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Vecindad en cuarentena (Parte 1)

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El panorama mundial actual ha obligado a que varios países tengan que declarar cuarentena en sus ciudades, obligando a sus habitantes a quedarse en casa durante más tiempo de lo acostumbrado. Este cambio drástico y el encierro prolongado pueden provocar que en algunas situaciones, las personas terminen sucumbiendo a sus instintos más básicos.

Esta es una de esas situaciones…

En una ciudad como cualquiera de las tantas que hay en el mundo nos encontramos con una pequeña vecindad, una de las que aún quedan en la zona. Esta vecindad en particular consta de un portón como entrada principal que lleva hacia un amplio patio; alrededor de este se encuentran los departamentos de sus habitantes divididos en 2 pisos, haciendo un total de 10 hogares.

Usualmente todos los departamentos se encuentran ocupados, pero a causa de la situación actual solo 5 de ellos cuentan con ocupación.

En el primer hogar encontramos al portero Don Anselmo y su familia. Don Anselmo es un hombre de 48 años, quien se encarga del mantenimiento en la vecindad; su esposa, doña Guillermina, 46 años, de nacionalidad española, es la encargada de cobrar la renta a los habitantes así como también administrar una pequeña tienda de abarrotes dentro de la vecindad. Ellos tienen 2 hijas; la mayor Patricia de 22 años y Verónica de 19.

Entre los inquilinos del lugar nos encontramos a Fernanda, 58, y María Luisa, 52, un par de hermanas solteronas quienes viven junto a su sobrino Ricardo, 20, quien apenas tenía unos meses de haberse mudado con ellas. El chico había comenzado a estudiar la universidad y sus padres lo convencieron de vivir con sus tías, tanto para hacerles compañía como para ahorrarse el costo de un departamento.

En otra de las casas están Hortencia, 44, y Mauricio, 24. Madre e hijo, quienes llevan ya varios años en la vecindad. Hortencia es una madre soltera que llego al lugar cuando Mauricio era aún pequeño. Doña Guillermina se encargó de cuidarlo para que Hortencia pudiera trabajar y el chico creció junto a las hijas de esta.

Continuando con la lista tenemos a Tomas, 59, quien vive junto a su nieta Silvia, 32. El ahora jubilado se encargó de cobijar a su nieta luego que los padres de esta murieran varios años atrás. A pesar de ya ser algo mayor y poder costearse su propio lugar, la chica no ha deseado dejar solo a su abuelo en agradecimiento por haber cuidado de ella, ya que el hombre también es viudo.

Finalmente están Jonás, 45, y Ramón, 47, un par de primos quienes son los más recientes inquilinos del lugar. Su intención era quedarse solo por poco tiempo en lo que encontraban algo mejor pero los repentinos sucesos actuales los han obligado a extender su estancia en el lugar.

Debido a las nuevas medidas impuestas por el gobierno, la enorme puerta de la vecindad permanece cerrada casi todo el tiempo. Gracias a la tienda de abarrotes local, los inquilinos pueden abastecerse de los productos básicos.

Los trabajos y las escuelas han sido suspendidos lo que provoca que ninguno de los moradores pueda salir del lugar. Varios de ellos han tenido que suspender actividades cotidianas, algunas de ellas relacionadas con la satisfacción de los placeres carnales. Al verse privados del desahogo regular los llevara a cruzar líneas y realizar prácticas que antes se consideraban prohibidas.

Para comenzar nos asomamos al hogar de las hermanas Fernanda y María Luisa. Fernanda es la mayor, es una mujer de amplias proporciones, con senos enormes y un culo también grande para hacer juego. Ella nunca se casó, además de ser jubilada es también la encargada del hogar. En su rutina diaria no acostumbraba salir mucho por lo que la cuarentena no la afecto demasiado, bueno, lo cierto es que si la afecto porque debido a esta ya no le es posible asistir a la iglesia del lugar. Fernanda es muy religiosa pero también tiene necesidades como mujer y estas necesidades eran atendidas por el cura local. Fernanda creía que era su obligación entregarse al cura, tanto a manera de agradecimiento por sus servicios a la comunidad como para evitar que el cayera en malos hábitos de aquellos que se rumoraba venían con su profesión.

3 o 4 veces a la semana, la mujer llegaba a la iglesia por la tarde, a la hora en que estaba cerrada y procedía a dejar que el cura la poseyera en la oficina del lugar. Fernanda se alegraba por realizar tan noble labor, aunque lo que la alegraba aún más era que el cura tenía una buena verga que la llenaba por completo y le daba un gozo y placer aún mayores.

En repetidas ocasiones el cura invitaba a sus amigos de otras iglesias para deleitarse con aquella vieja guarra que no se oponía a lo que quisieran hacerle. Por eso Fernanda había experimentado dobles y triples penetraciones mientras se enorgullecía de ayudar a tan nobles hombres del clero. Lo que el cura actual no sabía era que Fernanda llevaba bastante tiempo haciendo esta desinteresada acción y él no era el primero que se veía beneficiado por ello.

Pero ahora llevaba ya más de 2 semanas de cuarentena sin poder probar una buena verga y teniendo que conformarse con sus dedos para mitigar su ardor.

Su hermana María Luisa, o Marilu como le decían de cariño, no era tan diferente. Ella es más delgada que su hermana y a pesar de su edad aún mantiene una figura decente.

Al igual que su hermana nunca se había casado pero ella aun trabajaba, más específicamente en el mercado local. Marilu llevaba apenas unos años con dicho trabajo, cortesía de una de las vecinas de la vecindad quien a causa de su edad le había heredado su negocio.

En los primeros meses de formar parte del mercado Marilu descubrió que existían varias formas de pago entre los proveedores y locatarios del mercado siendo la más común de ellas el pago carnal. No era extraño encontrar alguno de los muchos locales cerrado mientras sucedía el descargo de mercancía pero si uno se acercaba podía escuchar los gemidos de los ocupantes llevando a cabo sus transacciones.

Marilu se había resistido a caer en aquellas prácticas. La mujer había tenido varias parejas con anterioridad y había mantenido relaciones con ellos pero aquello era algo extremo para ella.

Sus convicciones tuvieron que ceder durante el tiempo en que el negocio decayó y tratando de ahorrar ante la situación, la mujer tuvo que cambiar su cuerpo por la mercancía para subsistir.

Unas semanas después la situación mejoro pero la lujuria dentro de la mujer había despertado y pronto se unió a sus compañeros locatarios en sus tan inusables prácticas, ahora por placer en lugar de necesidad. Con el tiempo no solo fueron hombres con quienes realizaba sus intercambios carnales sino también mujeres. Algunas de ellas amas de casa que pasando también por una mala racha, ya sea monetaria o sentimental, tenían que pagar por sus frutas y verduras con sus cuerpos. En más de una ocasión aquel pepino que la clienta llevaba a su casa había estado dentro de ella mientras Marilu lo usaba para darle placer a la necesitada mujer.

También lo había hecho con sus compañeras locatarias en sus ratos de aburrimiento y gustaba de jugar con ellas a meterse una verdura en su coño y dejarla ahí todo el día mientras atendían a la clientela. Lo mejor era vender dicha verdura al final del día a algún incauto cliente. Pero sin duda la cereza del pastel era la fiesta privada del aniversario del mercado donde se llevaba a cabo la tradicional orgia.

Actualmente el mercado permanecía abierto pero había menos locatarios y además las autoridades los vigilaban constantemente lo que no les permitía continuar con sus prácticas; aquellos pepinos y calabacines que llevaba a casa eran su único modo de apaciguar a la zorra que llevaba dentro.

Por ultimo en aquel hogar se encontraba Ricardo, el sobrino de ambas. El joven tenía poco tiempo de haber llegado a vivir con sus tías para estudiar en la universidad. Cuando se anunció el cierre de escuelas, Ricardo trato de volver con sus padres que vivían en otro estado pero estos le insistieron que se quedara con sus tías para cuidarlas.

El chico no tenía problema con la petición pues se llevaba bien con ellas pero lo que lo frustraba era que apenas y comenzaba a enamorar a una compañera de escuela cuando todo se arruino. El chico esperaba por fin poder probar las delicias del sexo pero sus planes se habían venido abajo y nuevamente tenía que recurrir a las pajas.

Sin nada mejor que hacer sus ratos libres los dedicaba a masturbarse con ayuda de todo tipo de videos e imágenes pornográficas.

Aquella tarde cuando comenzó todo, Ricardo estaba en su cuarto pajeándose como mono salvaje cuando fue interrumpido por unos golpes en la puerta. Era su tía Fernanda.

-Ricardo, hijo, ¿estas ocupado? Necesito que me hagas un favor. -dijo a través de la puerta.

-E-espérame un momento tía, enseguida salgo. -Respondió el chico sobresaltado.

El joven ya estaba alcanzando el orgasmo y ante la inesperada intromisión se cubrió con rapidez con sus calzoncillos provocando que su leche se descargara dentro de ellos. Se tomó unos momentos tranquilizándose para bajar su erección y se puso solamente unos pantalones antes de abrirle la puerta a la mujer.

-¿Qué se te ofrece tía? Estaba haciendo ejercicio. -preguntó buscando disimular su respiración aun agitada.

-Fíjate que tu tía Marilu ha bajado a la tienda de doña Guillermina para cambiar unas verduras por productos pero me acabo de dar cuenta que también nos hace falta pan, ¿serias tan amable de bajar a decirle antes que regrese? -dijo la mujer.

-Seguro, tía. No hay problema. Solo deja me cambio de ropa. -respondió Ricardo. Aunque le molestaba un poco el haber sido interrumpido siempre estaba dispuesto a ayudar a sus tías.

Mientras buscaba una ropa limpia que ponerse, Fernanda lo observaba con detenimiento. El chico mantenía una buena figura gracias al ejercicio regular y dado que ahora se encontraba sudado por su anterior actividad le daban cierto aire de sensualidad que hizo que la madura comenzara a tener pensamientos nada propios para un familiar.

-¿Disculpa tía, podrías salir para que me vista? -dijo el joven sacando a la mujer de su trance.

-¿ehh?, oh, si, si. Disculpa, hijo. Ya me retiro. -respondió Fernanda siendo ahora ella la sobresaltada.

La mujer se retiró con rapidez de la alcoba. Ricardo se quitó sus calzoncillos manchados de semen y luego de vestirse salió del departamento y bajo las escaleras rumbo a la tienda de abarrotes que se encontraba en la entrada del lugar.

Una vez que se hubo marchado, Fernanda entro de nuevo en la habitación de su sobrino y tomo la ropa que el había descartado. Primero la camisa sudada, la tomo y la llevo hasta su nariz donde aspiro con fuerza alimentándose del olor a macho que tanto añoraba. Aprovechando su soledad se despojó de su vestido quedando completamente desnuda ya que no llevaba nada de ropa interior. Sus enormes senos fueron aprisionados con su mano libre mientras con la otra sostenía la prenda en su cara. La mujer continuo con su inapropiado juego y haciendo un lado la prenda se lanzó sobre el premio mayor, los calzoncillos llenos de semen.

Con ansias se los llevó hasta su rostro y aspiro aun con más fuerza. El olor de semen fresco la hizo temblar y se acostó sobre la cama de su sobrino. Acto seguido abrió sus piernas y llevo su mano hasta su húmedo y palpitante coño.

Sabiendo que no tenía mucho tiempo se introdujo tres dedos con rapidez en su peluda concha y comenzó a meterlos y sacarlos con ahínco mientras aspiraba el hedor de la descarga de Ricardo. Sabiendo que aún estaba reciente la mujer saco su lengua y probo aquel fruto prohibido haciéndola estremecer y provocando su anhelado orgasmo.

Fernanda aún no estaba satisfecha y dejando de lado la prenda uso su otra mano para darse placer en sus grandes pechos. Los apretaba con una mano y pellizcado sus pezones mientras con la otra se centraba en su clítoris, frotándolo con pasión. Con los ojos cerrados se imaginaba el marcado cuerpo de su sobrino y su enorme polla erecta.

Así es, Fernanda sabía muy bien que Ricardo se cargaba un buen miembro. De hecho el haberlo descubierto era lo que había causado que comenzará a realizar aquellos actos depravados.

Todo inicio la semana pasada, debido a la cuarentena los tres habitantes de la casa pasaban más tiempo del acostumbrado ahí dentro, lo que provocaba ciertas situaciones con los servicios del lugar. Una de estas era el uso del baño, ya que en el departamento solo había uno para 3 personas quienes ahora estaban todo el día ahí así que era cuestión de tiempo para que 2 de ellos tuvieran que usarlo a la vez.

Esa noche Ricardo se estaba bañando y aprovechando su tiempo a solas había empezado a masturbarse pensando en sus compañeras de escuela cuando Fernanda lo interrumpió pues necesitaba orinar.

Ricardo le permitió pasar y mientras Fernanda descargaba su vejiga se fijó en la silueta que se dibujaba en la cortina del baño. Sus ojos se abrieron al ver la sombra del miembro de su sobrino y su calentura sobrepaso a su sentido común; con sumo cuidado se asomó por el costado de la cortina. Para su suerte Ricardo estaba lavándose el cabello con los ojos cerrado y no se dio cuenta que era espiado, esto le permitió a la madura poder apreciar en todo su esplendor la imponente polla del chico.

Fernanda reacciono antes de ser descubierta y se marchó con rapidez. Más tarde esa noche se encontraba inquieta, con la imagen de la polla de su sobrino aun en su cabeza necesitaba masturbarse pero dado que compartía la habitación con su hermana no se animaba a hacerlo por temor a que la descubriera. Opto por hacerlo en la privacidad del baño, apenas hubo cerrado la puerta con seguro se despojó de su camisón y sentándose en el excusado comenzó a darse placer con la imagen fresca en su cabeza.

Sabía que aquello estaba mal, eso ya no era un acto caritativo como el que según ella realizaba con el cura pero en esos momentos no podía importarle menos. Al abrir los ojos se dio cuenta del cesto de la ropa sucia. Se abalanzo sobre este hasta encontrar lo que buscaba en la forma de la ropa interior de su sobrino.

Ahí comenzó su nuevo fetiche de masturbarse mientras el olor a semen inundaba su nariz. Gracias a que ella era la encargada de lavar la ropa era fácil darle rienda suelta a su nuevo pasatiempo. Pero usualmente el olor ya era muy débil para cuando ella podía poner sus manos en las prendas del chico.

Por eso aquella tarde sabiendo lo que Ricardo hacía en su cuarto lo hizo salir con rapidez para poder disfrutar de una descarga más fresca.

Mientras su tía cometía su acto inmoral, Ricardo ya había bajado hasta el patio de la vecindad. Aquella repentina interrupción no le había permitido disfrutar totalmente de su orgasmo y además aún se encontraba caliente pues su costumbre era descargar su leche unas 2 o 3 veces antes de quedarse satisfecho.

Que tragedia era tener que volver a recurrir a las pajas como en su adolescencia justo cuando había estado tan cerca de follar por primera vez. Lo peor era que tampoco tenía la misma privacidad que en su casa al estar viviendo con sus tías.

Ricardo llego hasta la tienda y entro en esta, para su sorpresa la encontró vacía, cosa que le pareció extraño. Supuestamente debía encontrarse ahí su tía Marilú además de doña Guillermina o alguno de los miembros de su familia que atendían el lugar.

A lo mejor estaban en la parte trasera de la tienda, el chico se encamino hacia ahí y estaba a punto de gritar para hacer notar su presencia cuando el sonido de gemidos lo hizo detenerse.

Supuso que se había confundido y permaneció en silencio esperando escuchar algo que confirmara su error. Para su sorpresa lo que escucho fue otro gemido un poco más fuerte seguido de varios más. Con suma cautela se dirigió hacia la fuente de esos gemidos y asomándose con cuidado vio algo que lo sorprendió demasiado.

Ahí en la parte trasera de la tienda se encontraba doña Guillermina apoyada a la pared. Su blusa estaba levantada dejando a la vista sus enormes tetas, las cuales tenían unos pezones puntiagudos que se encontraban erectos a causa de su evidente excitación. Tenía los ojos cerrados mientras acariciaba la cabeza de su amante que se encontraba entre sus piernas. Era nada más y nada menos que María Luisa quien se encontraba atareada bebiendo los jugos que emanaban del coño de la madura, haciendo que esta gimiera con más fuerza.

-Guarda silencio, Guille. Alguien podría entrar y escucharte. -le dijo Marilú despegándose un momento de aquella raja.

-Perdón pero es que eres muy buena en esto. Además te dije que me dejaras cerrar la tienda antes de comenzar.  -respondió la mujer.

-Lo siento pero es que traía unas ganas insoportables de probar tu coño. Tú eres mi único desahogo en este asilamiento ya que no puedo hacerlo en el mercado. -contesto la madura de rodillas antes de volver a su faena.

-Lo sé, cariño. Yo también extraño, mmmm, la acción del mercado, uffff, siii, mmm que rico. -gemía doña Guille.

-Al menos tú tienes a tu marido en casa. Yo llevo semanas sin poder probar una polla. Los pepinos son grandes y duros pero no se comparan al placer de recibir una buena descarga de leche. -contesto Marilu asomándose de entre las piernas de su amiga.

-Bah, nos hemos peleado poco antes que comenzara todo esto del asilamiento y no hemos follado desde entonces. El muy testarudo aun no me pide perdón y yo tampoco pienso ceder. Así que como ves yo también estoy necesitada de verga. -dijo Guille

-Pues tendrás que conformarte con este calabacín. -contesto Marilu y luego de ponerse de pie procedió a sacar un ejemplar de dicha verdura de su bolsa del mercado.

El calabacín era bastante grande y grueso y a Guille se le humedeció el coño de solo verlo. La mujer se despojó de su falda y bragas y con sus dedos separo los labios de su peludo coño invitando a su amiga a penetrarlo con aquel sustituto del falo masculino.

-Vamos cabrona, ¿Qué esperas? Si no vas a chupar lo menos que puedes hacer es follarme con ese monstruo.- dijo la mujer ansiosa.

-Eres una guarra. Si lo quieres aquí lo tienes.- respondió Marilu y procedió a hacer desaparecer el calabacín dentro de su amiga, haciendo que esta gimiera con fuerza. Para acallar sus gemidos, Marilu unió sus labios con los de Guille y las dos mujeres se besaban con lujuria mientras la verdura entraba y salía del coño de una de ellas.

Ante toda esta acción, Ricardo estaba incrédulo. Jamás se le ocurrió que su tía o doña Guille fueran tremendo par de putas. Sus instintos le decía que saliera de ahí y fingiría no haber visto nada pero la acción era demasiado caliente para dejar de verla.

El chico nunca había visto a su tía con lujuria pero la verdad es que con lo poco que había visto de su cuerpo desnudo, ella no estaba tan mal. En cuanto a su compañera, aunque era un poco más gordita que su tía, sus grandes senos se veían apetitosos especialmente para el chico que se volvía loco con las tetas grandes.

Incapaz de seguir impávido ante tan fogoso espectáculo, Ricardo se sacó la polla que llevaba un buen rato erecta y comenzó a masturbarse mientras veía como el coño de doña Guille devoraba el calabacín.

Las maduras seguían con su ardiente morreo hasta que un gemido ahogado de parte de doña Guille anuncio que había alcanzado el clímax. Marilu saco el calabacín del coño de su amiga y se lo llevo a la boca para probar los jugos de esta. Luego de lamerlo un poco se lo convido a la madura quien sin miramientos probó sus propios jugos embarrados en la verdura.

-Muy bien ahora te toca a ti zorra. -dijo Guille haciendo que su vecina se colocara empinada sobre una mesa cercana lista para recibir aquel dildo de la naturaleza.

Ricardo aún no se había corrido y estaba deseoso de ver a su tía ser penetrada pero por la posición que se encontraba no tenía una buena vista. Al moverse para observar mejor golpeo una lata y al caer esta al suelo le revelo su presencia a las calientes maduras.

Marilu y Guillermina se sobresaltaron con el ruido y voltearon con rapidez.

-¿¡Ricardo?! ¡¿Qué haces aquí?!- exclamo sumamente alterada Marilu.

El chico trato de balbucear una respuesta pero no pudo articular palabra permaneciendo ahí con la polla expuesta.

Doña Guille también se había sorprendido pero lo que más llamo su atención fue el enorme pedazo de carne que estaba frente a ella, el cual se veía igual de grande que el calabacín. Guille era más atrevida que su vecina y sin nada que perder camino hacia el confundido chico.

-Pero mira nada más que buen pedazo de verga. Y tu quejándote de no tener una cerca y había una enorme en tu propia casa. -dijo la madura acariciando la verga del chico y haciéndolo estremecer.

-No digas pendejadas, Guille. Es mi sobrino del que estás hablando. -respondió Marilu mientras se vestía con rapidez para salir de ahí.

-Pues parece que él estaba disfrutando mucho espiándonos y apuesto a que disfrutara más el unirse a nosotras. -dijo Guille mientras su mano rodeaba el tronco del chico maravillándose de su grosor.

-¿Pero tú estás loca mujer? Ricardo vámonos de aquí. Ya hablaremos en la casa. -respondió Marilu y se encamino hacia la puerta.

-Estoy loca pero por una dura tranca como esta. Además el no parece tener ganas de marcharse. Ya es un adulto que puede tomar sus propias decisiones. Si tú no aprovecharas su verga entonces déjamela a mi que yo no la desperdiciare. -contesto Guille mientras comenzaba a ponerse de rodillas.

Ricardo estaba en silencio incapaz de moverse. Por un lado estaba su tía mirándolo con desesperación e indicándole que debían salir de ahí, por el otro estaba doña Guillermina de rodillas frente a él y mirando su polla con deleite.

El chico permaneció quieto en silencio y como quien calla otorga, doña Guillermina procedió a engullir su verga con gozo.

El muchacho se estremeció de placer al sentir los cálidos labios de la madura devorando su miembro y por el rabillo del ojo vio cómo su tía se marchaba a prisa. Momentos después escucharon caer la cortina de metal de la entrada, indicando que Marilu la había cerrado seguramente para evitar que los descubrieran y se armara un escándalo en la vecindad.

Ricardo sabría que estaba en serios problemas, no estaba seguro si su tía le diría a sus padres pero era evidente que ya no podría seguir viviendo con ellas.

Pero luego se preocuparía por eso, por ahora se concentró en disfrutar la rica mamada que la madura le estaba dando. Doña Guille chupaba su verga como una profesional. Se notaba la experiencia de la madura en esos menesteres pues sin problema alguno pudo metérsela por completo, haciéndola desaparecer en el interior de su boca.

Ricardo estaba experimentando algo totalmente nuevo para él, si no hubiera sido porque había expulsado su semen minutos antes seguramente ya hubiera llenado la boca de doña Guillermina con su leche.

El chico estaba extasiado mientras la madura se deleitaba con su pollon. Guille hacia tan buen trabajo que podía sentir como un nuevo orgasmo comenzaba a acercarse. La mujer parece que había intuido aquello y detuvo su servicio oral.

-Aunque me gustaría recibir tu rica leche en la boca, tengo un mejor lugar para ello. -dijo mientras se ponía de pie y se empinaba sobre una mesa cercana.

-Vamos, papito. Métemela toda sin piedad. -le indico al chico mientras meneaba sus caderas.

Ricardo se dirigió hacia la mujer. Su enorme trasero se meneaba ansioso de recibir el falo de carne que tanto necesitaba, el joven se dio cuenta que sus jugos seguían emanando de su raja, la cual palpitaba de ansiedad. Obviamente no era una súper modelo como con las que acostumbraba fantasear pero para un joven calenturiento como el cualquier coño es mejor que seguir matándose a pajazos.

El chico se disponía a ensartar su verga en aquel peludo y maduro coño cuando una voz lo detuvo.

-¡No tan rápido, zorra! Si alguien va a disfrutar de esa verga soy yo. -dijo su tía Marilu.

Para sorpresa de ambos, la mujer se había desnudado por completo, dejando ver su madura figura en todo su esplendor. Marilu se mantenía delgada gracias al trabajo de acarrear cosas en el mercado y al ejercicio regular que realizaba. Sus senos eran de talla mediana y tenían unos pezones que en esos momentos estaban erectos como un par de arándanos. Llevaba su coño rasurado porque así les gustaba más a sus compañeros locatarios. Ricardo ahora si tenía una buena vista de lo que su tía escondía bajo sus ropas y tuvo que admitir que su tía se veía bastante más apetecible que la amiga de clases que había dejado atrás. La polla del chico endureció aún más al ver que su familiar se acercaba hacia él.

-Pensé que te habías marchado. -dijo Guillermina levantándose de la mesa.

-Esa era mi intención, pero la verdad es que tienes razón. Aquí tengo un buen pedazo de verga y sería una tonta en no aprovecharlo. Únicamente cerré la cortina para evitar más interrupciones. -contesto la mujer mientras con lentitud comenzaba a acariciar la polla de su sobrino la cual sintió palpitar. No estaba segura si el chico tendría reparos en follarse a un familiar.

Marilu se dirigió hacia la mesa y se montó sobre de ella, abriendo sus piernas para mostrar su ardiente coño, el cual necesitaba una buena verga dentro de él lo antes posible.

-¿Qué dices sobrino? ¿Tienes algún problema con darle a tu querida tía una probada de tu enorme miembro? -pregunto la mujer esperanzada que la respuesta fuera placentera.

Ricardo estaba aún anonadado y por su cabeza pasaban todo tipo de razones por lo que aquello estaba mal. Pero en esos momentos no estaba pensando con la cabeza correcta y sin dudarlo se encaminó hacia donde su tía lo esperaba.

Marilu sonrió complacida y cuando su sobrino llego frente a ella, tomo nuevamente su verga con su mano y la guio hacia la entrada de su raja.

El chico instintivamente comenzó a meter su polla dentro de esa chocha madura, deleitándose mientras cada centímetro de esta iba desapareciendo poco a poco. Aquello era lo más fantástico que había experimentado nunca, la mamada que había recibido minutos antes no se podía comparar a la sensación de las paredes vaginales devorando su miembro. Marilú se estremecía al sentir como aquel pedazo de carne la penetraba. Una vez que la hubo penetrado por completo, Ricardo permaneció inmóvil disfrutando la sensación del primer coño de su vida.

-Mmmmm ¿Ya habías hecho esto antes? -pregunto la madura mirando al chico a los ojos.

-No, tía. -respondió Ricardo apenado.

-Oh. Espero que no te moleste haber perdido tu virginidad con una vieja como yo. -contesto la mujer avergonzada de que en su lujuria le hubiera arrebatado algo a su sobrino que él hubiera preferido perder con alguna joven de su edad.

-No, tía. La verdad es que usted es muy guapa y no me molesta en absoluto. -dijo el chico.

-En ese caso, deja que tu tía haga de tu primera vez algo memorable. Imagino que sabes que hacer a continuación, ¿verdad? -pregunto Marilu.

Ricardo no respondió, habiendo pasado bastante tiempo viendo videos porno sabía bien que hacer. Comenzó a mover sus caderas de atrás hacia adelante, sacando y metiendo su miembro del coño de su tía, lo hacía de manera lenta y poco a poco aumento la velocidad.

-Mmmm, si así, muy bien. Ufff, continúa así, lo estás haciendo bien, cariño. -gemía Marilu mientras el placer invadía su cuerpo.

La madura se encontraba recostada sobre la mesa mientras recibía los embates de su sobrino quien iba encontrando su ritmo. Marilu se aferraba a la mesa que se tambaleaba con las embestidas del joven. La mujer estaba extasiada al poder disfrutar nuevamente los placeres de una buena follada. Para ser su primera vez el chico tenía talento, además que su polla era de buen tamaño, anudado a su juventud y condición física estaban haciendo que Marilu sintiera placer como nunca antes, pero sin duda lo que hacía aquello algo inigualable era lo morboso de la situación al ser su propio sobrino quien la follaba con ganas.

-sigue, mi cielo, ufff, no pares, dame mas, mmmm, con fuerza, métemela toda. Vamos, con ganas, así mi vida. Ahhh. -gemía la madura descontrolada.

Ricardo estaba extasiado y en un momento de placer se inclinó hacia adelante y sorprendiendo a su tía le planto un ardiente beso en los labios. Marilu se asombró ante la acción del chico pero una vez recuperada le devolvió el cariño y aumentando la acción metió su lengua dentro de su boca hasta encontrar la del chico.

Mientras tía y sobrino se morreaban con lujuria, la olvidada doña Guille estaba sentada en una silla masturbándose ante aquel erótico espectáculo. Usando el calabacín como consolador, la mujer se daba placer mientras la incestuosa escena se desarrollaba frente a sus ojos. Tenía que admitir que aquello era por demás candente.

Marilu rodeo con sus brazos el cuello de su sobrino, aferrándose a él mientras continuaban con su apasionado beso. Esto le dio una idea al chico y recordó algo que había visto en películas pornográficas.

-¿Me dejas intentar algo, tía? -pregunto Ricardo separándose de los ardientes labios de su familiar.

-Claro que sí, mi vida. ¿Qué es? -pregunto la mujer con curiosidad.

-Tu solo agárrate con fuerza. -respondió sonriendo y tomando a la mujer por los muslos la acerco hasta que estuvo lo más pegada a él y sin previo aviso la levanto por los aires haciendo que su tía exclamara de sorpresa.

Marilu se aferró con fuerza a su sobrino quien la sujeto firmemente, todo esto sin sacarle la polla del coño y siguió penetrándola ante el asombro de la mujer.

La madura nunca había experimentado esa posición y debía admitir que era algo excitante.

Doña Guille se maravilló ante aquella acción y se excito aún más. El calabacín ya no era suficiente y buscando entre la bolsa del mercado saco una zanahoria. Fue entonces que una picara idea cruzo por su mente.

Mientras la pareja seguía ejecutando su acto se acercó hasta quedar detrás de su amiga y arrodillándose comenzó a comerle el culo a la mujer.

Marilu nuevamente se sorprendió al sentir la lengua de Guille en su ano pero no dijo nada al respecto, limitándose a disfrutar del placer que aumentaba a cada momento. Guille aprovechaba para lamer no solo el trasero de la madura sino también se dedicaba a los huevos del chico que colgaban bastante cerca y se estrellaban contra el trasero de su tía con cada embestida.

Una vez que se aseguró que el ano de Marilu estuvo bien mojado, Guille tomo la zanahoria y sin avisar la introdujo dentro del culo de la mujer. Esta solo pudo emitir un sonoro gemido al sentir al intruso en su entrada posterior. No era la primera vez que recibía algo por aquel agujero pero sin duda nunca espero que eso sucediera en aquel momento.

-Ayyy, que cabrona eres Guille. -dijo la mujer

-Como si no estuvieras acostumbrada a que te metan cosas por ahí, zorra. -respondió la madura.

-Tu tía es bien guarra, Ricardito. Vas a tener mucho trabajo en casa para dejarla satisfecha. -continuo la mujer mientras empezaba a sacar y meter el vegetal del ano de su amiga.

-Eso no me importa. Si ella quiere puedo follarla todos los días.- respondió el chico mientras seguía con las embestidas.

-¿Lo dices en serio, mi cielo? ¿Le darás de tu gorda polla a esta vieja zorra todos los días? ¿Me follaras también por el culo como la puta que soy? -pregunto la mujer

-Claro que si tía. Cuando quieras y donde quieras. Te follare siempre que pueda.-respondió el chico y nuevamente se fundió un apasionado beso con su familiar.

-¡Oigan! ¡¿Y yo estoy pintada o qué?! -pregunto Guillermina desde abajo, molesta por ser excluida.

-Para usted también tengo, doña Guille. Solo deje que vacié mi leche dentro de mi tía y la siguiente descarga será para usted. -contestó el joven.

-Mmmm, más te vale. -dijo la mujer y continuo con su estimulación al culo de Marilu.

Ricardo aumento sus embestidas mientras sostenía con fuerza a su tía entre sus brazos. Esta estaba loca de placer con la verga de su sobrino y la zanahoria en su culo llenando sus agujeros. La madura alcanzo el tan esperado orgasmo y soltando un alarido se corrió con fuerza. Sus jugos bañaron la polla del chico quien aun seguía bombeando dentro de su raja, haciendo que su corrida comenzará a chorrear por el suelo del lugar. La mujer seguía aferrada a su sobrino quien aun no paraba de embestirla como un taladro. El chico tenía bastante stamina y Marilu comenzó a sentir como un segundo orgasmo llegaba, más potente que el anterior. Otra vez gimió con fuerza al descargar sus jugos pero esta vez, Ricardo no tardó en unirse a su tía y gruñendo descargo su semen dentro de su coño.

Ricardo permaneció de pie jadeando, buscando recuperar el aliento pero sin dejar de sujetar a su tía con fuerza. Caminando un poco con cuidado llego hasta la mesa y la deposito suavemente mientras su aun erecta polla salía de la raja de Marilu haciendo que la leche del chico y los jugos de esta salieran como un caudal. Doña Guille quien aún está de rodillas se dirigió hacia la chocha de su amiga y pego sus labios a está buscando no dejar escapar ni una sola gota de lo que emanaba de ahí. El néctar prohibido sabio como ambrosia de dioses para la caliente madura.

Una vez que hubo bebido suficiente se despegó del coño y volteando hacia la polla de Ricardo se llevó la sorpresa que aún seguía erecta.

-Joder, Marilu, pero mira nada más esto. Luego de la tremenda cogida que te ha pegado este chico aún tiene ganas de más. Ya quisiera que mi marido fuera así. Menuda suerte tienes, cabrona. La próxima vez que te vea estarás en silla de ruedas, jajaja. -se rio la madura mientras se ponía de pie.

Marilu se fijó que efectivamente la verga de Ricardo seguía aun parada. La mujer se estremeció de solo imaginar que tendría a su disposición a aquel pedazo de carne en su casa.

-Eso espero, Guille. Si por mi fuera la tendría metida todo el día pero con mi hermana en casa. Tendremos que buscar la forma de follar sin que tu tía Fernanda se entere, cariño. Por ahora será mejor que le des buen uso con doña Guillermina. -dijo Marilu dirigiéndose a su sobrino.

-Ufff, venga Ricardito. Que desde hace rato tengo ganas de catar tu verga dentro de mi coño. Adelante, macho. No te cortes y métemela sin piedad como un torero da una estocada. -dijo la madura española empinándose nuevamente sobre la mesa.

-aún tengo bastante energía para complacerlas a las dos, par de zorras. Me asegurare de dejarlas bien llenas de verga todos los días mientras estemos aquí encerrados. -contesto Ricardo ya entrado en confianza.

El chico se acercó hasta la madura y cumpliendo con su petición le introdujo su verga hasta el fondo de una sola embestida. La mujer chillo como una puerca al sentir el fierro de carne tocar hasta lo más profundo de su ser. Sus manos se aferraron con fuerza a los lados de la mesa para poder soportar los embates que estaban por venir.

Sin perder un instante Ricardo comenzó a penetrar a la madura. Su enorme culo se agitaba cada vez que sus caderas chocaban con él. Sus enormes tetas colgaban como un par de ubres bamboleándose al compás del mete y saca.

El chico llevo sus manos hacia esos enormes globos de carne y desde atrás comenzó a apretarlos con fuerza. Guillermina gemía con gozo mientras esa polla joven entraba y salía de su raja.

-Así, papito, así. Ufff, masss, fóllame con ganas, métemela toda, hasta el fondo, ahhh, sigue, sigue. Más, más. Apriétame las tetas, me vuelve loca que hagan eso. -decía la madura con deleite

Siempre dispuesto a complacer Ricardo apretó con más fuerza aquellas gigantes tetas y sin descuidar sus embestidas.

Marilu era ahora la espectadora usando un pepino dentro de su coño que aun pedía más. Que suerte había tenido que aquellos eventos hubieran sucedido aquel día. Ahora sabía que tenía una buena verga en casa para ella y por dios que se aseguraría de exprimirle hasta la última gota de leche. Solo le preocupaba su hermana Fernanda. En otra ocasión aprovecharían sus viajes a la iglesia para follar pero con la cuarentena tendrían que idear una manera de hacerlo sin ser descubiertos. Sin darse cuenta una idea inmoral comenzó a formarse en su mente, si ya había cruzado una línea bien podría seguir adelante y cruzar una más. Solo que tendría que planearlo muy bien.

Doña Guille seguía disfrutando de los embates de Ricardo pero la madura quería más.

-Ay, ay, que rico Ricardito, pero hazme un favor mi cielo, métemela por el culo, quiero sentir tu gorda polla por ahí. Si tu tía fue tu primer coño, yo quiero ser tu primer culo. -dijo la madura suplicante.

-Claro que sí, doña Guille. Usted manda. -respondió el chico emocionado por poder probar el sexo anal tan rápido.

Marilu salió de sus pensamientos y se levantó de su asiento para poder ayudar a su sobrino a follar a su amiga por el culo.

-Espera Ricardo, primero hay que lubricarlo bien, que lo que tú te cargas es mucho más grande que una zanahoria. Permíteme.-dijo la madura y tal y como Guillermina había hecho con ella se dedicó a lamer la entrada posterior para dejarla lista.

Ricardo permaneció de pie acariciándose la polla mientras veía como su tía comía el culo de su vecina. Aquel día había sido algo de locos, de verdad que su tía era una guarra. Se preguntaba que tanto mas estaría dispuesta a hacer con él. El chico tenía varias cosas en mente para ella.

Marilu metía su lengua en el ano de su amiga, lamiendo sus alrededores hasta que estuviera bien ensalivado.

Luego se dirigió hacia su sobrino y se metió su polla en la boca para dejarla bien lubricada aunque eso no era necesario pues la verga de Ricardo estaba bañada con los jugos de Guille y también con los de su tía. Marilu sabía bien eso y su verdadera intención era probar esa mezcolanza de corridas que le supo a gloria.

-Ahora sí. Listo para que te folles a esta puerca por el culo. Métesela con ganas, cielo, para que chille como lo que es. -dijo Marilu y le dio una sonora nalgada al gran culo de su amiga, cosa que la hizo estremecer.

El joven obedeció y dirigió su verga hasta el agujero posterior de la madura. Con cuidado empezó a introducirlo y descubrió que era más apretado que el par de coños que había follado antes. Temeroso de lastimar a doña Guille fue metiéndola lentamente abriéndose paso poco a poco. Guille agradeció el gesto pero la verdad es que su ano estaba más que acostumbrado a recibir todo tipo de intrusos ya que ella era fanática del sexo anal.

Sorprendiendo al chico ella fue quien metió reversa y se incrusto sola en aquel fierro de carne palpitante.

-No te preocupes, cariño. Esta vieja guarra no se corta por una buena follada anal. Así que adelante, macho. Dame todo lo que tengas. -dijo Guille aferrándose nuevamente a la mesa.

Quien diría que aquellas mujeres maduras terminarían siendo semejantes putas, pensó Ricardo. Oh bueno, mucho mejor para él. Una vez más inicio su placentera labor y comenzó a bombear el culo de la mujer. Guille estaba extasiada con la grandiosa polla del chico. Era injusto que Marilu la tuviera solo para ella. Al menos durante la cuarentena los convencería de usar su tienda para sus encuentros y así poder ser parte ella de los mismos.

Un sonoro golpe la saco de sus pensamientos, Marilu le había propinado una buena nalgada en sus amplias posaderas, el ruido había rebotado en el cuarto cerrado haciendo eco en el lugar.

-Ándale, Ricardo. Dale con ganas que eso le gusta. -dijo la tía del chico

-Joder contigo, Marilu. Si serás cabrona. Pero tiene razón, cielo, me encanta que me den nalgadas mientras me follan el culo. Ándale, pégame una buena con fuerza. -respondió la mujer.

El chico no dejaba de sorprenderse de este par de viejas zorronas. Sin dejar de follarla levanto una mano y con todas sus fuerzas le asesto una nalgada a la madura. El golpe retumbo nuevamente y la marca de su mano se quedó unos instantes plasmada en el amplio trasero de la española.

-Ahhhggg, que gusto. Síguele, Ricardito, dame con fuerza. Ufff, y no pares de meterla. Ay, ay, AY, que gozo .-decía la mujer recibiendo los azotes del muchacho

Plaf. plaf. plaf. Una nalgada tras otra sobre el cada vez más rojo trasero de la española. Marilu se estaba masturbando mientras observaba como su sobrino sometía a la mujer. De pronto tuvo una idea, se dirigió hacia el frente y se subió a la mesa de donde se aferraba su amiga.

-Ahora si cabrona. Es tu turno de darme una buena comida de coño. -dijo mientras abría su raja frente a Guillermina.

Esta no dudo ni un instante y hundió su rostro entre las piernas de su vecina. Aún quedaban restos de la corrida y Guille los saboreo nuevamente con deleite.

Ricardo seguía embistiendo con fuerza a la madura, ella ahogaba sus gemidos en el coño de Marilu lo que le provocaba un inmenso placer a esta. Mientras a nalgueándola, el chico veía como su tía gemía y se daba más placer jugando con sus pechos.

El olor a sexo inundaba aquel cuarto y los gemidos eran lo único que se oía en el lugar. El orgasmo estaba cada vez más cerca para los participantes de aquel trio. La primera en correrse fue Guille quien lanzo un poderoso alarido el cual hizo eco en el coño de Marilu haciendo que esta también alcanzara el clímax. Ricardo estaba a punto de venirse pero en lugar de llenar el culo de la madura con su corrida tuvo una mejor idea.

-Doña Guillermina, ¿me permite intentar algo? -pregunto el chico disminuyendo sus embates contra la cansada madura.

-Seguro, querido. ¿Qué es? -pregunto exhausta separándose del coño de la otra mujer.

-Quiero meter mi verga entre sus tetas y correrme en ellas. -dijo el chico.

-Vaya que eres un picaron. Adelante, cielo. -contesto Guille y nuevamente se puso de rodillas frente al muchacho.

El chico se acercó hasta ella y coloco su polla entre aquel par de globos de carne; la mujer obediente uso sus manos para aprisionar al intruso y comenzó a frotar de arriba hacia abajo sin dejar escapar esa exquisita polla.

Ricardo no tardo mucho y dando un gemido soltó toda su leche disparándola sobre la cara de la española. Su tía se apresuró a ponerse de rodillas junto a Guille y pudo recibir un par de lechazos en su rostro también.

El chico se alejó totalmente agotado y se sentó en la silla cercana. El par de maduras se dedicaron a besarse lamiendo los restos de leche del rostro de la otra y compartiendo lo que podían recolectar.

Finalmente también se sentaron en el piso por fin satisfechas, por ahora.

-Bueno cariño, será mejor que regresemos a la casa. Tu tía Fernanda debe estar preguntándose porque hemos tardado tanto. Además tengo que preparar la cena. -dijo Marilu poniéndose de pie.

-¿Qué dices si esta noche hago ensalada con aderezo especial? -pregunto la mujer tomando las verduras que habían usado para darse placer.

-Seguro tía, siempre y cuando pueda probar ese aderezo después. -dijo el chico abrazando a su tía.

-Solo si tú también me das leche antes de dormir. -contesto la mujer para luego besar al chico.

-Toda la que quieras, tía. -dijo el chico luego del beso.

-Oigan par de guarros, será mejor que me ayuden a limpiar todo este desorden antes que alguien venga. -dijo doña Guille comenzado a recoger y levantar el tiradero.

Era raro que nadie se hubiera asomado en todo el tiempo que había estado cerrada la tienda considerando que todos estaban en la vecindad.

Lo que ninguno de ellos sabia era que todos los vecinos tenían muy buenas razones para ello…

CONTINUARÁ...

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