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Una tarde en casa de mi prima Elena

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Comerle el coño a mi prima, fue una de las cosas con las que había soñado, pero eso, solo era en mis fantasías, no concebía la idea de hacerlo realidad. Estar de visita en su piso, sentirnos atraídos, su cuerpo y mi cuerpo más cerca de lo que habíamos estado hasta ahora. La soledad en este pequeño departamento, la seguridad de que nadie llegaría. Este relato, es parte de una tarde sexual, ver sus caderas voluptuosas, sus pechos rebosantes que necesitaban más que unos simples masajes. Ella sonrojada por las caricias que yo le hacía en su coño, bajar aquel pantalón corto, y saborear la humedad en sus bragas, todo esto nos llevó a tener una aventura sexual.

La tarde del lunes 13 de febrero, contrariamente a quienes no les agrada este número, por ser cabalístico y eso, pero a mí me sucedió algo muy sexual en esta fecha. Yo debía dejar unos rollos de tela en casa de mis tíos Lucia y Javier, ellos me habían pedido que les acercara unos materiales para la confección de ropa, ellos son confeccionistas, hacen prendas para niños, que luego llevan a un mercado local. Cómo tengo mi furgoneta, me pidieron que pasara por su proveedor y que les llevara los fardos de tela a su casa, y que ellos estarían ahí para recibirlos.

Lo curioso es que ellos no estaban, habían salido a una reunión, se habían olvidado que tenían que esperarme para recibir está entrega. Llamé al timbre y mi prima Elena me dio la noticia. Los fardos eran algo pesados, me tocó arreglármelas como pude, para llevarlos hasta el segundo piso. Dejarlos dentro de su vivienda y ya volvería en otro momento, para que me pagasen la carrera, que es como habíamos quedado. No me contestaban las llamadas, así que conversé un poco con Elena, ya que estaba ahí, ordenando algunas prendas para la venta.

Ella y yo habíamos tenido “algo” hace un año atrás, en el matrimonio de uno de mis primos. Estábamos bebiendo y ya de regreso a su casa, nos desviamos por una calle oscura, estábamos solos en la furgoneta, nos paramos un poco a conversar. Las charlas llevaron a una cosa, las caricias en las manos a otras, al final nos comimos los labios. Esa noche no pasó nada más, ya que ambos teníamos pareja. Además que sabían que habíamos salido juntos, y yo debía de volver al local. Fue una cosa pasajera y quedo ahí, no le dimos mayor importancia al tema, nos volvimos a ver en diferentes ocasiones, pero el tema no salió más.

Ahora estábamos solos en su departamento, ella sentada en el sofá, doblando camisetas, le quedaban algunas por terminar, yo como no tenía nada que hacer, le propuse ayudarla un poco. Está ayuda fue agradecida, ya que así ahorraría un poco de tiempo, ella, tenía una cita con su novio. En lo que doblábamos las camisetas, Elena recibió una llamada a su móvil, se fue a su habitación, para charlar, pienso yo que era su pareja, discutían por algún motivo. Ella le reprochaba el porqué de su actuar, ella estaba muy histérica con el que estaba al otro lado del teléfono, los insultos y rabietas de mi prima no paraban. La conversación se puso algo acalorada, ya que lo mandó a la mierda, ella se fue al baño y cerró la puerta con una fuerza, que estremeció todo el pequeño departamento.

Al cabo de un rato salió, con la cara lavada, se notaba que había echado algunas lágrimas, lo que me parecía normal. Terminamos de doblar las camisetas y ya habiéndole pasado el mal rato, conversamos un poco. Después de unos minutos se quedó callada, recordando la bronca que había tenido con su novio, este tipo de situaciones, parece que era algo normal entre ellos. Me parecía raro que por ratos, se acordaba, luego seguía conversando. Yo me desentendí de sus líos, sentado a su lado, observaba su cuerpo, llevaba puesta una camiseta azul, que le apretaba los pechos, en tanto cabreo que llevaba, llegué a notar que se le marcaba los pezones. Además se había puesto un pantalón corto color celeste, este, le dejaba las nalgas casi al desnudo.

Estando a su lado, nos acordamos del matrimonio aquel, esa típica conversación que tienes cuando intentas acordarte de alguien. Esos tiempos que habían pasado, y como estaría este, como estaría ella, y que habrá sido del otro. Ese matrimonio lo revivimos, risas y mirando algunas fotos que teníamos en el móvil, hacían más intensos estos momentos. Nos acordamos de los besos que nos habíamos echado en aquella furgoneta, que por cierto, es la misma que tengo ahora. Esas risas siguieron, lo que nos hizo caer en confianza, las cosas que salieron a partir de ahí, fueron cambiando el ambiente. Saber que entre nosotros había un gusto, una atracción, más aún que ya habíamos tenido un contacto bucal. La charla seguía, las risas estaban moldeando este momento, sus miradas sobre mi verga, mis miradas sobre sus pechos, nuestras manos jugando, todo parecía indicar, el posible escenario que se presentaría.

Los besos en nuestros labios no se hicieron esperar, nuestras caricias cada vez más íntimas. Mis manos por debajo de su camiseta, manoseando estas tetas, sentir aquellos pechos en mis delgadas manos, estaba llevando mis ganas a querer quitarle la camiseta. Mis manos, subiendo y bajando por sus nalgas, recorriendo todo ese gran culo que tiene, meter mis manos por delante, hasta sentir su caliente coño. Tocar esas nalgas, la carne es débil, y el deseo que tengo, por estar dentro del coño de mi prima Elena, hacía más placentero este momento.

Ella buscando mi verga erecta, desabrochaba el cierre de mi pantalón, sus labios en mi pecho, habiendo levantado mi camiseta, besaba mi cuerpo con mucha pasión. Se dejaba embriagar por el aroma de mi perfume, jugaba en mis pechos, mordía y me daba leves piñizcos. Su lengua recorriendo cada centímetro de mi vientre, su lengua llegaba hasta el elástico de mi bóxer. Ella estiraba este elástico con una mano, su otra mano, dibujaba mi bulto, hasta ese momento, ella estaba sentada y yo de pie. Estábamos en una posición algo incómoda, pero esto estaba empezando y, solo estábamos haciendo contacto, un reconocimiento de cuerpos, actitudes y deseos.

Aproveché que yo estaba de pie, para retirarle la camiseta que tenía puesta, por fin podía ver aquellos pechos, los que eran un deseo para más de uno en la familia. La tumbé en el sofá, le quité el pantalón corto que llevaba puesto, solo se quedó en bragas. Me tiré sobre ella, y busqué aquellos pechos, mis manos jugaban con su coño, mis manos acariciaban su ya humedecido coño. Me deslicé hacia abajo, para comer esa parte de su cuerpo, que aroma sentí cuando me acerqué para saborear su húmedo coño. Moví a un lado esa braguita, el aroma estaba en toda la habitación, creo que en ese momento nos habíamos olvidado de mis tíos.

Ella gemía cada vez más, yo tenía un ojo en su cuerpo, y otro en la puerta de la entrada, aunque si alguien entraba a la casa, no me daría tiempo a nada, me pillarían en plena lamida de coño. Ya en esta escena, nada nos importaba, gemíamos de placer. Mi lengua recorriendo su húmedo coño, esta parte de su cuerpo, que para mi suerte, me lo había encontrado depilado, completamente rasurado. Creo que estaba listo para su novio, pero se lo perdió, ahora me lo estaba comiendo yo, lo que puede cambiar una llamada, esto se convirtió en una ventaja para mí.

Le retiré la braga que era lo único que cubría su cuerpo, ahora sí que la tenía completamente desnuda. Ella ahí tirada en el sofá de su sala, gritando como una loca, pidiéndome que le metiera mi lengua, que mordiese su clítoris, quería correrse, quería correrse ahí, era una fantasía que tenía en la cabeza. Yo succionaba aquella parte de su cuerpo, mi lengua, hacia grandes esfuerzos para mantener cachonda a mi prima. Sus gemidos, espasmos y contracciones eran una completa locura, yo disfrutaba viendo a Elena, yo lo disfrutaba. Un estremecimiento de su cuerpo, dejo en claro que le había llegado un calambrazo de placer, estaba con los ojos desorbitados y balbuceando palabras.

Pasamos aquel trance, y le restregué mi verga, asomé la punta de mi erecto pene en su coño, ella lo recibía con mucho placer, es como si llevase un montón de tiempo, esperando que alguien la follase. El frote, en la entrada de su vagina, ir metiendo mi polla despacio y de a pocos la estaba volviendo loca, me pedía que la follase, que la penetrase, que le meta toda mi verga en su coño, sus manos guiaban mi verga a su húmeda vagina. Ahora sí que la metí toda, el mete y saca fue más fuerte, más rápido, más intenso, se sentía tan bien estar dentro, un coño estrecho, rosado, depilado, húmedo. Esto estaba más que pagado, no me importaría haber perdido la tarde en casa de mis tíos, no importaba si no me pagaban la carrera.

Mi verga saltando de su vagina, estaba muy mojada, lo que era inevitable que causara esa salida de dentro suyo. Sus labios vaginales rosados por el rítmico movimiento que llevábamos, era una pasada ver su estrecho agujero en esta escena. Cada vez que podía, le metía unos lengüetazos a su húmedo coño, se sentía un sabor algo extraño, no lo negaré, pero que más importaba, ocasiones como esta, hay que disfrutarlas al máximo. Metiendo toda mi verga y jugando dentro de ella, mirando como rebotaban aquellos pechos en su cuerpo, era algo excitante para mí. Intentaba no correrme pronto ya que tener a Elena en perrito, sería demasiado, tener su culo en esta posición, no pasa todos los días.

Lo dicho, se colocó ella misma en esa posición, su calentura me tenía asombrado, le había dado con ganas y aun quería más, que intentaba, que me corriese pronto, no le daría ese gusto. En perrito antes de follarla, le comí un poco más el coño. Meterle mi lengua en su vagina en esta posición, le encanto, su mano, apretaba mi cabeza, mi lengua intentando meterse en su coño, mi lengua nuevamente recorriendo aquellos labios rosados, que ya tenían mucho frotamiento. Una extraña curiosidad, hizo que mi lengua buscara espacio en su apretado ano, mis intentos por recorrer esa zona, estaban seduciéndola. Se dejaba excitar por esta zona, la tenía casi dominada, había calmado su ansiosa necesidad por querer que me corriese.

Mi lengua jugando en ese estrecho agujero, podía sentir la estrechez de su ano. Uno de mis dedos, intentó introducirse por esta pequeña cavidad, su mano, alejó todo intento por seguir insistiendo en dilatar su ajustado ano. Las intenciones de parte mía no paraban, la punta de mi lengua buscando encontrar un pequeño espacio, un pliegue, una sensación, que la hiciese dejar introducir un pedazo de mi dedo. Saliva y su ano mojado, para que le fuese más simple la dilatación, mi dedo índice, haciendo círculos en ese pequeño orificio. Pero esto la asustaba, le gustaba más, cuando mi lengua exploraba esa zona, pero eso no ayudaría mucho. Ahora, el tiempo era algo que lo teníamos limitado. Mis tíos podrían volver y yo me quedaría a medias.

Insistió que no, sentí una retirada de sus nalgas, yo estaba en una pésima situación. Si seguía insistiendo en su ano, me podría quedar sin terminar, pero si dejaba de insistir, podríamos volver a follar. Me la follaria en perrito, ya de por si el tener a mi prima a cuatro patas era delicioso, no había porque arriesgarse a perderlo todo y marcharme con la leche en la punta. Le acerqué nuevamente mi verga a la entrada de su coño, ambos esperábamos el reinicio de las actividades sexuales, me cogí de sus caderas y la penetré. El ritmo de entrar y salir, su jugosa vagina no dejaba de lubricar.

Estar en perrito y aguantar un poco más, lo más que podía, disfrutar a Elena en esta posición, palmadas en su culo, sometiéndola a mi fuerza. Cada palmada le excitaba, sentir sus gemidos más fuertes, me ponía bruto, lo disfrutaba. Las ganas por correrme, ya las estaba sintiendo, la sensación de querer terminar, eran un poco más intensas. Tenía una fantasía sexual con Elena, terminar en sus pechos, quería ver sus enormes pechos llenos de mi leche, ver como escurrían por sus grandes tetas. Ella se volteó en clara aceptación a mi fantasía, me subí sobre su pecho, ella acariciando mi verga y mamándola.

Mis ganas cada vez más cerca por terminar, una de mis manos dentro de su coño, jugando en su clítoris, su excitación crecía. La mamada que me hacía, la hacía con más pasión, disfrutaba de mi verga en su boca, sus gemidos apurados, llegando a tragarse toda mi verga. La succionada que me estaba dando, esta mamada era nueva para mí, esto era delicioso, excitante y muy placentero a la vez. Mis ganas me cogieron sin previo aviso, no me dio tiempo de avisarle que me corría, me corrí en su boca, su cara, mi fantasía había quedado incompleta, estuve a un pelo de hacerlo. Ver a Elena con toda mi leche en su cara fue algo gracioso para mí, pero también morboso, me agradó ver esta escena.

Se lo comenté, le dio mucha risa, me dijo que la próxima vez, le avisara cuando estaba por correrme. Lo que me dejó las puertas abiertas para hacer realidad mi fantasía erótica. Casi habíamos terminado de limpiarnos, y llegaron mis tíos, encima con dos primos más. Elena y yo nos miramos algo sorprendidos y a la vez aliviados, ya que por poco y nos hubiesen pillado follando. Esto sí que hubiera sido algo vergonzoso para ambos.

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