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Cómplices sexuales (continuación)

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Cuando nos dimos cuenta, ya era un poco más de las 3 de la tarde, se empezó a poner nerviosa, tenía muchos sentimientos encontrados, sólo venía a contarme el enfrentamiento que tuvo con su esposo y terminamos haciendo lo que tanto esperaba. La quise tranquilizar sin que se diera cuenta de mis pervertidas intenciones... quería que se quedara toda la noche conmigo.

Comenzó a vestirse apresuradamente estaba desconcertada, podía sentir el deseo que también ella tenía, de poder saborearnos por más horas y toda la noche. La tomé de las manos y le dije que se tranquilizara y que no podía irse en ese estado, que se quedara a comer conmigo y que después la dejaba ir. Después de tanto insistir accedió a quedarse... cominos, entre pláticas y risas paso nuevamente el tiempo ya eran más de las 7:00 pm le dije que no podía irse a esas horas y le propuse que se quedara y que a primera hora tomara carretera. Quise prometerle no tocarla más, pero no podía, deseaba tenerla nuevamente, sentir cada espacio de su cuerpo sobre el mío pues esto era apenas el comienzo.

Le mostré el cuarto donde se quedaría, dándole la seguridad que dormiría sola para tranquilizarla. Abrí la puerta del cuarto y pude notar su asombro, (le encantaban las camas de latón) el cual ese día estaban con unas sábanas de seda negras. Ya tenía el cuarto preparado con una variedad de aceites con esencia, velas para derretir y un quinque antiguo que con eso bastaba para alumbrarnos. Llego el momento de dormir, se metió al cuarto y yo me fui al mío, mi mente no paraba de recordar todo lo que pasamos en la mesa de billar. Minutos después, pude escuchar ruidos en su cuarto me asomé y pude percatarme que se estaba masturbando sin dejar de pronunciar mi nombre, ahí pude darme cuenta que también deseaba estar conmigo nuevamente. Fijé mi mirada en esa escena tan rica y excitante... verla acostada y disfrutar de su desnudez sobre esas sabanas negras de seda, donde se podía visualizar perfectamente todo el contorno de su cuerpo lleno de aceite que ella se había puesto, combinado con unas sombras excitantes que daba efecto el quinque. Ver como se frotaba con una mano su vagina con movimientos circulares, de arriba hacia abajo y con la otra mano no dejaba de acariciar sus redondos y ricos pechos.

El escucharla decir todo el tiempo: aaahhh aaahhh!!!! pronunciando mi nombre y ver como se arqueaba su cuerpo y al mismo tiempo como levantaba su cadera para que sus dedos llegarán hasta el fondo de su vagina ... eso me volvió loco, dejé que siguiera hasta antes del siguiente orgasmo. Hice ruido para que notara mi presencia, ella volteó la cara a la entrada de la habitación y me vio parado en la entrada, en seguida se le subieron más los colores al rostro y se intentó tapar, a lo que le dije: ¡Te diviertes sin mí eh!! Has sido una niña muy mala, ¿Qué voy a hacer contigo? En medio de la excitación tuvo, no sé si para su mal o bien, la idea de contestarme: Lo que tú quieras, eso desencadenó en mí, a parte de una potente erección, la idea de darle unos azotes para saber hasta dónde podía llegar su calentura. Me senté en un lado de la cama y le dije que la había visto gozar y pronunciar mi nombre mientras lo hacía y que por no invitarme se había ganado unos azotes, con un movimiento de cabeza confirmaba que estaba dispuesta, extendí mi brazo y la jalé hacía a mi quedando su regazo sobre mis piernas, la vista de su trasero era espectacular, ente la iluminación del quinqué y lo erizado de su piel no había nada más sexy, empecé a acariciar sus nalgas en círculos tratando de aplicar el aceite que había escurrido de su actividad anterior, con cada caricia las nalgas brillaban más y también se habrían dilatado cada uno de sus orificios, le pregunté si estaba lista, me dijo que si, le pedí que empezara a contar y que al menos llegaríamos a 50.

Hubo un instante de silencio, hasta que se decidió a decir: Uno, en ese momento un golpe seco acompañado de un ruido estruendoso sacudió su trasero y retumbó en el cuarto, no tuvo tiempo ni de gritar, solo sintió que le faltaba el aire, al retirar mi mano de su nalga pude ver perfectamente dibujada la silueta hecha con esa primera nalgada, le dije: ahora va la otra, sigue contando, su respiración empezó a hacerse más rápida e invadía toda la habitación, ella ya sabía lo que venía. Se escuchó la palabra dos, a lo que siguió un golpe similar al anterior, pero en la otra nalga, esta vez acompañado de un quejido, ambas nalgas tenían una hermosa sombra de mano, antes de que yo pudiera hablar ella dijo: 3 dando a la tercera nalgada.

Ya veo que te empieza a gustar, le dije, para ese momento sus labios vaginales ya se veían hinchados pidiendo a gritos ser tocados o lamidos. Sigamos, le dije, contó 4 y con esa nalgada el volumen de su grito empezó a intensificarse, empezó a tomar ritmo y más velocidad la cuenta, yo empieza a golpear de abajo hacia arriba haciendo rebotar ese lindo culo y poniéndolo cada vez más rojo después del 20 ella empezó a pedir golpes más fuertes, los cuales no fueron negados al llegar a los 40 y en medio de gritos puede ver cómo sus fluidos habían llegado hasta sus rodillas y empezaban a mojar las sabanas negras los últimos 10 azotes fueron cariñosos pero firmes, con las sensibilidades que le habían dejado los anteriores sus nalgas estaban muy receptivas, llegamos al 50, la mano me ardía, le di la última nalgada acompañada de un beso tierno en el trasero, le dije que había sido muy obediente y que ahora venía su premio, sin cambiarla de posición, metí mi mano entre sus piernas mojadas, parecían tener jabón entre ellas por cómo se resbalaba mi mano, empecé a masajear con mi dedo pulgar su clítoris y a abrir sus labios, ella se retorcía sobre mí y me pidió más velocidad, después de unos minutos con ese movimiento sentí sus espasmos y un delicioso chisguete inundó mi antebrazo, nunca la había visto terminar de esa manera, era majestuosa, empecé entonces a meter los dedos en su vagina imitando los movimientos que vi antes de mi interrupción y a los que acompañó con gemidos incontrolables y otro pequeño orgasmo, para ese momento ambos estábamos cubiertos de sudor y de sus flujos, le di la vuelta dejándola boca arriba y vi ese par de tetas duras que me vuelven loco, me monté sobre su torso y metí el pene entre las tetas para iniciar con una deliciosa rusa, yo juntaba con fuerza ambas tetas para sentir más presión y ella abría la boca para chupar la punta en cada empujón después de unos momentos sentí explotar, solté sus tetas y metí el pene a su boca, terminé de manera increíble con gritos de placer ya que ella seguía succionando, quedamos tendidos en la cama y ella me tenía una sorpresa, quería que hiciéramos un masaje del que solo se podía ver la culminación de ese día.... poco tiempo después, los dos volvimos a tomar aire, ya había bajado mucho la temperatura.

Ella se levantó y tomó un aceite con olor canela-manzana y me dijo que me pusiera boca abajo, se puso sentada sobre sus rodillas a mi lado. Dejó caer aceite sobre mi espalda y empezó a darme masaje sobre mis hombros, todo el tiempo acariciándome con mucha suavidad y delicadeza. Empezaba a escuchar como su respiración era cada vez más agitada, sabía que su lívido era muy alto. Inmediatamente se montó en mí, sintiendo su vagina completamente húmeda. Seguía dándome masaje por toda mi espalda, no dejo ni un espacio sin que sintiera sus suaves manos, cada parte que recorría de mi cuerpo iba sellándolo con besos y diciéndome al oído: - me excitas tanto!!! -...quiero que te quedes dentro de mi toda la noche... Así estuvo 20 minutos llenándome de besos.

Después hizo darme la vuelta y cuando lo hice mi pene casi explotaba. Siguió con el masaje suave por todo el pecho y piernas invadiéndome de besos nuevamente, subía a mi cara y me daba caricias, rodeando mis labios con su dedo índice y sellándolo con un beso. De pronto hizo algo que me encantó: se echó medio bote de aceite sobre sus tetas y empezó a darme masaje con ellas, sintiéndolas redondas y totalmente duras, incorporando de inmediato todo su cuerpo. Ya no pude más y empecé a acariciarle suavemente todo su cuerpo. Aumentaba cada vez su respiración y solo metía su lengua en mi oreja y eso me ponía a mil. Después le tuve que decir que se echara ella en el colchón y que iba a ser yo quien le masajeara un poco ya que era un masaje mutuo.

Cuando la vi boca arriba sobre esas sabanas negras, necesité un momento para disfrutarlo. Me eché aceite en las manos y me dediqué a masajearle las tetas principalmente y después el resto del cuerpo. Ella empezó a decir que se sentía muy rico y se dio la vuelta. Sus nalgas eran una obra de arte con mis manos plasmadas por tanta nalgada. Empecé a masajearlas y al mismo tiempo aliviándolas, pues se había portado muy bien. Se abrió un poco de piernas y le pasé la mano por toda su exquisita vagina suavemente, de inmediato se arqueó más y se abrió las piernas más poniendo todo a mi disposición. Ya no podíamos más. Le ensarté mi pene y se le introdujo completamente y de un solo golpe, ella empezó a hacer movimientos de arriba hacia abajo pero en forma de arco a lo que yo podía sentir su pared vaginal frontal de manera perfecta, los gritos y quejidos empezaron y la velocidad empezó a ser más fuerte cada vez, llegó su orgasmo pero no bajaba la intensidad del movimiento, de tanto flujo mi pene se salió, aproveche la oportunidad para masajear su ano con tanto líquido y cachondeo anterior, la dilatación fue sencilla así que me hice un poco para atrás y la empalé solo escuche un grito de gusto y empezó a hacer movimientos circulares, se sentía delicioso, después de un rato desdoblé sus rodillas hacia abajo y jalé su espalda hacía mi torso, ahora podía tocar sus tetas y penetrarla al mismo tiempo, empecé a moverme más fuerte cómo queriendo partirla a la mitad baje una mano para dedear su hinchada vagina, hasta que por fin y juntos terminamos al mismo tiempo, yo sentía que me vaciaba y los espasmos eran tan fuertes que ambos brincábamos de placer, ya solo podía darle pequeños besos al oído todavía con el pene adentro de ella, nos empezó a ganar el cansancio, solo le di la vuelta para recostarla en la cama y nos quedamos dormidos, fue una noche estupenda.

A la mañana siguiente sabíamos que la despedida era inevitable y después de un largo beso la deje ir para no saber si nos volveríamos a ver.

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