Nuevos relatos publicados: 12

Mis dos familias - 08 de 10

  • 17
  • 5.840
  • 9,30 (10 Val.)
  • 2

Manuel y Julio habían subido mi equipaje a la habitación y lo habían dejado en el suelo. Me disponía a vaciar las maletas cuando escuche voces que llegaban de una de las habitaciones que daba a parte trasera y enfrente de la mía.

Se trataba de los dos muchachos, Manuel y Julio, estaban en bóxers cambiándose de ropa, colocándose el uniforme de camareros, de pantalón blanco y camisa gris.

-Tenemos que empezar a recibir clientes, ahora cambiamos de actividad.

-Pero vosotros vivís cerca, ¿qué hacéis aquí?

-La manutención y hospedaje está incluido en el salario y alguna noche terminamos tarde.  -Manuel era delgado como yo, en cambió Julio tenía el cuerpo desarrollado y cuidado de gimnasio, muy parecido a Diego aunque no tan guapo de cara, se notaba en su cuerpo el trabajo que había hecho, o aun hacía, como stripper con sus amigos.

Miré por la ventana mientras terminaban de cambiarse,  Diego, en el parking trasero, estaba sosteniendo una charla acalorada con un tipo bajito y regordete con bigotes y algo calvo, nada agradable por cierto. Sentí una presencia mi lado.

-Ha vuelto ese hijo puta. -Julio hablaba pero no se dirigía a mi la frase era para Manuel.

-¿De quien se trata?  -mi pregunta iba dirigida a los dos.

-Un conocido.  -respondió Julio de mala gana y aceleraron su labor para marcharse y dejarme solo.

Habían pasado dos días y veía poco a Diego si no era en su trabajo, ahora andaba más haciendo recados con la furgoneta, llevando comida de encargo con otro empleado, que atendiendo en el comedor. Me rehuía escapando de mi cuando me acercaba. Durante este tiempo no dejaba de pensar lo bien que lo había pasado en su casa y deseaba con toda mi voluntad que se repitiera. Me había masturbado en alguna ocasión con el recuerdo de su polla en mi culo y también de lo bien que manejaba la lengua.

Me sentía realmente humillado por sentirme de esa manera tan impúdica, pero no podía evitarlo, y me sonrojaba mirando atentamente a Julio como a veces manoseaba a Manuel, ya tenía asumido que esos dos tenían algo entre ellos que materializaban en la habitación que compartían a mi lado, aunque resultaban discretos.

Esa tarde, después de la comida del personal, le pregunté a Manuel si ya no salían a las noches y si Julio no trabajaba con Diego como antes.

-Precisamente esta noche tu padre nos libera antes, si quieres puedes venir con nosotros a bailar y tomar algo.  -acepté de inmediato, por fin iba a poder salir y disfrutar algún rato.

-Julio continúa trabajado de noche en el bar, ya sabes donde, cuando no tiene otra cosa mejor que hacer, ahora le ocupa el tiempo este restaurante. Diego y Esteban se han buscado negocios más productivos aunque lo de follar turistas no creo que lo hayan dejado, pero ahora por placer, no se mucho de ellos de verdad, ya basta de preguntas háblame ahora de ti.

Le conté algunas cosas, pocas ya que no me iba a entender, ni a mi, ni a mi otra vida. Sin darme cuenta la conversación volvió a Diego.

-El día que llegué Diego me enseño su casa, no entiendo como la puede estar pagando. -Manuel rápidamente cambió de tema.

-Ya noté que venías muy contento de aquella visita e imagino lo que sucedió, a Diego se le veía diferente, satisfecho y preocupado. -se detuvo un momento, estábamos en un banco corrido apoyado en la pared de la terraza, dudando si debía seguir hablando, me sorprendió lo perspicaz que resultaba en sus observaciones.

-Tienes razón, me hizo el amor, me encantó.

-Y quieres que aquello se repita, a mi me sucede lo mismo, no hay amante mejor que él y se de lo que hablo, pero me da la impresión de que no tienes nada que hacer. Diego es muy diferente a otros y tu resultas especial para él, te alejará para que no sufras daño.

-¿De qué hablas? Es cierto que me hizo el amor pero no te entiendo Manuel, ¿qué es lo que tu sabes?  -se levantó de repente y se encaminó a unas mesas vacías para recoger los vasos.

-A la noche recuerda, después de la cena, duerme un poco para estar descansado. -aunque estuve un tiempo ayudándole en su trabajo y no volvió a soltar una palabra.

Bailaba y perdí de vista a mis compañeros, no me preocupé, seguramente habían vuelto a la barra a beber o a descansar en la mesa. Llevábamos más de tres horas bailando y bebiendo, en la calle no hacía tanto calor pero en la disco, a pesar del aire acondicionado, el movimiento y la bebida nos hacía sudar hasta tener las camisas húmedas.

Un chico se movía a mi lado, llevaba tiempo intentando que me fijara en él, se había abierto la camisa y lucía el pecho sin vello que brillaba por el sudor, sabía lo que se hacía y se mostraba cual gallo en un corral lleno de gallinas. Sabía que estaba bueno y se sentía seguro. Al verme solo se acercaba más y se contoneaba haciendo que la camisa flotara para llamar mi atención, hasta que se acerco y me sujeto la cintura.

-Veo que estas solo.

-Estoy con unos amigos.  -me apretó ligeramente hacia él sin llegar a tocarnos con el cuerpo.

-Pero te han dejado solito.  -sin dejar de movernos acercó su pelvis has rozarla con mi cadera, me di la vuelta y entonces se apoyó en mis nalgas, sentí el bulto que marcaba, sin darme cuenta el juego que el chico se traía me estaba calentando y me incliné para que mi culo saliera.

Supo que estaba dispuesto a seguirle el juego y que me había calentado, ya sin recato se apoyó con fuerza haciéndome notar su dureza, me abrazó y colocó el mentón sobre mi hombro.

-Estas muy bueno y me tienes a mil desde que te vi bailando.  -susurró en mi oreja y luego me besó el cuello, cerré los ojos y dejé volar la imaginación. Volvía a sentirme entre sus musculosos brazos, tirando de mis hombros, con la verga en la entrada, para meterla hasta fondo en mi culo.

-¡Diego!  -suspiré apenas. -el chico había bajado una mano y aplastaba mi polla rozándola y consiguiendo que gimiera.

-Hay un lugar aquí cerca, vamos a pasarlo bien, te gustará ya verás.  -seguía acariciando mi polla, y como respuesta yo tiraba el culo hacia atrás para sentir más la verga, de la que ya sentía el calor atravesando las ropas.

En ese momento quería, deseaba ser follado por quien fuera, dejé a Diego olvidado en mi cabeza y me volví para besarle alocado, metió la lengua en mi boca, y allí, en medio de la pista nos morreábamos a gusto, sin preocuparme pues era lo que hacían muchos. Me sujetó de la mano y me tiraba para le que siguiera y entonces Manuel me trajo a la realidad.

-Vamos a marchar Telmo, mañana es día de trabajo.  -el chico no me dejaba de agarrar y Manuel se dio cuenta.

-¡Suéltale, cabronazo! El muchacho está comprometido que pretendías. -entonces soltó mi mano.

-¡Puto de mierda!, ¿quién te manda meterte? -sujetó a Manuel de la camisa y elevó el puño, alguien se lo sujetó en el aire y sonó la voz de Julio.

-Será mejor que te calmes y no hagas que me enfade.  -el chico miró a quién ya le tenía la mano tras la espalda en una llave e hizo una mueca de dolor.

-¡Esta bien joder!  -todo había ocurrido en cuestión de segundos y el chico se alejó tocándose el brazo, no era lo mismo enfrentarse a Manuel o a mi que al cuadrado cuerpo de Julio.

A la salida Manuel se abrazó a la cintura de Julio, como si fuera de su propiedad.

-Eso ha estado increíble, gracias mi vida.  -lo último que dijo me aseguró lo que ya imaginaba, Julio se tiraba al Manuel y estaba encantado con su nuevo chico, imaginé que, en algún momento, lo había sustituido por Diego.

A la vuelta en el taxi, los tres en el asiento trasero, comenzaron a besarse y Manuel, ya sin embarazo alguno por estar yo delante, acariciaba la polla de nuestro amigo por encima del pantalón.

-Esta noche te voy a compensar por salvarme la vida campeón.  -la voz le salía mimosa con su boca pegada a la de Julio, no dejaron de tocarse hasta que llegamos a la playa, me dejaron que pagara la carrera del taxi y me abandonaron allí para irse hacia la casa.

-Me parece que tus amigos esta noche no van a poder dormir, la fiebre los mata y la van a pasar follando.  -el taxista reía entre dientes acariciándose la entrepierna.

-¿Qué le debo?  -me vio mirándole sus movimientos sobre su notorio bulto.

-Si quieres puedes pagarlo con tu boquita princesa, seguro que estas deseando una verga y aquí la tienes. -me sentí apurado pero le alargué un billete y espere el cambio.

-Esta bien, tu te lo pierdes, podíamos haber jugado un rato y tu culito habría quedado agradecido.  -no le respondí, cerré de un portazo y corrí hacia la entrada casi huyendo, escapando, no del hombre, si no de mis morbosos deseos.

En el piso superior estaba todo en silencio, solamente la luz que salía por la puerta entornada de la habitación enfrente de la mía, denotaba que había vida. Me acerqué y terminé de abrir la puerta.

Manuel estaba sentado en una de las camas y tenía en la boca la verga de Julio, chupándola toda entera, este permanecía con los pantalones en los tobillos y con una mano se subía la camisa mostrando el abdomen marcado y parte del tórax, seguía con la mamada sin dejar de mirarme a mi provocativamente.

Se levantó y llegó donde yo estaba, cerro la puerta y me empujó para que me acercara a Julio colocándome enfrente de él, me miraba y sonreía lujurioso cogiendo su polla con una mano mostrándomela.

-Realmente nos salvó a los dos esta noche y debemos compensarle, ¿no crees? -no me esperaba que Manuel me ofreciera de esta forma su pareja.

Los dos irradiaban vicio y el mío no era menor, me empujó de los hombros para sentarme donde él estaba antes, situándome la cara a unos centímetros de la verga de Julio, olía su profundo aroma a macho y me llegaba el calor que desprendía a los labios.

No pensé si aquella polla me gustaba o no, solo quería tocarla, lamerla y tenerla entera en la boca, desde luego era grande y gorda, con muchos pelos en la base y hasta medio tronco, con el glande aún brillante por las chupadas que Manuel terminaba de darle. Sin que me lo pidiera la cogí en mi mano estremeciéndome y acerqué la lengua para pasarla por la uretra y recoger el líquido que expulsaba.

No pude aguantar más y me trague el gordo glande que me llenó la boca, me resultaba irresistible batirla con la lengua contra el paladar sintiéndolo latir tirando líquidos que me gustaban un montón.

La fue metiendo poco a poco hasta sentir que me ahogaba, cogí aire para meterla del todo, hasta tocar los pelos de la ingle con los labios, resultaba un pollón hermoso, más grande que el de Kilian y parecido al de Diego aunque más gordo.

Julio me sujetó la cabeza y tomó el control follándome la boca como él deseaba, entraba lentamente hasta el fondo y luego la sacaba rápido haciendo que resbalara en el paladar que la dirigía a la garganta.

Manuel a mi costado comenzó a quitarme la ropa, el ya se encontraba desnudo y después de hacerlo conmigo retiraba la camisa de Julio,  llevé la mano a su pecho para acariciarlo y sentir lo poderoso y fuerte que era.

Me ayudó a arrodillarme en la cama sin que Julio dejara de follarme la boca, me abrió las piernas y solté un gritito al sentirle lamerme el ano. La lengua mojada de Manuel no paraba de chuparme el culo mientras el macho de Julio me ensartaba la polla en la boca ahora más rápido.

Resultaba increíble el placer que sentía, estar por primera vez con dos hombres, uno con su gran vergón follándome la boca y el otro perforándome el culo con la lengua y sintiendo sus dientes en las nalgas.

El juvenil Manuel resultaba un experto chupando culos, lo trabajaba increíble picando con la lengua en la entrada, logrando que enloqueciera y se me abriera el ano retorciendo mis caderas y tirando el culo hacía atrás para que la metiera.

Sus dedos eran delgados y finos pero sabía manejarlos dentro de mi culo abriéndolos en tijera, y mi hambre de verga se disparó, buscando el encuentro con la verga de Julio y logrando que me entrara hasta dejarme sin aliento, sin querer que ninguno se detuviera, estaba más allá de mi campanilla y no quería que saliera, seguir notando el palpitar de aquel mazo de carne.

-Sí, sí bebé, trágala hasta fondo, que come pollas tan bueno, sí putito, que rica boquita tiene el niño. Chupa y no pares.

Julio me lo pedía y yo obediente lo hacía saboreando los flujos abundantes que expulsaba, y pasando los labios a todo lo largo de la verga como si la fuera besándola en continuo.

-¡Qué rico la mama el hijo del jefe! Y que cachondo me pone.  -aumenté la velocidad de pasar el pene por los labios y luego me dirigí a lamer la saliva que había acumulado en la piel de los huevos, y otra vez a saborear el amoratado glande a punto de reventar.

Manuel no cesaba de tratarme el ano y no sabía los dedos que mantenía dentro, y ya me metía la lengua entera arañando con los dientes el anillo del ano.

Habían pasado minutos gozando por los dos agujeros, la boca me dolía y pensaba que se me iban a salir las tripas por el culo de lo abierto que lo tenía.

-Tiene el culo muy sabroso Julio, y mira que testículos, seguro que no habías visto algo tan descomunal, cambiemos y lo pruebas.  -eso hicieron, Manuel me puso el pene en la boca y Julio por detrás se admiraba de mis gordos testículos apretándolos y comenzando a comerme el culo.

Por lo menos la polla de Manuel no era tan grande, como la mía más o menos y podía tenerla en la boca y disfrutarla como yo quisiera, comencé a chuparla y darla vueltas con la lengua, haciéndole un buen trabajo para que supiera que yo era también un buen come pollas.

-Al fin me cobro lo que me prometiste Telmo, ¡wauu! que boquita mamona, eres mejor que yo. -su verga estaba riquísima toda embadurnada de líquidos por la excitación que había mantenido mientras me comía el culo.

Igual que antes Manuel, ahora Julio me metía los dedos agrandándome más el agujero, como si tuviera una polla de asno y necesitara un túnel para meterla, Manuel ya me lo había dilatado suficiente pero él quería experimentar y ser el que dirigía la maniobra.

Empujaba con fuerza la mano metiendo tres dedos hasta el fondo de mi culo, y la verga de Manuel no me dejaba hablar para decirle que era suficiente, me centraba en chupar y chupar procurando el mayor placer posible a Manuel.

Sin avisar tiró de mis caderas metiendo su polla entre mis piernas, me ajustó a la altura que deseaba y algo duro y gordo se posicionó en la entrada de mi culo. Sabía que había llegado momento supremo, me iba a meter la verga de un momento a otro, la segunda verga que mi culo tragaba y aunque me sentía bien abierto también algo nervioso, la polla de Julio era más gorda que la de Diego.

Comenzó a ejercer fuerza empujando, y suspendí la mamada para gozar la entrada de ese instrumento de placer que me horadaba el culo, abriendo y estirando las paredes del recto para alojarse en él.

Llegó la molestia, sin dolor, solo sentirlo como avanzaba milímetro a milímetro, adueñándose de mi culo, como señor que era de mi cuerpo en este momento.

La metía despacio y sin detenerse hasta que la parte de la verga con pelo comenzó a entrar en mi culo, al final sus huevos, más pequeños que los míos, se unieron como en un abrazo.

Descansó unos segundos apoyado sobre mi espalda, y empecé a menear las caderas para que la verga se amoldara en el culo, era el instinto lo que me impelía a moverme y lo hacía sacando un trozo de la polla y volviéndolo a meter a mi placer hasta que Julio se dio cuenta.

-Mira el putito como disfruta y el mismo se folla el culo.  -Manuel se abrazó a su cuello y se besaron mientras yo me comía solito su polla, moviéndome de atrás adelante y a los costados girando voluptuoso el cuerpo, notando todos los contornos de su gorda polla; lo que me llevó a asegurarme de que me gustaba sentirme lleno de carne caliente, y supe con certeza que esto era lo mío, comerme vergas por la boca y por el culo. Me encantaba y parece que mi culo y boca eran perfectos recipientes para los penes de machos.

Prefería continuar a mi ritmo, pero el mariconazo de Julio se cansó de besar a su chico y empezó a casarla y meterla a lo salvaje, con mucha fuerza hasta sentirle golpear con la punta en el fondo de mi vientre perforándome las entrañas.

-Deja algo para mi, puto goloso. -Manuel saco la polla de mi boca y se fue detrás de nosotros comenzando a pasar la mano por la verga de Julio cuando salía y acompañándola para que entrara, agarró mi mano y la llevó a la entrada de mi culo y que pudiera sentir la verga que me estaba comiendo por el ano.

Volvió otra vez y me dio la polla para que se la mamara, podía hacer ambas cosas, aunque una me entretenía sobre la otra y dejé de prestarle atención para centrarme en sentir el inmenso pollón apretado en la entrada de mi culo.

Manuel comenzó a jadear y dio un grito cuando de su verga comenzó a manar el semen ahogándome, tiraba leche sin parar haciéndome que tosiera y apretara con el culo la verga de Julio haciendo que detuviera el bombeo. Se había corrido en mi boca, sin avisarme siquiera, pero su esperma me sabía bien y me relamí los labios, limpiándole la polla mientras su amigo reanudaba la follada que estaba dando a mi culo.

La follada se volvía salvaje aunque acompasada y yo gemía mientras él rugía como un animal salvaje en mi espalda.

-Te voy a llenar el culo de leche mamón, no te a enterrar toda. -hablaba, gritaba y jadeaba y comenzó a retorcerse la verga dentro de mi, pegado totalmente a mis nalgas hasta que empecé a sentirle convulsionar y dejarme chorros de su semilla en el vientre.

Y no me cupo toda la leche, se me salía entre la unión de la verga con mi culo a pesar de estar apretada, él mismo lo expulsaba batiéndolo en mi recto haciendo de su verga un mortero machacón que me jodía divino el culo, hasta que yo mismo, al tocarme la verga, empecé a eyacular jadeando y entre gritos.

Después de un rato descansando entre los dos, Julio se entretenía jugando con su blanda polla, mirando como Manuel me colocó arrodillado para sacarme con la lengua el semen que él me había metido, acariciando mis gordos huevos muy sensibles en este momento. Realmente mis testículos le habían encantado.

Solamente había venido para seis días y se pasaron rápido. Lo sucedido con Diego no se volvió a repetir, lo de Manuel y Julio tampoco, y me quedé con unas ganas locas de mi hermanastro. Diego, una vez más, me había conquistado para luego dejarme abandonado.

El resto de las vacaciones las pasé en mi otra casa. Para la noche de fin de año Carla y sus padres prepararon una fiesta en su residencia con cena, y estábamos invitados, parte de la noche resulto exageradamente formal con los mayores y luego solo los jóvenes en unas salas aparte.

No sucedió algo significativo ni importante, solamente que Álex con sus padres estuvieron también y él actuaba como si no hubiera pasado nada entre nosotros, comportándose como siempre, lo agradecí ya que evitaba que mi madre, Don o Carla volvieran a criticarme mi proceder.

Hubo un momento, y no sería ese solo, en el que sentí que posiblemente Don y Carla tuvieran razón y yo era el equivocado. Bailé un momento con él, abrazado entre sus brazos que me oprimían sin ahogarme, le sujeté del cuello para que inclinara la cabeza, es ligeramente más alto que yo, y le rocé los labios con los míos.

-¡Gracias! Álex.

-¿Qué he hecho bien? -lo miré y no pude contener la risa, o resultaba muy inocente o tenía un estupendo sentido del humor.

-Todo.  -sí, podría llegar a quererle, inclusive amarlo si lo llegara a conocer bien como Don decía. Nuestro destino no era ese no obstante, y yo seguía otra ruta más tortuosa y difícil.

Esos días no vi a Kilian, había marchado a esquiar y no volvería hasta después de Reyes, no contacté con él aunque tenía ganas de decirle que al fin iba a poder tener lo que llevaba persiguiendo desde hacía años, mi culo como regalo cuando volviera.

Y la razón de que no lo llamara fue lo que sucedió con Don.

Mi madre estaba ocupada, no voy a decir otra cosa diferente, sin embargo Don quería que el enfado que tuvimos antes de marchar donde mi padre pasara y las cosas volvieran a estar igual. Se cogió unos días de descanso para estar conmigo y poder comprar los regalos, en su casa se celebraba tradicionalmente el día de Reyes.

Me llevó al concesionario de Mercedes para ofrecerme el coche que me gustaba, un deportivo clase A que me volvía loco, y a su pesar de que se lo agradecía no le salté al cuello como esperaba que hiciera. Era cierto que lo había pasado muy bien con los chicos del sur, sobre todo con Diego, pero mi deseo por él no cedía y terminaría enfermándome.

Nos lo llevarían a casa cuando llegara, sería en unos días al no tener existencias, comimos en un restaurante y llamó a mamá por si podía acompañarnos, le sentía triste al escuchar sus disculpas de que no le era posible estar con nosotros. Sujeté su mano y me la llevé a los labios.

Algo no funcionaba entre ellos, y no era que no se amaran, resultaban diferentes, antagónicos a veces en sus preferencias e intereses. Don era familiar y casero y mamá solo pensaba en los negocios y el dinero.

Pasamos por una joyería del centro, quería sorprender a mi madre y saber mi opinión sobre el regalo que le iba a hacer. Ya lo tenía escogido y solo faltaba confirmarlo. Una sencilla cadena de oro blanco con siete preciosos brillantes formando una cruz.

-¿Te gusta? -era increíble de hermosa y brillaba cegadora.

-Es muy bonita Don, a mamá le encantará.  -el señor se la hizo colocar a una guapa dependienta joven y morena, se apartó el pelo para que viéramos como le sentaba. Me quedé extasiado mirándola, verdaderamente era guapa y a ella le caía muy bien en su piel morena.

Le envolvieron el regalo en un bonito estuche, luego en papel gris y dorado, una bolsa de terciopelo cerrada con una cinta dorada, y por último otra con el nombre impreso de la tienda.

Volvimos a casa tarde, después de haber caminado por las calles centrales iluminadas de Navidad, sorteando a los numerosos compradores que ultimaban sus compras retrasadas. Cogí la mano de Don y me sentía loco y enamorado de él, como si fuéramos novios riendo y bromeando. Me parecía tan joven en ese momento que no veía los veinticinco años de diferencia entre nosotros, si yo le quería la edad no importaba.

Continuará…

(9,30)