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Marisol – Mi madre y yo, una competencia permanente

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Esta historia empieza aun antes de que yo existiera. Mi madre (Lorena), se casó siendo aún una adolecente con mi padre, 12 años mayor que ella, estando embarazada de la que sería su primer hija (o sea yo). Durante cinco años intentaron que su relación funcionara, trayendo al mundo a otro hijo y fingiendo amor donde no lo había. Nunca entendieron que casarse por la pura obligación de un embarazado no deseado, no era la mejor expectativa para que eso funcionara, mi madre no era ninguna virgen cuando conoció a mi padre, y su historia sexual, ya contaba con varios capítulos y de mi padre, pues que podía esperarse de alguien con tanto años más de experiencia. Pero un pequeño error en sus cálculos o en su calentura, trajo como consecuencia que yo fuera llamada a escena.

Cuando por fin se cansaron de las infidelidades de uno y del otro y se dieron cuenta que era mejor seguir separados por la vida, simplemente agarraron a uno de sus hijos cada uno y terminaron de un plumazo su vida familiar.

A mis cinco años, empecé a vivir la vida al ritmo de mi inestable madre, de una casa a otra, de un pueblo a otro, de un trabajo a otro, de un amante a otro. Y de todo esto, yo aprendía y absorbía como una esponja la falta de estabilidad de mi madre.

Y así comienza mi historia.

Mi nombre es Marisol y actualmente tengo 28 años, soltera, profesional técnica, muy dedicada en mi trabajo pero fuera de él, un completo desorden moral. De pelo largo y negro, piel acanelada, mi mejor atributo son mis senos, firmes y bien dotados, delgada con una buena colita y piernas fuertes y sensuales. Físicamente muy parecida a mi madre, de quien lo mejor que herede, fue su gusto por los hombres.

Siempre vivimos en casas o departamentos muy pequeños, donde todo se escuchaba y donde por regla, las puertas siempre se mantenían abiertas. Fue así como siempre escuche y vi a mi madre convivir con sus parejas, sin ningún prejuicio o pena. Con el pasar de los años, y mientras yo crecía y me desarrollaba, los ojos de sus amantes, poco a poco empezaron a mirarme no como a una niña, sino como a otra posible compañera.

Mi  madre se juntó con un ex compañero de trabajo, bastante guapo y sumamente atractivo llamado Efrén. Una noche en que mi madre se indispuso, solamente oía el pleito que el armo por no tener con quien llevar a cabo sus sexuales intenciones. Al día siguiente, me metí a bañar temprano para después ir de visita a casa de una amiga. Estando en la regadera, escuche que mi madre se iba a trabajar y que su pareja la despedía tiernamente, oí la puerta de la calle cerrarse e inmediatamente Efrén entro al baño. Sin ningún reparo, se desnudó y se metió a la ducha conmigo, al principio me sorprendió su actitud, pero después me tranquilice cuando él me dijo que también tenía prisa por salir de la casa y que si yo no tenía inconvenientes se bañaría conmigo.

Ya en la ducha, no pude dejar de admirar su cuerpo y sobre todo el majestuoso instrumento que le colgaba entre las piernas, de mi interior empezaron a correr flujos que solamente emanaban cuando me auto estimulaba en mi habitación o en la misma ducha. El noto mi inseguridad y para calmarme me dijo que le ayudara tallándole su espalda. Cuando termine y estando todavía más nerviosa, tomo la fibra y el jabón y me volteo para tallarme ahora a mí. Pero yo estaba cada vez más exitada, al sentir sus manos en mi cuerpo, no pude más y de mi pecho salió una fuerte exhalación junto con un notorio gemido de placer, fue la señal que él esperaba para sin ningún obstáculo de mi parte, empezar a tocarme por todo el cuerpo, el cual reaccionaba de forma instantánea ante las primeras caricias sexuales. Mientras sus manos recorrían mis pechos y mi sexo, sentí entre mis piernas y directamente en mi culo, el tumefacto tolete de su miembro que para ese momento estaba más que rígido por la caricia del cuerpo que tenía cerca.

Cuando me giro para quedar de frente, yo ya deseaba con vehemencia me hiciera mujer en ese momento, más él tenía preparado otro plan.

Cerró la llave del agua y sin secarnos me cargo y me llevo directamente a mi cuarto, me acostó en mi cama e inicio a besarme por todo el cuerpo, cuando llego a mi zona erógena, me llevo de inmediato a la gloria. Yo ya estaba entregada y solamente acertaba a pedirle que me hiciera mujer en ese momento.

Me dijo que en la noche anterior, mi madre lo había dejado insatisfecho y con muchas ganas de echar un polvo y que ahora sería yo quien colmara sus ganas y satisficiera sus deseos.

Tomo mis piernas con la parte interna de sus codos, las abrió y subió hasta la altura de mi pecho, se acomodó encima de mí y puso su verga justo en la entrada de mi vagina, y poco a poco empezó a penetrarme, yo gozaba el momento y el poco dolor que pude haber sentido fue absorbido por el intenso placer al que me estaba llevando. Me cogió como a una puta, una y otra vez encajaba su miembro dentro de mí, y en cada arremetida yo sentía que la vida se me iba por el chocho, en tres ocasiones me llevo hasta el paroxismo del orgasmo y en cada una de ellas, me recordaba que de ese momento en adelante yo sería su putita y que tendría que abrirle mis piernas cada vez que el me lo pidiera. Cuando estaba a punto de correrse, saco aquel instrumento de mi cuerpo, lo llevo a mi boca y me obligo a mamársela hasta que se vino entre mis labios. Lejos de sentir asco, el sabor, la textura y la temperatura de su semen me encanto, por lo que no deje de mamársela hasta dejar de sentir cada chisguete que salió de su polla.

Luego de esto, se paró y se retiró a la habitación de mi madre, para vestirse, no sin antes recordarme quien era yo y amenazarme con que la siguiente vez, me rompería el culo.

Cuando oí la puerta de la calle cerrarse, quise volver al baño para ducharme nuevamente, pero mis piernas no reaccionaban y tuve que llegar casi a rastras a la regadera. Mas el agua caliente motivo que mi cuerpo volviera a la normalidad. Mi adolorida vagina estaba más que sensible y me tomo un poco más de tiempo conseguir que dejara de dolerme. Mas mi mente estaba como loca, deseando fervientemente que llegara la siguiente ocasión para experimentar la más agradable de las sensaciones que tiene una mujer. Sentirse poseída por un hombre bien armado.

Los siguientes días fueron un tormento, yo veía como Efrén y mi madre se revolcaban toda la noche, no sé si mi madre intuyo que algo había pasado entre su amante y yo, pero cada noche gritaba y gemía más fuerte, como dándome a entender que aquel hombre era su macho y que nadie, ni yo se lo quitarían.

Pero después de cinco días, ella tuvo que salir nuevamente temprano a su trabajo, dejando nuevamente la ocasión propicia para que Efrén se presentara en mi habitación y me tomara nuevamente, y tal como lo había prometido, no solamente me volvió a coger frontalmente, sino preparándome durante ese tiempo, insertar su falo en mi culo.

Y así pasaron varios meses, por las noches mi madre gozaba de su amante y por el día yo disfrutaba de la misma persona, hasta que una noche fui invitada por ambos, para formar parte de su bacanal.

Así empezamos mi madre y yo a compartir amantes, en ocasiones fueron mis compañeros y amigos, quienes quedaban impresionados de la sensualidad de una mujer mayor, y en otras ocasiones eran los compañeros y amigos de mi madre, quienes se complacían de la ternura de una adolecente.

Y de estas otras experiencias les seguiré contando posteriormente.

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