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Fui iniciado por mi tío Eliseo

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Pero también era asediado en la calle con miradas y frases obscenas por viejos depravados. Algunos me seguían y hasta llegaban a ofrecerme dinero para llevarme a la cama. Lo peor es que, como les dije, todo sigue igual.

Les cuento que me llamo Jorge, que vivo con mis padres y aunque me dé pudor decirlo soy un lindo chico. Cabello castaño, ojos grandes y oscuros, facciones delicadas, estatura media, delgadito y con algunas curvas leves que sugieren algo de femenino en mi aspecto. Lampiño de piel clara y tersa, lindas piernas, tengo que reconocerlo, y un culo empinado y redondo que me abulta los pantalones más de lo que me gustaría.

Tengo que confesarles que esos viejos me asustan, pero a la vez me excitan, como me excita mi tío Eliseo, casado con la tía Any, una hermana de mamá. El tío tiene sesenta y cinco años, está jubilado y todos le llamamos Eli. Es rubio de cabello escaso, corpulento y un poco más alto que yo. Cada vez que nos encontramos en reuniones familiares me besa en la mejilla muy cerca de los labios, deja su boca allí más de lo normal y yo no puedo evitar un estremecimiento.

Seguramente él se ha dado cuenta de que tiemblo cuando me besa, porque ahora, después del beso, siempre me dice algo con su boca pegada a mi oreja: -Estás cada vez más lindo, Jorgito… -por ejemplo, y yo vuelvo a estremecerme.

Hasta ahora nadie se ha dado cuenta de este ritual que me ha impuesto el tío Eli, mientras yo estoy cada vez más caliente con él y deseando que se decida a hacerme suyo. Y se decidió.

……………

Esa tarde yo estaba solo en casa al regreso de la escuela, porque papá y mamá trabajan, y sonó el teléfono. Era mi tío Eli y al oír su voz mi corazón empezó a latir aceleradamente.

-Hola, Jorgito…

-Ho… hola, tío…

-Estás solito, ¿cierto?...

-S… sí, tio Eli, papá y mamás están trabajando… -le dije mientras de tanta excitación hasta me costaba respirar.

-Yo también estoy solo, Jorgito, tía Any salió y no vuelve hasta la noche, ¿sabés?, así que ya mismo salgo para tu casa…

-Ay, tío… -murmuré caliente y a la vez con miedo al pensar en lo que pasaría.

-Hasta luego, Jorgito… -se despidió tío Eli y yo estuve unos minutos tratando de normalizar mi respiración.

Minutos después sonó el timbre y con piernas temblorosas fui hacia la puerta. Allí estaba él, con una sonrisa lasciva y comiéndome con los ojos mientras yo avanzaba.

Abrí la puerta y él se abalanzó hacia mí, me abrazó y me besó en la boca y en el cuello, jadeando.

-Vamos, Jorgito, vamos… -me exigió tomándome de un brazo con dedos duros como el acero.

Atravesamos la puerta cancel y después entramos al comedor.

-Ay, tío Eli… murmuré y era lo único que podía decir en ese momento, temblando de calentura y de miedo.

Él estaba pegado a mí, a mis espaldas, me tenía abrazado por la cintura y me hacía sentir su pija en mis nalgas. Me besaba en el cuello y me repetía con voz ronca: -Desnudate, Jorgito… desnudate… -y me liberó para que pudiera obedecerle.

Me quité la ropa con manos que temblaban bajo la atenta y caliente mirada de tío Eli, que también se desvestía.

Estábamos en el comedor, donde yo dormía en un sofacama con tres almohadones sobre la colcha, contra la pared de la ventana que daba al jardín.

Cuando estuve desnudo y con las mejillas ardiéndome de calentura y nerviosidad, tío Eli me dijo con la voz algo ronca:

-Qué cuerpo tenés, Jorgito… Es increíble…- repetía mientras giraba alrededor de mí.

-Qué piernas… qué cinturita tan fina… que lindas caderas… qué piel tan tersa… ¡Y qué culo, Jorgito! –remató aferrándome las nalgas con sus manazas. Sorprendido por ese contacto di un saltito hacia adelante, pero él me sujetó por la cintura: -Quieto, Jorgito, quieto. –me ordenó y yo me entregué cada vez más excitado mientras sentía su respiración y enseguida sus labios en mi nuca, en mi cuello, en mis hombros, y su verga bien dura en mis nalgas.

De pronto tío Eli se apartó y fue a sentarse en el sofacama con la espalda apoyada en el almohadón del medio.

-Vení Jorgito… Vení con el tío… -me dijo con una sonrisa lasciva y su verga bien erecta…

Me fui acercando mientras sentía que estaba ardiendo y sin que él me indicara nada me arrodillé, me incliné, tome su verga y me la metí en la boca. ¡Ay! ¡qué delicia sentir el sabor y la textura del glande y las diferencias con el tronco durísimo mientras tío Eli gemía y me alentaba a seguir: -Así, Jorgito… así… aaahhhhh…

Estimulado por la aprobación del tío Eli seguí chupando y lamiendo ese delicioso manjar hasta que de pronto él empezó a gemir más rápido y más fuerte, se enderezó, me tomó por el pelo, emitió un rugido y me lanzó en la boca tres chorros de semen. Caté el sabor de esa leche moviéndola un poco dentro de mi boca y después la tragué toda, sintiendo, estremecido y gozozo, que estaba a punto de graduarme de putito, para lo cual faltaba que tío Eli me enterrara su verga en el culo.

(continuará)

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