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Me vestí para ir a la oficina, mi parte racional me gritaba que no lo hiciera, que todo aquello podría ser muy peligroso, pero mis emociones me empujaban a descubrir qué era todo aquello que estaba sintiendo. Por otro lado, pensaba que no era ético dejar que lo personal dictara las directrices del trabajo, sobre todo si ello podía influir directamente en mis posibilidades futuras, así que me obligué a dejar todo aquello a un lado.

Eran cerca de las 9 de la mañana, caminaba con prisa pero al estar cerca de la oficina, no pude evitar que el corazón latiera a mil por minutos, así que tuve que entrar a una cafetería enfrente del local y pedir un café para calmar un poco los nervios. Me senté mirando por la ventana la entrada al local y sólo unos minutos más tarde vi como llegaba Elizabeth. Era my extraño que llegara a esa hora, por lo general, abría el local con Betty ¿Se habría quedado dormida? No importaba, lo cierto era que estaba allí y al verla, por alguna extraña razón, mi corazón dio un brinco, pero no de susto, sino de emoción, lo cual, sin darme cuenta, dibujó una media sonrisa en mi rostro. Sin pensarlo un minutos más, me levanté y fui directo a la oficina.     

Al llegar, mis manos me sudaban más de lo normal, no sabía que esperar, pero igual respiré profundo y entré.

―Hola buen día – Le dije a Betty que me recibió con su gran sonrisa.

―Hola mi niña ¿se te pegaron las sábanas? – Me dijo con cierta reprimenda

―Un poco – Contesté apenada, no podía decirle a nadie que tenía más de dos horas debatiéndome entre ir o no hasta allí.

―Bien, como que es algo común hoy, Eli también acaba de llegar, así que no te preocupes, si te reclama dile de mi parte que hoy, ni ella tiene moral para eso – Me guiñó el ojo en plan cómplice y comenzó a reír.                  

Había llegado el momento, abrí lentamente la puerta hasta verla sentada en su escritorio frente al computador. De inmediato dirigió su vista hacia mí y sin dejarme pensar ni un segundo me recibió con una enorme sonrisa y con su mano me hizo señas para que me acercara. No la hice esperar, la curiosidad por saber qué la tenía de tan buen humor me mataba.

―Hola – Dije tímidamente al llegar a su lado

―Muy buenos días – Se levantó y me dio un ligero abrazo - ¿Cómo amaneció mi pasante estrella?                    

―Bien – Respondí con tono de confusión total.

―Jajajajajaja  quita esa cara que hoy hay motivos de sobra para que rías.

―Eeeeehh no te entiendo.

―Ven, quiero que lo veas con tus propios ojos – Me sentó en su silla para que leyera lo que estaba en pantalla.

Al principio, no lograba concentrarme en lo que veía, pues se había inclinado al lado mío quedando muy cerca de mí, lo cual me perturbó, pero de inmediato logré fijar la mirada en el correo que tenía en frente. Era la respuesta a la propuesta realizada por mí el día anterior. No podía creer lo que leía, aceptaban plenamente la propuesta dando carta blanca a todas las sugerencias del caso. Me quedé boquiabierta.

―¿Esto es en serio? Es decir, no debías mandarlo hoy a las 10:00 am.

―Si pero lo hice anoche desde mi casa. Preferí que lo tuvieran a primera hora del día a ver si respondían rápido y funcionó – Al ver mi cara de perplejidad, rió en carcajada. – Felicitaciones. Como verás, hiciste un excelente trabajo.

La emoción hizo que me abalanzara hacia ella para abrazarla y pegar gritos ahogados. No podía creerlo. Ese era el primer trabajo de ese tipo que elaboraba y el que fuese aceptado sin reparos era todo un logro.

―Bueno, bueno bueno señorita – Dijo al separarnos – Creo que sólo queda confirmar la reservación del hotel para salir esta misma noche.

―Claro claro, ya trabajo en eso – Me apresuré en decir. Me levanté de su silla para ir hasta la mía repasando en voz alta y sin hacer pausa todas las cosas que debía hacer. Cuando voltee a mirarla, ella sonreía con satisfacción y cierta diversión – Lo siento, pero no quiero que se me escape nada.

―Perfecto, así no tendré que preocuparme. Has todo lo que tengas que hacer, te prometo que no te interrumpiré – Hizo un gesto emulando cerrar un cierre en su boca y volviendo su atención a su computador.

Para el medio día ya tenía todo listo, la confirmación de las modelos, el transporte ejecutivo, las cabañas reservadas y todos los otros por menores, mientras yo hacía eso, sin darme la menor cuenta, Elizabeth había organizado un mini almuerzo en la oficina con el fin de celebrar la aceptación del presupuesto y por consiguiente, el logro de la nueva cuenta con esa compañía. Fue muy grato todo. Me sentí parte del grupo, pero ya no como alguien pasajero, sino como si ya fuera parte de ellos. En ese momento me di cuenta de lo mucho que extrañaría poder regresar allí todas las mañanas.

Un poco más de las 4:00 pm, ya a punto de irme estaba repasando todo lo del viaje con Eli, cuando de repente se queda callada mirándome fijamente. Por unos instantes se me paró el corazón.

―Estoy realmente orgullosa de tu trabajo Sara, no sabes cuánto me alegra tenerte aquí – Dijo con tono profundo.

La sinceridad en sus ojos y en sus palabras hizo de mi garganta un nudo y mis ojos se empañaran con una cortina de agua que amenazaban con recorrer mis mejillas. No fue fácil contenerlas, pero logré hacerlo.

―Gracias … no sabes lo que significa para mí tus palabras.

Sin más que decir, continuamos ultimando los detalles del viaje. Rato después, antes de irnos:

―Es una lástima que no puedas venir – Me dijo con pesar.

―Si bueno, de no ser por el examen del martes te aseguro que no lo dudaría.

Respiró hondo con pesar y luego se encogió de hombros.

―De cualquier manera te mantendré informada de todo lo que vayamos haciendo ¿vale?

―Ok … más te vale si no quieres encontrar la oficina hecha un desastre por mi desespero jajajajajaja

―Lo tendré en cuenta … bueno, nos vemos el miércoles. Cuídate mucho y suerte en el examen … Naaahh!!! no la necesitas, estoy segura que saldrás muy bien – Me guiñó el ojo.

―Eso espero – Dije dramatizando una expresión de terror.

En minutos cerramos la oficina y cada quién tomó su rumbo.

***

Arreglé la maleta con premura. A pesar de tener la certeza de que aceptarían el presupuesto de Sara, mi vena preventiva no se activó la noche anterior, por lo que tenía que correr para tener todo listo antes de las 7:00 pm, hora en la que se suponía nos iríamos.

Esos días lejos de Sara me servirían para recobrar la frágil tranquilidad que había logrado en los últimos días antes de la conversación de ayer. Necesitaba recobrar mi compostura y no claudicar en mi propósito de no dejarme llevar por estos sentimientos que cada día se hacían más intensos, así que aunque era una pena que no pudiera ir, a la final, sabía que era mejor así.

Pero necesitaba verla antes de irme, así que le llevaría las llaves de la oficina como excusa, antes de ir al punto de encuentro con los demás.

Pensé en llamarla antes de bajarme del carro, pero pensé que sería mucho protocolo, así que sencillamente me bajé y subí directo a su departamento. Toqué el timbre dos veces y nada, pensé que tal vez ya se había ido a la universidad y cuando me disponía a irme sentí que la puerta se abría lentamente. Al verla, me sorprendí enormemente pues tenía la cara completamente congestionada de haber llorado.

―¡¡Sara!! – Dije casi en susurro antes de apresurarme a abrazarla. Ella sólo se aferró a mí mientras lloraba inconsolablemente. Esperé unos minutos antes de comenzar a caminar hacia dentro, cerrar la puerta y caminar con ella abrazada hasta llevarla al sofá.

Allí estuvimos un buen rato, ella sólo llorando sin control y yo tratando de calmarla con suaves caricias en su espalda y cabello. Cuando finalmente las lágrimas y el gimoteo fueron cesando, me atreví a separarme para verla a la cara.

―¿Mi niña qué pasó? ¿Por qué estas así?

No me miraba a la cara, sólo miraba fijo hacia un lado del piso. Al principio no lo entendía, pero al ver cómo la expresión le cambiaba de pena a asco, a rabia e indignación juntas, supe que algo muy malo había pasado allí.

―Te vienes conmigo – Decidí – De ser necesario hablaré con tu profesor para que te haga el examen otro día, pero hoy … te vienes conmigo.

Sin darle tiempo a reaccionar o protestar, la levanté del sofá y caminé hacia lo que eran las habitaciones, por suerte, me dirigí hacia la puerta correcta. Al entrar, pude ver que había sacad un bolso y varias prendas de ropa, pero todo estaba sobre la cama sin arreglar. Era evidente que pensaba marcharse de allí, así que con más razón la senté en la cama y comencé a organizar sus objetos personales que necesitaría para el viaje. No me tomó mucho tiempo recaudar todo lo esencial. Ella sólo asentía o negaba con la cabeza cuando le preguntaba por algunas piezas de ropa. Sin más, en menos de media hora ya íbamos rumbo al lugar de encuentro.

Todos se sorprendieron al verla allí, pero se hizo obvio que Sara no estaba bien, por lo que simplemente hicieron de cuenta como si hubiese estado incluida en los planes desde el principio. Durante la hora y media de camino no hablamos, tuvo la mirada perdida en el horizonte y de cuando en vez, las lágrimas corrían por su cara. Me sentía impotente al no poder hacer nada más, pero si la había sacado de su casa no era para atormentarla con lo que fuera que le hubiese pasado, así que decidí que no preguntaría por lo sucedido; al menos no por ahora.

Al llegar al hotel me apresuré a ir a la recepción antes de que todos pudieran llegar para así arreglar el hecho de una nueva huésped en la lista. Dado que las cabañas del hotel se agrupaban de dos en dos, había hecho las reservaciones de tal manera que la habitación de las modelos, Jessica, la maquilladora y la estilista quedaran juntas y la mía estuviese dos islas más lejos en el ala de las cabañas matrimoniales, en donde las puertas a cada habitación quedaban en lados opuestos, dando así una mayor privacidad. Por las condiciones de Sara, decidí que se quedaría en mi habitación y pedí una cama plegable para ella. Luego de entregar las respectivas llaves, nos dirigieron a nuestras cabañas.

Cuando entramos en la habitación vi que Sara se sorprendió al ver que sólo había una cama matrimonial, por lo que me apresuré a aclararle que en unos minutos nos traerían una cama adicional.

―Siento haberte cambiado los planes – Dijo un poco apenada

―¿A qué te refieres? ¿Qué planes? – Fruncí un poco el ceño

―Bueno, a esto – Señaló la habitación – De seguro pensaste en aprovechar estos cuatro días para disfrutar de las instalaciones del hotel tu sola y ahora tienes que compartirlo conmigo

―No creo que tenga mucho tiempo para hacer eso, ni siquiera teniendo la habitación para mí sola … así que no hay nada que lamentar – Caminé hasta ella y la agarré suavemente por los hombros para asegurarme que me viera a la cara – Sara, quédate tranquila ¿sí? No quiero que pienses que es una molestia tenerte aquí … no hay cambio de planes ni nada de eso, todo sigue igual que como estaba planificado – La solté y me encogí de hombros con una media sonrisa en los labios – Si algo ha cambiado, es que ahora tengo con quién desahogarme cuando termine cada jornada del día.

No pudo evitar sonreír luego de eso. Durante la siguiente hora arreglamos todas nuestras cosas. La cabaña tenía un tamaño estándar, a un lado de la puerta había una nevera ejecutiva, al frente estaba la cama y las mesas de noche,  en la pared frente a la cama estaba el televisor Lcd de 32´´, del lado derecho de esa misma pared estaba la puerta del baño y al fondo tenía un ventanal con persianas que dejaba ver las luces de la caminería y jardín de flores más cercano.

El complejo hotelero también ofrecía servicio de spa, por lo que querían realizar un catálogo realzando todas sus instalaciones. Pero querían realizar un catálogo diferente, con fotos artísticas y de calidad, por lo cual nos habían contratado. Por otro lado, querían aprovechar que ese fin de semana tenían hospedado a un grupo nutrido de extranjeros y querían que los incluyéramos en las fotos, pero de manera tal que no perturbáramos su estadía, de allí que en el fondo, era muy útil que Sara estuviese allí; sólo que no la obligaría a trabajar a menos que sintiera que podía hacerlo.

La cena estaba pautada para las 9:30 pm, por lo que no tuvimos mucho tiempo de descansar del viaje, así que nos bañamos y vestimos con premura para estar a tiempo en el comedor como nos habían indicado. A pesar de que Sara parecía estar un poco más tranquila, no probó casi bocado. Fue evidente para mí que estaba haciendo un gran esfuerzo por estar allí frente a todos cuando seguramente quería estar a solas, así que con la excusa de revisar algunos detalles del proyecto, logramos retirarnos de allí sin llamar mucho la atención. Cuando nos dirigíamos hacía la cabaña me detuve justo antes de llegar a la entrada de la isla de la habitación.

―¿Qué pasó? – Preguntó al darse cuenta que avanzaba sola.

―Nada solo … creo que tal vez quieras estar a solas un rato, así que pensé en dar unas vueltas y regresar más tarde.

―No tienes que hacerlo … debes estar cansada y …

―Eso no importa Sara, no te preocupes por mí ahora – La interrumpí.

―No puedo hacer eso, no después de lo que has hecho hoy – Negó con la cabeza – Además … la verdad no sé si quiero estar sola … al menos no del todo – Dijo casi en susurro.

La miré unos segundos antes de asentir y caminar con ella hacia la habitación. Al entrar:

―¡No han traído la cama aún! – Dije un poco molesta – Tendré que llamar a recepción – Al ver su cara de incomodidad me di cuenta que seguro había mal interpretado mi reacción – No es que me moleste compartir la cama contigo, es sólo que no sé si a ti te incomoda y …

―Me da igual … si no es molestia para ti, pues no me importa … en verdad.

―¿Seguro? Porque puedo llamar – Le ofrecí aunque en el fondo me encantaba la idea de dormir con ella … o más bien, junto a ella.

―Déjalo así, si quieres mañana llamamos y les recordamos.

―Ok – Dije después de unos instantes para no responder con demasiado entusiasmo – Mañana les recordamos.

Mientras ella estaba en el baño cambiándose, aproveché para ponerme mi mono de dormir y mi franelilla y me senté en la cama apoyada en la cabecera de la cama. Hacía mucho tiempo que dormía así, no me gustaban los juegos de pijamas, me parecían una pérdida de dinero gastar en prendas que sólo servían para arrugarse al dormir. Sin embargo, al ver salir a Sara del baño con su conjunto de pantaloncillos cortos y su camisa de botones azul claro con nubecitas, no pude sino admirarla. Nunca antes me había gustado tanto una pijama en alguien como hasta ese momento. Tuve que hacer un gran esfuerzo para disimular la cara de tonta que de seguro tenía al verla, no podía evitar mirar sus piernas tan perfectamente torneadas, la pequeña cintura que se vislumbraba y los prominentes pezones que sobresalían en el algodón de la camisa. Cambié de canal incesantemente tratando de concentrarme en otra cosa que no fuese su cuerpo próximo al mío cuando se acostó. Poco a poco logré regular los latidos de mi corazón y mi respiración.

―¿No hay nada que ver?

―¿Qué? – Volteé hacia ella, pero sin dejar de cambiar los canales. Ella me miró divertida antes de hablar.

―Que si no hay nada bueno que ver – Con un pequeño movimiento de su cabeza me señaló la televisión.

―Ah no … si … bueno la verdad es que estaba recorriendo todas las opciones primero – Sonreí

―¿Y? – Levantó las cejas con expectativa

―¿¿Y?? – No entendí lo que quería decir

―¿Qué cuál es el veredicto? 

En ese punto ya no pude seguir con la farsa, así que me rendí.

―No me decido, así que mejor revisa tú y elige lo que más te guste – Le entregué el control remoto – Soy un poco indecisa cuando de escoger un canal se refiere – Traté de excusarme.

―Ok – Sonrió.

No supe si se había dado cuenta de mi descontrol, pero de ser así, lo disimuló muy bien porque luego de eso simplemente escogió un canal de series y se terminó de arreglar apoyándose con una almohada a la cabecera de la cama igual que yo. Traté de relajarme, cerré los ojos para respirar profundamente y recuperar la poca cordura que me quedaba. No supe en qué momento, pero me dormí.

Al abrir los ojos, no supe cuanto tiempo había pasado, estaba desorientada y con el cuello un poco adolorido por la posición, de inmediato me arrastré hacia abajo para estar más cómoda y justo en ese momento, Sara se volteó y se acurrucó muy cerca de mí. Me paralicé de inmediato, su aroma impregnó mi nariz y su cuerpo tan cálido y suave rozaba el mío. Mi primer impulso fue abrazarme a ella y dejarme llevar por el fuego y la pasión que mi cuerpo sentía, sus labios entre abiertos me llamaban, me tentaban … Dios como soportaría aquella tortura de tenerla tan cerca y no poder tocarla. Con el corazón latiendo a mil y todo mi ser encendido, puse mi mano derecha debajo de mi cabeza y el brazo izquierdo lo mantuve inmóvil, pues si lo movía corría el riesgo de que Sara se separara de mí y regresara a su posición inicial al otro lado de la cama. El cansancio me venció, así que no pasó mucho rato antes de que me volviera a dormir.

A la mañana siguiente, me despertó el ring del teléfono de la habitación. Al principio lo sentía tan lejos que no reconocía que estaba a mi lado, cuando fui tomando consciencia de que era allí, abrí los ojos y lo que vi y sentí me dejó pasmada. Junto a mi cuello estaba la cabeza de Sara acurrucada y su mano izquierda estaba sobre mi abdomen. Por el ritmo de su respiración supe que aún estaba profunda, así que con movimientos lentos estiré mi brazo derecho hacia la mesa de noche para tomar el teléfono.

―¿Diga? – Contesté con voz ronca y soñolienta.

―Buenos días, estamos llamando de recepción a petición de la Señorita Jessica. ¿Desea atenderla?

―Si claro – Respondí extrañada por aquello. Luego de unos segundos escuché la voz de Jessica.

―¡Alo!

―Si Jessica, soy yo ¿Qué pasa? – Hablé con voz soñolienta

―¿¿No te has levantado aún?? – Habló con un tono de gran sorpresa

―No, aún no ¿Por qué? ¿Qué hora es?

―Las nueve de la mañana

―¡¡¡ Qué !!! – No lo podía creer, nunca antes había logrado dormir más allá de las seis de la mañana y mucho menos si había trabajo de por medio.

―Estamos aquí en el comedor esperándolas, pero nos extrañamos cuando no aparecían así que llamé

―Claro, claro … ah … si ya terminaron de desayunar, vayan adelantándose con el plan del día, nos vemos en el set en 45 minutos.

―Ok. Así lo haremos. ¿Quieres que te envíe la comida a la habitación?

―Si, será lo más rápido.

Le indiqué a Jessica lo que quería de desayuno y colgué. Aún estaba en shock por haberme quedado dormida. Al percatarme de que el sueño de Sara no se había perturbado, tomé su mano y la moví ligeramente diciendo su nombre.

―Sara … Sara, despierta – Sentí que se movía y gemía como tratando de despertarse. – Nos quedamos dormidas.

Pasaron unos segundo en los que movía su rostro sobre mi hombro, pero sin abrir los ojos. Le volví a mover la mano y llamé por su nombre nuevamente.

―Sara tenemos que levantarnos – Le hablaba con un tono de voz suave, no quería que se despertara azorada. Poco a poco sentí como retiraba su cuerpo de mi regazo y la sensación de vacío que sentí casi me hace llorar.

―¿Qué hora es? – Preguntó con confusión

―Las nueve.

Se quedó mirándome asimilando lo que le había dicho, en segundos abrió los ojos como plató y se sentó.

―¡NOS QUEDAMOS DORMIDAS!

―Así parece – Me incorporé también para quedar a su nivel.

―¡Dios! – Se tapó la cara con las manos. Pero al instante siguiente levantó la mirada hacía mí - ¿te … te estaba … abrazando?

―Si – Respondí sonriéndome para que no pensara que estaba molesta por ello.

―Lo siento … no me di cuenta que lo hacía – Se apresuró a decir apenada

―Tranquila Sara, no me molestó o incomodó. Créeme, no pasa nada.

―Si pero de todos modos no debí …

―Ssshhh no ha pasado nada – Negué con la cabeza – Tranquila. Velo de esta manera, me ayudaste con el frío – Me encogí de hombros.

Luego de eso, sonrió negando con la cabeza en señal de que a pesar de lo que le decía, no aprobaba lo que había pasado.

―Bueno, te prometo que no volverá a pasar.

―Está bien, sólo te digo que no es problema.

Le guiñé el ojo y me levanté para ir al baño. Nos arreglamos rápido, en cuanto llegó la comida desayunamos y nos fuimos a lo que sería el primer set del día.

Cuando llegamos, ya Jessica había comenzado a tomar las primeras fotos, así que sólo nos pusimos al corriente. Nadie mencionó nada acerca de nuestro retraso, así que Sara comenzó a relajarse. En un principio le preocupaba lo que podían pensar los demás, le daba muchísima pena el haberse quedado dormida el primer día de trabajo. Traté de calmarla camino al set, pero hasta que no comprobó que no había nadie molesto por el asunto, no se tranquilizó.

Claro que nunca le mencioné que Jessica muy discretamente me había caído a preguntas acerca de la causa del retraso, le era imposible de creer que simplemente nos habíamos quedado dormidas, y mucho menos cuando le resté importancia a todo aquello. Yo, la mata de la puntualidad y del estrés cuando no se cumplían los horarios en ese tipo de actividad en exteriores. Tuve que insistir mucho antes de que Jessica dejara el tema a un lado y aunque no me creyó del todo, se dio cuenta que era inútil continuar.

***

Nunca recordaron a la recepción la entrega de la cama plegable, sin embargo, durante los siguientes cuatro días las actividades transcurrieron según lo planeado, el trabajo fue tan intenso que cuando llegaban a la habitación, pasaba muy poco tiempo antes de que ambas cayeran dormidas, por lo que en realidad, tampoco hizo falta. A primeras luces, parecía como si el incidente de la primera noche no hubiese ocurrido; sin embargo, para Sara sí había significado y mucho. No era algo normal que se abrazara a la persona con quien le tocara dormir en algún momento dado, en realidad, no acostumbraba a abrazar a nadie con quien durmiera, ni siquiera a Roberto, su ahora ex novio, así que amanecer de esa manera con Elizabeth la había desencajado, sobretodo tomando en cuenta lo que estaba sintiendo por ella.

La necesidad de abrazarla, de sentirla cerca y hasta de  … ¿besarla? … No, eso no era posible, ella no era lesbiana, nunca se había sentido atraída por ninguna mujer así que ¿qué era eso que estaba sintiendo?  Aunque quisiera poder echarle la culpa a la depresión y decepción por lo ocurrido con Roberto, en el fondo sabía que no era así, aquellos sentimientos habían aparecido desde el primer momento en que logró conocer a Elizabeth personalmente ¿o debía decir que desde mucho antes? ¿Desde que vio por primera vez la foto de Eli en una revista y la recortó?

Siendo una pre adolescente nunca lo pensó, pero ahora que necesitaba descubrir que le estaba pasando, se dio cuenta que en ese entonces podía estar horas y horas viendo la fotografía, viendo sus ojos, su sonrisa … se lo había atribuido a su admiración por ella, a sus ganas de seguir sus pasos y convertirse en una gran artista de la fotografía, pero ahora que lo pensaba ¿era realmente así?.

Mientras más lo pensaba, más aterrada se ponía. No podía aceptar lo que todo aquello le indicaba … no podía ser, no podía estar ¿enamorada de Eli? … No, definitivamente eso era una locura que debía olvidar. Tal vez, el estar en aquel ambiente le estaba jugando una mala pasada. Tal vez, la decepción de lo ocurrido con Roberto la estaba haciendo sentir todo aquello.

Esa era la última noche allí, coincidía con una fiesta organizada por el hotel como parte de los atractivos ofrecidos a sus huéspedes, por lo que los habían incluido en la invitación. Sara estaba emocionada con la idea, después del trabajo tan intenso que habían tenido, era justo y necesario un rato de esparcimiento, sobre todo cuando pensaba en lo que tendría que enfrentar al llegar a la ciudad nuevamente.

―Ya terminé – Le dije a Elizabeth al salir del baño totalmente arreglada para la ocasión – El baño es todo tuyo – Le sonreí con entusiasmo.

Elizabeth me miró de arriba abajo sin decir una palabra y con la boca entre abierta, era como si le gustaba lo que miraba.

―¿Qué tal? Debo cambiarme o …

―¡No! – Me interrumpió - Estas … preciosa …

Observé como Eli tragaba grueso, como si le costara hablar y sus ojos … tenían un brillo diferente, no sabía qué era, pero me gustaba, sentí una cierta emoción al ver que aprobaba mi apariencia.

―¡Gracias! – Le sonreí – Te toca a ti arreglarte

―No, yo no iré – Me dijo volviendo su atención al libro que estaba leyendo.

―¿Por qué? ¿Qué pasa? – Ella no había mencionado que no iría. Me senté cerca de sus pies, pues estaba en la cama medio sentada apoyada en la cabecera.

―Digamos que no soy amante de las fiestas – Se encogió de hombros

―Mentirosa – Le dije luego de verla directamente a los ojos por unos segundos - ¿Por qué no vas?

―No es adecuado insultar a tu jefa – Me respondió Eli subiendo una de sus cejas, pero con una medio sonrisa.

―No cambies el tema … ¿Por qué no vas? – Insistí sin ceder terreno

―Porque si voy estoy segura que las chicas no se divertirán igual, y merecen tener su noche libre – Explicó luego de una pausa.

―Estoy de acuerdo en que merecen una noche libre … pero tú también lo mereces, trabajaste igual de duro – Crucé mis brazos sobre mi pecho en señal de desapruebo a lo que escuchaba.

―Si pero … nadie se divierte igual cuando el jefe está presente, así que no me importa quedarme aquí leyendo un poco.

―¡Tonterías! – Negué con la cabeza

―Sara – Se incorporó para acercarse un poco más a mí – ¿Recuerdas que no tengo 20 años?

―Lo sé, pero eso no tiene nada que ver. Estoy segura que podrías divertirte tanto, o más que cualquiera de nosotras.

―Gracias por lo que me toca, pero créeme, aunque mi mente quiere bajar y distraerse, mi cuerpo dice lo contrario.

La miré unos instantes, sabía que esa no era toda la verdad, pero decidí que no insistiría. Después de todo, quizás era mejor así.

―Bien, trataré de no despertarte cuando llegue.

―Ok – Sonrió - Espero que se diviertan.

―Seguro.

Tomé mi cartera y salí. No sabía por qué estaba tan molesta, después de todo era ella quien se perdería la diversión. Me reuní con los demás en la barra del hotel y pedí un coctel. El ambiente estaba realmente bueno, pero mi mente no estaba allí, no podía dejar de pensar en Elizabeth sola en la habitación, cuando merecía tanto como todos ellos divertirse un rato.

Traté de hacer un lado aquellos pensamientos, pero era imposible. Después de una media hora no aguanté más, me excusé con los demás y regresé a la cabaña.

Cuando entré, Eli estaba acostada exactamente igual como la había dejado, sólo que ahora veía la televisión. A pesar de su expresión de confusión y sorpresa, no le hablé. Fui al baño a cambiarme y quitarme el maquillaje. Cuando salí y me acosté, le escuché hablarme.

―¿Tan mal estaba? – Preguntó sarcásticamente.

―No – Arreglé mi almohada dando unos pequeños golpecitos para darle forma.

―¿Entonces? – No dejaba de mirarme con interrogante

―Sólo no me sentí en ambiente – La miré finalmente y me encogí de hombros. Me miró en silencio y juré que vi un atisbo de alegría en sus ojos, pero no pronunció palabra, sólo volvió su mirada al televisor.

Nos quedamos así un rato. Para mi sorpresa, no extrañaba estar con los demás, me sentía tranquila y feliz nada más de estar allí con ella. Ojalá pudiera estar así siempre … ¿¿QUÉ?? ¿Qué estas pensando?. Sacudí la cabeza como intentando sacudir esos pensamiento de mí.

―¿Pasa algo? – Me preguntó

―No. Estoy bien – Le dije sin mirarla, en ese momento temía ser transparente.

No pasaron ni cinco minutos cuando saltó de la cama y se fue hasta mi lado y me ofreció su mano.

―¡Vamos!

―¿A dónde? – Fruncí el ceño

―A divertirnos – Levantó repetidas veces las cejas con picardía

―Pero que dices, no voy a volver a salir – Me acurruqué con la almohada

―¿Segura? Porque te garantizo una noche inolvidable.

Miré su sonrisa maliciosa y juro por Dios que sentí como me derretía por dentro.

―¿Y qué con las chicas? ¿No dijiste que no se divertirían contigo allí?

―¿Y quién habló de ir a donde están ellas? ¡Vamos, no olvides el traje de baño!

No pude evitar abrir los ojos como plato y mi corazón dio un salto de la emoción que lo embargó. No sabía lo que ella tenía en mente, pero definitivamente, quería descubrirlo; así que tomé su mano y me levanté.  

 

Kam

(10,00)