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Claudia, la azafata (Parte 2)

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Durante tres meses no paré de pensar en Claudia y en la noche que pasamos en Barcelona. Claudia, en cierta manera, me hizo ver nuevos aspectos de mi vida sexual que estaban escondidos. Mi mujer no se enteró de nada pero en mi cabeza no paró de rondar la idea de llamar a Claudia y reunirme con ella en algún sitio, al final no me atreví e intenté olvidarla, algo que fue literalmente imposible.

Poco tiempo después y por asuntos laborales me mandaron cuatro días a Barcelona para reunirme con unos clientes y como iba solo pedí permiso en la empresa para que me acompañara mi mujer y así evitar tentaciones, pero fue llegar a Barcelona y llamarla sin pensármelo aunque solo fuera para verla de nuevo y deleitarme con su cuerpo de infarto.

Claudia se sorprendió de mi llamada y más aún cuando le dije que estábamos en Barcelona, insistió en que nos viéramos esa misma noche para cenar y poco le importó que estuviera mi mujer, todo lo contrario, estaba encantada de poderla conocer.

Cuando le dije a mi mujer que cenaríamos con Claudia ella no puso muy buena cara pero le dije que Claudia había sido una muy buena colaboradora en la feria y no le podíamos hacer ese feo y ella accedió sin protestar demasiado, también le dije que nos enseñaría la Barcelona nocturna y lo pasaríamos bien, lo que no le dije fue como era Claudia en realidad.

Marian, mi mujer, es una mujer muy atractiva, que puede resultar un tanto seria en un primer contacto, pero es toda una mujer, muy femenina, de mediana estatura, delgada, proporcionada, tiene unas tetas bien puestas a pesar de los niños, culo redondo y respingón que esculpe a base de gimnasio.

Sobre las siete me metí en la ducha pensando en ver a Claudia, Marian estaba terminando de sacar la ropa de la maleta, con el agua caliente recordé la escena de Claudia y yo en la ducha y la polla se me puso como un a roca, estaba empezando a masturbarme cuando entró mi mujer en el baño y me pillo con la polla en la mano bajo la ducha.

-Pero que haces, desde cuando necesitas masturbarte? te lo hago yo mal?, anda hazme sitio que me meto contigo hay que aprovechar semejante ocasión, madre mía como la tienes, pero en que estabas pensando?

Yo estaba flipando de cómo mi mujer tomó la iniciativa, quizás el estar solos en un hotel, hacía mucho tiempo que no salíamos los dos solos, no sé pero estaba muy caliente y yo más.

Entro en la ducha agarrándose a mi polla se arrodilló y se la metió en la boca como una posesa, me hizo una mamada de miedo, como hacía mucho tiempo, lamía el capullo y la recorría de arriba abajo hasta los cojones, estaba a punto de correrme cuando se levantó y me pidió que se la metiera desde atrás, apoyó una pierna en el borde de la bañera y me ofreció su precioso culo en pompa, comencé a bombear, agarrándole sus tetas y masturbando su clítoris hasta que me vino una intensa corrida justo en el mismo momento que ella se corrió, nos abrazamos y besamos durante un largo rato debajo de la ducha y salimos para arreglarnos.

Marian estaba radiante después de tan buen polvo, se puso un precioso conjunto de tanga y sujetador debajo de un vaporoso vestido negro que le regalé en el anterior viaje a Barcelona. Yo me puse un traje de sport tirando a informal, y pedimos un taxi para que nos llevara al restaurante donde nos esperaba Claudia.

Claudia estaba sentada en la barra tomando un martini cuando entramos en el bar, me quede como un bobo mirándola y mi mujer me llamó la atención diciéndome que me la iba a comer con los ojos, con un cierto aire de celos, estaba fantástica, llevaba un traje chaqueta, con una mini falda bastante mini, y solamente la chaqueta encima de un bustier que dejaba entrever, dejando algo para la imaginación.

Nos saludamos correctamente y comenzamos a hablar de todo un poco. Durante la cena mi mujer se dio cuenta del cierto aire de complicidad que había entre nosotros dos, y en ciertos momentos se le escapaba algún detalle que delataba un poco de celos hacia Claudia, pero la noche salió a pedir de boca, según pasaba el rato y las copas comenzaban a hacer efecto en nuestras cabecitas la cosa se iba poniendo mejor.

Cuando terminamos de cenar, Claudia nos llevó a un club de moda, nos sentamos en una mesa y seguimos charlando animadamente riéndonos y pasándolo en grande, en cierto momento Claudia dijo que iba al wáter y mi mujer se levantó para acompañarla.

-Aquí te quedas solo, no ligues mucho cariño, ahora volvemos.

Las dos se fueron cogidas de la mano y cuando llegaron al servicio, Claudia y mi mujer se metieron en el mismo lavabo, mientras mi mujer meaba le preguntó por curiosidad si sus tetas eran operadas o naturales, porque tenía un escote de vértigo y como llevaba varios meses pensando en operarse tras haber dejado de dar de mamar al pequeño, se fijaba en otras chicas y se preguntaba como serian. Claudia le contestó que eran operadas y que estaba encantada con ellas, se sentía súper sexy y ni corta ni perezosa se soltó la chaqueta y dejo al descubierto todo su pecho tapado solamente por el bustier.

-Mira tócamelas y verás que tacto y firmeza.

-No se me da un poco de corte.

-Son unas tetas, que no muerden.

Claudia agarró una mano de mi mujer y se la llevó al pecho, Marian la rozó un poco y cuando intentó separarla Claudia la agarró con más fuerza y la volvió a acercar, mirándola fijamente a los ojos, mi mujer entonces más decidida y con la boca entreabierta estrujó la teta de Claudia por encima de la blonda, sin ningún reparo bajó la copa del bustier y comenzó a pellizcar el pezón justo cuando Claudia se acercó a la boca de Marian y la beso metiendo su lengua con pasión en la boca de mi mujer.

Marian estaba excitadísima y nerviosa a la vez, pero no por ello dejó de sobar las tetas de Claudia y de corresponder al apasionado beso que le estaban dando.

En un momento de cordura notó algo a la altura de su entrepierna y se separó de golpe de Claudia dando un respingo.

-No te asustes, no te ha dicho nada de cómo soy verdad?

-No… no tenía ni idea, eres un hombre…

-Tú crees?

-Bueno nadie lo diría pero eso…

-Te molesta?

-Bueno, no se… no, creo que no. Y encima me estás dando una idea. Vamos. Pero no le digas nada de esto a mi marido.

Cuando llegaron a la mesa con una gran sonrisa en los labios no me podía ni imaginar lo que había pasado pero mi mujer ya intuía que Claudia y yo habíamos tenido algo más que una simple relación laboral.

Pedimos otra copa y Marian propuso el salir a bailar, salimos los tres a la pista y mi sorpresa fue mayúscula cuando Marian y Claudia se agarraron dejándome de lado, Marian se rozaba con Claudia de manera sensual y Claudia le seguía el juego frotándose contra las caderas de mi mujer, ahí fue cuando empecé sospechar que en el baño había pasado algo más y que mi mujer ya sabría algo más de Claudia.

De vez en cuando sus labios se rozaban y yo me estaba poniendo cardiaco, mi mujer con otra mujer y encima que mujer.

Me senté en le mesa sin decirles nada ya que mi erección resultaba muy evidente y me dispuse a disfrutar del espectáculo que me estaban ofreciendo.

Las manos de Marian recorrían el cuerpo de Claudia y viceversa sus labios se encontraban con más frecuencia, no sé si alguien más estaba disfrutando del espectáculo pero no me extrañaría porque de verdad lo estaban dando.

No sé porque en cierto momento llegué a sentir celos, si por mi mujer o por Claudia, pero ver a mis dos mujeres besándose apasionadamente me aceleraba el corazón a mil, y mi polla estaba a punto de estallar.

Al final se acercaron a la mesa y me dijeron que si nos íbamos al hotel, yo encantado les dije que ya tardábamos, cogimos un taxi y ahí tuvimos otra sesión del espectáculo, Marian y Claudia se sentaron atrás y yo delante.

Durante el trayecto me di cuenta que el taxista miraba continuamente por el espejo retrovisor y al darme la vuelta vi a las chicas que estaban dándose un muerdo de órdago, yo intenté disimular dándole conversación al tipo pero no surtió mucho efecto, siguió mirando sin parar hasta el final del trayecto.

Cuando llegamos al hotel y nos metimos en el ascensor mi mujer nos agarró de la cintura a los dos y nos dijo:

-Ya me contareis lo que hicisteis la otra vez, y tú y yo ya hablaremos en casa, no me ha parecido nada bien que vayas cumpliendo tus fantasías sin mí y menos que no me las cuentes…

Y sonriéndonos nos acercó a los dos a su boca y nuestras lenguas se encontraron por primera vez.

Una vez en la habitación, mi mujer me sentó en el sillón y se agarró a Claudia besándola en la boca y cuello. Claudia comenzó a bajar la cremallera del vestido de mi mujer y lo dejó caer en el suelo dejando en tanga y sujetador a Marian. Continuaron besándose con pasión mientras mi mujer le quitó la chaqueta, la minifalda y el bustier dejando al aire sus hermosos pechos, sus manos los agarraron con firmeza y los estrujo y pellizcó llevándose los pezones a la boca. No podía creer lo que veía, mi mujer con otra mujer recorriendo con su lengua todo su cuerpo y lo mejor estaba por llegar.

Marian se arrodilló en el suelo delante de la entrepierna de Claudia y con gran parsimonia agarró las tiras del tanga de Claudia y lo bajó lentamente dejando al descubierto la polla que me había hecho pasar tan buen rato hacía unos meses.

Pensándoselo y mirándome se la metió en la boca y empezó a succionarla como tan bien me lo hace a mí, yo estaba a punto de estallar sin haberme tocado, solamente de ver la situación.

Claudia acariciaba el pelo de Marian y se pellizcaba los pezones, mientras mi mujer sorbía su instrumento con una delicadeza inusitada, nuestras miradas se encontraban y una de esas veces me guiñó un ojo y con el dedo me dijo que me acercara.

Me quité la ropa y solo me quede con el tanga puesto, por el que asomaba mi polla a punto de explotar, me arrodillé junto a Marian y sin decirme nada acercó la polla de Claudia a mi boca, ofreciéndome tan exquisito manjar, yo no puse ninguna objeción y me la metí en la boca, no lo podía creer mi mujer y yo compartiendo una polla deliciosa, me la sacaba de la boca y se la metía ella, estuvimos chupándosela hasta que se corrió en nuestras bocas con una gran descarga de semen que compartimos los dos besándonos con toda su leche entre nuestras lenguas.

Marian me pidió que me tumbara para que Claudia se sentara sobre mi polla, pero antes entre las dos me comieron el rabo como posesas, luego Marian lubricó el ojete de Claudia con su lengua y una crema y la ayudó a insertarse mi polla de espaldas a mí. Claudia empezó a cabalgarme mientras Marian le chupaba y sobaba las tetas, después y sin sacar mi polla de su culo Claudia se dio la vuelta y mi mujer se sentó sobre mi cara saqué mi lengua y le comí el conejito con pasión, ellas se besaban y sobaban mientras yo le metía la polla por el culito a Claudia y con mi lengua recorría la almeja y ojete de mi mujer.

No tardé en correrme dentro de su culo y mi mujer no dejó que me levantara hasta que no se vino ella entre gritos y gemidos abrazándose a Claudia.

Quedamos rendidos después de la primera toma de contacto los tres juntos, nos abrazamos los tres y descansamos durante unos minutos, pero no tardamos en ponernos manos a la obra enseguida.

Marian nos dijo que quería vernos follar pero ahora Claudia enculándome a mí, nos dejó solos en la cama y se sentó en el sofá.

Claudia me beso en la boca y me tumbó en la cama boca arriba y me hizo un traje de saliva por todo el cuerpo de miedo, al final se centró en mi polla y abriéndome las piernas pasó de chuparme los huevos a mi culo, yo levanté las piernas dejando una visión excepcional de mi ano y más facilidad para que lubricara toda mi zona anal, me estaba muriendo de gusto cuando se incorporó y se colocó mis piernas sobre los hombros poniendo la cabeza de su polla en la entrada de mi ano y de un solo empujón me penetró hasta el fondo, noté como su polla tocaba el fondo de mis intestinos y sus depilados huevos mis nalgas, no dejó de bombear mi culo durante más de diez minutos en los que yo casi me muero de placer, incluso me llegué a correr antes que ella sin ni siquiera tocar mi polla, cuando noté los chorros de semen de Claudia que comenzaron a recorrer mi culo vi como Marian estaba metiéndose cuatro dedos por el chumino y dos por el culo corriéndose como una loca. Cuando se recuperó se acercó a nosotros que habíamos quedado sobre la cama y nos dijo al oído:

-Recuperar rápido porque luego vais a cumplir mi fantasía, quiero que me folleis los dos a la vez, uno por el coño y otro por el culo.

Entonces Claudia que había sido un juguete para nosotros nos dijo que fuéramos los tres a la ducha. Ninguno de los dos pensamos lo que nos iba a proponer.

-Vamos a ducharnos los tres juntos pero antes-dijo tumbándose en la bañera- quiero que me hagáis feliz haciéndome una lluvia dorada, bueno los dos a la vez.

Nosotros estábamos flipando, pero como íbamos a negarnos, nos lo daba todo, como no íbamos a corresponder.

Nos colocó de tal manera que el coñito de mi mujer quedaba a la altura de su pecho y a mi justo detrás de ella fuera de la bañera, para que apuntara donde quisiera.

-No tengáis miedo y hacedlo los dos la vez y donde queráis yo estoy para vosotros. Lo quiero todo por mi cuerpo.

Marian fue la primera en descargar su orina justo encima de sus tetas, Claudia se restregaba todo por su cuerpo y mi mujer haciendo círculos lo extendía por todos lados, tetas, polla, pero no se atrevió a hacerlo sobre su cara, Claudia tenía la polla que le explotaba pero el clímax le llegó cuando empecé yo a orinar sobre sus tetas y mi mujer que estaba todavía dentro de la bañera de pie se tiró encima de Claudia y toda mi orina fue a parar encima de esos dos esculturales cuerpos regados por mi calentita orina, las regué enteras incluso sus caras mientras ellas se besaban y restregaban, nunca hubiera imaginado que mi mujer actuara así, luego me dijo que como vio a Claudia pasarlo tan bien ella también quería probar.

Después de darnos una ducha los tres juntos, frotando nuestros sexos, y metiéndonos mano por todos lados, nos metimos en la cama y nos quedamos dormidos.

Ya eran más de las ocho de la mañana cuando noté algo familiar y muy agradable, abrí los ojos y mirando hacia mi entrepierna vi como Marian me la estaba chupando, colocada entre Claudia y yo, y con la mano izquierda pajeaba la polla de Claudia, luego cambió y se la chupó a Claudia y me la cascaba a mí, así durante un buen rato mientras Claudia y yo nos besábamos y tocábamos.

Pasado un rato, Marian se sentó sobre mi polla, entrando toda ella en su coñito, y mirando con aire de complicidad a Claudia le dijo:

-Quiero que me la metas ahora dentro de mi culo, ya.

Claudia se incorporó y comenzó a chupar desde atrás el agujerito que quedaba libre de mi mujer y a la vez le metía dos dedos mientras me cabalgaba suavemente.

Vi como Claudia se embadurnaba la polla con crema y se colocaba en posición para partir a mi mujer en dos, puso el capullo de su polla en la entrada y con un suave empujón noté como se deslizó la polla de Claudia por el estrecho orificio y se rozaba con la mía a través de la fina capa que separa vagina y ano.

Marian soltó un grito de dolor que enseguida se convirtió en gemidos de placer cuando lentamente comenzamos a menear nuestros miembros dentro de ella, Claudia era la que más presión ejercía pero yo tenía la polla metida entera y notaba todas sus embestidas dentro de mi mujer, Marian se retorcía de placer cada vez que nos movíamos dentro de ella, en poco rato se corrió dos veces y cuando llegó por tercera vez nos pidió entre gemidos que nos corriéramos los dos a la vez pero en su boca. Claudia sacó su dura polla del culito de mi mujer y yo me incorporé y los dos de pié y mi mujer arrodillada nos agarró las pollas y se las metió en la boca por turnos e incluso alguna vez lo intentó con las dos al mismo tiempo, Claudia y yo nos besábamos agarrados por la cintura y llegamos a corrernos al mismo tiempo, apuntando nuestros rabos a la boca de Marian se la llenamos de leche en una corrida espectacular, se levantó y nos hizo compartir nuestro semen besándonos los tres a la vez, chorreando toda la leche por nuestros pechos y volviéndola a recoger con nuestras lenguas una y otra vez.

Lo que disfrutamos esa noche fue increíble, los tres nos conocimos un poco mejor, revelamos nuestros secretos más escondidos y formamos un triángulo sexual que disfrutó de nuevas experiencias en otras muchas ocasiones…

(9,70)