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Historia de Lidia

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Me paso a presentar:

Mi nombre es Lidia, soy salteña, hoy tengo 54 años, soy viuda desde hace unos meses, tengo dos hijos, mi hijo es el mayor y tiene 35 años y no me ha dado, aun nietos, mi hija es la menor, tiene 33 años y me dio dos nietos.

Me case a los 15 años con un hombre de 27 años, que era el hijo del capataz de mi padre; con él estuve casada 7 años, conocí lo que era el sexo y tuve a mis dos hijos, luego me separe de él y me vine a vivir a Buenos Aires a la casa de una prima con mis dos hijos pequeños.

Nunca me separe legalmente, de allí que hoy, después de su muerte, sea viuda, y nunca volví a casarme ni a convivir con un hombre.

Estoy viviendo sola desde hace casi 10 años, ya que hace ese tiempo se casó mi hija que era la que vivía conmigo desde que mi hijo se había ido a vivir con su pareja.

Mientras estaban mis hijos nunca había estado con un hombre, no porque no hubiese tenido deseo, o porque nadie se me acercase sino porque dejaba de lado mi deseo para dedicarme de lleno a mis hijos; solo cuando la menor de mis hijos dejo mi casa volví a pensar en mí y, me permití volver a estar con un hombre, aunque no conviví con ninguno y ninguno estuvo conmigo más de un año.

Soy una mujer normal de 54 años y digo normal porque habiendo llegado a esta edad, habiendo amamantado a dos niños, los pechos ya están grandes y un poco caídos, no mucho pero ya no tienen la turgencia de los 20 años, con un cuerpo si bien delgado ya formado con cuantas curvas pueda uno imaginar. Para que se hagan una idea de mi les diré que peso 67 kilos distribuidos en 1,63 metros de altura y medidas de 110 - 70 - 100. Como verán soy bastante normal.

En mi vida solo ha habido 3 hombres, aparte de mi marido, todos después de haber comenzado a vivir sola, esto lo digo para que se den cuenta que no he sido una casquivana, y de ellos quiero relatar lo que me paso hace poco tiempo con un joven al que llamaré Alberto.

A Alberto lo conocí cuando yo tenía 52 años un día en que volvía en el colectivo 36 de hacer masajes a una señora mayor que se había caído y necesitaba hacer kinesiología después de haber tenido el yeso un mes en su codo. Bueno como decía yo volvía en el colectivo, eran casi las cuatro de la tarde, por lo cual el colectivo no estaba repleto, pero si estaban casi todos los asientos ocupados salvo tres o cuatro, uno de ellos era el que estaba a mi lado, de pronto en una parada suben dos personas, una mujer y un joven, la mujer se sienta en uno de los asientos vacíos y el joven se sienta a mi lado; hasta ese momento solo me había llamado la atención su altura, pero a las dos cuadras me llamo la atención el darme cuenta que se había dormido, me salió el alma de madre, ya que tendría unos 21 o 22 años y me pregunté a que se debería el que tuviese tanto sueño como para dormirse no bien se sentó. Estaba pensando en esto cuando el colectivo pega una violenta frenada, por un coche que se le atravesó; el joven se despertó sobresaltado y yo le dije que no se preocupase que el colectivo había frenado de golpe por un inconsciente que se le cruzó pero que no pasaba nada, que todo estaba bien, él me agradeció y abrió su maletín y comenzó a leer un apunte que llevaba en él, yo le pregunte qué era lo que hacía porque me llamo la atención que se hubiese dormido no bien se sentó; entonces él me comentó que lo que pasaba era que dormía poco porque trabajaba y estudiaba y que además como vivía en el gran Buenos Aires, debía viajar mucho, que ese día por ejemplo había trabajado desde las siete hasta las doce, que a las dos de la tarde ya estaba cursando una materia en uno de los anexos de la facultad y que a las siete cursaría otra en la central, por eso ahora estaba viajando hacia ella. Yo, como buena madre, me  sentí conmovida por su esfuerzo y le pregunté qué iba a hacer hasta las siete ya que faltaban casi tres horas, él me dijo que cuando llegase a la facultad se iría a un aula desocupada y en ella estudiaría hasta la hora de cursar; entonces yo le pregunté si no quería venir a merendar a mi casa, que estaba cerca de la facultad, así se le pasaría más rápido el tiempo.

Juro que lo hice por compasión, por instinto de madre, no por otra cosa.

Él aceptó, vino a mi casa, merendó, charlamos un rato y luego se fue a estudiar. La conversación que tuvimos fue sobre sus cosas, lo que hacía, lo que estudiaba, lo que quería ser, ya que yo sentía que era mi hijo pequeño y como no lo veía de otro modo le dije que cuando quisiese viniese y merendase o descansase en mi casa.

Cuando se fue pensé en lo que había pasado y me alegre de haber ayudado a ese joven, que entre otras cosas me confirmó que tenía 21 años, ya que podría ser mi hijo; sinceramente no lo veía de otra manera.

Al día siguiente no vino, motivo por el cual no me acorde de él, más si apareció al otro día; me sorprendió escuchar el portero eléctrico, ya que no esperaba a nadie, pero cuando me dijo quién era inmediatamente lo recordé y recordé que en la charla que habíamos tenido me había dicho que solo los miércoles y viernes cursaba tarde y noche y por ende que tenía esas horas libres; inmediatamente lo deje pasar y comenzamos nuevamente a conversar sobre nuestras vidas. Al rato hago la merienda y nos ponemos a tomarla, sentados sobre la cama, ya que mi departamento es de solo un ambiente, por lo que mucho espacio no tengo, entonces utilizo la cama para sentarme y apoyo en un mueble las tazas y los platos, estábamos en eso cuando de pronto se da vuelta hacia mí y me da un beso, sorprendiéndome, me alejo de él diciéndole “¿Estás loco?”  A lo que él me responde diciéndome “Sí, estoy loco por vos” y me vuelve a besar, mientras me agarra de la cintura. Yo hacía ya casi tres años que no estaba con un hombre, pero sabía lo que podía pasar si lo besaba por lo cual, ya que era mucho menor que yo, y no se me había ni siquiera pasado por la cabeza que podría ocurrir algo entre ambos, inicialmente, me contuve para no besarlo, pero sus besos eran tan insistentes y sus brazos me tenían tan fuertemente agarraba que no bien hizo presión con su tronco, inclinándose sobre mí, haciendo que quedase tendida en la cama, no me resistí más y lo comencé a besar yo también.

¡Qué bien me sentí entre sus brazos!, ¡Cuánto hacia que no me besaban y acariciaban!

Me deje llevar y cuando comenzó a acariciarme deje escapar unos suspiros indicando cuanto me agradaba.

Ese día jugaba argentina, no recuerdo contra quien, pero acabamos como ese partido, yo tres y el dos, por lo cual él me dijo “me debes uno, por eso la próxima vez me lo tendrás que pagar, haciéndome acabar una vez mas a mí”.

A partir de ese día lo hacíamos tres o cuatro veces por semana, y casi siempre que me la metía más aumentaba mi deuda con él porque acababa yo más veces; a mí me gustaba mucho como me cogía pero como ya no me lubricaba tan rápido y él venía casi siempre con el tiempo justo para un polvo rápido, yo quedaba muy dolorida, por lo que para no perder a ese joven que me hacía sentir deseada y me hacía acabar como nunca lo había hecho, en muchas ocasiones lo hacía acabar en mi boca, entre mis pechos con los cuales le hacia una paja o en mi mano la cual se puso muy practica en ese periodo. No obstante él no se conformaba solo con esto y comenzó a pedirme el culo. Jamás yo lo había hecho por allí, nunca  me lo habían pedido, pero él lo hizo y yo como no quería que dejase de cogerme un día se lo di. Me dolió mucho, a pesar de que uso manteca para lubricármelo, pero a partir de ese día ya dispuse de otra forma de hacerlo acabar y por lo tanto de tenerlo junto a mí.

Los encuentros que tuvimos fueron muy buenos, por lo menos para mí, ya que en todos acababa y gozaba como nunca lo había hecho y creo que para él también fueron buenos ya que cada vez que me regaba con su leche, sin importar donde me la vertía o como se la sacaba, sus gritos eran muy fuertes.

Sinceramente no puedo decir si la tenía grande ya que, como ya he dicho, no hubo muchos hombres en mi vida por lo cual mi experiencia en ese sentido es poca, lo que sí puedo decir es que uno de los hombres con quien estuve la tenía más gruesa aunque la suya era más larga, no sé cuánto mediría, ya que nunca la medí, solo puedo decir que le llegaba dos dedos por encima del ombligo y que a mí me gustaba sentirla dentro mío, sobre todo cuando él acababa y sentía su leche dentro mío.

Si bien le entregue mi culo, ese agujero virgen que pensé que así lo llevaría a la tumba, jamás pude tragarme su leche, a pesar que muchísimas veces se la chupe hasta que no salía una sola gotita más de su verga.

Bueno, disculpen lo larga que fue la presentación pero es que si bien escribo esto, lo que es verdaderamente cierto, no quiero que crean que desde un primer momento me cogió por donde quiso. Lo escribo para que sepan que no todas las historias son iguales y que a pesar de tener ya unos años se puede gozar si el hombre y la mujer tienen deseo.

Llegado a este punto creo que es el momento de contar lo que me paso un día sábado, con este joven.

Él cursaba los sábados una materia a la mañana y dos a la tarde, como tenía tiempo entre la de la mañana y la primera de la tarde, generalmente pasaba por mi departamento, yo le sacaba un poco de leche y él se marchaba, pero un sábado en que no iba a tener clase a la tarde, porque iban a fumigar el anexo en el que cursaba, por lo cual, cuando me lo contó, se me ocurrió que podría invitarlo a almorzar, me esmere y preparé una entrada de palta, y luego pollo al horno con papas, de postre flan con crema y luego café.

Cuán grande fue mi alegría cuando a las diez de la mañana, sonó el timbre de mi portero eléctrico, ya que era él que venía.

No bien entro, nos besamos y le comenté que estaba preparando la comida de allí que solo llevase puesto un delantal de cocina, del cual se escapaban por el costado mis tetas y mi culo quedase a la vista no bien me daba vuelta. A él esto lejos de preocuparle le agrado mucho y me lo demostró con sus besos y caricias, pero yo debía hacer la comida por lo que discretamente me escurrí de sus brazos y fui a cocinar, pero entre el culo que le mostraba, la calentura que traía y los besos que nos dimos, se acercó al poco tiempo a mí, con su pija ya parada y sin decirme nada me la metió por el culo. Si bien ya lo habíamos hecho muchas veces por allí, y ya casi no necesitaba que me lo dilatase el habérmelo metido sin ningún juego previo hizo que me doliese, pero al poco rato de estar con esa verga dentro me empezó a gustar, y dado que mientras me la metía y sacaba jugaba con mis tetas y mi clítoris llegue cuatro veces antes que él me llenase el orto de leche. Fueron  tan intensos mis orgasmos que le dije “Sabes, me está empezando a gustar por atrás” a lo cual él me dijo “Viste que te dije que te iba a gustar”. Quedamos un rato así unidos hasta que su verga se durmió y abandono mi culo. Él fue entonces a lavarse y yo aproveche ese  momento para poner el pollo al horno. Cuándo salió del baño yo estaba terminando de colocar las papas y al verlo pasar con su pija dormida me dieron ganas de chupársela, por lo que cerré la puerta del horno y en a posición en la que estaba comencé a mamársela, enseguida se le paro por lo que llevándome hasta la cama me la metió y empezó a bombearme mientras chupaba mis tetas, ¡cuanto lo sentía!, Parecía una pendeja de lo mojada que estaba, llegue cinco o seis veces antes de decirle “por favor para que estoy cansadísima”, él, me la sacó y mostrándome lo dura que estaba me dice. “Ésta esta parada y no está cansada para nada”, a lo que le respondí “Se ve que la tenés dura y la siento mucho pero yo no tengo tu aguante así que déjame descansar un rato si no en lugar de almorzar vas a tener que ir a mi entierro”, “Está bien, descansa que si bien quiero enterrártela no quiero enterrarte a vos” me respondió.

Descanse un rato y viendo que al pendejo se le había bajado la erección, salgo de la cama y traigo la entrada.

Me dio la impresión que el haberle dado de comer le dio energía, ya que no bien terminó la entrada se le volvió a parar y comenzó a acariciarme y besarme mientras su verga dura se restregaba entre mis piernas, queriendo entrar en mi cuevita, yo no podía creerlo pero yo también volvía a tener ganas y otra vez volvía a estar mojada, por lo que no dude en ayudarle a que me la metiese y comencé a gozar, no bien su verga ingreso en mi concha. No podía creerlo pero volví a acabar cuatro veces antes de quedar casi desmayada ¡y el muy hijo de puta la seguía teniendo dura! Le dije “espera que tengo que sacar el pollo del horno” y él me dijo “deja, lo saco yo, ya que para que me salga la leche falta mucho”.

Sacó el pollo del horno y lo trajo a la cama, donde no solo estábamos cogiendo sino también comiendo, comimos y antes de darle al postre nos matamos, mejor dicho me mato con una cogida que me dejo, después de cuatro orgasmos, patitiesa. Recuerdo que no bien dejo de darle al diente, comenzó a acariciarme el muslo, mientras me decía “la pata del pollo estaba buena, pero ésta está mejor”.

Me asombré por la facilidad con que me lubriqué, ya que no bien comenzó a acariciarme, sentí como me comenzaba a mojar, de tal forma que cuando sus labios comenzaron a sobar mis pezones, estaba totalmente lubricada, que digo lubricada, estaba encharcada. Mis pezones, son gruesos y largos, creo que debido a haber amamantado dos hijos durante mucho tiempo; lo cierto es que sus besos me los hicieron parar con lo cual mis tetas quedaron un espectáculo, ya que grandes como son, aun duras y coronadas con unos pezones, gordos, largos y duros  lograron que su verga nuevamente se parase. Al sentir como esa dura poronga aumentaba su tamaño contra mi muslo, no solo me mojé sino que me dieron ganas de chuparla, por lo cual comencé a bajar hasta que mis labios la tocaron y ahí empecé a darle una mamada, de esas que yo sé dar, para sacarle la leche que tenía acumulada en sus huevos y que yo adivinaba que tenía por el tamaño que estos tenían; pero no llegue a darle más de tres chupadas que me la sacó y me dijo “vos sola no, yo también quiero hacerte gozar” y dándose vuelta quedamos en un hermoso 69.

No bien metió su lengua en mi cuevita y comenzó a moverla llego mi primer orgasmo, por lo cual él viendo lo caliente que estaba me dijo “de tan caliente que estas, no bien te empiezo a besar acabas y como a mí me gusta verte acabar, te la voy a ensartar” y sin darme tiempo a decirle nada se da vuelta y me la mete mientras sus labios succionan mis pezones; Entre una cosa y otra comienzan a llegarme los orgasmos como una catarata ya que en unos quince minutos de bombeo frenético acabo tres veces. El pendejo quería seguir dándome matraca pero yo estaba muy dolorida por lo cual le dije “espera, comamos el postre”, a lo cual me contesto “vos sos el mejor postre” y siguió dándome, pero la verdad es que, si bien estas palabras pronunciadas por un joven al que duplicaba largamente en edad me hicieron sentir muy bien, la pija que entraba y salía de mi concha más que placer me daba dolor, por lo cual haciendo uso de toda mi fuerza lo corrí de encima mío y me fui a buscar el postre.

Traje el postre y comenzamos a comerlo, entre bocado y bocado, mis ojos iban a su pija y veía que seguía dura como si aún no lo hubiésemos hecho, ¡qué bárbaro ese pendejo, tenía un aguante infernal!, Pero a mí ya me dolía todo, por lo que antes de terminar de comer mi flan y temiendo que usase la crema para algo más que para el postre, salté de la cama y fui a preparar el café; cuando llegue con él, no pude dejar de ver como su pija, dura, larga y gruesa, apuntaba hacia el televisor, como queriendo cogerlo, ver esa imagen y a su lado el plato del postre aun con crema hizo que se me parasen los pelos de la nuca, pensando en lo que podría acontecer, me gusta coger pero, estaba muy dolorida, por lo que coloque el café sobre el mueble e iba a irme cuando él me agarró de la mano y me preguntó: “¿sabes para que es esta crema?” A lo que le respondí, haciéndome la boluda: “supongo que la dejaste para el café ya que no la comiste con el flan”, pero él poniéndose crema en la poronga me dijo: “No es para que vos te la comas” y sin decir nada más me la metió en la boca, yo comencé a succionar esa gran poronga, tratando de hacerlo llegar ya que sinceramente estaba muy dolorida y ya no quería saber nada de verga por ese día, pero no llegue a darle mas de cuatro chupadas que me agarro la cabeza y me hizo dejar de mamársela, para dándose vuelta comenzar a chuparme la vagina. A pesar del dolor que tenía, no sé si por el morbo que me causaba el estar con ese pendejo, que bien podía ser mi hijo, o por la calentura que tenía viendo como le hacía tener dura la verga, o por las ganas que tenia de sacar la leche que presentía que tenía en sus huevos, dado que estaban grandes y duros, o vaya uno a saber por qué, empecé a tirarle la goma, mientras él jugaba con mi clítoris, no obstante no bien me dio unos pocos lengüetazos comencé a acabar, por lo cual deje salir ese trozo de carne viva de mi boca y mis gritos hicieron retemblar las paredes, ¡qué hijo de puta ese pendejo!, Me hizo tener dos orgasmos con su lengua a pesar de no querer saber mas nada. Entonces estando ya al borde de mis fuerzas y sin importarme que él la tuviese aun dura, le digo que debía irme, que lo lamentaba pero que mi hija me había pedido que cuidase a sus hijos y que si bien me hubiese gustado continuar con él debía irme, y me levante de la cama y fui al baño.

Estaba bañándome cuando siento que se corre la cortina y unas manos me toman de la cintura y unos labios besan mi cuello, ¡qué dulce!, pendejo hijo de puta, ¡cómo me calentaba! ; me doy vuelta, uno mis labios a los suyos y después de un profundo beso y sentir como su verga dura y caliente se refregaba en mi ombligo, me doy cuenta que si se iba en ese estado descargaría en el primer agujero que encontrase, con lo cual lo perdería, por lo que tome el jabón y  empecé a enjabonarlo y le pedí que nos bañemos juntos, a lo cual él accedió y agarrando el shampoo coloco un poco en la esponja y comenzó a enjabonarme la espalda; Mis manos jabonosas llegaron a su verga y comenzaron a magrearsela, pero él dándose cuenta que quería hacerlo acabar en mis manos me hace dar vuelta y haciéndome agachar me dice: “acabaré pero dentro tuyo”, a lo cual y viendo como estaba le dije: “Bueno, pero no por el culo porque me duele mucho” ya que si bien me dolía todo, el orto era lo que más me dolía, entonces él me dijo: “no te preocupes, lo haremos por delante pero desde atrás” y sin darme tiempo a preguntarle que me quería decir me la metió por la argolla desde atrás. Empezó un mete y saca infernal y al cabo de diez minutos y haberme hecho acabar tres veces se vacía dentro mío con un grito, que esperaba oírle exhalar hacia mucho; No me había equivocado era mucha la leche que almacenaban esas bolas.

Terminamos de bañarnos y viendo que no se le volvió a parar me sentí muy contenta de haberlo hecho acabar, a pesar de lo dolorida que estaba, porque eso significaba que me seguiría garchando un tiempo mas, ya que se iba a ir livianito, satisfecho y sin ganas de llenar otro agujero. Salí de casa con él, continuando con la farsa que debía ir a cuidar a mis nietos, no fuese que se diese cuenta que le había mentido y quisiese quedarse a pasar la noche, ya que de pasar eso seguramente se le volvería a parar y yo por un par de días sinceramente no quería comer mas carne, ni siquiera comería un churrasco durante el fin de semana.

Espero que les haya agradado como me agradó a mi esas cogidas que me dio y que si bien no fueron durante más de siete meses sirvieron para que comprendiese  lo que era ser bien cogida.

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