Nuevos relatos publicados: 14

Cómo conocí al 'Lince'

  • 5
  • 9.632
  • 9,12 (17 Val.)
  • 2

Esta confesión que voy a hacer, tendría que haberla escrito antes del que escribí, titulado "Viernes de XXX (triple equis)".

Resulta, que a "Lince", lo conocí trabajando en el mismo lugar, ya hace más de 30 años. 

Prácticamente todos en la Empresa, sospechábamos que Lince (L, a partir de ahora), que era homosexual.

En nuestra sección todos nos llevábamos bárbaro, y la relación con él, era muy buena, ya que era, mejor dicho, es, una persona muy instruída, y sabe de todo. En aquella época yo estaba soltero, pero nunca se me dio por invitarlo a salir.

Pasaron los años, yo me casé, pero él todavía al día de hoy se mantiene soltero.

Como ya saben, el que me inició y me hizo saber y gozar la homosexualidad, fue mi primo F. Pero, tanto F como yo fuimos creciendo, cada uno de nosotros formó su propia familia, pero, como también lo saben por otras confesiones escritas, siempre nos amamos y nunca pudimos olvidarnos el uno del otro. Hasta que en el 2011, como también lo saben, nos re-encontramos (en la confesión: “Finalmente… nos re-encontramos, recién el 2011”), aunque yo hubiera querido que se mantuviera en el tiempo, él no quiso arriesgarse más por la familia. Lo entendí, a pesar de que yo pensaba distinto.

Pasó el tiempo, y por supuesto, mis sueños homosexuales, con él y su hermano fueron siendo más asiduos. Hasta que una noche, en lugar de soñar con alguno de mis primos, soñé, con éste mi ex-compañero de trabajo, L.

Llegó un momento que fue tanto que una tarde me animé a llamarlo por teléfono para saber cómo estaba, y naturalmente se sorprendió de que lo llamara, hasta que en un momento, le digo:

-“Lo que pasa es que... es que... hace ya unas cuantas semanas que tengo sueños contigo.”

Por supuesto, con la experiencia que tiene, se hizo como el que no le daba ninguna trascendencia. Así lo fui llamando por teléfono cada tanto, hasta que llegó un momento en que lo llamaba prácticamente todos los días, y siempre comentándole:

-“Páh.. no te hacés una idea de los sueños que tengo contigo”, yo le decía.

-“Ah, sí” – me respondía él.

Hasta que en una de las llamadas que le hice me animé y le pregunté:

-“¿Te puedo hacer una pregunta personal?”

-“Sí, por supuesto”, me respondió.

-“¿Es cierto que una vez dijiste que a un verdadero amigo, si te pidiera que le chupes el pene, lo harías?”.

.”Bueno…. primero, nunca dije algo parecido. Pero tal vez lo haría. No sé.”, me respondió.

Y a partir de esa respuesta, mis ansias de poder estar con otro hombre, aunque sea tomando el papel de tal, me dejó muy pero muy caliente.

Hasta que finalmente, llegó un día que le dije, que equis día, iba a ir a la Capital, que si quería vernos, aunque fuera a tomar un café, y su respuesta fue:

-“Pero, por supuesto, C., me encantaría. Venite a casa y lo tomamos acá.”

-“Genial”, le respondí, y mi calentura fue mayor aún.

Hasta que llegó nuestro día de encontrarnos en su casa. Voy, toco timbre, baja (pues vive en un departamento), nos miramos, nos saludamos y fuimos a su departamento.

-“Bueno… ¿qué querés hacer?”, me dijo.

-“Y no sé… como querer, me encantaría que me chuparas el  pene, pero no sé…”, le respondí.

-“Bueno, bueno… quién diría que después de tanto tiempo, vos quisieras estar conmigo. Pero la verdad que yo también lo deseaba. Sí, C. bajate los pantalones que te la chupo.

A lo que accedí de inmediato, sacándome absolutamente toda la ropa y quedando totalmente desnudo, y él se quitó los pantalones, y como hacía un poco de frío, se dejó la camisa abierta.

-“Vení, ayudame a abrir este sillón que se hace cama”, me dijo.

Eso hicimos, me acosté boca arriba y él se fue acercando de a poco desde mis pies hasta llegar su boca a la altura de mi pene, me miró, se sonrió y se lo introdujo todo en su boca.

¡¡Qué chupada de pene!! ¡¡Por favor!! Me dio veinte mil vueltas a lo que yo creía que era una muy buena mamada lo que yo hacía.

¡Si él se enterara que a mí también me gusta muchísimo chupar buenos pedazos! Pero todo a su momento.

Siguió chupando como sólo un buen homosexual sabe, pero yo realmente estaba nervioso, muy nervioso. Fácilmente, debe de haber estado cerca de 15 minutos sin parar de chupar, hasta que en un momento me dice:

-¿”No te querés pajear?”

-“Sí. Pero ¿dónde tiro la lechita?”

-“Pero, ¿dónde la vas a tirar?, acá. Adentro de mi boca.”, me dijo, señalando su boca.

Me arrodillo sobre el sofá-cama y empiezo a pajearme, mientras él me acaricia mis caderas, y mira con ansiedad la punta de mi pene, hasta que le digo:

-“Ahh.. ahí voy mi vida. Me sale la lechita”, y le arrimo el pene a la boca y de inmediato él se lo mete tan sólo la “cabeza” y espera, sin moverse, que le llene la boca de mi néctar. Y empiezo a acabarle, una y otra vez, y él una y otra vez traga y traga mi leche. Cuando saca mi pene de su boca, no tenía ni una gota de leche. Se la había tragado toda.

Me tiro sobre el sofácama y nos abrazamos con muchísimo cariño.

Después de haberle acabado, y estar abrazados, mi mente se “me fue” y deseaba fervientemente que también yo hubiese tenido la oportunidad de chuparle su pene. El tema era que él no sabía que yo también era homosexual, pasivo.

Llamándonos por teléfono diariamente después de este encuentro, yo le empecé a tirar indirectas de que seguía soñando con él, y que muchas cosas que él me hizo, yo se las hacía a él, hasta que sucedió lo que pasó en la confesión: “Viernes de xxx (triple equis)” …cuando me besó exquisitamente mi culito, etc. etc.

Y AHORA, nos vamos a ver el sábado que viene, 12/11/16, sólo que él ya sabe que a mí también me gusta, luego que me la chupen y que yo lo penetre, que yo le chupe su pedazo y que él me penetre por mi culito, llenándome mi canal del sexo, de su elixir de los dioses.

Veremos qué es lo que pasa.

Si no les escribo la semana del 14 al 20, lo haré en la semana del 21 al 27; pero quédense tranquilos que les voy a contar todo lo que le voy a hacer y todo lo que él me va a hacer a mí… (lo cual ya estoy desesperado para que me lo haga).

(9,12)