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Chat aleatorio

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Querido diario: 

Ayer por la noche por fin me animé a eso que tantas veces te comenté, el chat aleatorio. Lo escribo ahora para que el paso de los días no distorsione los hechos y los gratos recuerdos que me traen.

Después de elegir la página más correcta me pareció, ajusté la cámara hacia mis manos y pulsé conectar.

Al momento me apareció un tío pajeándose. Siguiente. Este estaba a la espera, pero en cuanto intuyó que era una chica, aún no sé cómo hizo, ya estaba en pelotas tocándose. En fin, siguiente. Chaval de 15? Lo mando a la cama con un besito de buenas noches y siguiente. La lista de siguientes se hace eterna. Me dije a mi misma que sólo le daría una oportunidad más. Apareció una persona oculta entre las sombras. Ante la falta de pene, entablamos una conversación. Estuvimos charlando de lo que buscábamos y con qué nos encontrábamos, y nos reímos un buen rato. Yo solo veía un cuerpo moverse entre las sombras y el otro solo veía mis manos teclear. Como ya era tarde me empecé a despedir, momento que aprovechó para pedirme si le podía enseñar algo. Lo cierto es que no estaba nada excitada pero había pasado un rato tan divertido que accedí. Subí la cámara y me quité el suéter enseñándole mi sujetador negro, ya sabes mi preferido.

Pude apreciar cómo se acercaba un poco y salía de la oscuridad; se veía que le interesaba lo que veía. Yo tenía encima de la mesa un bote de yogur bebible vacío y me pareció buena idea para terminar dejar caer unas gotas por encima de mis pechos. La persona en cuanto vio el bote acerco la silla a la mesa mostrándose en la zona iluminada, y me sorprendió doblemente la situación. Primero que unas gotitas de yogur generarán tanto interés y segundo que la que estaba al otro lado fuese una chica. 

Me quedé parada ya que en una hora de chat no había coincidido con ninguna. El caso es que me confesó que le gustaría que jugara con ese bote y a mí que la curiosidad me puede le dije “vale”.

Me hizo ir a por una serie de objetos sin comprender aún su utilidad, pero fui a por ellos. Mientras los recogía la cabeza rebuscaba posibles usos pero nada, lo cual me tenía temporalmente enganchada.

Cuando llegué me pidió que cogiera la botella y presionándola en medio me la pegara en el escote haciendo el vacío al soltar la mano. Me fui haciendo pequeños chupetones por el contorno del sujetador y después me lo fui bajando a la vez que me continuaba alrededor del pezón. Ella me iba guiando con su voz de dónde quería el siguiente y eso me gustaba, ya que lo hacía menos solitario. Antes de cambiar de juego me pidió que lo colocara justo en el contorno de la areola y lo dejara colgando. Desvié la mirada a la pantalla y pude ver como colgaba de mi pecho a la vez notaba la pequeña succión que generaba el vacío sobre mi pezón, y como se iba introduciendo a la vez que alargando dentro del pequeño bote. Yo estaba sorprendida de los efectos de lo que estaba provocando a mi observadora, que se había echado aceite sobre el pecho y se estaba tirando de ambos pezones. Claramente el juego le excitaba y a mí me divertía, por lo que decidí continuar. Cuando retiré la botella pude ver lo erecto que tenía el pezón. Podía ser que le gustase? Lo acaricié para verificarlo y resultó se lo estaba pasando bien. 

El siguiente objeto que pidió que metiera en escena era una espátula de silicona. Yo la cogí aún con dudas de su finalidad. Me pidió que me sacara el pantalón mientras ella hacia lo mismo para después mostrarme sus compactas nalgas. Se sentó de frente a la pantalla mientras se recostaba hacia atrás y dejaba caer las dos manos entre las piernas. La posición de la cámara no me permitía ver lo que hacían las manos, pero por el movimiento de los antebrazos lo intuía. ¿Cómo es posible que le pusiera de esa forma un simple bote?. Desde esa posición me pidió que le mostrara las bragas que llevaba puestas, que era mi tanga negro favorito. A ella también debió gustarle, porque pidió que lo dejara puesto, y se mostró a medio cuerpo, de forma que pude verle el rostro. Una cara joven y ansiosa, de labios carnosos y ojos oscuros. Me pidió que me pusiera de perfil a cuatro patas mostrando mis nalgas y una tirita fina de mi tanga. Una vez en esa posición pude ver como volvía a esgrimir una pequeña sonrisa, así como un pequeño aumento de ese leve movimiento del antebrazo. 

Me dijo que me acariciara las nalgas con calma y recorriendo en círculos toda ella. Mientras lo hacía me preguntó si alguna vez me habían dado un cachete. Por supuesto que sí, pero siempre con ropa. No sabía muy bien qué responderle, ya que me veía venir la siguiente petición. Si no fuera por lo mucho que me había reído la hubiera cortado en seco, pero estaba contenta y lo del bote había estado bien, por lo que decidí darle una oportunidad. Le respondí que no, mientras la mano con la que me estaba acariciando empezaba a sudar costándole un poco resbalar. Al momento noté como su respiración se aceleraba y con una leve sonrisa me pedía que me diera un pequeño cachete en la nalga que mostraba. Lo hice con poca fuerza por si me dolía, pues era la primera vez que me cacheteaba a mí misma. Se escuchó un plassss seco que a mí misma me sorprendió. La sensación en la mano como de hormigueo agradable, la nalga no opinaba lo mismo. Al retirar la mano la zona estaba colorada sobre mi pálida piel y yo sonrojada. Mientras esperaba a ver que me decía pude ver como tenía pequeños espasmos, supuse que de un orgasmo buscado. Alucinante. Se levantó, se bajó las bragas y me mostro cómo de húmedos tenía los labios y los dedos. 

Volvió a sentarse y a solicitar una serie de cachetes acompañados de caricias pero me pidió que bajara la intensidad o tendría otro demasiado rápido. Me di unos seis cachetes tras lo cual me pidió que cogiera la espátula de silicona y continuase haciendo lo mismo con ella. El ruido era mayor y lo cierto es que ya no me molestaban como el primero, por lo que me di una buena serie en distintas zonas de la nalga. Ella había movido la cámara para que pudiera ver como estaba distribuyendo los flujos que salían de su interior por toda la zona y pude ver de cerca su clítoris enorme y erecto. Durante un buen rato me fue pidiendo que continuara cacheteándome con la espátula por distintas zonas, a la vez que iba cambiado de posición. En los muslos, en el escote, en el monte de Venus por encima del tanga, en los pechos, incluso en las plantas de los pies… después me pidió que separara las piernas y me golpeara en el clítoris cuando ella me lo pedía. Al hacerlo despacio no fue molesto y al descubrir en la imagen del pc que tenía el tanga con una mancha de humedad me quedé estupefacta; ¿estaba realmente tan excitada?

Naturalmente me pidió que me quitara toda la ropa y que me pusiera en la misma posición que ella. Tengo que ir a por una cosa, dame un segundo. Salió de escena, dejándome expectante. Regresó con un huevo vibrador que introdujo lentamente en la vagina, volviéndose a recostar en la silla. 

Según ella, mi clítoris necesitaba una pausa, por lo que me pidió que cogiera unas pinzas y las cerrara sobre los pezones. La idea de unas pinzas cerrándose sobre mis sensibles pezones me dejó paralizada. Me relajó diciendo que no tenía que cerrarlas, sólo quería ver cuánto presionaban. Me acerqué a la cámara mostrando un primer plano de mi pezón erecto y le mostré lo que quería ver. Cuando empezó a ser molesto le avisé y escuché al otro lado “mmm estupendo, tienes que meter dos palillos dentro de la pinza en la zona del muelle”. Como lo de los palillos no lo veía muy claro, metí un trozo de plástico similar para bloquear el cierre. Seguro que podía ver cómo me temblaba el pulso en la cámara, porque ella empezó a describir como se estaba excitando, animándome a que le ayudara a tener un segundo orgasmo. La sensación fue de dolor leve al principio, pero se fue acostumbrando a la presión constante. Desde donde tenía la cámara colocada podía ver cómo el huevo salía, daba una vuelta alrededor del clítoris y volvía a entrar. La imagen de ese hilo de flujo saliendo de dentro de la vagina y llegando al ano me animó a confesarle que yo poseía un dildo realístico, que casi no usaba por ser demasiado grande. Antes de terminar la frase ya había metido el huevo dentro y mientras con una mano acercaba la cámara con la otra se masturbaba rápidamente para alcanzar en pocos segundos el segundo orgasmo entre sollozos de placer. ¡Qué velocidad de reacción! 

Una vez recuperada de las convulsiones me confesó que nunca había tenido tres orgasmos consecutivos pero que yo le estaba excitando sobremanera y quería intentar el tercero mientras utilizaba ese juguetito. De perdidos al río. Me animé y fui a por él. 

Normalmente lo uso en modo vibrador por fuera, apenas meto la punta ya que es demasiado ancho y largo para mi gusto. Después de observar el juguete y apreciar sus dimensiones y flexibilidad, me pidió que colocara el chochito hacia la cámara y me recostase, mientras indicaba que le gustaría ver cómo metía un dedo dentro. Después me pidió dos, tres y al sacarlos y verlos tan húmedos me garantizó que no íbamos a necesitar lubricante, pero que quería jugar un poco más con mi clítoris. Así que en esa posición volvimos a jugar con la espátula traviesa en mi entrepierna.

Primero un deslizamiento entre los labios para separarlos, y luego un cachetito seco para continuar jugando durante unos segundos con mis dedos, después dos cachetitos y otra vez a jugar. Así estuvimos intercalando caricias, dedos y palmadas durante un rato. No sé si sería el cambio de ritmo o lo qué, pero estaba empezando a sentir el final y ella también lo debió notar ya que no me volvió a pedir que me pegase. En su lugar me limité a meter dos dedos y acariciar las suaves y cálidas paredes interiores de mi vagina. Nunca me masturbo metiéndome los dedos dentro, así que no sé si es normal tener tanta cantidad de flujo, pero era increíble lo excitada que estaba. Me pidió que colocara el juguete en el suelo y que sin encender el vibrador acariciara mi clítoris únicamente con el movimiento de mis caderas. Tal como lo tenía, lo difícil era no encontrarlo. Pedía a gritos que lo apretaran y le aliviaran de esa tensión que empezaba a ser insostenible. Apoyé la punta en la entrada y empecé a rotar mi cadera en círculos. Mi chochito se abrió de forma natural y me lo fui empezando a meter poco a poco, bajando la altura de mi cadera. Tal y como estaba no necesitaba ningún tipo de lubricación y sentía cómo me había llevado al límite. Ella había sacado de no sé dónde otro dildo más pequeño, e instintivamente comencé a imitar sus movimientos. Si ella quería su tercero, yo necesitaba mi primero.

Lo metíamos y sacábamos muy lentamente, y una vez metido por completo le empujaba un pelín más, generando una mezcla de placer y dolor que nunca me había atrevido a experimentar. Con él hasta el fondo, empezó a acariciarse el clítoris momento que aproveché yo para darme mi homenaje, ondulando mi espalda para buscar el ángulo adecuado. Cuando estuve preparada, empecé a susurrar “sí, sí, ah, sí, ahhhh” y me dejé llevar. Mientras tenía las primeras contracciones me pidió que me quitara la pinza del pezón, causándome un orgasmo con mayúsculas, que no creo que vuelva a conseguir en mucho tiempo. Ella continuó jugando con su clítoris mientras yo me recuperaba, tirada de medio lado en el suelo, mientras me acariciaba la piel. Y sí, ahí estaba ella, con su tercer orgasmo consecutivo. 

Quedé un rato más a la espera de acontecimientos, aparte de la cuestión logística de la limpieza. Ella cortó rápidamente la comunicación, demasiado para lo atenta que había estado. Me quedé algo desencantada con aquella huida, pero yo ya había tenido mi parte. 

Días después volví a conectarme y tenía una petición suya de amigo. No pude por menos que sonreírme, pues ella me había buscado… y yo sólo tenía que decidir ahora qué hacer al respecto.

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