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Un caramelo delicioso y una cogida en la arena de un arroyo inician un idilio

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Un sábado que mi amigo de la universidad, Roberto, me invitó a jugar béisbol en su equipo, me dirigí a su casa para de ahí pasar al campo de juego; sería mi primer partido formal de ese deporte. Sin embargo, ese día nublado no nos dejaría jugar porque al llegar a casa de mi amigo empezó a llover fuerte y así fue durante más de dos horas. Roberto estuvo llamado a sus amigos de equipo para decirles que se posponía el encuentro. En plena lluvia llegó su hermano menor que venía de jugar fútbol de su escuela la preparatoria y entró totalmente mojado; estábamos viendo un partido de fútbol en la televisión en la sala y Valente, el futbolista, apenas entró se quitó toda la ropa, sabiendo que sus papás trabajaban los sábados y la única hermana vivía en otra ciudad. Yo casi no tenía tratos con los familiares de Roberto por vivir algo alejados de su hogar, pero las veces que había visto y hablado con Valente algo de él me llamaba la atención y al estar juntos me causaba una sensación de nervios, así que no hay que tener mucha imaginación para saber cómo me puse al verlo desnudo completo y chorreando agua de 'aquellito', que aunque de tamaño normal, se me antojó como si fuera un caramelo. Yo regresé mi vista a la TV tratando de disimular mi alteración ante aquel excitante espectáculo, pero creo que Valente sí detectó mis nervios, por lo que sucedió después de ir a secarse, ponerse un pantaloncillo corto y regresar a sentarse en un sillón cerca de mí. Yo estaba sentado en el piso y un tanto recargado en dicho sillón, pues siempre me ha gustado ver la TV desde el piso. Para hacer ameno el momento, Roberto fue a preparar algunos bocadillos para comer mientras veíamos el partido.

¿Qué les gustaría comer para acompañar el juego? preguntó levantándose hacia la cocina

-Yo nada, me comí 2 tacos al terminar el juego- dijo Valente mientras se daba golpecitos en la barriga

-Lo que quieras- dije yo -tal vez salchichas y queso para picar-

-Sale, ya vuelvo-

Apenas desapareció Roberto, Valente empezó a sobarse la entrepierna sobre el pantaloncillo, apenas a medio metro de mí.

Estando yo de frente la TV, Valente no podía ver mis ojos pues estaba ligeramente atrás de mi, así que aproveché para ver de reojo como su miembro creció bajo su ropa; mis nervios se acentuaron y no sabía qué hacer, pues no sabía que intención tenía el hermano de Roberto al acariciarse el miembro. Mi duda desapareció cuando en vez de acariciarse movió su mano para que poco a poco se subiera la manga del pantaloncillo y empezara a asomar la cabeza de su verga por la parte baja del mismo.

Sin pensarlo nada, moví mi brazo hacia el sillón y la apoyé justo junto a su pierna mientras dirigí la vista hacia la puerta de la cocina, para vigilar si Roberto entraba. Valente tomó mi mano y la metió por la manga de su short y así pude sentir que aquel caramelo era muy macizo, de inmediato lo estrujé y lo exprimí con ansiedad y mis palpitaciones a mil volteando hacia la puerta pero deseando ver el duro caramelo que tenía en mis manos.

-¡Rober, a mi hazme un licuado de plátano, ya se me antojó!- gritó Valente; que ingeniosa estrategia, pensé yo.

-Está bueno, antojadizo- Respondió Roberto.

Entonces Valente me jaló de la cabeza y me obligó a llevar mi boca hasta su verga, que asomaba por la manga del short; de inmediato moví la manga de su short para que asomara toda su verga y como desesperado me la metí en la boca hincado y extendiendo mi cuello para alcanzar lo más posible a llenarme la boca. Le di unos lindos chupetones que a veces tronaban y corríamos el peligro de ser oídos por mi amigo, pero el ruido de la TV era más fuerte y por eso no escuchó. Se escucharon los pasos de Roberto, pues aún traía los zapatos con picos de hierro que se usan en el béisbol. Valente me quitó violentamente de su verga y casi me avienta al piso ocultando su verga bajo su pantaloncillo; yo estaba en posición casi acostado, así que terminé de echarme al piso y poniendo mis manos bajo mi cuello, hice como que me acostaba así para ver el partido. En eso estaba cuando llegó Roberto con una charolas.

-¿Te dio hueva?- me dijo en tono de burla

-Si- le dije yo en tono de broma y enojo  -te tardabas mucho-

Puso la charola en una mesita de sala y salió de nuevo.

-Me voy a cambiar, no se acaben los chuchulucos-

Me iba a levantar pero Valente no me dejó, me empujó del pecho para que siguiera acostado y se bajó el short; se puso en cuatro sobre mí con su verga a la altura de mi boca. Por supuesto que seguiría deleitándome con su rico banquete masculino y me aboqué a mamar con muchas ganas; hubo un momento que me la metió hasta el fondo y me ahogué, empezaba a arquearme cuando me la sacó y se levantó, subiéndose de nuevo el pantaloncillo. Me quedé con ganas de chupar más su verga de muy dura cabeza, y me mordí los labios viendo con lujuria a Valente.

Me levanté y me dijo al oído:

-Enséñame tus nalgas-

-Si- Con muchos nervios me volví y me bajé el pantalón de béisbol, esperando que no apareciera aún Roberto.

Al ver mis nalgas, Valente las tomó con sus manos y me las acarició con brusquedad.

-Me gustan, ¿quieres que te llene el culo de macana?-

-Si- Me subí el pantalón y me volví a él. Mis ojos pedían a gritos que me ofreciera el placer de gozarlo todo. Le guiñé los 2 ojos y arrugué la nariz sonriendo coquetamente.

-Tienes una cara de puto que no puedes con ella- me dijo burlesco -te ganaste una buena cogida-

Me pasé la lengua por los labios creyendo que ya me ofrecería su sexo.

-Mañana tengo excursión a los cerros de la pintada, si me acompañas, allá hay un arroyito donde te puedo culear toda la tarde-

Aunque la idea de esperar todo un día me desencantó, no me quedó otra que aceptar. Su caramelo me lo tenía que comer con mis 2 bocas.

-Okis, ¿cómo le hacemos?-

-¿Tienes bicicleta de campo?-

-No- le dije triste

-No hay problema, le pediré a un vecino, mañana ven a las 3 de la tarde-

-Si- me regresó la felicidad

En eso llega Roberto en pants y playera

-Ahora sí, a ver el juego a gusto... ¿no han comido nada, sonsos?, ¿qué está muy bueno el partido o qué?-

-Muy bueno- dijo Valente

-Es que dijiste que no comiéramos- dije yo

Así siguió el cotorreo hasta que terminó el partido.

Me levanté y me dirigí a la puerta, despidiéndome de ambos. Roberto me dijo que nos veíamos en la escuela y Valente me guiñó un ojo... -mmmmh, papacito verga deliciosa- pensé. Salí, me fui con una gran sonrisa y mi culo regocijándose de ilusión... suspiré.

Muy a tiempo me presenté con Valente al otro día, él ya estaba preparado con dos bicicletas de montaña; me pasó una y nos fuimos  hacia el monte.

-Ve adelante de mi para ver como mueves el trasero, muñeco-

-Si, Vale, este trasero que pronto será feliz chupando tu caramelo de carne-

Por supuesto que al pedalear bamboleaba mis nalgas exageradamente para motivarlo a que levantara su bichola deliciosa y sí resulto.

-Cuando lleguemos tus nalgotas me van a gustar más, ya me viene saliendo caldito de ver como las contoneas-

Saliendo de la Ciudad tomamos un sendero que se fue haciendo angosto y bordeando una colina se avizoró un arroyito reseco a lo lejos. En el camino me iba diciendo obscenidades que me hacían sentir toda una puta, yo lo miraba candentemente y le respondía con cierta vergüenza de la misma manera. A veces se me acercaba y me manoseaba la cintura y las nalgas, y en una de ésas me tiró del pants y casi me provocaba una caída.

-Aaaaayyy, me tumbaaasss-

-Perdón, es que ya traigo la verga como fierro y me desespera que no llegamos-

Se veían otros paseantes a lo lejos, si no fuera así, de seguro ahí mismo me baja y me revuelca entre los matorrales.

-Ya casi llegamos, ¿ves aquel arbolote junto a una peña en forma redonda?-

-Si, ¿ahí me vas a culear?-

-Casi, hay una desviación desde otro arroyo más chico donde hay mucha hierba que nos protegerá de los mirones, ahí llevo mis conquistas a darles verga; tu eres el segundo maricón que tendrá la suerte de ser mi mujer-

Me sonrojéeeee... seguimos hasta llegar. Un cauce de arroyito seco que nacía entre arbustos, a donde llegamos "gateando", después de esconder las bicis entre ramas. Yo iba delante de Vale y cuando él consideró necesario, me tomó de un tobillo para detenerme.

-Aquí mero, nena, acuéstate baca abajo-

Lo obedecí y él se encimó acostándose con la verga sobre mis nalgas... primer gemidito... -mmmhh-

-Nalgona, hacía mucho que mi verga no se ponía tan golosa con un puto-

-Lindo macho, lo haré muy feliz- pensé

Me moví bajo su cuerpo, serpenteando y subiendo mi trasero para que su bichola endurecida se agasajara... primer gemidito de él -oohhhh, putitooo-

Vale también se movió sobando mis nalgas con su macana

-Cielo míoooo, que fierro tan duroooo-

-Siiiihhh... aaaaahhhh... eres un encantoooohhh-

No me importó la arena en mi cara ni me importaría llenarme todo de arena, yo solo pensaba en entregarme para satisfacción de ambos.

Mi Vale me volteó y sacando su verga me la puso en la boca como un día antes, yo, golosamente me atraganté con su dulce caramelo macizo.

-Mmmmmggggghhh... ¡shrrpppp... ggbbbb.... mmmmfffff!- ¡qué cosa tan más deliciosaaa! ¡qué agasajoooo!

-Oooooohhh así, chupaaaaaaa, mmaaaassssss-

Muy pronto mi saliva y su lechita clara se mezclaron y solo se oía el chupeteo entre el silencio del monte.

-Ya muñeca, ahora meteré mi víbora en tu madriguera-

-Sí, amor- me volví bajándome el pants y levantando mi cola, sentí la arena cubriendo mi pene, que ya se endurecía

-Abre tus nalgotas- Lo hice con mis manos y levanté más el culo para exponerlo a sus ojos

-Mamacitaaaaaaa- y se fue sobre mí con su verga durísima tratando de encontrar mi culo y moviéndose como perro al buscar el coño de su perra, hasta que lo encontró y me penetró salvajemente. Mi pene se mi hizo chiquito hasta casi desaparecer del dolor.

-¡Aaaaaggggghhh! ¡mmmmggggggffffff!- Dolor intenso... hundí mi cara en la arena para contener mis gritos.

El bruto me siguió penetrando y extrayendo su bichola rápidamente sin importarle mi dolor, que poco a poco fue desapareciendo. Me llegó igual, lentamente, un gozo divino; mi culo entonces disfrutó las caricias de su macana adorable, al contacto con mi próstata cada que hundía su vergota mis intestinos temblaban. Mi hombre dejó de moverse porque no quería eyacular aún, se quedó estático pero yo sentí el palpitar de su caramelo que aguantaba la salida de su leche. Mi pene creció de nuevo enterrándose en la arena... mi culo pedía más.

-¿Aaaaahh?... ¿más papacito?-

-Aguanta, puta, no te muevassss-

Un laaaaargggooo minutoooo, yo quería máaasss, que desesperacióoooon

Reinicia su bombeo, lento, muy lentoooo, malvadooo

Sube la velocidad, uuufff, que ricooooo

Como un tren que inicia su andar

-Chuc.....   chuc.... chuc....-

-Máaasssss-

-Chuc.. chuc.. chuc..-

-Asíiiiiii-

-¡chuc chuc huc chuc chuc!-

-¡Aaaaaahhhh!-

A toda máquina, mi macho me hacía rebotar contra la arena

-¡Amooooooorrrrr!- -¡preciosoooo!-

Su caramelo macizo me causaba los estragos más íntimos y me hacían rugir putamente, oía pujar a mi Vale con cada arremetida y dejó salir toda su leche ardiendo que invadió mis entrañas. ¡¡¡Ggggggaaaaaaaa!!!!-  Un rugido infinito escapó de la garganta de mi macho, mi nuevo macho.

Un calor intenso quemó mis entrañas y se sumó al calor del fierro al rojo vivo de mi Vale. Mi verga también sintió necesidad de eyacular y metida entre la arena dejó escapar su lechita, más femenina que masculina. Sin sacar su verga, me movió y quedamos acostados de ladito, quedando desfallecidos y abrazado él a mí.

-Eres toda una hembra para coger, putona caliente, creo que te voy a traer muy seguido a mi guarida-

-¡Ssssiiii! quiero repetir esta hermosa experiencia, macho mío; eres una maravilla de hombre, un semental de primera-

Y claro que repetimos cada vez que había oportunidad, con el tiempo, de hecho fue más placentero; después hubo caricias previas, besos, arrumacos. Y ya no hubo penetraciones salvajes, todo con amor y cariño, en especial lo buscaba cuando mi Fredy se iba por largas temporadas a trabajar en Estados Unidos de "mojado". Me convertí en ciclista de montaña y tal vez por eso mis nalgas se desarrollaron más y se pusieron más firmes… hasta que mi macho encontró el amor de su vida y me dejó.

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