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Diario de Claudia: vida de puta travesti. Parte 1

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Al final de tanto tiempo, y viendo los pros y contras, me di cuenta que ya no necesitaba dos empleos, el de la oficina y el nocturno, así que decidí, obviamente, optar por el segundo ¡no hay que ser genio!

Mis excompañeros de oficina me adoraban y prácticamente los tenía bajo mis tacones, sobre todo los tipos casados; y como ya no tenía el almacén del sótano para mi “trabajo”, empecé a usar un hotelito en la 31 como mi nueva “oficina”. Los chicos solo tenían que contactarme por celular y en cuestión de horas, me llenaban de semen por un lado, y efectivo por el otro. Hice un trato con el administrador del hotel de modo que a él le tocaba un porcentaje de la noche (además no era la única usando su negocio). De ese modo para todo propósito me había convertido en una prostituta a tiempo completo. Ahora mi rutina ya no era de 8 am a 5 pm sino más bien de 8 pm a 5 am; en un buen fin de semana fácilmente sirvo entre 25-30 felices clientes; por el momento mi “record” es de 16 en una sola noche. Ese día era un feriado; llegué al hotel como a las 6 pm y no salí hasta las 5 am del día siguiente; fue toda una noche de sexo sin parar…las vergas entraban y salían de mi cuerpo una tras otra, dejando rastros de esperma caliente por todos lados; hice más dinero que un mes de trabajo “normal”. No podría estar más feliz.

Una de esas noches, como a las 10, salí como siempre, con mis tacones de 8 pulgadas, mi pantaloncito negro de spandex y mi top rojo a darme una vuelta por la calle 30, en dirección al parque. Era mi ruta. Llegué a la carrera 9 así que me senté al pie de las rejas del parque para fumar un cigarrillo. Había una brisa fresca que mecía mi cabello de manera muy sensual; crucé las piernas, obviamente con la intención de exhibirme a los transeúntes. No pasó ni 15 minutos cuando lentamente se aproximó una camioneta tipo SUV de color blanca; el conductor bajó el vidrio lateral y lanzándome una sonrisa trata de llamar mi atención:

“Hola nena, ¿qué hubo? ¿Qué haces aquí tan sola?

“¿Qué crees?” Le respondí con una sonrisa y al mismo tiempo abriendo las piernas.

Me acerqué al auto para ver qué tenía disponible y me doy con la sorpresa de encontrarme con cuatro chicos, en sus 20s quizá, todos con rostros de querer cogerse a alguien. Usualmente no me meto con pelados tan jóvenes, siempre prefiero los maduros con experiencia pero a esa hora ya me sentía bien caliente y quería empezar lo antes posible.

“¿Quieren servicio para los cuatro?” Pregunté

“Sí, para todos. ¿Puedes? ¿Cuánto nos saldría?”

“Por supuesto que puedo papi, pero la hora les va a costar 150 a cada uno, ok?” “Y ustedes pagan el cuarto”

Los cuatro se miraron como quien dice “lo hacemos o no” – un par de ellos se veían nerviosos, como si fuese su primera vez con una trans. Luego de murmurar entre ellos, el piloto me dice. “Ok, trato nena. Sube al auto”

Me acomodé en el asiento trasero, entre dos de los chicos. Sabía que esto sería interesante. No estaban mal, se les veían fuertes y en forma; parecía que venían todos del trabajo por la ropa que llevaban; me sonreían tímidamente, casi con curiosidad.

“Vamos a la 31, allí tengo mi lugar” Les dije. “Y a propósito, me llamo Claudia”

Antes de llegar al hotel pararon en una cantina y uno de ellos fue por un par de botellas de wiski. “Esto va a ser interesante pensé”.

Finalmente llegamos al hotel; saludé con la mano a Manuel, el administrador quien me dio una pícara sonrisa al verme subir con cuatro clientes. Llegando a mi cuarto les dije “ok chicos, el tiempo es oro… ¿empezamos?” Creo que esto los tomó por sorpresa ya que querían hacer algo más íntimo y “menos negocio”

“Claro amor, pero tranquila, queremos tenerte al menos por un par de horas o, si es necesario algo más. ¿Qué tal unos tragos antes?

Alguien sacó un celular y puso algo de música… Sade… por supuesto, qué mejor música para una cogida. Nos dimos un par de rondas de wiski y poco a poco la ropa fue desapareciendo. Yo me cambié la ropa de puta a un lindo babydoll negro, con portaligas y medias de red, sin g-string claro, dejando mi verga erecta al descubierto.

Empecé mi trabajo como de costumbre: preparando la carne con una buena mamada. Como eran cuatro lo más práctico fue ponerme de rodillas con todos ellos alrededor mío –típica ¿no? El tener algo de alcohol en la cabeza siempre se suelta más de lo normal, me vuelvo más loquita, ya sabes, así que empecé a mamar una verga tras otra, tal chica de película porno. Mientras chupaba una, apretaba otras dos con mis manos; cada vez que me tocaba un dueño este me agarraba de la parte trasera de la cabeza, empujándola hacia su cuerpo desnudo. Así terminé dándoles garganta profunda a cada uno de mis clientes; las vergas salían de mi boca completamente cubiertas con una capa de densa saliva, señal que había llegado realmente hasta el fondo de mi garganta.

Los tragos continuaron y tanto mi boca como cabeza pedían más verga así que empecé a metérmelas de a dos –tengo una boca bien golosa y tragona en verdad. Sus mazos eran deliciosos y bellos, llenos de venas gruesas y cabezas anchas; cerré mis ojos para poder gozarlos más. Uno de ellos no pudo contenerse más y mientras chupaba una polla grandota, éste empezó a lanzarme un chorro violento de esperma caliente.

“¡Tíramelo en la cara amor… dámelo todo!” Le grité a medias, con un pene aún en la boca. No quería que esa leche se desperdicie; y así fue, apuntó hacía mi frente y recibí mi primer baño facial de esperma. Pero parece que ver a uno de ellos venirse fue el gatillo para que los demás también lo hicieran: de pronto, como chicas que sincronizan su menstruación, cada uno de ellos empezó a explotar… ¡oh qué buenísimo! ¡Lo quiero todo amor! Me arrodillé más aún, puse mi rostro en posición casi horizontal, abriendo la boca, exponiendo mi lengua… cuatro vergas gordas y llenas de semen salado empezaron a regar mi cara con su leche. El líquido espeso caía por todos lados, en mis mejillas, los ojos, sobre mi lengua, nariz y labios. Se nota que estos chicos estaban súper aguantados ya que entre los cuatro casi llenarían un vaso con su deliciosa crema… el esperma tibio bañaba mi rostro y empezó a chorrear por mi cuello al resto de mi cuerpo.

Había terminado la primera parte tal como siempre me gusta: bañada en semen. Ahora era momento que llenaran mi otro hueco hambriento.

Continuará.

(9,20)