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La maestra de mi nieta

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Como ustedes podrán imaginar por el título, este relato va por la increíble experiencia que me regalo la vida al cuidar por los últimos dos años a mis nietos que abandono su madre, mi hijo no teniendo que más hacer los trajo y dejo en casa. Ella se dedica ahora a la prostitución, pero obviamente esa es otra historia. Yo ya no estaba acostumbrado a los chiquillos y el volver a batallar con esa circunstancia ha sido un poco difícil, pero tiene sus recompensas.

En cuanto llegaron a casa, nos preocupamos no solo de vestirlos y alimentarlos adecuadamente sino también en educarlos, debo describir brevemente sus presencias, la mayor una niña que tiene al momento 8 años, llego para cumplir los 6, le sigue un niño de 6 y una niña menor de solo 4 años al momento.

Se les busco escuela a los dos mayores y en una escuela oficial la niña encontró acomodo, sin haber tenido educación preescolar, se encontraba en desventaja con el resto de niños en su salón, por ello, busque de inmediato contactar a la maestra, oh, sorpresa, una mujer muy joven que lucía de menos de 25 años, después supe que tenía 28, no me costó trabajo explicar la situación de la niña y le conté también de mis pasadas experiencias en la educación de niños y solicite su ayuda para que me informara sobre los cambios en los métodos educativos con la intención de que mi supervisión de tareas y otras actividades escolares no se enfrentaran con los que ella utilizara en el salón de clases.

Fue muy comprensiva y amable y como resultado de la petición me comprometió a trabajar en un programa llamado “Escuela para padres” diciendo que le agradaba que a pesar de la edad mantuviera el interés por ayudar a mi nieta.

Cuando llegamos a casa, mi nieta de inmediato conto a su abuela, lo sonriente que yo estuve durante toda la plática con su maestra, no voy a decir su nombre, hasta ese momento me di a repasar mentalmente su apariencia física ya que mi esposa me pregunto como era.

Altura de 1.70 metros, cintura breve, tal vez 60 centímetros, busto generoso tal vez talla 100 y caderas no muy amplias tal vez 80 centímetros, morena de facciones suaves ojos muy grandes color café claro, cabello suavemente rizado hasta los hombros y sobre todo ello una sonrisa encantadora en una boca amplia de labios gruesos y sensuales.

-Bien, viejito, como a ti te gustan, dijo mi esposa, y eso que no la viste nomas de un ratito.

Sin más comentarios seguimos con otras cosas. Por la noche antes de dormir pensé un poco más en ella.

Termine pensando que con muchos años menos, era una mujer que me hubiera buscado para tratar de llevarle a la cama.

Los días pasaron y me llego la invitación para asistir a la Escuela para Padres, un viernes a las tres de la tarde, asistiendo puntualmente me lleve la sorpresa de que era el único hombre en la reunión y que estaba rodeado de mujeres muy jóvenes, como técnica de presentación la maestra pidió que cada uno de los asistentes dijera su nombre, el nombre del hijo (a) y la edad, así pasaron más de 18 señoras, yo fui tomando nota de cada una de ellas y sobre todo hice relación mental de las más buenotas, (pobre de mí, estaba sufriendo el calentón del día volteando a ver traseros y tetas de diferentes tamaños y formas) cuando toco mi turno aclare que era el abuelo Orestes y el nombre de mi nieta, obvie mi edad y sugerí que para la próxima usáramos un gafete con el nombre bromeando que para mí podría ser más difícil recordar los nombres de tantas bellas jóvenes por mi incipiente y probable Alzhéimer, todas rieron y empezamos las pláticas.

Al término de la reunión, la maestra me agradeció la sugerencia y las bromas que había hecho cosa que a su juicio había permitido la pronta integración del grupo. Correspondí agradeciendo a ella la aceptación de mi presencia en una reunión de mujeres y sobre todo tan jóvenes.

Por espacio de varios viernes, la integración del grupo era total y ahora platicaba dentro y fuera de la escuela con muchas de las madres, con todas bromeaba y jugueteaba, recordándoles que todas podían ser mis hijas pues al momento ellas tenían más edad que cualquiera de ellas, dos o tres de esas madres me preguntaron si en verdad le veía provecho a las pláticas y en un momento bromeando les dije que la beneficiada era mi mujer que me recibía muy amoroso las noches de los viernes, ya que yo me desquitaba de los calentones que me provocaba tan solo de mirarlas, una de ellas me pregunto si le podía yo decir cual me gustaba más y caballerosamente conteste que nunca sabrían cuál de ellas era la que más me gustaba, que mi experiencia hacia mi mirada inescrutable y que además era algo muy comprometido para ellas que eran casadas jóvenes y tal vez con maridos celosos.

Como resultado de esa plática me entere que la maestra tenía un hijo y que era madre soltera y que algunas otras de las mamas estaban en las mismas condiciones.

Al seguir pasando las semanas, la camaradería del grupo era notable, podíamos tocar todos los temas y casi ninguna madre se inhibía al momento de externar la opinión aun en temas donde alguna de ellas confesaran ignorancia. Y llegamos al tema de la educación sexual, obviamente, se nos dejó saber cuáles eran los puntos mínimos de información al respecto que señalaba el programa educativo y que la mayor parte del mismo se debía cubrir al interior de la familia y que en la escuela la maestra solo reforzaría si fuera necesario al detectar algún problema en el aula.

Alguna de las madres confeso que había cosas y palabras que ella misma no conocía y que le daba pena confesarlo pero en su casa nunca le habían platicado nada de eso.

La maestra apelando a mi experiencia profesional y de edad me pidió si podría yo preparar una plática al respecto y por mí mismo me sentí obligado de hacerlo y acepte.

Para tal efecto le solicite a la maestra una reunión de los dos solos para que me indicara cuales eran los temas que podía tratar y con qué profundidad y amplitud debía yo hacerlo.

Por los compromisos de ella en la escuela, me dijo que para ella era mejor poder vernos en las noches del mismo viernes o los sábados por las mañanas que tenía libres pero en su casa. El siguiente viernes, nos tuvimos que salir de la escuela ya cerca de las ocho de la noche y yo le invite a tomar un café en cualquier lado y terminar de aclarar las limitaciones de mi platica, me dijo que no podía porque tenía que recoger a su niño de casa de su madre y que por favor la acompañara y luego terminaríamos en su casa.

La verdad me sentí un poco incómodo al principio al viajar en su automóvil, no obstante la plática amable hizo el trayecto corto, la espere en el auto en cuanto bajo por su niño, el pequeño venia dormido envuelto en una cobija y en la misma forma lo bajo del auto en cuanto llegamos a su casa. Me ocupe de abrir las puertas del auto y de la casa, entre primero y prendí las luces y me quede esperando en la sala a que bajara de la planta alta en donde estaban las recamaras. Bajo descalza y se disculpó por hacerlo, me ofreció café y preparo lo necesario mientras sobre la mesa del comedor acomode los papeles que habíamos venido trabajando.

Sin sentirlo pasamos dos horas que para mí fueron muy gratas sobre todo porque la vi mucho menos formal que en la escuela, yo diría que más relajada y hasta cierto punto mucho más dispuesta a una plática franca, no obstante por la naturaleza de los temas había momentos en que se sonrojaba y otros donde una risa nerviosa llegaba a sus labios, me confeso que muchas de las temáticas del curso para ella eran desconocidas a pesar de ser madre y que por falta de información es que había resultado embarazada.

Cuando le pedí que me aclarara me conto que solo tuvo relación sexual una sola vez con su novio y que él no había gozado dentro de ella pero a pesar de ello, después de un par de meses se encontró embarazada del novio que cobardemente huyo, argumentando que podía ser hijo de algún otro.

Le di la explicación medica de ese tipo de embarazos y le comente que era muy común sobre todo cuando se tenían relaciones de primera y única vez sin la protección adecuada, dimos por terminada la plática y me retire, me sorprendí al despedirme ya que ella hizo el intento de abrazarme y dar un beso en la mejilla, como si fuésemos íntimos por años.

Al siguiente lunes, le mostré el temario de lo que considere una plática mínima de educación sexual para padres, con una sección de preguntas típicas que hacían los niños de 6 a 8 años, de la misma forma, preguntas y respuestas más comunes para adolescentes y para mujeres mayores, también el esbozo de los materiales didácticos que había conseguido y los que pensaba utilizar como complemento al momento de la plática. Me pidió que se lo dejara a revisión y que en el transcurso de la semana me lo devolvería.

Llego el viernes y el material no me lo había devuelto. Dentro de la sesión del día, hizo mención del esfuerzo que había hecho para juntar material y poder dar la plática a todas las señoras y alabo por anticipado los resultados.

Al despedirnos, finalizada la junta me pidió que esperara pues quería hablar conmigo, sin más me pidió que la acompañara a recoger a su niño y que el material lo recogería en su casa, esta vez por la hora el niño estaba despierto y lo lleve entre mis piernas hasta que llegamos a su casa, comento de la buena química con el niño y le dije que se me daba bien la relación con los pequeños y ella me menciono que también con las mamas y que había observado que más de una me veía con buenos ojos. Sonriendo yo le dije que seguramente eran figuraciones suyas pues a mí solo me gustaban algunas de ellas pero que no había un interés de mi parte y menos siendo tan viejo para cualquiera de ellas.

En menos de una hora, llevo al niño a la cama después de hacerlo merendar y nosotros tomábamos café. Esta vez al bajar no solo venia descalza sino también se había cambiado su pantalón tradicional por una falda de amplio vuelo que me permitió apreciar que la maestra tenía un par de piernas de infarto, con fuertes y definidas pantorrillas bajo unos muslos rotundos que se mostraron cuando la falda se movía y una ranura corría de la cintura hasta el fin del vuelo. Me puse alerta y mi amigo entre mis piernas se cimbro y latió un poco por su propia cuenta.

Revisamos el temario con preguntas y aclaraciones por aquí y por allá, hasta que pregunto directa en qué consistía el tema “Relaciones sexuales de Calidad” ya que no tenía desarrollado subtemas ni ofrecía material adicional ni ayudas visuales.

Cuando le aclare que por la propia naturaleza del tema, para cada mujer o persona, la calidad del sexo recibido cambia y tiene diferente percepción, comenzó a sonrojar, aclare como para algunas recibir sexo por 20 minutos puede ser mucho, para otras podía no ser nada y que lo que era bueno para algunas para otras podría ser incomodo o hasta ofensivo, por tal razón no tenía ni ilustraciones y que solo se manejaría en función de las inquietudes que tuviera el grupo de señoras y que llegaríamos hasta aclarar la menor duda y dejar satisfecha la curiosidad de todas las participantes.

Queriendo ser abogada del diablo, quiso preguntar de varios temas pensando en hipotéticas preguntas de las madres, así recorrimos, sexo oral, penetraciones, tamaños de pene, eyaculación precoz, etcétera. Yo notaba que aunque se ruborizaba, parecía estar decidida a aclarar sus propias dudas antes de llegar al grupo, dándome cuenta de ello, de plano le pregunte qué era lo que ella quería saber.

Ahí en ese momento, nuestra relación cambio, ya no era más la maestra de mi nieta, ya yo no era el abuelo de la niña, éramos una mujer con dudas e inquietudes y yo un viejo doctor dando una consulta privada. Con muchos inconvenientes ya que ella me gustaba y al detectarla llena de inquietudes empecé a verla como una mujer muy necesitada de atenciones y de un verdadero apoyo y porque no, de un buen y relajante sexo.

Hablamos por más de una hora, hasta el punto en que yo sabía que tenía que retirarme, al despedirnos me dio la mano y la sentí muy húmeda, temblorosa y como que quería decir algo más, se acercó y ahora si se atrevió y ambos nos besamos en la mejilla, le abrace y la sentí sacudirse por un breve temblor. Con las buenas noches Salí de su casa.

Al lunes siguiente, me dijo que necesitaba verme por la tarde ya que quería hablar de las pláticas, después de llevar a mi nieta a casa, regrese por ella a la escuela, platicamos por más de media hora y me pidió que le aclarara otras dudas más y que si podía yo ir con ella a su casa. Lo dejamos para el siguiente día y acepto en forma sonriente.

Ahí estaba, en la puerta de la escuela esperándome, sabiendo ahora lo potables que eran sus piernas, a la distancia, puse más atención a sus holgados pantalones y descubrí una abultada entrepierna y un trasero que si no redondo y parado, si era muy atractivo, lo que más destacaba era su busto y su bello rostro enmarcado por su largo cabello mismo que había soltado y cubría hasta sus hombros, pero llegando a su boca, ya estaba cerca de ella, su boca era un antojo, como para besarla, labios carnosos con el labial recién recortado.

Me cuide de abrazarle y besarle las mejillas, caminábamos ya rumbo a su auto, ambos sonrientes.

Me extraño, pero este día, fuimos directo hasta su casa, pregunte por el niño, me dijo que había ido a una fiesta y que lo cuidarían hasta el día siguiente.

Acomode los papeles de la plática en la mesa del comedor mientras como era costumbre ella subía a quitarse los zapatos, al bajar, me emocione profundamente, se había cambiado totalmente, la que bajo, no era la maestra de mi nieta, era una hermosa y joven mujer radiante en un vaporoso vestido que llegaba a medio muslo, amplio de vuelo, entallado en la cintura y con un escote que permitía ver el canalillo entre dos senos abundantes y firmes, el cabello suelto y boca recién pintada.

Seguramente por mi cara de asombro y sorpresa, ella solo sonrió cuando se fue a preparar tazas para el café, me senté.

Cuando llego a mi lado, pregunto: -¿Entonces que, le gusto un poco?

-¡Obviamente! Fue mi respuesta, -¡Solo un ciego no sabría que es usted una hermosa mujer! Además de bella, inteligente y segura, continúe.

-¡Para nada, créame, soy insegura, pero usted me ayudara a serlo!

-¿Yo? ¿Qué quiere que haga por usted?

-¡Enséñeme a querer, a desear, a volver a vivir!

-Pero yo soy mucho más grande que usted, usted necesita un hombre joven de su edad o solo un poco mayor.

En ese momento pensé en mi esposa, yo le llevo 25 años de edad, llego a mi vida con solo 18 años de edad y era una niña necesitada también de mucho afecto. Las vi igualmente ansiosas de cariño, recordé el inicio de nuestra relación y lo esplendoroso que era el sexo entre ambos.

-Yo lo quiero a usted, por su madurez y experiencia, sé que nos puede resultar muy grato y últimamente me imagino entre sus brazos y esa sensación me gusta.

Al decir esto se acercó a mí que permanecía sentado, se inclinó y me ofreció su boca, verla tan cerca me permitió ver entre su vestido el canal de sus senos que colgaron libres, no llevaba sujetador, sin levantarme, correspondí al beso.

Al inicio nuestras bocas se entreabrían, a los pocos minutos nuestras lenguas empezaron a buscarse, después la intensidad iba en aumento y mis manos se afianzaron a sus caderas, dejamos de besarnos y apretó mi cabeza entre sus senos, era una señal que no podía pasar por alto.

Mis manos treparon por su cuerpo confirmando su firmeza, llegaron a sus senos y los saque de su prisión para empezar a recorrerlos con mi boca, chupe, lamí, acaricie con mi lengua, mordí los pezones que crecían entre mis dientes, a cada acción un suspiro, gemidos, temblores, sacudidas, presión sobre mi cabeza para que no me retirara.

Seguía sentado disfrutando la delicia de esas frutas firmes y súper suaves, ultra sensibles, baje mis manos de la cintura hasta el borde del vestido, empecé a subirlas por sus muslos, ¡que firmeza! Suaves al tacto igual o mejor que la seda, los rodee y abrace, cada una de mis manos subió por el interior y ella sin dejar de gemir y suspirar, favoreció la maniobra al abrir sus piernas apretándome más a sus senos.

Lentamente mis manos trepaban hasta llegar a su entrepierna que desprendía calor, al llegar a su entrepierna sentí la tela humedecida, retire a un lado y lentamente busque acariciar lo mas de la vulva en búsqueda del centro de placer, ella abrió más las piernas como en demanda de mejores caricias, sin tardanza empecé a acariciar con firmeza el clítoris que se destacaba retador, al principio llevaba humedad del centro hacia él, después la humedad me rebasaba, era más de lo normal, era fruto de un gozo profundo por años detenido, gimió y sollozo, dejo de apretar mi cabeza y abandone sus senos para besar su boca que se entregaba por completo, abrió más las piernas rodeando las mías y se sentó sobre mí.

De sus ojos corrían lágrimas, quise recogerlas con mi lengua, me abrazo quedando mi boca sobre su cuello, bese y lamí hasta su oreja, mis manos entre sus piernas seguían acariciando, lentamente introduje primero un dedo y luego dos, las paredes de su vagina apretaban y succionaban buscando una penetración más profunda, cuando no podían ir mas adentro con el pulgar presione el clítoris y empezó a sacudirse con un orgasmo intenso, moviendo su pelvis de atrás para adelante hasta que sus movimientos cesaron que dando lánguida entre un brazo que la abrazaba y mi mano que seguía acariciando, nos besamos con lentitud pero llenos de pasión.

-¡Muchas gracias! Fue lo único que dijo con una voz baja, casi un susurro.

Seguimos intercambiando besos por unos minutos, intercambiando lenguas que chocaban en desorden, seguía temblando entre mis brazos, su saliva era miel.

Mi amigo entre mis piernas, había despertado, la posición de sentado impedía que la erección estuviera al máximo, como si tuviera interés repentino en mí, se levantó un poco y busco con sus manos sentir su dureza.

Moviendo sus manos buscando abrir mi pantalón, gemía, como queriendo llegar pronto a encontrar algo con que jugar, le tome de la cintura y la impulse a pararse, mis manos estaban bajo su falda y aproveche para tomar los extremos de su tanga y la deslice hacia abajo por sus piernas, estábamos ya de pie y sus manos seguían buscando llegar a mi amigo, le ayude en la maniobra aflojando el cinturón y bajando el cierre del mismo.

-¡Huy, que rico! ¡Qué grande es! Decía mientras que lo deslizaba entre sus manos.

Sin responder, maniobre para apoyarla contra la mesa, por su altura, sería el espacio ideal para colocarla sobre de ella y empezar a comer esa vagina que había sentido con mis dedos y que se me figuraba casi virginal.

Haciendo presión, la apoye en la mesa y bajando mis manos a sus piernas me coloque entre ellas y la impulse a subirse, entendió la señal tal vez pensando que buscaría penetrarla, abrió por completo las piernas mientras levante el vuelo del vestido, que maravilla se desplego ante mi vista, una abultada vagina de carne rosada debido a mis frotamientos con las manos, brillaba con la humedad y en el centro de esta un clítoris que se destacaba retador, le empuje para que se recostara y soltó a mi amigo de sus manos, con la mano izquierda sujete un seno que aún conservaba la humedad de mi saliva y apreté el pezón firmemente creciendo entre mis dedos, cuando baje mi cabeza, intento detenerme -¡No por favor! Dijo trato de cubrirse, -¡Yo nunca…! Dejo inconclusa la frase, cuando mi lengua llego directa al clítoris.

Que sabor, que aromas, que humedad, me encontré con algo maravilloso, delicioso y jugoso, manjar de Dioses, tenía años de no tener algo así entre mis labios, decir que disfrute seria poco, lo goce como un niño disfruta el helado preferido, lo saboree sin pensar más que en ella, en proporcionarle una experiencia única, que la dejara plenamente satisfecha.

Con mi mano derecha empecé a acariciar el exterior de esa vulva deliciosa y carnosa, recorría del perineo hacia arriba, presionando para penetrar primero con uno y después con dos dedos, como explorando en la búsqueda de la rugosidad del punto g en el techo de su interior, una vez localizada, me dedique a presionarla y a frotarla con intensidad con movimientos de dentro hacia afuera mientras que mi lengua continuaba rindiendo al clítoris erguido, sus espasmos me confirmaron que había logrado el objetivo, su orgasmos obligaban a su vagina a apretar mis dedos.

Intento levantarse, con firmeza mi mano izquierda se lo impidió atacando alternativamente ambos senos y su cuello, metí dos dedos en su boca y lentamente empezó a chuparlos, los sacaba para llevar la humedad a sus pezones, todo esto sin dejar de lamer y recoger su humedad hasta que nuevamente comenzó a gemir y sacudirse con espasmos que sacudían sus piernas y su vientre, nuevamente gozaba.

Me mantuve en esa posición rindiendo tributo a su femineidad hasta que logro otros tres orgasmos, mi mano estaba empapada de los jugos con los que me regalaba, era imposible beberlos todos, con sus manos me empujo la cabeza y tomándome de la barba me jalo nuevamente hacia arriba, hice un alto en sus enormes y deliciosos senos, deje en ellos el sabor a mar que llevaba en los labios y en mi rostro, me solace mordiendo y chupando los pezones, deje de hacerlo cuando intento sentarse, se cubrió brevemente los senos con las manos apretando ella misma sus globos de carne, después mirando a mis ojos me abrazo hacia ella, como solicitando mi penetración, a pesar de estar totalmente humedecida la penetración no se logró en el primer intento, -¡Es muy grande! Comento, ¡por favor hágalo despacio! Volví a empujar y me deslice solo unos centímetros y luego dijo: -¡No, no, no puedo hacerlo! ¡Por hoy es demasiado! Creo que no lo soportaría, sonreí y rápidamente guarde a mi amigo bajo su prisión de tela, acomode mi pantalón y mi cinturón, le ayude a baja de la mesa, sus piernas parecían no sostenerla, la apoye y nos besamos. Nuevamente cuando parecía que nos volvíamos a encender volvió a negarse la oportunidad de repetir. -¡No hay problema! Le dije y me separe de ella.

Se acomodó los senos bajo el vestido, recogió del suelo su tanga y abrazándose de mi brazo, me condujo hasta la puerta, solo nos dijimos ¡Buenas noches!

Durante todo el camino regreso a casa, iba repasando lo vivido y recriminándome, a pesar de mi experiencia sabía que me costaría trabajo mirarla a los ojos nuevamente, era la maestra de mi nieta y todo era una imprudencia.

Durante todos los días de la semana evite encontrarme con ella, mi nieta se encargó de recordarme que el viernes era de día de escuela para padres, fingí no acordarme y me resigne a verla al día siguiente, no sabía cómo iba a reaccionar, ayudaría el que no estaríamos solos, estaba el resto del grupo.

La sesión fue poco interesante y por momentos sentía su mirada, levantaba los ojos y efectivamente ahí estaba, mirándome. Cuando ya me despedía para retirarme, delante de otras señoras me dijo: -Doctor, ¿si puede esperarme, se lo agradeceré? ya que la semana entrante le toca su plática quería yo revisar unos detalles. –Con gusto maestra, aquí espero, dije.

Se despidieron las últimas señoras y cuando quedamos solos me dijo: -¿Puede ir a mi casa? ¡Necesito verlo!

-¡Perfecto! Dije yo, ¡Por favor adelántese! ¡Llego en una hora! ¿Le importa?

-¡No hay problema, por mí también perfecto! Dijo sonriente.

Fui a casa y me bañe, rasure con cuidado mi entrepierna, y me perfume un poco más de lo acostumbrado, casi para salir, regrese para tomar de mi cajón una pastilla de cialis, por si era necesario usarla. De ninguna manera quería defraudarla, sabía que ya era casi mía.

El camino a su casa se me hizo eterno, había un ansia casi infantil en mis ansias por llegar a su lado, me sonreí de mí mismo cuando toque a su puerta.

La sorpresa que recibí fue cosa de digna de contar, la maestra de mi nieta estaba tan solo con una bata puesta que cubría de su cuello hasta justo arriba de la rodilla, era de Razo color salmón y bajo de esta se marcaban claramente sus senos con los pezones erguidos presionando la tela, la casa estaba a media luz y el ambiente estaba cargado de aroma de incienso de algún tipo, seguí con la mirada las volutas de humo y detecte que eran de velas aromáticas.

Me tomo de la mano y me llevo al centro de la sala, las cortinas estaban corridas y solo había luz de dos pequeñas lámparas en los extremos de los sillones, me llevo al centro de la habitación, sobre la alfombra y se sujetó a mis manos para decirme: -¡Por favor, haga de mi lo que quiera! ¡Estoy aquí, desnuda, ansiosa de usted y sus caricias! Al tiempo que dejaba caer por sus brazos la bata que le cubría.

Mis manos retiraron de mi cuerpo toda mi ropa en escasos dos minutos, tome de mi bolsa la pastilla de cialis y la trague sin agua, cuando me quite zapatos y calcetines, acomode mi ropa sobre el sillón, la maestra de mi nieta seguía de pie desnuda con los brazos cayendo a sus costados, me acerque a ella y nos besamos.

Los besos crecían en intensidad y nuestras manos no se estaban quietas, abrazaban tocaban, acariciaban, las mías su trasero y espalda, las de ella mi pecho poblado de bello encanecido y luego a mi aparato que colgaba entre mis piernas, sobo mis testículos como sopesándolos, lo recorrió a lo largo y sobre todo lo ayudo a crecer entre sus manos, me agache para lamer y morder sus senos y los gemidos empezaron.

Las palabras no fueron necesarias, ambos sabíamos lo que queríamos, lo importante dentro de mí era el cómo, la fui girando para que me diera su espalda, con pequeños besos con la lengua de fuera, fui recorriendo a partir de su cuello y por toda la espalda mientras que mis manos sujetaban sus senos, bajaron por su vientre y se encontraron en su pubis, presione sin penetrar, seguí besando y lamiendo hasta que llegue a sus caderas, le empuje a que se doblara gozando al ver como colgaban libres sus firmes senos la experiencia de estar en contacto con piel joven y tersa no tiene comparación, la firmeza, los aromas emanados, su textura, le lleve a colocarse en cuatro y ataque a besos y lamidas su trasero, abrió sus piernas y me dio acceso a su vagina desde atrás, la encontré jugosa y dispuesta, sus gemidos eran mi guía, los dedos de mi mano derecha penetraron entre los muslos y lleve uno de ellos a su clítoris y empecé a sobarlo y presionarlo, sus sacudidas y temblores se aceleraron cuando lengua y dedos se encontraron llego su primer orgasmo, la humedad empezaba a correr por el interior de sus muslos, me puse de pie y recargue mi erección en sus nalgas, ella con su mano tomo mi pene erecto y lo coloco entre sus labios vaginales, solo tuve que empujar firmemente y la penetración empezó.

Con movimientos lentos comencé el vaivén de fuera hacia adentro, me mantuve constante en el ritmo hasta que ella empezó a corresponder con movimientos para encontrarse con mi penetración para hacerla más profunda, la presión y succión de su vagina era como la de un guante de terciopelo, su orgasmo la hizo detenerse y doblar sus brazos y manos y colocar su cabeza entre ellas, soltó el aire de sus pulmones y se sacudió con un intenso temblor, me mantuve dentro de ella. Me retire lentamente y ahora la coloque de lado en el sillón y me coloque entre sus piernas, la penetre lentamente y la empecé a embestir con más fuerza, sus senos se cimbraban y el sudor escurría de su cuello hacia abajo, nos besamos con intensidad y pasión, sus gemidos subieron de tono y sus sacudidas y espasmos eran continuos y era delicioso verla estremecerse.

Salí de ella para sentarme a su lado, sus manos fueron a mi pene y empezó a deslizarlas a todo lo largo recogiendo la humedad de este, la jale hacia a mí y empecé a besarla, la lleve a colocarse sobre de mí y ella solo se dejó caer y se acomodó, disfrutando la penetración, empezó a subir y bajar, alternaba movimientos giratorios y paulatinamente se convirtió en una experta amazona que cabalgaba a placer su montura, se tallaba contra mi erección sin soltar ni bajar la presión de su vagina, la humedad corría ya por mis piernas y mojaba el sillón, ella iba de un orgasmo a otro cada vez con más frecuencia hasta que en un momento su placer fue tan intenso que se desmadejo por completo entre mis brazos, de su boca escurría un fino hilo de saliva sobre mi pecho, mi erección seguía firme dentro de ella.

Busque reanimarla con besos y mordidas suaves en su cuello y orejas, nos besamos en un momento más y sonriente se acomodó el cabello y se desmonto. Se dejó caer al suelo ente mis piernas tomo mi pene entre sus manos y pregunto -¿Puedo? Asentí con un gesto de mi cabeza y ella llevo su boca al frente y comenzó a devorarme.

Por ser de la vieja guardia, no soy proclive al sexo oral, no obstante disfrute mucho sus acciones de succión y presión de su boca, cuando creí que era suficiente prueba de su entrega, la jale hacia mí y la invite nuevamente a montarme, así lo hizo y repitió orgasmos hasta volver a desplomarse entre mis brazos. Considerando que ahora era mi turno la lleve a colocarse nuevamente en cuatro, lo hizo gustosa aunque la note un poco agotada.

Desde que la penetre lo goce, la presión de sus paredes vaginales sobre mi pene eran increíbles, sus labios vaginales inflamados eran un estímulo adicional cuando llegaba al fondo, arremetí con toda mi fuerza y a la máxima velocidad que podía, me deje ir por completo en todo el cumulo de sensaciones, sentí subir la presión de la eyaculación desde mis testículos y próstata, goce cada eyaculación con un golpe de caderas contra sus nalgas duras, me quede quieto lo más profundo que podía, ella correspondió a mi goce con un orgasmo final de parte de ella que termino con un largo ¡Si iiiiiiiiiiii! Que salió de sus pulmones.

Pese al goce, mi herramienta se mantenía firme aunque no al máximo, producto del cialis que había tomado, fuimos al baño y tomamos la ducha juntos, ella súper tierna me ayudo lavando mi espalda y mis piernas yo acariciaba todo su cuerpo. Secos nos dirigimos a su recamara y con mucha ternura y mucha pasión repetimos la monta dos veces más hasta que ella dijo que era suficiente y que ya tenía mucho sueño, habían pasado casi seis horas, yo ya no goce, me despedí con un excelente beso y diciendo buenas noches fui por mis ropas y Salí a casa.

El siguiente viernes fue la plática de la escuela para padres y el resultado dejo satisfechas a todas las madres de familia, la Dirección de la escuela me felicito y quedamos en repetirla.

La maestra de mi nieta y yo nos volvimos a encontrar una vez cada mes, la experiencia era siempre alucinante, nos hacíamos el amor, no solo sexo, nos gozábamos por horas, hasta que inevitablemente el año escolar finalizaba, nunca hablamos de continuar, ambos sabíamos que nos volveríamos a ver hasta empezar el nuevo año, en México, los maestros de primer año, siempre son los maestros del segundo año, en esta ocasión no fue así, al inicio del curso se nos informó que había una maestra substituta ya que la anterior había pedido un cambio.

A veces mi nieta dice que extraña a su maestra, jamás le diré cuanto le extraño yo.

(9,62)