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Violan a mi esposa en la playa

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Como algunos domingos de verano, mi mujer y yo nos fuimos en busca de una playa solitaria donde disfrutar del mar y broncear nuestros cuerpos desnudos bajo el sol. Cuando llegamos la playa estaba bastante concurrida por familias con sus sombrillas y neveras, como siempre comenzamos nuestro largo paseo hasta la zona nudista, una vez allí nos desprendimos de las prendas de baño y caminamos aproximadamente dos kilómetros por la orilla del mar yo completamente desnudo y mi mujer sólo con un pequeño tanga, como hacía bastante calor de vez en cuando nos bañábamos y así proseguíamos nuestro paseo sintiendo el fresco de la brisa marina, me encantaba ver los pechos de mi mujer nada más salir del agua como sus pezones se ponían completamente duros.

Nos tumbamos al sol cerca de la orilla en nuestras toallas, pero como todavía vimos a algún que otro mirón en bañador que se acercaba a esa zona de la playa para calentarse viendo los cuerpos desnudos de las mujeres o de los hombres, dependiendo de lo que le pusiese al mirón de turno, ella me dijo que prefería andar un poco más lejos, mi mujer decía que le incomodaba bastante el sentirse observada por estos mirones de playa, por eso, cada vez que veía que alguno se acercaba se daba la vuelta y se ponía tumbada bocabajo, en cambio a mí me ponía a cien el ver como miraban de reojo a mi mujer. Del último que se acercó no se dio cuenta, mi esposa estaba tumbada bocarriba con los ojos cerrados y las piernas algo abiertas, por lo que de seguro se podría contemplar bien su chochito peludo ya que se había desprovisto del tanga, yo hice como si tuviera también cerrado los ojos, pero los tenía levemente abiertos y pude observar como este mirón nos fotografió disimuladamente con su móvil.

Mi mujer se puso de nuevo el tanga y proseguimos el paseo hasta que perdimos completamente de nuestra vista a cualquier persona, colocamos nuestras toallas en la arena y nos dimos un largo baño, aquello era un paraíso. Estuvimos una hora completamente solos sin ver a nadie más por aquella parte de la playa, estábamos a más de cuatro kilómetros de la civilización.

A lo lejos vimos las siluetas de varias personas que se acercaban, pensamos que seguramente sería gente como nosotros, personas a las que también les gustaba tomar el sol desnudos, alejados de las muchedumbres. Pasado un rato observamos que eran cuatro hombres los que se acercaban y cuando ya los teníamos bastante cerca recordé que esos mismos estaban al principio de la zona nudista, recordé como se nos quedaron mirando y que pensé que era un grupo gay, como otros que había siempre en esa playa. Según se acercaban más vi que sobre todo dos de ellos estaban bastante musculados y observé que los cuatros estaban bastante bien dotados, bastante mejor que yo. Cuando llegaron a nuestra altura nos saludaron y uno nos preguntó qué tal estábamos por esa zona tan tranquila, mi mujer y yo les contestamos a la vez que se estaba estupendamente, uno que llevaba una bolsa nevera nos ofreció una cerveza que mi mujer acepto agradeciéndoselo. Yo empecé a ponerme algo nervioso, por la forma en que dos de ellos miraban a mi mujer supe que no eran un grupo gay, mi mujer también se puso algo nerviosa, intuí que también se había dado cuenta de cómo la miraban los dos tipos más grandes y musculados, entonces uno de ellos preguntó “¿os molesta que nos pongamos por aquí?”, mi mujer algo seca le contestó que no, que la playa era de todos.

Los cuatro dejaron sus cosas en la arena y fueron a bañarse, en ese momento mi mujer me dijo que no le gustaba nada la situación, pero que no veía prudente marcharse de golpe, de todas formas, allí tan lejos si quisieran hacernos algo nos alcanzarían en un momento. Uno de ellos nos llamó desde el agua “¿no os queréis bañar?, está el agua buenísima. Mi mujer me dijo que sería mejor seguirles el rollo, que así, a lo mejor, si no se daban cuenta de que estábamos nerviosos sería mejor para nosotros y a lo mejor se irían antes. Nos metimos en el agua y nos bañamos junto a ellos, empezaron a jugar entre ellos agarrándose y dándose ahogadillas, entonces uno de ellos empezó a echarnos agua y mi mujer le respondió echándole a él, en ese momento, mientras uno por detrás me dio una ahogadilla a mí, el que jugaba echándole agua a mi mujer se le abalanzó cogiéndola y sumergiéndola en el agua, al salir ella a flote otro la cogió por la espalda y rodeándola con sus brazos la sumergió junto a él. Nada más salir a flote mi mujer dijo que se salía, yo le acompañé y mientras nos dirigíamos a la orilla me dijo que quería irse, yo le pregunté si le había pasado algo que debiera saber y ella me dijo “el tío que me ha agarrado me ha manoseado entre las piernas y los pechos ¿no te has dado cuenta?, ¡si casi me ha metido los dedos por el coño! Nos dirigimos a las toallas y comenzamos a recoger, de repente los cuatro salieron del agua y sin rodeos me dijo uno de ellos “¿no pensareis iros tan pronto?, todavía no ha empezado lo bueno, mirad, vamos a dejarnos de tonterías, ahora vamos a follarnos a tu mujercita entre todos, y si tú quieres también tenemos para ti, si os portáis bien y si hacéis todo lo que os digamos a nadie le pasará nada”.

De repente el mundo se me vino encima, mi mujer se puso a llorar y yo no podía hacer nada eran cuatro tíos bastante grandes y fuertes. Uno de ellos le dijo a mi mujer que empezase a comerle la polla, mi mujer me miró de reojo llorando y se puso de rodillas frente a él introduciéndose en la boca su miembro que comenzaba a ponerse completamente erecto, yo no quería ni mirar y apartaba la vista, pero uno de ellos me dijo “mira ahora como tu mujercita se va a comer dos pollones a la vez”, acercándose a ella y poniendo su polla junto a la del otro rellenaron la boca de mi esposa que casi no le cabía en ella esas tremendas vergas, mientras seguía llorando. Los otros dos se pusieron cada uno a un lado mío y me dijo uno de ellos que me estuviese sentado y tranquilo, que así no pasaría nada malo, pero que no quería que yo cerrase los ojos como estaba haciendo, que quería que yo viese bien como todos ellos se follaban “a la puta de mi mujercita”. El que estaba sentado a mi izquierda, que ya estaba completamente empalmado tenía una polla enorme, dijo a los dos a los que mi mujer les mamaba la polla que se quitasen un ratito, que él iba a follársela, le dijo a mi mujer que se pusiese agachada a cuatro patas mirando para mí, dijo que ninguno cerrásemos los ojos, que quería que nos viéramos mientras ella disfrutaba follando con un macho.

“Tienes dos opciones, o lo pasas mal y sigues gimoteando o te relajas y disfrutas” le dijo justo antes de introducirle su tremendo pollón por el coñito. Tenía la cara de mi esposa frente a mí con los ojos bien abiertos mientras que le estaban dando un mete saca impresionante, el tío que se la estaba follando tenía un pollón de al menos veinte centímetros de largo y bastante grueso, era de grande más del doble que el mío, y lo estaba deslizando con rapidez de dentro afuera y de fuera adentro de su coño en toda su longitud, este le dijo de nuevo a mi mujer “relájate, mueve el culo y disfruta, que vea tu maridito como gozas cuando te folla un macho de verdad”, al momento mi mujer comenzó a mover su culo buscando las acometidas del macho que la penetraba y al minuto noté por su expresión al cerrar los ojos que le llegó un grandioso orgasmo, reprimiéndose gritar y jadear, no sé si por consideración hacia mí o también por no darle el gusto al que se la estaba follando, pero él, dándose cuenta de ello le dijo “no te reprimas y grita, que aquí no nos va a escuchar nadie”, entonces, cuando le vino lo más fuerte del orgasmo mi mujer gritó y jadeó como loca.

Tras el grandioso orgasmo de mi mujer, el que estaba a mi derecha dijo que quería romperle el culito, entonces ella empezó de nuevo a gimotear pidiendo que por ahí no se la follaran, yo hice el ademán de levantarme gritándoles y diciéndoles que la dejaran, entonces el otro que también había tenido su polla dentro de la boca de mi mujer me dijo “tranquilo, que si prefieres la puedes acompañar, si vuelves a alterarte te voy a follar yo a ti”.

Mi mujer y yo teníamos las caras de frente, y nos mirábamos mientras a ella le penetraban por el culo con una pollas imponente, al principio gritó del dolor de la penetración, pero al rato de que se la estuviese follando por detrás dejó de gritar, yo imaginé que dejó de dolerle tanto. La situación era humillante, estaban violando a mi mujer varios tíos delante de mí. Cuando acabó el tipo aquel de follarle el culo se fue al agua y se estuvo enjuagando en el mar, frotándose durante un rato la polla, mientras otro de ellos me dijo que me levantase a ver lo abierto que se le había quedado el culo a mi mujercita.

Se fueron turnando durante un buen rato los cuatro, siempre al menos uno de ellos se quedaba vigilándome al lado mío mientras los otros penetraban por algún orificio a mi esposa, tuve que contemplar como en algún un momento, como ella estaba tumbada bocabajo sobre uno de ellos que le penetraba por el coño mientras que otro de rodillas por encima de ellos la penetraba por el culo y un tercero, también arrodillado al otro extremo le rellenaba la boca hasta la garganta.

Pero lo más curioso de todo era, que pese a la humillación a la que nos estaban sometiendo, yo llegué a estar excitado, contemplando lo que hacían con mi mujer con la polla completamente erecta, y sé que ella durante todo ese tiempo llegó a tener al menos tres orgasmos.

Una vez acabaron, uno de ellos inspeccionó nuestras mochilas y le hizo algunas fotografías a nuestras documentaciones, sacó de nuestras bolsas los móviles y tras toquetear el mío le dijo a mi mujer “así que Yolanda, ya tengo tu número de teléfono”, le quitó las baterías a los móviles y nos dijo: “nos vamos a ir, sabéis que tenemos vuestra dirección y vuestros números de teléfonos, lo mejor es que paséis página y recordéis esto como una experiencia más de la vida, esperaros antes de iros a que pase al menos una hora, desde muy lejos podemos ver si nos seguís, y os recomiendo que no lo hagáis”.

Los cuatro se fueron y mi mujer completamente callada se dirigió al mar para lavarse de arriba abajo, yo permanecí sentado y callado contemplándola. Cuando salió del agua me preguntó: “¿y ahora que vamos a hacer?”, yo no me atrevo a denunciar, al final hay gente que pensará que la culpa es nuestra por venir aquí solos, y si ellos dicen que fue consentido puede que les crean y salgan de rositas, al fin y al cabo ninguno tenemos marcas de violencia”. Yo no sabía que decir, la impotencia me embargaba. Ella volvió a hablar y me dijo: “lo que no llego a comprender es como pude ver que mientras unos tíos me violaban tú estabas completamente excitado, parecía que te gustase ver cómo me follaban por todos lados”. Entonces yo comencé a reprocharle que hubiese tenido tantos orgasmos, “parece que te gustaba como te estaban follando esos tíos, porque bien que movías el culo y jadeabas”. “Si, conseguí evadirme y pensar que sólo era un juego, no sé lo que me pasó, pero parece que esa situación de miedo y dominio llegó a excitarme, pero no es que yo lo quisiese” me dijo ella.

No denunciamos ni le contamos a nadie lo que había ocurrido, fue nuestro secreto no volvimos a hablar de ello en mucho tiempo. Pasados seis meses, en invierno, mi esposa me dijo que uno de los violadores le había llamado por teléfono hacía un mes, me contó que le dijo si quería repetir con algunos y que tuvo dudas, me contó que, viéndolo ya lejano, la experiencia del anterior verano no había sido tan mala, además me recordó que, una de las fantasías que yo le había contado hacía años que me excitaba era pensar en ella mientras se la follaban varios tíos. Lo que pasó después de ese día ya os lo contaré.

(9,10)