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Mi primera cogida como travesti

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Hola chicos y chicas, soy Claudia, una linda travesti de Cartagena, Colombia.  Está historia es 100 real, no b.s. Espero que les guste.

No recuerdo el año en que me cogieron por primera vez pero si recuerdo perfectamente que fue un sábado 14 de febrero…! San Valentín!; en aquellos días vivía en San Antonio, TX y tendría como 23 años, creo.  En todo caso, yo ya me vestía y salía los fines de semana, sola, casi siempre a una discoteca en el centro, donde se juntaban muchos travestis, drags, y demás.  Ya tenía un “cuerpazo” J y por ello me encantaba vestirme de lo más provocadora, en pocas palabras, como una puta (no sé porqué siempre me encantó vestirme como puta…quizá nací para ser una).  Esa noche me puse medias tipo malla, portaligas, tacones de 7”, un tank-top negro de spandex, bien apretadito y una minifalda roja con pliegues, thong por debajo, además de una casaca de cuero por encima de la cintura.  Me puse maquillaje bien notorio: labios rojo fuego, sombras azul metálico…ya te imaginas, una verdadera perra en celo. Antes de salir de casa me tomé unos tragos para relajarme…eran mis primeros años en público y aún me daba un poco de nervios. Pero esa noche era algo “especial” – luego de varios sábados saliendo, ahora me sentía particularmente arrecha, quería una buena verga ya. 

Creo que fue porque estuve viendo porno y tomándome unos tragos mientras me alistaba, pero esa noche tenía 3 fantasías: chupar una verga, que me cojan duro y con suerte, experimentar un baño de semen.  Llegué al club como a las 10.30 pm; había mucha gente o harto frenesí; el club tenía dos niveles, el de abajo era la pista de baile, y el de arriba, como un mezzanine, para tragos; además arriba habían varias esquinas oscuras que lucían tentadores. Al cabo de una hora ya me habían invitado un par de margaritas y un shot de tequila así que ya te imaginas, estaba más relajada y entrando en celo.  Quizá por el alcohol en mi cabeza ni lo pensé dos veces cuando uno que otro tipo me pedía una masturbada; creo, no estoy segura, que hice que al menos tres tipos terminaron vaciándose en mi mano o sus pantalones…era un roche para ellos pero yo me estaba divirtiendo.

A la media noche se apareció Frank, un hombre de color, de unos 30 años.  Yo estaba parada contra la baranda y de pronto siendo unos brazos alrededor de mi cintura y una verga dura en mi trasero.  Conversamos brevemente y luego lanzó la pregunta: ¿quieres ir a mi departamento? …Wow…no me la esperaba…sí quería pero al mismo tiempo me ponía nerviosa…un completo extraño…y obviamente era para coger, no tomar el té.  Yo ya estaba aburrida de mis juguetes sexuales y quería una verdadera verga, dura, grande y sobre todo, negra, dentro de mí.  “¿No me vas a lastimar?” Pregunté; “no, para nada, no te preocupes”…piensa Claudia, piensa…es ahora o nunca…quiero, quiero….oh what the fuck…”Ok, vamos” le dije.

Llegamos a su casa y directo nos fuimos al dormitorio: wow, tenía espejos por todos lados…perfecto para coger y verte ser follada; lentamente me removió mi minifalda y trusa; él se desnudó por completo.  Se sentó al borde de la cama y yo, de rodillas, entre sus piernas…ya sabía lo que venía. Hasta esa fecha solo tenía experiencia masturbando hombres, pero nada oral.  Ahora era el momento.  Su verga se veía deliciosa…grande, gruesa, la carne tan suave…La tomé entre mis manos, algo nerviosa, mirándola de muy cerca…sus venas se iban hinchando…pasé la punta de mi lengua sobre mis labios…”oh my god…tengo que hacerlo”…entonces, cerré mis ojos, abrí la boca y sin dudarlo, me tragué su verga…Al inicio solo hasta la mitad…mediría al menos 20 cm, luego me esforcé un poco más (en casa ya había practicado el deepthroat con mis juguetes..sabía bien cómo hacerlo), y un poco más, más…hasta que toqué la base…logrado ese punto simplemente me volví loca…empecé a chupárselo sin parar, hasta el fondo; creo que tenía aún bastante alcohol en la sangre ya que me sentía completamente salvaje y alocada ahora que tenía esa verga deliciosa en mi garganta. Frank usó sus manos para tomar ambos lados de mi cabeza y empezó a llevar el ritmo, empujándome cada vez más fuerte hacia abajo…Finalmente estaba haciendo lo que siempre había visto en las películas porno y ABSOLUTAMENTE ME ENCANTABA!!!  Mamar una verga dura era el paraíso.

Al cabo de un rato llegó el momento de que me coja por detrás; a estas alturas ya estaba completamente deseosa de todo, completamente arrecha; subí a su cama, sin trusa ni nada, me puse en cuatro, mis piernas abiertas y el trasero bien arriba, ofreciéndoselo, esa pose que todas las putas amamos.  Frank aún la tenía bien dura; puso algo de lubricante en mi huequito…mientras lo hacía yo pensaba “oh my gosh, va a pasar, va a pasar!”…y sí, pasó: nuevamente cerré mis ojos para solo sentirlo –primero la punta de su verga, haciendo algo de presión…”si por favor, empuja”…y de pronto, estaba dentro de mi…sentí la cabeza ancha y dura de su verga entrar suavemente, y luego, poco a poco, pulgada tras pulgada, como un tren, su carne dura entraba en mi pussy; podía sentir cada vena hinchada, frotándose contras las paredes de mi interior…so fucking good…nunca un dildo podría parecerse a esto. Un par de minutos luego siento sus bolas chocar contra mi piel…touchdown…Frank estaba completamente dentro de mi. Cogió mis caderas con ambas manos y empezó, como una máquina de taladrar…mete y saca una y otra y otra vez, me cogía como si fuese la última puta del mundo…sincronizamos nuestros movimientos: él me jalaba hacia su cuerpo, yo empujaba más adentro, sin parar, una y otra vez.  Levanté la mirada y me vi reflejada en los espejos…oh que buenísimo!!!  Podía ver bien como un hombre grandote me cogía, me tomaba como su puta, podría ver mi cabello, casi cubriendo mi cara, moviéndose al ritmo de mi cuerpo…me sentía como la actriz porno que siempre había deseado ser cuando empecé con esta aventura del crossdressing…era como un sueño o una fantasía finalmente volviéndose realidad…

Le pedí que me cogiera más fuerte y así lo hizo, cada vez me jalaba más y más hacía su cuerpo sudoroso…sentía como una lanza dura atravesando mi cuerpo…ya hubiese querido que salga por mi boca J  No sé cuánto tipo duró eso, no me importaba…podría quedarme toda la noche; pero no fue así; más bien, él me preguntó “¿cara, culo o boca”? – es decir, dónde quería recibir su esperma.  Pensé rápidamente: mi boca y culo ya lo gozaron, ahora me falta mi tercer deseo: un facial….”¡cara!” grité….Giré rápidamente hasta ponerme de rodillas frente a él… o sí, lo quería en mi cara, toda su leche caliente…su verga apuntaba directamente hacia mi cara…nuevamente cerré los ojos mientras escuchaba el sonido de su piel frotando sus manos…, mi boca ligeramente abierta…”dámelo, dámelo, dámelo” pensé…Y pasó! …de pronto sentí el impacto de un chorro fuerte de semen en mi cara…denso, caliente, casi gelatinoso, con ese olor característico…Frank era todo un semental…su leche seguía saliendo…”oh my fucking god…es un hombre o un caballo?”….no sé exactamente cuánto pero calculo un poco más de media taza de semen bañó mi cara…Abrí los ojos y sentía las gotas entre mis pestañas y luego esparcirse hacía mis mejillas…yo estaba en tal absoluto éxtasis que agarré su verga, aún dura y empecé a sobarla sobre mi cara, como si fuera un pincel, esparciendo su esperma por todos lados.  Y aunque luego me hizo pensar un poco, en ese momento de éxtasis no pude evitar agarrar su verga bañada en semen y metérmela en la boca hasta dejarla completamente limpia.

Al final de la noche, y todavía con leche en la cara, Frank me llevó de regreso a casa.  No sería la última vez que nos encontraríamos (ni cogeríamos!).

Luego de esa experiencia honestamente empecé a AMAR el ser un crossdresser/travesti: no solamente conseguía el placer sexual que jamás había imaginado, sino además descubrí el “poder” que tenía sobre los hombres…podía manejarlos a mis anchas, ellos piensan que yo los complazco pero es al contrario, ellos me complacen.  Además esa experiencia marcó mi identificación como Claudia la puta, la zorra, la prostituta.  Me ENCANTABA serlo!  Nunca me he vestido como una “dama”—solo como una perra, y eso me complace sexualmente como no te imaginas.  Luego de esa noche también le perdí el miedo a las “invitaciones”— quería verga cada vez más seguido; aquel año no dejé pasar ni un solo sábado sin ir al night club – ya sea solo para exhibirme en mi atuendo de puta, o para dar pajazos en alguna esquina o el baño, no me importaba, incluso más de una vez me dejé coger en los baños. Efectivamente, me estaba transformando en una verdadera puta.  Y me encantaba.

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