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Viuda reciente, madre caliente (Parte 1)

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Este relato es totalmente ficticio siendo mí personal “homenaje” al director de cine italiano Andy Casanova, para mí uno de los mejores directores de cine UnderGround de los últimos 30 años. El guion está basado en su filme La Vedova.

Este relato tuvo lugar en Italia hace unos años, al fallecer mí marido, siendo aún joven y fuerte.

Nos casamos siendo los dos muy jóvenes, estando enamorados el uno del otro. Vivíamos en un pueblo pequeño, muy tranquilo, en una casa alejada del pueblo con mucho terreno verde alrededor.

El pueblo está cerca de Génova, a menos de una hora en coche. Yo siempre he sido una mujer de sangre y temperamento caliente, con carácter. Todas las noches buscaba a mí difunto marido, no haciéndome caso él, teniendo que conformarme con acariciarme yo sola, metiéndome los dedos hasta el fondo de mí hambriento coño, hasta correrme varias veces.

Mí fuerte educación conservadora y religiosa, me cohibía para engañar a mí marido con un amante. De nuestro matrimonio nació Mario, un chico tan fuerte cómo su padre, era su misma estampa, muy bello, un hombre atractivo, seductor, que atraía las miradas de las mujeres.

Desde hacía seis meses no estaba con ningún hombre, teniendo que tocarme todas las noches, hablándole a mí difunto esposo, diciéndole que le necesitaba, que me estaba volviendo loca, de no tenerlo a mi lado.

Yo soy una señora atractiva, maciza con caderas apretadas, de muslos macizos y pechos medianos, muy tersos. Mi boca es de labios carnosos, que parece estar hecha para besar y chupar. Después de seis meses seguía llevando luto, por respeto a mí difunto esposo. En los pueblos pequeños de Italia el respeto a los difuntos es algo muy arraigado en la tierra.

En la mesita de mí cama tenía una fotografía de mí difunto esposo, con la que hablaba a menudo. Una vez por semana iba al cementerio, en las afueras del pueblo para llevarle flores.

Cuando sucedieron los hechos fue un sábado por la tarde del mes de agosto. Llegué al cementerio vestida con un traje chaqueta, con una falda de tubo ajustada a mis caderas, de color gris oscuro, con medias negras de cristal, aunque fuera verano me gustaba ir así bien vestida, con zapatos de tacón negros.

Delante de la tumba de mí difunto, le conté lo abandonada que me había dejado, lo sola y perdida que me sentía, como le necesitaba a mi lado.

—Paolo, se me hace muy duro seguir sin ti a mí lado. Me siento sola, perdida, abandonada, es una suerte que tenga a Mario, nuestro hijo me hace sentir fuerte y me apoya mucho.

Mario, nuestro hijo, me lo da todo...

Esa tarde al llegar a casa llamé a Mario por la casa sin dar con él, mientras le iba diciendo —Mario ¿dónde estás tesoro? ¿Cuánto hace no vas a ver a tu padre? ¿Mario?

Recorrí todas las estancias mientras me quité la chaqueta del traje falda. Abrí el baño, llamándolo con un susurro desde fuera antes de abrir la puerta.

—¿Mario...? —Lo encontré duchándose mientras lo observaba con la puerta entornada, apenas abierta lo justo para observarlo bien.

Tenía una espalda fuerte, con un culo duro y prominente, sus muslos se veían fuertes y musculados. Salió de la ducha poniéndose a pajearse delante de mí, enseñándome una polla mucho mayor que la de mi difunto esposo.

No pude evitar excitarme al ver aquella escena, aunque fuera mi hijo, sangre de mí sangre aquel hombre... tan bello, no pude evitar llevar mí mano a mis bragas, pasándome los dedos por encima de la tela, que noté húmeda rápidamente. Mis ojos no podía apartarlos de aquella polla tan dura y gruesa. Mario movía la mano más rápido a cada instante, sintiéndome más excitada mojé mis dedos con saliva, apartando la tela de las bragas, para acariciar mí coño excitado, mientras espiaba a mi hijo desde la puerta.

Acaricié mis labios húmedos y abiertos metiendo mis dedos morbosamente, mientras con la otra mano saqué mis tetas fuera del babydoll, teniendo mis pezones duros cómo hacía tiempo no los sentía, de ver cómo mi hijo se pajeaba aquella polla tan hermosa. Me notaba excitada y caliente, sin darme cuenta de la locura que estaba cometiendo, una mujer conservadora y religiosa cómo yo, hasta que fui capaz de parar, encerrándome en mí alcoba.

Al irme de la puerta del baño, me pareció que Mario me vio cómo entornaba la puerta, cómo si hubiese sabido que lo había expiado. Esta remota posibilidad me produjo un vértigo profundo, a la vez que noté mi coño inundarse de jugos, notando mis muslos húmedos.

En mi alcoba hablé con la foto de mí difunto esposo.

—Paolo estoy volviéndome loca de deseo, hace días que cuándo vuelvo del cementerio al ir a verte, espío a nuestro hijo Mario, mientras se ducha y se toca. Creo que me ha visto expiándolo hoy, me recuerda mucho a ti, cuándo eras joven cómo él.

Nuestro hijo es un hombre fuerte, atractivo, que atrae mi mirada, me estoy volviendo loca, me siento perdida Paolo, no sé qué va a ser de mí. Estoy muy caliente y excitada Paolo...

Me eché en la cama, mientras llevaba mí mano a mí coño apartando las bragas, acariciándome mis húmedos y abiertos labios

—OH... oh... sí... mmm... cómo necesito un hombre que me folle, sí mi coño que húmedo esta... oh sí...

Me saqué las tetas, pellizcando mis pezones poniéndoseme duros, y mi coño más húmedo a cada instante. Me puse a cuatro patas, metiéndome un dedo en el culo, que mi difunto marido nunca quiso follarme por su estúpida moralidad. Cómo necesitaba una polla por Dios, acaricié mi hinchado clítoris estirándome toda espatarrada en la cama, sacudiendo mis caderas en el aire, cómo si tuviera un ataque epiléptico del gusto tan fuerte que sentía, sin poder apartar de mí mente la imagen de mi hijo en el baño, chillando de placer

—Ah, ah, sí como necesito un hombre que me de placer ah, así... mmm... ah... sí.

Cuándo estaba más excitada, gritando de placer, titilando mí excitado clítoris, Mario entró en la alcoba seguramente asustado por mis fuertes gemidos, viendo cómo me metía el dedo hasta el fondo de mi coño, mientras acariciaba mí clítoris, mientras sollozaba de gusto, pidiendo un hombre que me consolara.

Mario entró sin llamar al escuchar mis fuertes gemidos de placer,

— Mamá... ¿qué te pasa, qué estás haciendo?

Al oírlo saqué el dedo de mi coño, toda sonrojada y molesta con él por entrar así sin llamar.

—Ah... ah... ¡¡Mario!! Tú no puedes entrar así en mí alcoba, tesoro ¿cuántas veces tengo que decírtelo?

—Oí algo y pensé no te encontrabas bien, por eso entré así.

Al fijar mis ojos en la toalla atada a su cintura, descubrí que me había estado expiando, mientras metía mi dedo en el coño.

El bulto debajo de la toalla era de escándalo, excitándome más el descubrir que me había estado expiando el muy atrevido, igual que yo le había expiado.

—No estoy bien Mario, no estoy bien tesoro, desde la muerte de tu padre me siento estresada y sola, nerviosa por todo...

—Mamá échate en la cama ven así, relájate ya verás que bien.

—Gracias tesoro, si no te tuviera a ti cariño, no sé qué haría.

Mario masajeó mis muslos, subiendo sus manos con desparpajo, subiéndome la falda hasta el borde de mis bragas, para poder masajearme sin nada que le molestara.

—Eres una señora bella y hermosa mamá, una gran señora muy atractiva.

—Gracias cariño, pero solo soy una señora madura, con un hijo, que siempre serás mi hijo pequeño, cariño.

Las manos de Mario, me acariciaban los muslos más cerca de las bragas a cada instante, notándome más excitada por como mi hijo me acariciaba.

—Oh... oh... Mario que bien me das el masaje mí bebé.

—No mamá yo no soy ya un bebé, soy un hombre.

—Para mí serás siempre mi bebé tesoro.

—No mamá mira...

Diciendo esto Mario me cogió la mano llevándola hasta el enorme bulto debajo de la toalla, haciendo que le agarrara la polla, que estaba cómo una piedra de dura.

Al tenerla en mí mano, noté como se humedecía más mí caliente coño, pareciéndome más gruesa al tenerla entre mis dedos.

—Mira mamá cómo soy un hombre, agárrala así, siente lo dura que me la has puesto.

—No... Mario... no, soy tu madre... oh... no me hagas esto... oh... Mario... oh... no puedo soy tu madre... oh.

—Así siente lo dura y gruesa que esta por ti, eso es sí mueve la mano... oh... sí... mamá... eso es.

—Mario no me hagas esto... oh... oh no puedo... mmm... no puedo cariño.

Más excitada a cada instante agarré la polla de mi hijo, sintiendo cómo se ponía más dura entre mis dedos, oponiéndome menos cada vez. Mi hijo al ver que me oponía menos a cada momento, y sintiendo cómo yo le agarraba la polla con más deseo, se envalentonó manoseándome todo el coño, dándose cuenta de cómo estaba de húmedo y abierto, sin parar de soltar jugos.

Sin perder tiempo, me cogió con fuerza del pelo, pasándome la polla por mis labios, obligándome a que le comiera la polla, y le lamiera los huevos, que eran enormes y muy peludos.

—Toma mí polla mamá eso es, cométela toda así... mmm toda hasta el fondo, ooohhh... ooohhh... sí.

Mi hijo me embistió con fuerza la boca cómo si me la follara, haciendo que me la tragara toda, llegando a producirme alguna arcada por lo gruesa que la tenía.

—mmmppp... mmmppp... no Mario... eso sí que no... no me hagas esto por favor, soy tu madre... Mario no...

Mi cuerpo en contra de mí mente, sentía cómo se excitaba más a cada momento de sentir cómo mí hijo, me hurgaba todo el coño con un desparpajo que me tenía más caliente y excitada a cada momento. Yo me sentía el coño más húmedo y excitado, por como mí hijo hacia que le comiera toda la polla, y lo bien que sabía tocarme el coño, cómo nunca su padre había sabido tocarme.

Mi hijo se dio cuenta de lo excitada que yo estaba, por la cantidad de jugos que soltaba sin parar mí coño, haciendo sus dedos un chapoteo lascivo, impregnando al aire de sexo caliente y prohibido, excitándonos cómo animales.

—mmm... sí mamá así cométela toda ooohhh... lamela toda así, saboréala bien... que lengua tiene la señora, tienes el coño muy húmedo y caliente, tu hijo te va a dar lo que la señora necesita... mmm... que boca tienes mamá... sí.

Excitada por las palabras de Mario, lamí toda la polla, sin dejar sus huevos, saboreándola sin prisa, como él me decía, notándome más excitada a cada instante. Sin poder aguantar más la excitación, mi hijo me echó en mí cama, poniéndose mis piernas en sus hombros.

En esta postura con todo mí coño abierto y ofrecido, me frotó la polla por el coño, sin metérmela, poniéndome más ansiosa y caliente, deseando me follara.

—Aaahhh... tesoro dámela toda cariño, no me hagas sufrir más...

Mario viéndome así de excitada, me la clavó toda de una vez, notando como sus peludos huevos chocaban en mí coño.

—Aaahhh... aaahhh... sí... aaahhh... folla a mamá así... oh... ¡¡que polla!! ... dámela toda... oh... cómo me la metes toda... sí... no pares hijo, dale toda la polla a tu madre... perverso... folla a mamá... mmm.

Excitado por mis palabras, Mario me cogió del culo con ambas manos iniciando así un mete saca rápido y profundo, clavándome más toda la polla, como nunca me la había metido nadie, haciendo que me abrazara a él muy fuerte, atenazándolo con mis muslos por sus caderas, sintiendo su grueso cipote en el fondo de mí coño cómo me llenaba toda, mientras cogida a su cuello le daba mí lengua, excitada por lo bien que me follaba

—Ooohhh... ooohhh... mamá toma toda mí polla así... hasta el fondo de tu coño, que bien follas... qué coño tienes, tómala toda...

—SÍ cariño... ooohhh... ooohhh... clávamela así todaaa... toma mí coño... ¡¡folla a mamá!!

A cada embestida, notaba como mi hijo me rozaba y follaba el coño, como jamás había sentido nunca, haciendo que me corriera sin parar.

Yo por lo caliente y excitada que estaba, apretaba la polla de mí hijo con el coño, como si se la mordiera, haciendo que Mario se corriera dentro de mí coño, teniéndolo bien atenazado con mis muslos.

—Ooohhh... mamá... tu coño es muy estrecho, que rico, ooohhh... me aprietas muy fuerte la polla... me corrooo ya... me corrooo ¡¡mamá!!

—Sí tesoro... mamá se ha corrido sin parar... dame toda la leche... así, me corro contigo, llena mí coño de leche así... oh cuanta tienes.

—Sí toma mí leche... oh me corrooo...

Durante toda la semana siguiente, me sentí excitada y nerviosa, por cómo mí hijo había sabido follarme tan bien. Sabía que no estaba bien, acostarme con Mario, pero mi coño se mojaba nada más tener a mi hijo al lado.

Igual que el sábado pasado visité la tumba de mí difunto esposo, le reproché me hubiera dejado sola y tan desconsolada, explicándole igual que hice la semana anterior, que nuestro hijo Mario me daba mucha fuerza y ánimos, además de dármelo todo...

Nada más entrar en casa, llamé a Mario por la casa, recordándole tenía que ir a visitar a su difunto padre.

Al igual que la semana pasada, lo encontré en el cuarto de baño. En esta ocasión, encontré la puerta ya abierta, cosa que me extrañó. Al mirar dentro vi a Mario, pajeándose de pie, cogido al lavabo, cómo si se follara al lavabo, frotando su enorme polla contra el canto pulido del lavabo.

A cada instante aceleraba más sus caderas, viendo su polla muy gruesa, y con la cabeza muy hinchada y amoratada.

Nada más verlo así, noté como se me humedecía el coño, mojando mis bragas. Metí mis dedos dentro de las bragas, notando como tenía de húmedo el coño, con los labios hinchados por el deseo y el morbo de espiar nuevamente a mí hijo.

Me metí dos dedos, empapándolos de jugos en pocos segundos. Mario aceleró el movimiento de su culo, a la vez que le escuché decir:

—Ooohhh... ooohhh... mamá... ¡¡qué buena estás!! Que ganas tengo de follarte y consolarte cómo tú necesitas... así toma mí polla mamá... ooohhh.

Nada más oír a mi hijo llamarme así, me corrí del gusto, empapando mis dedos de jugos, además Mario miró para la puerta, estando segura que me vio como le estaba expiando.

Rápidamente me fui a mí habitación, excitada por saber cómo mi hijo me deseaba, y nerviosa porque estaba segura, el golfo había dejado la puerta entornada sabiendo que yo le expiaría al volver del cementerio, como había hecho la semana pasada.

Al entrar dejé la puerta entornada, y me puse a cuatro patas con la falda levantada hasta la cintura, con el coño y mi culo ofrecidos hacia la puerta.

Avergonzada con las mejillas rojas hasta las orejas, y a la vez excitada de haberle visto de nuevo la polla a mi hijo, y que me hubiese visto tocarme mientras lo expiaba, me metí dos dedos hasta el fondo del coño, notando como soltaba jugos, como nunca lo había hecho antes.

Así de excitada con mí coño todo a la vista, ofrecido hacia la puerta, vi en el espejo de mí cama, la sombra de mi hijo, expiándome igual que yo había hecho.

Caliente por saber a Mario mirándome cómo me pajeaba, me corrí de gusto, metiéndome bien dentro los dedos, mientras gemía como una guarra, para que me oyera y así excitarlo más, igual que él había hecho antes conmigo.

—Ah... ah... que caliente estoy... ah... sí tesoro folla a mamá más... así... ah...

Mario entró sin llamar como hiciera la semana pasada, viéndome con los dedos bien clavados en mí húmedo coño.

—... mamá ¿qué te pasa, estás bien? —¡¡Mario!!... no puedes seguir entrando así en mí habitación, no, no estoy bien hijo.

Como en la ocasión anterior la toalla dejaba entrever un bulto de escándalo, más grande si cabe, que la anterior ocasión.

Nada más ver el bulto de mí hijo, mí coño humedeció más las bragas, Mario se sentó en el borde de la cama, haciendo me sentara encima de sus muslos.

Me abrazó muy fuerte por la cintura, dándome besos y lametones por el cuello y la oreja, poniéndome muy caliente, mientras no dejaba de hablarme, tratando de consolarme.

—Mamá ¿qué te pasa? te noto muy chafada y preocupada.

—Me siento muy sola y abandonada por tu padre, cariño, estoy desconsolada

—Yo sé que necesitas, confía en mí, quiero cuidar de ti... ya lo veras.

Mi falda al estar sentada, quedó toda levantada hasta arriba, dejándole ver a Mario mis bragas, y los muslos desnudos del todo. Mi cara no podía estar más roja de vergüenza, por verme cogida así, pajeándome por mi hijo, mientras chupaba mi oreja y mi cuello, notándome más caliente a cada momento.

Mario subió su mano por mis muslos, separando mis piernas para poder tocarme con más descaro.

—Tesoro, mamá ya sabe que la quieres consolar... pero no está bien lo que hicimos mí vida...

Mi hijo acarició las bragas, pasándome toda la mano por el coño, descubriendo como tenía el coño de húmedo. Al saberme así descubierta, me sentí más avergonzada y excitada a la vez, por verme así sentada en los muslos de mí hijo.

Mario metió los dedos por el borde de las bragas, excitándome más, haciendo me abrazara a su cuello, escondiendo mí cara en su hombro, mientras le decía que no siguiera, que no me tocara así, pero sin yo hacer nada, ni cerrar mis muslos en ningún momento.

—Ah... ah... no... Mario... ah... mmm... no me toques así... oh... oh...

Los dedos de mi hijo, me acariciaron toda la pelambrera, hurgándome los labios de mí coño, que estaban hinchados y abiertos de excitación.

Yo me sentía la cara arder, notando como mi hijo me metía los dedos dentro del coño, empapándoselos de mis jugos.

— Ah... ah... ah... ¡¡nene!! No me toques así... ah... ah...

Más excitada y cachonda a cada instante, los muslos se me abrieron solos, para facilitar que mi hijo me tocara el coño mejor, mientras me abrazaba más fuerte a su cuello, tratando de que no viera Mario como me sentía de avergonzada

—Mamá confía en mí, yo sé qué necesita una señora cómo tú, veras como sí.

Al mismo tiempo que me decía esto, mi hijo me metió los dedos hasta el fondo del coño, dándome un placer como nunca había sentido, haciendo me corriera en sus dedos, soltando jugos cómo un grifo mal cerrado, con un chapoteo sonoro muy guarro, mientras me abrazaba más fuerte a su cuello, con mis muslos separados del todo, empujando mí coño contra los dedos de mí hijo, sin dejar de correrme.

Mientras no dejaba de repetir su nombre, excitada como pocas veces lo he estado nunca.

—Mario... ah, ah, ah... Mario... ah... no me toques así... Mario... ah... ah... ah... sí... sí...

—Eso es mamá sí déjate ir así... oh... que buena estás mamá... sí córrete así... oh...

—Ah... ah... Mario... me corrooo... sin parar hijo...

Nada más correrme, Mario me besó haciéndome le diera la lengua.

Me sentó encima de sus muslos, de cara hacia él, notando su polla dura cómo una barra de carne, rozar mí coño. Sin dejar de darnos la lengua, yo misma enfilé su grueso cipote en mí coño, sentándome encima de la polla.

Nada más sentir cómo me metía la cabeza de la polla, Mario me empaló toda la polla, teniéndome bien cogida por la cintura y el culo.

Excitada y avergonzada, por sentir tanto placer con alguien que era sangre de mí sangre, mi hijo, dejé de darle la lengua, abrazándome a su cuello cómo si quisiera ahogarlo.

Con mí cara purpura, con esa mezcla de excitación y vergüenza, por una follada tan morbosa y lasciva, sintiendo como mi hijo me follaba, clavándome la polla en el fondo de mí coño, me atreví a decirle lo que mí cuerpo sentía.

—Ah... ah... ah... sí... sí... follame así hijo... dale a mamá lo que necesita... ah... consuela así a mamá, tesoro... ah... ah... clávame toda la polla... más.

—Ooohhh... ooohhh... mamá sí... que bien te follo así... toma mi polla así... que buena estás... oh...

—Me corrooo Mario... oh... ooohhh... sí llena mí coño con tu leche... oh...

—Sí mamá me corro contigo... ooohhh... tu coño que bien lo follo... toma mí leche...

El sábado siguiente después de volver del cementerio y dejarle flores a mi difunto esposo llegué a casa, como las veces anteriores.

En esta ocasión no encontré a Mario en el baño. Me dirigí a mi cuarto, quitándome la blusa y la falda, quedándome con las medias, zapatos de tacón, liguero y bragas.

Excitada al pensar qué pensaría Mario si me encontrara vestida así tocándome, me puse a cuatro patas, acariciándome, con la puerta de la habitación abierta.

Excitada, metiéndome dos dedos en el coño, me sorprendió mí hijo, sujetándome las manos a la espalda. Sin hacer caso de mis quejas, se atrevió atarme las manos a la espalda, quitándome una de las medias.

—Mario, suéltame ahora mismo ¡¡soy tu madre!! No tienes derecho a aprovecharte así de tu pobre madre viuda... no me ates las manos así, no me toques así... ah, ah.

—Mamá eres una señora muy caliente y una guarra, a la que papá nunca ha sabido darte lo que tú necesitas, yo te lo voy a dar todo...

Mario me dijo esto, mostrándose muy seguro y decidido, excitándome de verlo así de firme conmigo.

Desoyendo mis quejas, que no eran muy firmes esa es la verdad, me cogió del pelo, cómo hiciera la primera vez, y me metió la polla en la boca, haciendo que me la tragara toda, sin dejar de lamerle sus huevos, que los noté llenos de leche.

— Abre la boca mamá así eso es, comete toda la polla hasta el fondo, esto es lo que necesita una Señora caliente y cachonda cómo tú... mmm... sí así... ooohhh... que bien te la comes toda ¡¡guarra!! voy a darte todo lo que papá no te dio nunca... sí lame mis huevos así que se llenen bien de leche... ooohhh... ooohhh... sí toda hasta el fondo.

—Mmmppp... ah, ah... mmmppp... no me hables así, soy tu madre... mmmppp...

Más excitada a cada momento por cómo me veía tratada y lo que me decía Mario, me comí toda la polla con gran placer, lamiendo sus huevos, notando mí coño más húmedo a cada instante.

Mi hijo me hurgó el coño, descubriendo cómo me tenía de excitada, el muy osado.

—Tienes el coño todo empapado de jugos, ooohhh... qué bien me la comes mamá.

Mi hijo me metió dos dedos rozándome todo el coño, metiéndolos hasta el fondo, atreviéndose a azotarme las nalgas, de forma repetida, sintiéndome más excitada y con el coño más húmedo por verme tratada así.

Me sacó la polla de la boca, y me hizo ponerme en el borde de la cama, así como estaba a cuatro patas, haciendo apoyara la cabeza en la cama. En esta postura tan obscena me vi, con todo mí coño y mi culo ofrecidos a mí hijo.

Mario se colocó detrás de mí, de rodillas en el suelo, apartándome las bragas, me lamió el coño como su padre nunca lo había hecho. Sentí su lengua abriéndome mis hinchados labios, entrando en mí coño, chupando los labios cómo si los pintará, notando se bebía los jugos que mi coño no paraba de soltar.

Sorprendida de sentir tanto placer por cómo mí perverso hijo me comía tan bien el coño, me vi arrastrada por la lascivia, corriéndome sin parar, frotando mí coño contra su boca, para que no dejara de comérselo.

Mientras no dejaba de frotarle el coño contra su viciosa lengua, protesté por pura decencia, sin convicción ninguna, diciéndole no me tocara así, sin dejar de gemir y sollozar por el placer que el muy golfo me supo dar, hurgándome con su lengua cada pliegue de mí excitado coño, sin dejar de azotar mis nalgas

—Aaahhh... mmm... no... no me to... ques... así... aaahhh... ¡¡Mario!! ooohhh... soy tu madre... aaahhh... me estás confundiendo... aaahhh... nadie me ha comido así el coño nunca... aaahhh... me corrooo... sin parar... aaahhh... tu lengua... me matas de placer... Mario no...

Me lamió toda la canaleta del coño al culo, metiéndome dos dedos dentro del coño, mientras lamia mi culo, notando como me chupaba el culo con gran placer, en unas caricias que me parecieron muy guarras y lascivas, metiéndome rápidamente la lengua en el culo, haciéndome sentir muy guarra y sucia por el placer que me arrancaba, haciéndome gemir al sentir su lengua hurgarme todo mi ano por dentro, sin dejar de acariciar mi coño al mismo tiempo.

Después de comerse mi culo, me hizo le comiera la polla hasta ponérsela dura cómo nunca la había notado antes.

Mario me soltó las manos, y se colocó detrás de mí enfilando la gruesa cabeza de la polla en mi ano.

Al sentir lo que quería hacer proteste diciéndole que su polla era muy gruesa y que no podría meterla, a la vez que intenté apartarme.

Él me cogió con fuerza del pelo cómo si fuera su perra sin ningún miramiento

—¡¡Mario!! ... ah... no hijo, no podrás es demasiado gruesa para mí estrecho culo... ah... no me tironees así del pelo... mmm.

—Mamá tranquila, verás cómo sí entra, relájate nada más, confía en mí.

Diciéndome esto me nalgueó con fuerza, hasta que me puso el culo bien rojo y me lo notaba arder, quejándome yo por los fuertes azotes que me daba, sintiendo para vergüenza mía, mí coño más excitado a cada segundo.

—Ah... ah... ah... ¡¡no!! ah... me arde el culo hijo perverso... ah...

—Eres una guarra mamá, lo necesitas, ahora estarás más relajada, ya lo veras.

Mi coño para darle la razón al perverso de mi hijo, le dio la razón, notando como soltaba más jugos después de recibir los azotes.

A los pocos segundos, tras presionar mí ano con una presión continuada, mí ano cedió tragándose la amoratada cabeza, notando cómo mu culo la mordía intensamente, cómo si deseara tragársela.

Gemí muy fuerte más por la sorpresa y el placer que por el dolor

—Aaahhh... mmm... aaahhh...

—Tranquila mamá no tengas prisa, mueve tu culo poco a poco, eso es así verás cómo te entra toda... que culo tan estrecho tienes... mmm.

Nada más decirme esto Mario me besó en la espalda, recorriéndome un escalofrío de placer hasta llegar a mí coño. Haciéndole caso a mi hijo, empujé poco a poco, notando como aquella barra de carne me llenaba toda, notando como a cada instante la sentía más dentro de mí.

Mario se echó encima de mí espalda, cogiéndome las tetas y el coño, acariciando mi clítoris, poniéndome muy caliente de sentirme acariciada así por todos mis sitios a la vez, mi coño era una fuente de jugos, notando como mi hijo me acariciaba el clítoris haciéndome sentir muy excitada.

Además echado en mí espalda me lamia el cuello excitándome más aún si cabe, pellizcando mis pezones, susurrándome palabras muy calientes, que me pusieron muy cachonda y muy perra, haciéndome sentir una madre muy guarra, de gozar de aquel placer tan intenso, con mi hijo así encima de mí espalda dándome por culo.

— Mmm... Tienes el chocho muy húmedo mamá... oh... que hinchado tienes el clítoris... y tus pezones tan duros... te voy a follar el culo... como papá no lo hizo nunca... hasta... clavarte toda... la polla en el fondo de tu estrecho culo... oh... sí... empuja... así... el culo... mmm...

—Ah... ah... ah... nadie me ha tocado así el clítoris, perverso... ah... siento tu polla en el fondo de mí culo... ah, ah... sí... toca así mí chocho... hijo... ¡¡cabrón!!... ah... ah... estás dando por el culo a tu madre... ah... que dura tienes la polla... ah...

Excitada por las palabras de mí hijo y cómo me tocaba, empuje mi culo hasta sentir sus huevos rozar mí coño.

En ese instante Mario me fue clavando toda la polla, haciéndome sentir como me la clavaba toda, empujando mi culo para que no dejara de follarme.

Viéndome tan excitada Mario me clavó más rápido toda la polla, rompiéndome el culo, haciéndome sentir como me abría hasta el fondo de mi interior, sintiéndome follada como nunca lo había sentido antes.

Noté su polla en el fondo de mí culo, como me llenaba toda, haciéndome perder todo el control, gritándole como si me matara, igual que una vulgar puta le chilla a su chulo que la folle más.

Le grité a mí hijo que no parara de darme por culo, que me llenara de leche, mientras me corría en un orgasmo intenso como nunca había sentido antes.

Mi hijo se subió en mí grupa, dándome un mete saca rápido y profundo, follandome como un perro rabioso se folla a una perra, corriéndonos de gusto como no pensé correrme jamás, parecía mí chulo más que mi hijo, follándose a su puta...

—Aaahhh... aaahhh... aaahhh... sí... sí... folla mí culo más... ah... así... dame por culo... ah, ah, ah... ¡¡cabrón!! Folla mí culo así... me corrooo... rómpeme el culo así cariño…

—Ooohhh... ooohhh... mamá que estrecho es... me corro en tu culo, si toma mí polla... oh...

—Sí llénalo de tu leche... ah... no pares de follarlo...

—Sí toma mí polla y mí leche... ¡¡que culo!! ... oh.

—Oh... sí... cómo me clavas la polla... me corrooo hijo... me quema tu leche...

Así más o menos como os he contado, mi querido hijo supo darme el placer que su padre jamás, ni pudo ni supo darme.

A partir de este instante mí hijo se volvió más perverso y dominante, tratándome como a su puta y yo sintiéndolo como a mí chulo, esto unido a unas circunstancias que pasamos, dio como resultado una relación entre nosotros un tanto atípica.

Espero mi relato os haya excitado y dado tanto placer, cómo a mi escribirlo.

Sí veo que goza de vuestra atención quizá haya una segunda parte...

Un saludo desde Italia.

Azalais copyright2015©

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