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Una tarde de masaje y rico sexo

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Pasaron algunos meses desde que me separé, estaba adaptándome a mi nueva vida en otra ciudad, nuevo trabajo, buscando un nuevo rumbo. Durante este tiempo estuve en continuo contacto con una querida amiga llamada… bueno sin nombres.

Trabajamos durante un par de años, nos llevamos muy bien y nos volvimos muy buenos amigos, salimos un par de veces, hablamos regularmente en nuestro trabajo.

Un día, ella viajó a la ciudad dónde me radiqué, me pidió que le acompañara a hacer unas vueltas. Necesitaba conseguir algunas cosas para un negocio familiar, después de una larga jornada, especialmente para ella porque regresaba de un viaje de los que le encanta hacer, decidimos tomar un descanso, motivo por el que nos parece buena idea dirigirnos al apartamento donde estaba viviendo.

Previamente compartimos un par de cervezas, platicamos de todo y de nada como siempre lo hacemos; reímos y nos contamos anécdotas que nos parecen graciosas, me cuenta sus aventuras de su anterior viaje, ¡le encanta viajar!, nos dirigimos al apartamento, cuando llegamos nos acomodamos pusimos alguna película y continuamos platicando, pero mientras hablamos me doy cuenta de que se acomodaba de vez en cuando y percibo que tiene un dolor en su espalda.

—¿Estás bien? —le pregunto después de la cuarta vez que veo que lo hace.

—Me duele un poco la espalda. —Me responde.— Como sabes el regreso de mi viaje estuvo agotador.

—Si quieres te puedo darte un masaje, eso quizá te ayude. —Digo.

—Bueno. —Responde.

El apartamento donde vivía era compartido con otras personas, no contaba con sitio para recibir visitas, se recibían en la habitación de cada uno. Ambos estábamos sentados en la cama, así que le pido que se ponga cómoda y se acueste boca abajo para darle ese masaje.

Ella tiene su cabello largo ¡muy lindo!, así que le pedí que se lo pasara hacia adelante. Lleva puesta una camisa, azul, y para poder masajear es necesario que se la quite, así que le pido que lo haga, bajo esta tenía un top blanco, que sostenía unas hermosas y grandes tetas, ¡waw! que bella vista la que me ofrece.

Sin pensarlo mucho, comencé a masajear sus hombros, su piel se sentía muy suave. Un ligero y delicado gemido de alivio sale de su voz, que me agarra desprevenido. Se relaja, cierra los ojos y parece que le gusta.

—Dame un segundo —le digo—Tomo un poco de aceite para que sea mejor. —Ella asintió con su cabeza

Ahora con el aceite mis manos se deslizaban con más facilidad, la tocaba de manera firme pero suave a la vez y notaba como su piel comenzaba a erizarse, ¡mi mente vuela, deseo penetrarla! percibo un suave y rico aroma, su aroma, una mezcla entre cítricos, flor silvestre y madera fresca. ¡Oh que delicia de aroma!, pienso ¡cómo me encanta! y siento como empieza a excitarme.

—Le pregunto ¿cómo te sientes?

—Algo mejor —me dijo ella con su bella sonrisa.

Me coloco en un pequeño espacio al lado de sus piernas para continuar con lo mío. Masajeo sus hombros y voy bajando poco a poco por su espalda; mientras lo hago me deleito con su cuerpo, recorro toda su espalda, mi excitación aumenta al sentir sus curvas, al imaginarme haciéndole el amor mientras la toco.

Voy bajando hasta llegar a su jean, me detengo un momento a observarla a contemplar todo aquello que mis manos han tocado. Ella no dice nada, tiene la cabeza apoyada en sus brazos, se ve tranquila.

Le digo, te gustaría quitarte el top para poder hacerlo mejor, después de pensar un momento accede. Vuelvo a pasar mis manos sobre su espalda, con suavidad las dirijo a los costados, roso sus senos, ¡que rica sensación!, mi excitación continúa en aumento, le digo:

—¿Servicio completo? —ella ríe.

—¡Bueno, si lo vas hacer, lo haces bien! —Responde ella.

—Risas ja, ja, ja.

Me dejo llevar por la emoción, bajo mi cuerpo y la beso, me corresponde; sin embargo, en un momento se detiene

—Esto no debería pasar. —Dice

Me recuesto en la cama y guardo silencio. Después de un momento dice:

—Dale, continúa

Retomo el masaje, le pregunto:

—¿Quieres quitarte el pantalón? ¿Masajeo tus piernas? —el servicio es completo y cobro caro.

Risas.

Me mira sonríe y dice:

—Bueno

Le quito los zapatos, desabrocho su pantalón y le ayudo a quitarlo, ¡que delicia! trae puestos unos cacheteros, ¡que sexys le quedan! Se recuesta, masajeo sus muslos por completo, roso su entre pierna, bajo, llego a sus pies, los beso. Me devuelvo, aprieto sus muslos después los toco con suavidad, nuevamente roso su entrepierna, masajeo su culo. No dice nada. ¡Qué rico está, quiero penetrarlo! pienso. Me deleita el contacto con su piel. Ella se estremece. Continúo avanzando. Me encuentro con su sostén, detengo mi avance, le digo.

—¿Oye, te molestaría quitarte el sostén? Así puedo masajear mejor, es que me estorba un poco. Es más, así te puedo poner un poco más de aceite y tal vez te guste más. Tan sólo desabróchalo. Si quieres.

—Claro, desabróchalo —me responde.

Con un leve esfuerzo, así lo hago

—Quizá esto se sienta frío —le dije mientras vertía un poco de aceite por toda su espalda.

Al caer el aceite, se arquea un poco y asume una posición algo sugerente. Vuelvo a tocar su cuerpo, a recorrer sus curvas con mis dedos, dejándome llevar por la excitación.

—¿Qué tal se siente? —le pregunto.

—Algo mejor, continúa —me responde. Exhala un ligero gemido.

Volví a bajar mis manos en dirección a su trasero.

—Voy a ir de nuevo a tus piernas, ¿de acuerdo? Asiente con un sexy movimiento.

Observo su trasero y la unión entre sus piernas, se alcanza a ver como su interior marca su sexo; mi erección se pone al máximo. Mis manos ahora sujetan sus muslos. Estoy seguro de que nota lo excitado que estoy.

Se da vuelta y dice

—Ahora quiero que me masajees así.

Al girarse, su sostén se desacomoda, se ven sus tetas, que lindas y enormes son, sus pezones de color rosa están parados, se nota su excitación. Yo siento crecer aún más mi miembro.

Llevado por la excitación, empiezo a pasar mis manos por sus piernas, las llevo a su abdomen, subo lentamente a hasta sus pechos. Me acerco a su oído

—Tienes unos hermosos senos —le susurro mientras los masajeo, les doy un suave apretón, ella muerde su labio.

Le doy un beso lento y profundo, me gusta la suavidad de sus labios y disfruto los movimientos que hace con su lengua. Continúo masajeo sus ricas tetas un buen rato. Con mi verga al máximo, dirijo mi mano a su vagina, mientras lo hacía mordía su cuello y besaba su hombro ligeramente.

—Creo que ya se te quito el dolor de espalda —le susurré.

Asiente, llegó a su sexo, beso su mejilla, con mis dedos comienzo a jugar con su vagina, por encima de su ropa interior, ella gime en mi oído y sus caderas sigue el ritmo de mi mano.

Toma la mano que tengo en una de sus tetas, hace que la apriete con más fuerza. Beso su oído, después su cuello, me dirijo a sus senos, las toco con la punta de mi lengua, chupo una de sus exquisitas tetas, después la otra ¡que rico! simultáneamente, meto dos de mis dedos en su vagina, busco su punto G, hago un movimiento largo y otro corto, sobre este, ella brinca ligeramente, los saco, acaricio su clítoris para hacerla desear más.

—Bésame —me dijo girando la cabeza hacia mí.

Obedecí, llevé mi lengua directo a su boca, mis dedos volvieron a su sexo y comienzo de nuevo a moverlos dentro de ella. Muerdo su labio y lo jalo ligeramente.

Ella intenta subirse sobre mí, quiere sentir mi erección, así que le doy lo que pide. Aprieto su trasero, se mueve hacia adelante y hacia atrás, una y otra vez, como si la penetrara, haciendo que mi erección se restregué contra su caliente y mojado sexo. El roce con mi ropa hace que sea difícil que sienta en pleno mi verga, así que su mano desabrocha mi pantalón, con una mano le ayudo a su cometido.

Entre ambos desabrochamos mi pantalón, luego la dejo sobre la cama para quitarme la camisa, ella por su parte me ayuda con el pantalón, al quitarlo se notaba mi erección, mira mi bóxer, también me lo quita, al hacerlo mira mi enorme verga, la desea, la toma con firmeza y me masturba un momento.

Acaricio su rostro con una mano, la beso, nuevamente recorro su cuerpo con mi boca y con mis manos, chupo sus tetas, lamo su abdomen, llego a sus caderas y le quito sus cacheteros, observo su vagina húmeda y excitada, ¡oh, me encanta!, completamente depilada, sus pliegues son perfectos, de color rosa, suave, siento más intenso su aroma ¡qué delicia! Vuelvo a pasar mis dedos; ella gime, toco su clítoris y su cuerpo se estremece. Meto un dedo dentro de ella mientras la beso y muerdo su muslo, sus caderas se mueven al ritmo de mi dedo mientras su garganta no dejaba de soltar suaves gemidos, uno tras otro, aprieta sus manos en la cama, que excitante imagen.

Llevo mi lengua a su clítoris, la paso suavemente una y otra vez, la llevo a sus labios y la introduzco en su vagina, succiono su clítoris, se estremece, se sienta y me besa, introduzco dos dedos en su sexo hago movimientos suaves, adentro afuera, arriba, abajo.

—Te quiero dentro de mí —me dice.

—¿Eso quieres? —le dije, moviendo mis dedos dentro de ella.

—Siiii. —Exclama.

Saco mis dedos, la beso, se acuesta, apunto mi verga directamente a su sexo, pero sin penetrarla. Con la punta de mi pene acaricio ligeramente su clítoris y ella vuelve a retorcerse, me poso sobre ella y la beso. Ya no puedo resistirme. Intento meter mi verga lentamente, pero su vagina es estrecha me cuesta un poco penetrarla, ella se mofa.

—Qué me das y te ayudo. —Me dice ella.

—Yo puedo solo. —Le contesto.

Risas.

Continúo con mi movimiento lento, la penetro, pero no por completo, quería jugar un momento, que disfrutara de mi herramienta, ella ya no puede soportar más, aprieta mi cintura con sus piernas y hace que mi verga entre por completo se estremece de placer.

La penetro, me deleito al ver como sus pechos se mueven; le aprieto su culo, me muevo lento y fuerte para ver sus pechos subir y bajar, me éxito más cuando siento como llego más profundo; nos damos vuelta, ella queda sobre mí, mueve su cadera, le sigo el ritmo, tomo su cabello y lo tiro, aprieto sus tetas, se estremece, llega a un orgasmo, que placer verla disfrutarlo, muerde su labio inferior, arquea su cabeza, cierra sus ojos, aprieta las sabanas; es una delicia sentir su vagina caliente y húmeda, me excita más y más.

Le pido que se baje y da la vuelta, se pone en cuatro, ¡oh que sexy su postura!, me fascina verla así, la forma de sus caderas y su culo me enloquecen, aumenta mi excitación; le introduzco mi verga, la tomo por su cabello, empiezo a moverme lentamente, el calor de mi cuerpo aumenta, sudo y me estremezco, empiezo a hacer movimientos fuertes y rápidos, una y otra vez, más rápido, mueve sus caderas, me encanta ver cuando la penetro. Se mueve con habilidad, yo la sigo, la tomo por la cintura para intentar guiar sus movimientos.

—Ya casi llego. —Le digo.

—Dale. —Me responde.

Aprieto su cintura y continúo penetrándola fuerte y rápido, me siento muy excitado, aprieto sus nalgas, se arquea. Siento que ya no puedo más, y la penetro con rapidez hasta que llego al orgasmo. Que placer me ha causa esta monumental chica.

—Por mal polvo no lo echaron. —Me dice.

Risas.

Nos recostamos un momento, la acaricio, contemplo su cuerpo, poco a poco se relaja. Que orgasmo tan riquísimo. ¡Qué mujer!

—¿Cómo está tu espalda? —le pregunté tratando de recuperar el aliento.

—Está mejor —respondió ella con una sonrisa.

Me guiñe el ojo, yo sonrío.

Esa tarde tenía que viajar, así que después de vestirnos, la acompañé al transporte más cercano y nos despedimos. Después vinieron otros mejores y agradables encuentros, que tal vez me anime a describirlos.

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