Nuevos relatos publicados: 18

Por no ir a la playa con mi familia

  • 7
  • 28.183
  • 8,57 (30 Val.)
  • 2

Me llamo Sandra, les quiero contar porque si no voy a explotar, esto no lo sabe ni mi esposo, y tengo mucha vergüenza.

Todo ocurrió el domingo pasado, eran las 8 de la mañana, era un día recontra sofocante de verano,  y mi esposo me paso la voz, para ir a la playa con los niños, me acorde que el día anterior habíamos quedado, pero la verdad es que estaba muy cansada de todo mi trabajo de madre de familia y esposa de toda la semana, y la verdad es que lo que quería era descansar y chismear por mi Facebook.

Les contare que tengo 28 años, me case a los 18 años, con el que había sido mi primer enamorado, y aunque no me crean el único hombre de mi vida, él es un dentista, y la verdad es que nunca tuve que trabajar fuera de la casa, siempre ha sido un buen esposo y padre, en el sexo siempre he estado satisfecha, si bien solo lo hacemos los sábados y en la forma normal, si bien siempre me sorprendió lo que me contaban mis amigas que trabajaban, de lo que hacían con sus esposos o amantes, muchos ellos compañeros de sus trabajos, me hablaban de todos los sitios por donde se los metían o lo que chupaban, yo no podía creer que mis amigas, que parecían tan tranquilas y de su casa como yo eran capaces de hacer esas cosas, es más creía que la mayor era invención de ellas.

Bueno les sigo contando, con la flojera que tenía para levantarme y después en la playa sabía que tenía que seguir atendiendo a mi esposo e hijos, le dije que no me sentía bien y que ellos vayan solos, el medio que se molestó, después de unos minutos, se despidió y me dijo que había llamado al maestro juan, para que arreglara el caño de la cocina, que dejaba la plata para pagarle en la mesa de la sala y se fue dando un portazo.

Bueno, yo feliz, me quede en mi cuarto viendo mi laptop, solo tenía puesto mi ropa interior, pues el calor era terrible, soy chiquita y con un pelo lacio cortito, y me sentía muy bien así pues a mi esposo no le gustaba que anduviera así en la casa, pienso porque es celoso por mis senos y colita que son un poco grandes para mi tamaño, no había pasado media hora, cuando el timbre de la puerta sonó, debía ser el maestro juan, que era un gasfitero que conocía de toda mi vida, desde que venía a la casa de mis padre a arreglar los caños, ahora ya debía tener como 80 años, él era como de la familia, me puse una batita y corrí a abrir la puerta, , me quede paralizada cuando en lugar de el viejito, en la puerta estaba, un gordo alto, blancon, barbón, medio calvo, con una cara grasienta, llevaba un overol y tenía una maleta de herramientas, debía tener unos 50 años - señora Sandra García, soy Pedro, el señor Juan esta con fiebre y me dijo que lo reemplazara, si a Ud., no le molesta, - la verdad es que si me molestaba, pero fue tanta mi sorpresa, que solo pude decir, - no hay problema, hay que arreglar el caño de la cocina, cuando termine la plata está en la mesa, por favor trate de no hacer mucha bulla, pues estoy con dolor de cabeza, -mientras le hablaba, me di cuenta que sus ojos se le iban, por la parte delantera de mi batita, que estaba media abierta dejando ver parte de mis senos, instintivamente me la cerré con las dos manos, y me fui a mi cuarto, sabía que él debía estar ganándose con mi cola y mis piernas, pues la bata con la justa tapaba mis muslos, cerré la puerta.

De mi cuarto podía escuchar como manipulaba herramientas en la cocina, pasaron 15 minutos y sonó el teléfono, era mi esposo, me decía que la playa estaba riquísima, y que después se iban a comer pollo a la brasa con los niños, me dijo si había alguna novedad, y le dije que todo estaba bien, seguí con mi laptop, viendo mensajes, me puse los audífonos para escuchar música.

De repente sentí que tocaban la puerta, era el gasfitero, -señora Sandra, el defecto es más grande de lo que pensé, necesito cerrar la general para cortar el agua, no encuentro la válvula, la puede cerrar por favor, le prometo no volverla a molestar, créame que necesito ese dinero para mi familia - lo primero es que la verdad es que llave general estaba media escondida en el patio, junto al jardín, y además el tono de su voz se había puesto como rogándome, me dio un poco de pena, me puse esta vez una bata más larga de felpa, y abrí la puerta, en ese momento sentí una fuerza enorme que empujaba la puerta de afuera, era tanta la fuerza, que perdí el equilibrio y caí al suelo dejando la bata abierta y yo aturdida, viendo como el gordo barbón entraba y se le salían los ojos al verme solo con brasier y calzón, -está loco, que le pasa, voy a gritar, mi esposo esta arriba, voy a llamar a la policía, -el me miraba y se relamía y disfrutaba el espectáculo que le daba, mis tetas a punto de salir de un brasier que era un poco chico para retenerlas, el me miraba y señalo el teléfono de la sala, que estaba descolgado, ¡¡ el maldito había escuchado la conversación que había tenido con mi esposo, sabía que estaba sola en la casa!!- mira Sandrita puedes gritar lo que quieras, tu esposo no está, tus vecinos se han ido a la playa, no están sus carros, -y sacando de su bolsillo un cuchillote de mi cocina me miro - depende de ti si quieres hacerlo a las buenas o a las malas -se agacho y me puso el cuchillo en el cuello, pensé que era el fin y cerré los ojos, sentí un tirón y luego otro tirón, me había cortado el brasier y mi tanguita, ahora estaba totalmente desnuda, se abalanzo encima mío y sentí, su olor a axila y alcohol, y después su barba en mi cara, trataba de besarme, yo lo evitaba poniendo mi cabeza de un lado a otro, se cansó y sentí como se lanzaba a mis tetas, comenzó a lamerlas y luego a succionar mis pezones, lo odiaba, odiaba, mi esposo nunca me los había tocado menos chupado, menos con lenguota áspera como una lija, y más y más y una y otra vez, como solo recordaba que lo habían hecho mis hijos, pero esta vez era diferente pues comencé a sentir sensaciones, lloraba y lloraba, y también mi cuerpo temblaba y se estremecía, cuando sentía como esa boca chupaba mis pezones y sus dientes mordisqueaban mis tetas, de repente las dejo y separando mis piernas, comenzó a restregar su cara barbuda en mi conchita, su barba era como una lija y frotaba toda mis partes, no paraba de llorar, pero mi cuerpo a la vez se estremecía, era como un calorcito que nunca había sentido que se iniciaba en mi espalda y recorría todo mi cuerpo como una electricidad, nunca en mi vida había sentido esas sensaciones que le pasaba a mi cuerpo, tenía miedo de lo que estaba empezando a sentir - no sea malo, de de déjeme, no le voy a avisar a la policía pero déjeme no no no sisisisiga...- él no me hacía caso, había separado los labios de mi conchita cosa que nunca nadie había hecho y metido su lenguota en mi conchita, su lengua entraba y salía de mí una y otra vez, una y otra vez, mientras sus manos atenazaban mi potito…

(8,57)