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Agente inmobiliaria

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Hace 4 meses buscando casa por una inmobiliaria, me pasó algo que lamentablemente no volverá a pasarme, y que a continuación contaré.

Contacté con una inmobiliaria para ver un piso, quedé en el sitio donde se hallaba la casa y esperé a que llegase la persona que tenía que enseñármela.

Puntual a la cita, llego una mujer de unos 40 y pocos años, alta y grande.

Se llamaba Elena. Nos saludamos y subimos al piso.

Al llegar se quitó el abrigo y empezó a enseñarme la casa.

Iba muy apretada vistiendo. Le sobraban kilos, pero ella se resignaba a usar ropa de su talla.

Vestía un pantalón color café que marcaba un tremendo culo, y un jersey de cuello alto que marcaban dos tremendas tetas.

Me estuvo enseñando la casa pero yo estaba más pendiente de sus curvas que del piso.

Se agachó varias veces para enseñarme el horno, varios armarios y los radiadores.

Cada vez que lo hacía asomaba un tanga negro, que yo no podía parar de mirar.

Mientras me mostraba el piso tonteaba con comentarios poco apropiados, pero que a mí me hacían volar mi imaginación, del tipo este sofá es muy cómodo para ver la tele, leer o lo que te apetezca con tu pareja, la cama es de matrimonio, así que si quieres subirte a dormir a alguna amiga cabréis muy bien tu ella y tu pareja…

La casa me gustó y ella también.

A los días firmé los papeles y me acompaño a la casa, para chequear que todo funcionaba.

Llegamos a la casa y se quitó el abrigo.

Mi sorpresa fue mayúscula, cuando vi que llevaba una minifalda vaquera ceñida y medias negras que le hacían unos muslos tremendos. Una camisa también ceñida de color rosa y un sujetador negro que obviamente se le transparentaba.

Pensé joder esta quiere tema, estamos en noviembre y no hace tiempo para esto.

Todo el tiempo estuvo lanzando indirectas subiditas de tono.

Al acabar de comprobar la casa, me dijo que ya solo me quedaba por probar los muelles de la cama, pero que eso lo tendría que hacer con mi pareja.

Le contesté que no tenía pareja.

Y ella mirándome con una cara de pícara, me respondió que no podía creerse que un chico como yo no tendría pareja.

Pues tendrás que buscarte una porque luego no quiero quejas de que el colchón es malo, me dijo riéndose.

Intentaré probarlo lo antes posible le contesté también riendo.

Si, además las noches son muy largas para estar tu solito en esta casita, me miro con cara de inocente.

Le contesté que se vive muy bien solo.

Y ella sin cortarse, me soltó, ya pero todos necesitamos sexo, y uno solo no es tan divertido como en pareja…

Bueno lo del sexo se soluciona fácil, le dije creciéndome.

Ya pero no solo de pajas vive el hombre… me contestó. Además el cuarto de baño es muy frio, o ¿eres más de hacértelas en la cama?, me pregunto ante mi asombro y excitación.

Depende, le conteste aturdido.

Se rio, y me volvió a preguntar, ¿de qué depende?, ¿de qué te las hagan o que te las hagas? Y soltó una carcajada.

Me quedé mudo.

Yo si me tengo que masturbar solita me encanta hacérmelo en la ducha, pero si me lo tienen que hacer en la camita… volvió a decirme con cara ingenua.

Yo estaba ya para saltarle al cuello, y le pregunté, y últimamente donde está habiendo más actividad, ¿en el baño o en la cama?

Soltó una carcajada, y sin cortarse, me dijo, últimamente en todas partes, pero yo solita y muchas veces.

Vaya, pues que lastima, ¿no?

Si es una lástima que tú tengas que probar ese colchón y no tengas con quien, y que yo esté todo el día caliente. Dijo poniendo una cara de deseo que asustaba.

Igual podríamos hacer algo, ¿no? Pregunte torpemente.

¿Cómo qué? Pregunto ella. ¿Me vas a masturbar tú? ¿O que se te ocurre?

Ocurrir se me ocurren muchas cosas, contesté.

Ella cogió se subió la minifalda, y me dejo ver sus medias que llegaban hasta más de medio muslo, y su tanga diminuto de color azul, mientras me decía, pues dime alguna porque estoy un poco húmeda, y se empezó a acariciar los muslos.

Yo no dudé y le puse la mano en su tanguita y empecé a acariciar su coño por encima de la tela, mientras ella empezó a soltar gemidos que me excitaron mucho.

Estuve dos o tres minutos sobándole el coño, y ella sin parar de tocarse, los pechos y de decir cosas como no pares cielo que lo estás haciendo muy bien.

Nos sentamos en el sofá y ella se quitó la camisa y el sujetador, y asomaron dos tetas enormes ligeramente caídas, que empecé a sobar y a lamer.

Ella se apresuró a separar sus piernas y a coger una de mis manos y llevarla hasta allí.

Yo seguí con mi trabajo manual sin parar de comerle los pezones y sin parar de excitarme con sus gemidos.

Ella estaba fuera de sí, y solo sabía preguntarme cosas, ¿te gustan mis tetas? ¿Vas a comerme el coño? ¿Quieres follarme?

Yo no contestaba, solo le daba caña, le metía los dedos, le chupaba los pezones, le daba pellizcos en las tetas…

Me arrodillé y me comí aquel tremendo y depiladito coño, enseguida se corrió y gritó como si fuera el último suspiro.

Ahora te toca a ti, le dije.

Sonrió, me beso y me empezó a desabrochar la bragueta, saco mi polla dura de tanta excitación y empezó a sobarla.

¿Quieres que te la coma cabrón?, me pregunto provocando una especie de morbo y miedo.

Si, Elena chúpala.

Se inclinó y empezó a succionar y sobarme los testículos, luego empezó a hacerme una paja mientras daba lametones a mi capullo.

Estuvo unos cinco minutos, le pedí que parará que si no me iba a correr y que quería follarla.

Ella no escuchaba y seguía, y seguía.

Estaba a punto de explotar y le advertí, pero ella lejos de parar se abalanzó sobre mi polla y la empezó a menear con frenético ritmo, hasta que solté un chorro de semen que la empapó, cara, pelo y parte de una de sus tetazas.

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