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Infidelidad con mi cuñado camionero (Parte 4)

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Al día siguiente desperté y me encontraba sola en la habitación, me paré de la cama algo pensativa, pero cada que recordaba la cogida que mi cuñado José Luis y yo nos dimos en tiempo récord se me hacía agua la boca. Me bañé con afán de salir a buscar a Eduardo y mis hijos pues ninguno me contestaba el móvil, me puse un bikini y por encima un short cortito y una camiseta de tiras escotada que dejaba ver el comienzo de mis tetas, que si lo hice pensando en mi cuñado? Era probable, igual, sentía que ya le pertenecía, que ya era parte de su lista de mujeres víctimas de su atrevimiento y sabiduría para follar y lo peor era que aún nos quedaban 5 días de estadía en Cartagena. Me dispuse a salir de la habitación y tomé el ascensor para buscar piso por piso a mi familia, los encontré en el segundo piso en una clase de aeróbicos cortesía del hotel…

Yo: Hola amor, ya desayunaron?

Eduardo: Si amor, si quieres ve y desayuna que nosotros aún nos vamos a demorar acá.

Estaban también mis hijos y mi hermana Belén, mi cuñado José no estaba, me fui a desayunar y pedí algo ligero pues no tenía mucha hambre, el restaurante quedaba en el tercer piso y estaba prácticamente solo, estaba terminando mi café cuando alguien se me acercó y se sentó a mi lado, era mi cuñado…

José: Hola cuñadita, cómo te terminó de ir anoche.

Yo: bien, dormí bien y a ti?

José: muy bien mi amor.

Tenía mis piernas cruzadas y José comenzó a mirarlas con descaro pues el short se subía un poco y dejaba mis muslos a la vista, yo le seguí su mirada con la mía y cuando nos miramos de frente le sonreí y le puse cara de perra en celo esperando a que me propusiera otro revolcón en su habitación o, por qué no en la mía…

José: que ricas piernas amor

Miré alrededor y en las dos mesas que habían ocupadas nadie nos miraba, cada quien estaba en lo suyo….

Yo: pégate un poco más y me las tocas

José comenzó a sobármelas y yo las abrí un poco para que metiera más su mano y mi vagina sintiera otra vez a su nuevo dueño, yo estiré mi mano para tocarle la verga, la apretaba, la tocaba con la yemas de los dedos por encima de su pantalón, nos miramos y nos besamos, él metió su lengua en mi boca y yo comencé a chupársela como una paleta y a acariciarla con mi lengua…

Yo: Papacito rico, como me tienes de caliente

José: que tal un rapidín en tu habitación? Te quiero follar en el lugar donde duermes con el cornudo de tu marido.

Yo: pensé que no me lo ibas a proponer cuñadito…

De nuevo me agarró de la mano y nos subimos al ascensor, allí nos comimos la boca, él me manoseaba el culo y me daba apretones, le di la espalda para sentir su verga…

Yo: ahorita que me estabas mirando las piernas me dieron ganas de abrírtelas más para que me follaras en esa mesa.

Nos volvimos a besar, llegamos a mi habitación y sin mediar palabra nos comimos la boca de nuevo, su lengua me encantaba, yo se la chupaba, la saboreaba, era mi manjar y él con sus manotas me manoseaba el culo, me quitó el short y luego la camiseta y cuando comenzó a bajar con sus besos por mi cuello yo hice a un lado la copa derecha de mi brasier para sacarle mi pecho y con mi mano se lo ofrecí para que se lo comiera…

José: que tetas te gastas cuñada

Yo: dale mi amor, chúpamelas que verte comiéndote mis tetas me calienta aún más

José se metía lo que podía a la boca, de inmediato le bajé la cremallera de su pantalón y metí mi mano con total autoridad, como reclamando lo mío, como la doña, la patrona, la dueña de esa verga, la saqué y sin pensarlo me puse de rodillas y me la metía a la boca, me comí sus huevos que eran bien grandes y parecían bien cargados, subía con mi lengua hasta la cabeza y le daba chupetones…

José: Aaajjj, doña Nora, que rico la chupa

Me tomó del cabello y guiaba mis succiones, su verga me llenaba la boca y yo estaba feliz de comérmela, por fin actuaba como una perra en celo dándole gusto a mi macho, mientras se la mamaba lo miraba a la cara y verlo totalmente extasiado me calentaba aún más. Me puse de pie y dándome una nalgada me llevó hasta el baño, allí me apoyé en el mesón del lavamanos y abriendo un poco mis piernas levanté mi culo y lo miré por el reflejo del espejo…

Yo: mira cuñadito lo que te tengo

José metía su mano, me agarraba la vagina, me frotaba su verga por encima de mi tanga, me daba nalgadas para calentarme más…

Yo: métemela ya que no aguanto, quiero sentir tu verga adentro mío, vamos mi amor cómeme

José corrió mi tanga hacia un lado y comenzó a metérmela despacio, sentía su verga gorda y caliente.

José: que rico mi amor, tienes esa vagina caliente

Yo: y tú tienes la verga gordota y eso me encanta, lléname toda bebé!!

José aceleró el ritmo y yo veía por el reflejo del espejo como se adueñaba de mí, de mi cintura agarrándome con sus manos para lograr meterme toda su verga y esa sensación de pertenecerle, de estar en ese lugar solo para complacerlo como si fuera un dios me encantaba, mi cara de perra no se podría describir, era presa de la lujuria, del deseo, de probar lo prohibido a sabiendas que lo que hacíamos estaba mal y por ello lo hacíamos a escondidas, si, de esa manera se disfrutaba mucho más. José me cogía del cabello mientras yo ardía por dentro y gemía en voz baja, me agarraba las tetas, me daba nalgadas mientras me penetraba y mi cola chocaba ferozmente contra su pelvis…

Yo: ajj ajj ajj uummm que delicia mi amor!!

José: jajaja que puta eres, como te entregas a mí con total facilidad, ya te tengo bien domada mi yegua

Yo: me encantas, soy tuya… auuu! que rico!! Umm

José: ah creo que me vengo, prepárate

Yo: vente dentro de mí, lléname de tu leche

José: ok te voy a preñar cuñadita, vas a tener un Josecito… ahí te va!!! aahh

Yo: préñame hijo de puta!

El deseo era tal que no me importaba correr el riesgo de quedar embarazada de mi cuñado, estaba hipnotizada por él. Me dejó llena de su esperma, me chorreaba por las piernas y yo no dejaba que me la sacara, movía mi cola y apretaba mi vagina para acariciar y masajear su vergota en agradecimiento, su leche ya estaba dentro de mí y si quedaba preñada estaba dispuesta a tener un bebé de José, era tal mi entrega que no me importaba darle un hermano de otro padre a mi hijo Miguel.

Nos vestimos de inmediato pero cada que nos mirábamos nos reíamos y nos besábamos con pasión. Antes de salir nos aseguramos que no hubiese nadie cerca, al salir José se fue a su habitación a descansar y yo llena de la leche de mi cuñado y sin la más mínima vergüenza iba en busca de mi marido, que puta soy, pero feliz y dichosa.

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