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Enfermera pe´culiar. Sexo con la enfermera, ¡Qué polvazo!

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Hace unos años, tal vez como regalo de haber llegado a los sesenta, mi amigo y médico de la familia me realizó los controles anuales y encontró que estaría bueno que asistiera al sanatorio al cual estamos asociados para realizarme una rutina de análisis y controles que me harían y tan solo requerían una internación de dos días por la comodidad para realizarlos.

Por razones de disfrute y comodidad he delegado buena parte de las tareas del negocio familiar a mis hijos, para poder gozar de la vida, esa fue la motivación pregonada. Por eso mismo podía darme  el lujo de estarme dos días para dejarlos que me confirmen el apto para todo servicio.

En el sanatorio me instalaron en el piso vip, por el abono mensual y por no necesitar ningún cuidado intensivo.  Solo pasaría ese fin de semana y posiblemente el lunes o a más tardar el martes estaría de alta.

Cualquiera que estuvo internado sabe del aburrimiento que son los finde, sobre todo que había decidido no informar a mis allegados, de tal modo que me hice amigo de Ana, la enfermera de piso, pues demostró buenas aptitudes profesionales y… anatómicas.   Le hice traer bombones, de los más caros.   Al día siguiente vino solícita para agradecerme la deferencia y atención.

—Don Luis, usted es un caballero, agradezco, mucho, mucho, el dulce obsequio.

Después de retirarse un par de amigos que me visitaron, volvió Ana trayendo la colación de la tarde, con un guiño de complicidad, pedí orinar,  acercó el “papagayo”, y se encontró con que estaba desnudo, levantó la sábana, y se encontró cara a cara con el miembro de don Luis, duro y parado.

—Bueno en esta condición va a resultarle difícil orinar… ¿Qué pasó?  - Mira absorta.

—Y...    – Señalo, de soslayo, la revista Play Boy, sobre la cama.

—¡Ajá! ¿Eso fue?

—Y... sí, me la dejaron mis amigos, estuve leyendo y...

—La conozco.   – Leyó la página abierta.   – Aha, con razón...,Humm... esta muchacha bien desnudita, hmmmm

—Bueno, vos también tenés lo tuyo y muy bien puesto, se te ve bien buena…

El tema abonó el terreno para confesarle que llevaba varias semanas de abstinencia de carne y las fotos de la revista me habían dejado e en estas condiciones de erección, ahora veré cómo hacer para volver a la normalidad. 

—Tendrás alguna receta para bajar esto… ¿Qué hacemos?  No se me baja…

—Si te la seguís tocando, menos aún.  ¿Te molesta así?

—Mucho... ¿Vos...  digo vos… no... podrías, digamos… hacer algo para calmarme?

—¿Así?  - Puso “manos a la obra”.  Comenzó a sacudir, despacio.  Untó sus manos con una especie de aceite, y volvió a frotarme la verga.  El aceite me hacía sentir un calorcito, muy agradable, y un aroma tan particular, siguió moviendo la mano, arriba y abajo, corriendo la piel hasta descubrir el glande por completo, no se perdía ni uno de mis gestos.  – ¿Voy bien?

—Sííí...  – Me cambió el ánimo.

—Ja! Lo que le cambió fue el calentón que tenía y “ahora estás en mis manos” –pronunció esta última frase con un tono como de película de terror, pero con la sonrisa más hermosa que recuerde, o mi calentura la hacía ver de ese modo.

La fricción de sus manos mejoró el trabajo, hizo el milagro de calentarme de tal modo que me arrimé a su cuello, gemí complacido cuando llegó el final feliz.  Un par de servilletas de papel recogió el borbotón de esperma que emergió, brusco y generoso.  Parte del contenido lácteo se escurrió en su mano.

—Luis ¡Cuánto tenías guardado!, Ahora entiendo...

Se sentó en la cama, platicamos hasta que el pene estuvo en condiciones de orinar, ahí lo guió hasta la boca del “papagayo”.  Obviamente ambos sabíamos que puedo levantarme, que solo estoy en una especie de internación para una batería de controles de rutina, que me hago cada años por una condición de la aseguradora.  Cuando me trajo la merienda me dijo que me comprendía, que después, más tarde vendría para aliviarme de mis tensiones sexuales.

—Puedo venir para una atención… más completa.  Claro si quieres?

—Pues no tenía pensado salir, así que me gustaría mucho, mucho esa atención personalizada, más aún ¿podría ser todos los día?

—Si lo necesitas… todos los días?, pero podrás todos los días?

—¿Todos los días?  - Contento como chico en día de Reyes.

—Y si es más, cuanto mejor!

—Viejito ¡Cómo estás!

—Viejito...las pelotas, si me conocieras mejor sabrías cuánto me gustaría darte...

Después del horario de visita y de hacer la ronda de control de los internados, dejó a una subalterna a cargo de la guardia y vino a mi habitación.

Llegó y me tomó la mano con intención de controlarme el pulso, solté mi mano derecha y le di la izquierda, para poder meter la mano libre bajo el uniforme, escabullirme y subir por la pierna hasta encontrar el elástico de la bombacha, vencerlo y entrar en la cueva.  Se excitó tanto que se abrió bien de piernas para facilitarme el juego de mis dedos dentro de la húmeda caverna, se apretó contra mi cuerpo, acomodó mi cara entre sus senos, los gemidos reprimidos y agitar la pelvis acompañando el movimiento digital pronto la pusieron en órbita, y el despegue del primer orgasmo se produjo cuando lamía sus pezones, el segundo orgasmo fue un mar de jugos deslizándose por mis dedos.

—Supongo que ahora estarás nuevamente “al palo”?

—No se nota acaso?  Mira como me dejaste!

—Woww!! Eso necesita mi atención especial

—Atención personalizada, pero esta vez necesito que pongas toda tu “vocación” de servicio, eh!!!

Dicen que a buen entendedor no hace falta más explicaciones, con ella tampoco, sabía bien como atenderme.  Realmente era una enfermera muy “vocacional”.   Movió sus manos con gran maestría agitando el miembro con delicadeza  y eficiencia.  Acaricié sus cabellos mientras me sacudía el deseo ardiendo en sus manos, cuando sentí aproximar el final del acto digital, empujé levemente su cabeza indicando mis necesidades…  - Vamos, es toda tuya, no desperdicies el elíxir de la vida.

Terminé en su boca mientras con su mano sacudía para que saliera todo, hasta la última gota de semen.  – Hmmm, qué rico!! –mostró como se tragó mi lechita.

La noche siguiente vino dispuesta para hacerme la fiesta completa, trabó la puerta con un sillón, se deshizo del uniforme y quedó totalmente desnudita, ofreció las tetas, ¡Qué buenas! como a un bebé, para mamar, busqué en la espesura vellosa de su pubis la humedad interior, el pene está listo, espero que se coloque a horcajadas sobre él, lenta y cuidadosa se ensarta el chipote, hasta el mango, mueve y remueve sus caderas, como quien le busca el sitio más adecuado, adaptando su conchita algo estrecha al grosor del miembro.

Demostró sus habilidades en monta y empalamiento.  Parecía evidente que también estaba transitando una época de sequía láctea, porque llegó bien pronto, más de lo esperado a ese orgasmo que la dejó totalmente ida, por un momento cerró los ojos y gimió en un angustiante espasmo que la dejó babeando y hasta con algún vestigio de lágrima.  Me sentí conmovido por esa forma de experimentar el orgasmo de forma tan intensa.

Se  quedó encima, empalada en mi carne turgente, las manos apoyadas en mi pecho, tratando de volver a respirar con comodidad.  Abrió los ojos, como el dos de oros y dijo:

—Ufffff!!, no pensé que lo necesitaba tanto, uffff! Qué falta me hacía sentir esta alegría..

—También yo, tu desordenado orgasmo me arrastró, ni pude controlarme, menos aún avisarte y me vino dentro tuyo, no podía detenerme la vida se me escapaba  en esos chorros de semen. Me sentía tan bien, tan excitado que... ni te pude avisar que estaba llegando.  Quiero disculparme por… -su dedo índice en mi boca silenció mis disculpas.

—Ni lo sentí, estaba  tan caliente viajando en mi propio placer que no sentí la leche.  También yo me olvidé de ponerte el condón que traía.  Pero… pensó un poco, como sacando cuentas…

—¡Tranqui!, no hay problemas, no estoy en mis fechas fértiles.

Me besó en la boca, metí mi lengua en la boca, se dejó besar, se dejó succionar su juventud por mi experiencia.

Generoso agradecimiento, le deje el número del móvil, está de novia, la “ayuda” fue de onda,  decía que era su primera vez con un paciente.   La propuesta de vernos quedó latente.

Ahora solo me resta esperar intercambiar experiencias con alguna mujer que guste de tener sexo con hombres mayores, ansiosamente espero en [email protected], prometo responder con rapidez y con la verdad a flor de piel.

Nazareno Cruz

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