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Tu mirada lasciva

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Esa mañana fue diferente  había soñado con mujeres pero esta vez fue especial.

Fue ella en mi sueño que apareció sin llamarla, estaba ahí frente a mí, sin intenciones. Solo miraba como si me vigilara. No fue un sueño sexual... fue diferente  solo porque ella apareció.

Pero mi cuerpo no pensaba igual fue una sensación nueva un deseo, unas ganas de poseerla.

Mi virilidad estaba muy a punto muy colorado  las venas de mi pene reventarían. Nunca había experimentado una erección tan grande. Eso se notaba en mis ropas de cama que insinuaban un bulto.

Me levante y me dirigí al baño me dolía al caminar como si fuera priapismo.  Me cubrí solo con la toalla.

Abrí el  grifo de la ducha y me dispuse  al goce del agua tibia en mi cuerpo aún seguía ella en mi cabeza. No dejaba de pensar.

No sabía el por qué llenaba todos esos momentos. El agua vino a calmar un poco el deseo. Caía encima de mi miembro y masturbaba mi sexo…con la fuerza de la presión hacia que chocara en las paredes de mi pene este se recogía al recibirlo y a la vez se agrandaba al deseo con el movimiento. Entonces paso un buen rato con este ejercicio solo la pugna entre el chorro del agua y mi pene.

Estaba muy relajado y complacido nunca había experimentado un masaje sexual de este tipo  con la ducha. Después fue genial… el shampoo y el jabón ayudaron a que este este momento fuera único. El jabón actuó como aceite lubricante  y se hizo más intenso el vaivén  de mi miembro. Fue ahí cuando cerré mis ojos y apareciste tú… abajo mirándome con esa mirada  lasciva y hambrienta. Tomando mi sexo. Tu lengua fue la continuación de mi miembro y masturbándolo  entre jabón y shampoo   hacían más fácil y ligero el movimiento pendular de tus manos,  yo miraba el espectáculo y esto mi hacia moverme sin compas. Lo dejaste dentro de tu boca y los labios reemplazaron la ducha. Un hilo de  agua bajaba por tus pechos  duros escalofriantes  y esos pezones duros amenazantes  rosaban mis muslos. Cada vez  que te acercabas  y yo embestía. Baje mi cabeza hasta besar tus cabellos húmedos. Ahí tome tus pechos y los envolví en mis manos no se escaparían jamás.  Los aferre  y tú al verme extasiado lo pusiste entre los dos senos  como si fueran parte de ellos. (Esta imagen aun ronda en mi mente)

El néctar lactosa de mi dicha  se confundió con el  jabón. Y broto  para dar paso a un momento  de músculos y nervios agarrotados epilépticos. Los espasmos sucedían cada segundo pausando cada vez más lentos y placenteros.  Bajaste las manos y con él, mi miembro para terminar así de extasiarme entre tus pechos.

Los últimos destellos y gotas con furia saltaban a ti. Desorden de este flujo que solo se terminaría al ver que estaba en mi ducha solo y sudado, reemplazada por mis manos. Sentado al borde de la tina mirando al vacío. La cortina me miraba y reía. Lo note porque cuando la descorrí escuche su sonrisa al golpear sus argollas con el larguero de metal. Pero complacido con esta experiencia que he repetido otras veces. Solo porque “tú lo deseas”.

ESTA VEZ  FUE DIFERENTE… FUE ESPECIAL.

FUISTE TÚ. YO TE VI   EN MI.

Dedicado a esas mujeres que nos hacen ver la vida con otros ojos

Ojos  de vida, ojos de pasión, ojos sonrisa.

(8,29)