelta y me dejó verla, sus senos eran preciosos, blancos, con unos pezones rosados y grandes.

-Ahora que lo pienso, no debí ponerme está pijama, es muy calurosa y estamos en verano, ayúdame con los pantalones

Se quitó de encima las sábanas y bajó los pantalones los tenía a media pierna cuando los tomé y se los quité los puse a un lado.

-Ahora sí vamos a dormir, mi amor, mira tú ya estabas fresco, ambos estamos casi desnudos y compartiremos la cama y no pasa nada ves como no tenías nada de qué disculparte.

En ese momento se tapó con las sábanas y se giró, dándome la espalda, yo me quedé de frente, pasaron unos minutos hasta que oí.

-Hijo, pensé que ibas a abrazarme, ¿no quieres hacerlo?

-Sí mamá perdón.

-Ven abraza a mamá como lo hiciste estos días.

Me di la vuelta y me acerqué a ella, pasé mis brazos por su cintura, mi cabeza estaba a unos centímetros de su pelo y por fin me topé con sus piernas y sus nalgas.

-Eso es amor, me encantan tus abrazos, pero pégate más a mí

Le hice caso pegué más mi cadera a su trasero, quería guardar un poco de distancia pues mi pene ya estaba con una gran erección, pero noté algo, hace rato había visto que usaba un cachetero y ahora sentía un trozo de tela por sus rodillas, acerqué más mi pene y sentí como sus nalgas se iban separando dejando entrar a mi pene, en ese momento entendí todo.

-Mamá, te amo

-Yo también te amo cariño

Mientras me decía eso me acomodé para penetrarla, seguía mi camino y tan solo guíe mi pene hasta sus labios, seguí mi camino y la humedad de la zona me calentaba cada vez más, lo estaba haciendo, estaba dentro de mi mamá, de la mujer que me dio la vida, ahora estábamos en la misma cama y la estaba haciendo mía, o más bien nos estábamos entregando el uno al otro, mi movimiento dentro de ella, el calor de su interior, la suavidad de su trasero y piernas, el olor a su perfume, su cabello su cuello, su espalda, la excitación del momento fue demasiada, no pude aguantar más que un par de segundos, no quería arruinar el momento por lo que no paré de moverme, ella me dijo que me pasaría algunas cosas, así que como su hijo me arriesgué, y después de un par de contracciones eyacule dentro de su útero, todo lo que había pasado para llegar hasta ahí estaba ahora dentro de mi mamá, mientras terminaba la sostuve muy fuerte contra mí, mientras besaba su cuello.

-Sí mi niño, hmmm está bien, no te preocupes, lo hiciste bien, lo disfruté mucho, ven, vamos a dormir, mañana será otro día.

La abracé desde atrás, pasé mis manos por sus senos, le di un beso en la espalda y nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente me desperté, la vi a mi lado, levanté un poco las sábanas, ahí estaba su trasero desnudo, grande y hermoso se veía algo húmedo alrededor de la unión de sus nalgas, su cachetero estaba más allá de sus pies, había pasado, no era un sueño, lo habíamos hecho, pero ahora ¿Que seguiría? ¿Sería algo de una sola vez? Lo sabría hasta que se despertara.

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