Nuevos relatos publicados: 0

Busco amante para mi mujer

  • 17
  • 20.906
  • 9,55 (22 Val.)
  • 2

“Busco amante para mi esposa. Busco hombre atractivo y bien dotado de aproximadamente 45 años, no menos de 1,75 de altura y delgado, muy discreto. Mi esposa no debe saber nada de que yo estoy detrás de todo esto, debe tener tiempo para seducirla y ser muy buen seductor. Mi esposa tiene 44 años, es muy atractiva, 1,70 de altura y delgada”.

Ese fue el anuncio que puse en una página de contactos en el apartado de “parejas liberales”, el primer día me contestaron varios hombres, pero ninguno se adaptaba a lo que yo estaba buscando, algunos eran demasiado jóvenes y otros me contestaban simplemente cosas tales como que estaban dispuestos para follarse a mi mujer, a algunos ni les contesté y a algún otro le di las gracias por haber contestado al anuncio. Al día siguiente contestó al anuncio uno que me causó interés, me decía que tenía 48 años, que medía poco más de 1,75, con los ojos verdes, que tenía buen tipo, ya que se dedicaba al deporte, que se consideraba atractivo y aseguraba que era muy bueno en la cama, también me pedía que primero nos viésemos nosotros, y que si a mí me parecía bien, él estaría dispuesto a intentar seducir a mi esposa. Contesté a este hombre que decía llamarse Ernesto, le pregunté sobre su dotación, ya que mi fantasía era que Amanda, que es como se llama mi esposa, me pusiera los cuernos con un tipo más alto, fuerte y dotado que yo. Yo tengo la misma altura que mi esposa y sé que ella desde siempre ha anhelado que yo fuese más alto que ella, de hecho, mi esposa no se pone tacones con tal de no sobrepasarme en altura, y no es que yo se lo pida, sino que me parece que a ella no le gustaba sobrepasarme en altura.

Ernesto me envió un correo adjuntándome algunas fotos suyas en las que en ninguna de ellas se le veía la cara, sólo su cuerpo o alguna parte, una de las fotos era del torso desnudo, en otras dos se le veía el cuerpo entero salvo la cabeza, eran fotos de él haciendo deporte, se notaba que lo hacía a menudo y seguramente debido a eso tenía un buen cuerpo, las últimas tres fotos eran de su polla, era envidiable, calculé, comparándola con su mano que la sujetaba, que bien podía tener entre los quince y veinte centímetros y su grosor de unos seis o siete centímetros de diámetro. Estaba físicamente mucho mejor que yo y de dotación no digamos, mi polla no es que sea pequeña, es más bien normalita, unos trece centímetros de larga. Si este tipo consiguiese llevarse a mi esposa a la cama ella iba a disfrutar en grande.

Yo quería cumplir la fantasía de que a mi esposa se la follase un tipo más alto, fuerte y dotado que yo, al mismo tiempo me producía inseguridad el pensar que a ella le gustase demasiado y al comparar se aburriese de mí, pero al fin y al cabo poco sería lo que perdería, ya que desde hacía un buen tiempo la monotonía se había instalado en nuestra vida sexual, cada vez follábamos menos veces y con muchísima menos pasión. Yo pensaba que, si mi esposa tuviese un amante que le despertase la libido, seguramente, al encontrarse más activa sexualmente, nuestra vida sexual también mejoraría.

Ernesto me pidió que antes de vernos, y ya que él me había enviado fotos suyas, que le enviase alguna foto de mi esposa. Le envié cuatro fotos que le hice en la playa el verano anterior, recuerdo que quise hacerle esas fotos porque tenía puesto un biquini que le quedaba bastante apretado, al principio ella estaba tumbada de lado y debido a lo apretado del sujetador del biquini se le notaban unos pechos más grandes de lo que realmente tenía, la primera foto que le hice fue un primer plano de sus pechos que se veían exuberantes, la segunda iba desde su boca entreabierta con un buen toque de sensualidad hasta el principio de sus muslos, y las dos últimas se las hice tumbada de espalda centrándome en su precioso culo. Ella cuando vio las fotos se sonrió y no me pidió como otras veces que las borrara, se había gustado. Ernesto me respondió que le habían gustado mucho las fotos, que después de verlas “tenía muchas más ganas de follársela y ponerla a gemir”, “sí señor, si que está buena tu mujercita”.

Quedé una mañana con Ernesto para conocernos tomando un café y decidir si seguíamos adelante. Cuando lo vi y estuve hablando un rato con él y le conté que la gran dificultad que tendría es que mi esposa es muy mojigata en el sexo, le conté que no le gustaba el sexo oral y que la rara vez que me la chupaba sólo lo hacía metiéndose la punta, decía que le producían arcadas el metérsela más adentro, además era poco proclive a hacerlo en distintas posturas, prácticamente sólo lo hacíamos tumbados yo encima de ella. Con mucha seguridad me dijo que esas que se comportaban mojigatas con sus maridos eran luego las más putitas en la cama con otros hombres. Me quedé convencido de que este tipo tendría posibilidades de seducir a mi esposa, era realmente atractivo, y además era muy entrante y locuaz, tenía todas las dotes de un buen seductor. Le pregunté por su disponibilidad horaria y me contestó que dado que era comercial y andaba todo el día por la calle podía organizarse a su antojo. Yo le dije que no se trataba de llegar y pegar, que no quería que fuese una historia de que se la follase una vez y adiós, que eso sería imposible, debía emplear el tiempo que hiciese falta para seducirla y que si lo conseguía y él quería, que siguiese follándosela el tiempo que ambos quisiesen. Le conté que, como mi esposa y yo solíamos ir muchas veces de senderismo con un grupo al que siempre se apuntaban gente nueva, la forma más fácil de contactar con ella era que se apuntase algún sábado para salir con este grupo, y que en las cinco o seis horas de sendero entablase conversación con nosotros y que en cuanto yo tuviese ocasión los dejaría solos para que él desplegase todos sus encantos e intentase ligársela, yo me mantendría apartado de ellos la mayoría del tiempo. También le hablé del gimnasio donde ella iba todas las mañanas, de que invitaban un día de prueba y allí, después de haberla conocido en la ruta senderista, también podía contactar con ella. Le pareció muy buena idea, y me dijo que lo del senderismo era lo mejor para poder estar hablando con ella más tiempo y luego utilizar lo del gimnasio para poder verla a solas. Me contó que él también estaba casado, pero que a su mujer no le gustaba como a él hacer deporte y que él solía salir muchos sábados con un grupo a hacer ciclismo, que su mujer no se extrañaría de que se fuese un sábado casi entero. Me contó que tenía a su mujer muy bien atendida sexualmente y que ella era muy complaciente, que follaba cada vez que él se lo pedía, pero que a él le sobraban ganas para follarse a otra las veces que hiciese falta, que era sexualmente muy activo.

Pasadas dos semanas se organizó una de esas rutas, se lo comunique a Ernesto y le dije cual era la página web para que se apuntase, pasada una hora abrí la página y ya estaba apuntado.

El sábado llegó al punto de encuentro unos cinco minutos después de que llegásemos Amanda y yo, como yo el día que lo conocí en persona le había enseñado algunas fotos de Amanda donde se le veía la cara Ernesto no tuvo problemas en reconocerla, se acercó al grupo justo por detrás nuestra y se dirigió directamente a ella preguntándole “hola, ¿vosotros sois el grupo se senderistas?, mi esposa amablemente le dijo que sí y le preguntó que si era la primera vez que venía, Ernesto le contestó que sí, que era la primera vez y que no conocía a nadie, Amanda le preguntó por su nombre y se presento, seguidamente me presentó a mí, de momento yo ya me hice el escurridizo y fui a buscar a otro de los del grupo. Parece que Amanda le estuvo explicando que solíamos compartir coches para compartir gastos, cuando volví junto a ellos Amanda me preguntó si ya teníamos completo el coche por si el nuevo podía venir con nosotros, yo le dije que sin problemas. La cosa marchaba, ella siempre había sido reticente a que llevásemos en nuestro coche a gente que todavía no conocíamos, pero esta vez ella me lo proponía, parecía que Ernesto le había caído bien. Yo justo antes ya le había dicho a otro del grupo que se viniese con nosotros, uno que conocía bien la ruta porque con anterioridad ya la había hecho; con esa escusa le dije a mi esposa que si no le importaba sentarse detrás para que Pedro, el cuarto ocupante del coche, me fuese indicando el camino, mi esposa dijo que no le importaba y ocupó el asiento trasero junto a Ernesto. Durante todo el viaje estuvimos hablando de cosas intrascendentes y echando algunas risas, Ernesto era un tipo muy locuaz y simpático, Amanda se rió muchas veces con él, parecía que congeniaban, además al contar él que era profesor de gimnasia mi esposa no paró de pedirle consejos.

Durante la ruta hice lo que tenía planeado, los dejé casi todo el tiempo solos, yo de vez en cuando los observaba y notaba que debían llevar casi siempre algunas conversaciones muy amenas, porque mi esposa estaba casi todo el tiempo sonriente. Ernesto era un crack, no me había mentido en su capacidad de seducción cuando me dijo que era realmente bueno ligando con las tías aunque fuesen casadas.

Cuando terminamos la ruta y fuimos a coger los coches de vuelta Pedro le dijo a mi esposa que ocupase ella el asiento delantero, pero ella le respondió, “es igual, ve tu delante, que eres más alto que yo y atrás irás algo incómodo”. Entonces estuve seguro, habían congeniado muy bien.

Al día siguiente me llamó Ernesto y me contó que Amanda era un encanto, que había conseguido que le diera su teléfono con la escusa de quedar en el gimnasio el día que él fuese de prueba, me contó que sacó la conversación del gimnasio al final de la ruta, que tras decirle mi esposa la zona por donde nosotros vivíamos él le contó que tenía una invitación de prueba de un gimnasio de la zona, me dijo Ernesto que Amanda se sorprendió alegremente, y le contó que era justo el gimnasio donde ella iba todas las mañanas, entonces, le preguntó si le importaba que fuese una mañana en la que fuese ella y mi esposa le dijo que estaría encantada de enseñárselo, que así aprovecharía para que él le diese algunos consejos.

Mi esposa solía contarme muchas cosas de las que hablaba con el resto de gente durante las rutas de senderismo, pero no me contó nada sobre que le hubiese dado su teléfono a Ernesto para que quedase con ella una mañana en el gimnasio, era evidente que el ocultarme eso era porque deseaba quedar con él pero temía que a mí no me gustase, además, ¿si sólo pensase quedar para lo del gimnasio, para que ocultármelo?, al fin y al cabo, ella sabía que yo no era un tipo celoso de los que no quieren que su mujer se relacione amistosamente con otros hombres.

El miércoles de esa semana Ernesto me llamó y me dijo que al día siguiente había quedado con Amanda en el gimnasio, que intentaría después llevársela a la cama, me preguntó, que si a mí me importaba, si llegado el caso de que ella accediese a llevarle a nuestra casa, que se la follase en nuestra cama; yo le respondí que no me importaba. Le hice una petición: si conseguía llevársela a la cama, que intentase poner el grabador de sonido del móvil mientras se lo hacía, me encantaría oír gemir y gritar a mi esposa mientras él se la follaba, me aseguró que si podía lo haría encantado, que le excitaba mucho la idea.

Al día siguiente por la mañana mi esposa se levantó antes de lo habitual para lavarse el pelo, cosa que no hacía normalmente antes de ir al gimnasio, aunque ella siempre ha llevado los labios pintados, ese día se puso un color rojo muy intenso que sólo se ponía cuando íbamos a salir alguna tarde de copas, yo siempre le decía que ese color me encantaba, que le hacían unos labios muy sensuales. Se lo tuve que decir: “qué guapa vas hoy, si no fuese porque llevas las mallas y los botines nadie imaginaría que vas a un gimnasio”, ella me respondió que sólo se había puesto el color del pintalabios que a mí me gustaba, y que a lo mejor por eso yo le miraba con muy buenos ojos. Lo tuve claro, mi esposa se había arreglado para Ernesto, y estuve seguro de que él no iba a tener muchos problemas para llevársela a la cama, mi esposa ya estaba prácticamente seducida.

Me pasé inquieto toda la mañana en el trabajo, mis sentimientos estaban siendo muy contradictorios, me imaginaba a Ernesto follándose a Amanda con esa envidiable polla y por un lado me excitaba formidablemente pero por otro lado me daba unos celos terribles. Cuando ya era sobre las once de la mañana intuía que Ernesto habría tenido éxito, de lo contrario me habría llamado hacía rato diciéndome que no había podido ser. Hacia las doce y media del mediodía recibí la llamada de Ernesto, al ver su número en el móvil me puse bastante nervioso. Esto fue lo que él me contó: “De verdad que tienes una mujer estupenda, además de que está buena de cojones es ardiente en la cama como ella sola. Cuando le dije que estaba loco por follármela se hizo de rogar un rato, pero poco, lo que si fue más reticente en que lo hiciésemos en vuestro piso pero al final accedió, como no quería que nos viese juntos ningún vecino me hizo que entrásemos separados, entró ella primero en el portal y me dejó encajada la puerta para que entrase yo detrás. Nada más entrar en vuestro piso me dijo que le daba algo de corte, pero la abracé cogiéndole fuerte del culo y le comí la boca metiéndole la lengua casi hasta la campanilla, de momento se le quitó toda la vergüenza que tenía, me desabrochó a trompicones el pantalón y cuando me vio la polla se me derritió, me dijo ¡qué cosa más buena, valla tranca que tienes!, se me arrodilló delante de mí en el mismo pasillo y allí estuvo un rato comiéndomela y relamiéndosela, ¿tú me dijiste que nuncase metía tu polla entera en la boca?, pues a mí me la estuvo comiendo como una posesa, se la metía hasta la garganta y se la deslizaba por toda la boca que daba gusto, la tuve que retirar porque si no me hubiera corrido en un momento. Tu mujercita estaba caliente como una perra en celo, y desde luego que se le había quitado la vergüenza, me cogió por la polla y tirándome de ahí me llevó por el pasillo hasta vuestra habitación, allí, mientras ella se quitaba la ropa a toda prisa pude poner el móvil en grabación de sonido como me pediste y lo dejé encima de una mesita de noche, antes de que yo me hubiese quitado toda la ropa se puso a cuatro patas con el culo en pompa al filo de la cama mirando hacia el espejo que tenéis junto a la ventana, mostrándome el culo y el coño en pompa me dijo: méteme eso hasta el fondo, fóllame ya!. Hacía tiempo que no me ponía tan caliente una tía, digo que sí está buena tu mujer, sí señor, tiene un culo espectacular, cuando me ofreció su coño con el culo en pompa mi pollón se puso más tieso que una tranca, le acerqué la punta a su coñito húmedo y se la hinqué hasta el fondo, a pesar de lo humedito que lo tenía le tuvo que doler, porque soltó un grito que no me veas, si tenía el coñito bien mojado, pero se nota que no le das mucha caña, porque estaba bien estrechito, y sí, me encantan los chochitos estrechitos para hacerlos crujir al meterle mi pollón, al momento estaba gimiendo y jadeando como una autentica zorra, y parece que le gusta que le traten como a eso, como a una puta zorrita, le eché saliva en el culo y le metí un dedo, entonces empecé a decirle: venga mueve el culo putita, venga que vea lo guarrilla que estas hecha, y ella movía el culo con mucho más brío cada vez que le decía esas cosas. Se corrió caliente como una perra dos veces, una en esa postura y la segunda vez estando ella encima de mí. Me corrí dentro de su coño y después estuvimos un rato tumbados, me encantó como después de habérmela follado y de haberle llenado bien el coño de semen se puso encima de mí a darme masajes y besos por todo el cuerpo, de verdad que tu mujercita es una máquina sexual, con esa forma de masajearme y besarme por todos lados y sobre todo alrededor de la polla me volvió loco, cuando llegó a los huevos los cogió con la mano y se puso a lamerlos presionándolos con la punta de la lengua de forma que antes de un cuarto de hora ya estaba de nuevo empalmado. En serio que no me cabe en la cabeza que me digas que es una mojigata en la cama, cuando me puso de nuevo la tranca tiesa, me hizo una mamada de las buenas, la putita de tu mujer es buena mamando pollas, la guarrilla cuando notó que me empezaba a correr se tragó una parte y otra parte, agarrándome la polla, se lo echó por la cara. De verdad que disfrutamos y estate seguro de que ella disfrutó como una auténtica zorrita en celo. Mira dentro de un rato tu correo que te envío el audio para que la oigas”

Lo que acababa de oír me había dejado completamente excitado y perplejo, mi esposa, que era conmigo una mojigata en la cama, se comportaba como una fiera del sexo con otro hombre. Cuando me llegó el audio lo puse de inmediato, no pude esperar ni un instante. Las cosas que Ernesto le decía no se oían con mucha claridad, si distinguí algunas palabras como puta o zorra, pero con los jadeos de Amanda casi no se distinguía nada de lo que él decía, pero lo que si se oyó bien fue tanto cuando le dijo ella “fóllame ya” y el grito que dio al momento, que debió ser cuando Ernesto le metió de golpe su pollón, a ella se le escuchaba bien el resto de jadeos y gritos que dio en los orgasmos que tuvo, le oí gritar: “dame!, dame más!, ay!, ay!, dame!, y sobre todo un montón de gemidos.

Cuando llegué a casa Amanda estaba en la cocina terminando de hacer la comida, nada más que entré se me acercó y me dio un beso en los labios, se le notaba más cariñosa de lo que solía ser a aquellas horas, le pregunté cómo le había ido el día y ella me respondió que como siempre. Se le notaba la felicidad en la cara, estaba totalmente tranquila, si hubiese sido yo quien le hubiese puesto los cuernos a ella seguro que se me notaría nervioso, me puse a pensar si acaso me los había puesto otras muchas veces, por su forma de actuar con total normalidad bien podía estar acostumbrada, pero esa noche me convenció de que no era una cosa que hubiera hecho a menudo, al contrario de lo usual, no fui yo quien le pidió sexo, esa noche se me tiró encima, se puso a besarme la boca y al momento me dijo: “¿te gustaría que te la comiera?, hace mucho que no te lo hago y sé que te gusta”, yo le dije que sí, que por favor lo hiciera. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, quizás desde que éramos novios, no me comía la polla de esa forma, se la metió entera hasta que le llegó a la garganta y estuvo un buen rato deslizándosela de dentro afuera desde los labios hasta la misma campanilla, después de un rato se me tiró encima y estuvo cabalgando encima de mí hasta que se puso a gemir con un orgasmo, no gritó tan fuerte como lo hizo por la mañana con Ernesto, después de su orgasmo se quitó de encima de mí y se me puso a cuatro patas diciéndome: “métemela así”, hacía mucho tiempo que no la penetraba en esa postura, quise emular a su amante de la mañana y le penetré de golpe introduciendo toda mi polla hasta el fondo, pero lejos de dar un grito como dio con Ernesto, solo pronunció un modesto “uhm”, no obstante se que estuvo disfrutando, al rato de estar follándomela en esa postura tuvo un orgasmo, y yo le acompañé corriéndome dentro de su húmedo coño a la vez que ella jadeaba, seguramente recordando a su amante.

En los siguientes seis meses tuve como una segunda luna de miel, mi esposa me pedía sexo dos, tres y a veces cuatro días por semana, yo estaba más que dispuesto siempre que me lo pedía, excitado por los relatos y audios con los que me obsequiaba Ernesto muy a menudo.   

(9,55)