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Un sueño cumplido

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En realidad, este relato es como un desahogo, porque hoy por hoy estoy sufriendo una abstinencia que me perturba la cabeza y como no se lo puedo contar a nadie espero que me sirva para liberar un poco mi mente que solo piensa en una buena cogida.

Desde que era muy pequeño fui criado bajo la tutela de mis padres que concurrían asiduamente a la iglesia Nueva Apostólica, allí me casé en el año 86 y a partir de ese momento empecé a activar como subdiácono de la misma comunidad

Todos los sábados como era costumbre y organizados en parejas por el pastor dirigente se hacían visitas a los fieles, con el propósito de reforzar su fe ya sea porque hacía tiempo que no concurrían o porque tenían algún problema de salud. Fue entonces que en una de aquellas visitas conocí a Beatriz, una mujer hermosa, elegante y muy femenina además toda ella despedía una sensualidad increíble y muy particular. Sabía de antemano que estaba casada como yo, pero siempre que podía me las arreglaba para que me eligieran como visitador para pasar por su casa. Con el tiempo mi entusiasmo se fue desvaneciendo y decidí renunciar a mi cargo de pastor, dejando mi condición de siervo de Dios y me alejé de la iglesia.

Posteriormente mis días transcurrieron normalmente, por supuesto con altos y bajos como en toda pareja y la nueva etapa del matrimonio, tuve mis hijos y los vimos crecer armoniosamente junto a mi esposa, tenía un trabajo estable y todo iba de maravillas.

Los problemas empezaron cuando años más tarde enfermo mi suegro y mi esposa como única hija mujer empezó a dedicarle la mayoría de su tiempo especialmente por las noches cuando podíamos estar juntos ella debía cuidar a su papa.

Debo aclarar que siempre me caractericé por ser una persona muy activa sexualmente y esta ausencia y los continuos rechazos de mi esposa me frustraban demasiado. Ella desde su ultimo embarazo había empezado a engordar mucho y siempre tenía algo que le dolía o me decía —Después que se duerman los chicos hacemos mimitos. Pero ese después nunca llegaba hasta tal punto que las pocas veces que podíamos o queríamos mis erecciones eran muy cortas o directamente no las tenía.

Tanto es así que llegue a pensar que por mi edad me había venido la andropausia y hasta recurrí al doctor para que me recetara inyecciones de testosterona, después de eso tenía buenas erecciones, pero como no quería molestar a mi esposa porque estaba cansada me masturbaba para aliviar mis necesidades.

Un día que ella venia de la calle me cuenta: —¿Sabes con quien estuve hoy? Con Beatriz —me dice un poco molesta— me empezó a hablar de la iglesia y casi la mando a la mierda.

—No le hagas caso!! —le dije sonriendo— Debe estar media loca con la religión y ella siempre fue media fanática.

28 años después de aquellas tan ansiadas visitas, llaman a la puerta, al abrir me encuentro con un conocido amigo de Beatriz que me pedía si le podía hacer el favor de colocarle una cocina nueva. Para mí fue toda una sorpresa porque que iba a saber que la volvería a ver después de tantos años.

Cuando llego a su casa

—¡Holaaaaaa Raúl!!! —apresurándose en abrir la reja —tantos años!! ¿Cómo estas?

—Bien —le contesto casi al instante—Y vos?

Ella hace un silencio y una mueca de resignación que me intrigo desde un principio

—Pero pasa, pasa así conversamos —me dijo tan alegre como podía fingir ya que sus ojos se veían muy tristes.

Ya en la cocina me mostro el artefacto en cuestión y comencé a conectarlo, mi alta experiencia ayudo para terminar el trabajo en pocos minutos y mientras continuábamos conversando me dice:

—¡Espera!! ¿Queres que tomemos unos matecitos?

—bueno! —le dije como para no despreciar su buena acción.

Allí me conto que se había separado de Carlos, que había perdido una hija y que su vida era muy desgraciada, inclusive sufría de depresión por ese mismo motivo y se sentía muy sola.

Yo le conté un poco de mi vida, pero como debía seguir con otros compromisos nos despedimos con la promesa de que en cualquier momento pasaría para tomar unos mates y hacerle un poco de compañía. Le dejé mi teléfono por cualquier emergencia le di un beso y tomándome de la mano y me dijo dulcemente:

—No te olvides de mí! —algo que quedo en mi conciencia rebotando como una pelota.

Una semana después me llama para que por favor si podía ir a límpiale el tanque de agua ya que hacía mucho tiempo que nadie lo había hecho y tenía miedo de seguir consumiendo el líquido elemento.

Nuevamente llego a la casa y me impacto su presencia, esta vez estaba mucho mejor arreglada, tenía peinado de peluquería y su cabello caía sobre sus hombros como una lluvia dorada, bestia una blusa naranja flúor y unas calzas muy apretadas color negras que realmente estaba para comérsela toda.

—Hola!! —le digo sorprendido— ¿Estabas por salir?

—Noo —me dice— te estaba esperando.

No dije más nada y arrimando la escalera que había traído me subí al techo y comencé a limpiar el tanque, ella me ayudaba desde abajo o me tenía la escalera para que no me cayera.

Luego de terminado el propósito de mi visita nos fuimos adentro y ella comenzó a preparar el mate, hablábamos de mi trabajo y un poco de todo, pero sus idas y venidas me ponían nervioso ya que su hermoso culo parecía invitarme a que se lo mordiera. En una de esos movimientos busca unas masitas en el aparador y le dije:

—Bueno veni sentate asi tomamos tranquilos.

—¡Si! ¡Ya estoy!

Me contesto y sentándose cerca mío la tome de sus manos, ella sonrió y yo lo presentí porque y era como si me pidiera a gritos "BESAME".

—estas hermosa —le dije.

—Bueno gracias Raúl sos muy dulce.

—En realidad quiero decirte —continuo casi sin respirar— que siempre me gustaste y nunca pude decírtelo.

—aaayy que amor sos.

—Si!! —le digo— y ahora te veo de nuevo y no me puedo aguantar no decírtelo.

Ella me seguía mirando con una tierna sonrisa y sus ojos brillosos parecían derretirse con cada una de mis palabras. La tome de sus brazos y la traje hacia mí y ambos sentimos que el amor nos llamaba, entonces aquel beso se convirtió en un torbellino de pasiones

Ambos nos paramos y la abrase muy fuerte contra mí, cuando vi que respondía a mis antojos la tome de sus muslos y la apreté contra mí para hacerle sentir mi bulto al borde de la explosión.

—¡Te deseo Beatriz!! ¡Quiero que estemos juntos ahora!!

Ella simplemente me repetía todo que si entonces la lleve tomada de la mano hasta la habitación y una vez allí baje mis pantalones y mi ropa interior y le dije sin meditar:

—¡Mira como estoy amor!! ¡No doy más!!

Ella comenzó a acariciar mis bolas muy suavemente y luego bajo y la comenzó a lamer a lo largo y a lo ancho, Después se la metió toda en la boca y mientras hacía eso sus exclamaciones de satisfacción más me calentaban.

—Ponete ahí —le dije urgente indicando la cama.

Ella se bajó la calza y su diminuta tanguita y en ese momento no podía creer lo que veían mis ojos. Un hermoso culo que jamás había tenido en mis manos y mientras ella jadeaba de placer me tire de rodillas al piso y comenzó a besar su vagina y su culo desesperado como un león hambriento y una transformación lujuriosa se apodero de mí.

Luego me pare y se la puse casi de golpe.

—Aaay amor despacito que hace mucho que no tengo sexo y está un poco cerrada.

La saqué un poco y ayudado con mi saliva pude mandársela toda.

—Aaaayyy mi amor que enorme la tenés mi vidaaaaa, auch!! Aaahhh.

Nuestra unión era insuperable y sus chorros de orgasmos eran increíbles por lo que llegado el momento me gritaba:

—Ahí está, ahí está, dame mi lecheeeee —y juntos acabamos en un grito desgarrador.

Este había sido el mejor orgasmo de mi vida y asi nos quedamos unidos hasta que poco a poco nos fuimos liberando, su vagina rebalsaba de leche y mi pija goteaba dormida pero satisfecha por ese instante tan hermoso y particular. Pronto tome una toallita que habíamos traído para la ocasión y le seque tanto su vagina como sus piernas chorreadas de aquel jugo del amor que se había concretado sin siquiera soñarlo.

Lejos quedaron mis suposiciones de una disfunción eréctil y cada mañana me hacía presente para estar con ella y el solo tocarla bastaba para que mi pija se pusiera como una piedra y ella se sentía renovada y bien atendida pero siempre insistía en que me quería tener todas las noches con ella.

Pensándolo mucho y para que esto no fuera una sorpresa expuesta a través de una persona ajena se lo comunique a mi Señora como para blanquear mi situación y aquello dejara de ser un robo a escondidas. Se supone que todas las separaciones son difíciles, pero con mi esposa lo era más. Nunca había existido diferencias ni discusiones, el amor seguía intacto, pero para que la sociedad no la condenara por ser una cornuda decidimos separarnos con el dolor en el alma.

Hubo discusiones por primera vez y mucho llanto, pero aquel día me fui de cas para juntarme con Beatriz para demostrarle mi amor incondicional, pero como el convivir es difícil solo duramos tres meses. Tanto su carácter como el mío era muy fuerte y sus continuos reclamos de que me alejara de mi familia hacían que me alejara unos días de ella y de su casa, hasta que por ahí me llamaba ella diciéndome que me extrañaba o la llamaba yo porque deseaba tenerla nuevamente entre mis brazos. La cuestión que siempre había algo que nos separaba.

En ese breve tiempo me demostró que tenía buenos valores, me cuido, me atendió muy bien y no me había equivocado, era una mujer muy sexy y eso me había transformado en un sexópata empedernido. Las noches eran interminables y nuestro sexo duraban hasta el amanecer. Ella misma se admiraba y me decía que ninguna de sus parejas anteriores la habían hecho gozar tanto, al igual que yo de sus múltiples orgasmos que dejaban la cama hecha un desastre (toda mojada) y muchas veces teníamos que dormir de un solo lado de la cama siempre juntitos y desnudos como a mí me gustaba.

Después que dejamos de dormir juntos yo seguía visitándola como todos los días, y aunque nuestras sesiones de sexo seguían intactas nunca dejaba de pedirme que volviera a dormir con ella. En realidad, no me gustaba el hecho de vivir asi siempre discutiendo por algo, era muy aprensiva y me quería tener solo para ella y que me olvidara de mis hijos y eso yo no lo aceptaba, pero para ella era una lucha incansable.

Yo me había dado cuenta de que no la amaba solo la deseaba su cuerpo y todo ese fuego que tenía adentro, me excitaba y su comportamiento durante el acto sexual era maravilloso, pero aun asi no podía brindarle el privilegio de quedarme junto a ella.

Sabía que mi esposa estaba enferma y no podía dejarla sola. Pero a pesar de ello me costó dejar a Beatriz especialmente cuando tenía ganas de cogerla porque sabía lo que disfrutaba esos momentos inolvidables

Pero para mis adentros me repetía que debía alejarme de esa mujer y hoy estamos separados creo que definitivamente, extraño su cuerpo y tratare de resignarme a solo masturbarme pensando en ella y a cuidar de mi esposa porque la amo.

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