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El taxista abusa de mi

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Hola a todos, les voy a relatar lo que me sucedió una noche camino a casa. Me describo para ustedes: soy una mujer de 40 años, morena clara, linda, ojos cafés y cabello largo color negro hasta media espalda, de complexión delgada pero con un trasero firme y redondeado.

En esa ocasión anduve de fiesta con mis amigas en un bar, mi pareja no me acompañó ya que habíamos quedamos de salir por separado y vernos en casa para follar toda la madrugada. Cerca de las 2:00 am pedí un taxi por teléfono y confirmaron que tardaría 15 minutos en arribar por lo que pasé primero al tocador para alistarme. Estando ahí noté mi panty toda pegajosa por tantos fluidos que estuve soltando durante la velada al imaginarme cómo me cojearía mi hombre al llegar a casa. Estando sentada me toqué un poco los pechos, pellizqué los pezones levemente, incluso froté un poco mi clítoris. En eso sonó el claxon del taxi que ya estaba abajo esperando, por lo que me incorporé y salí presurosa a subirme al coche.

El taxista me saludó al abordar la unidad, un señor maduro, mayor de 50 años, moreno, con el cabello canoso, fornido, de apariencia tosca y facciones cuadradas. Recién comenzó el viaje trató de entablar conversación conmigo, pero por los tragos yo solo contesté en monosílabos. Me miraba fijamente por el retrovisor, sus ojos se clavaron en mis pechos pues mi blusa tenía varios botones sin abrochar y se me veía un poco la teta salida. Yo cabeceaba y no podía mantener los ojos abiertos, así que ni cuenta me di cuando el taxista desvío su ruta hacia las afueras de la ciudad. Encontró un área retirada y donde nadie pasaría cerca y una vez estacionado el coche apagó las luces. Mientras yo yacía recostada sobre el asiento trasero él se bajó y abrió la puerta a mi derecha y estuvo ahí contemplando por unos instantes, quizá como decidiendo qué hacer.

El desconocido comenzó a tocar mis pantorrillas y mis muslos, yo apenas y reaccionaba. Se fue por un instante hasta la cajuela y trajo consigo una pequeña mochila que puso junto a mi debajo del asiento por donde uno apoya los pies. Acto seguido desabotonó mi pantalón y de un fuerte movimiento me lo sacó casi hasta los tobillos, ahí fue cuando respingué y di un salto hasta quedar sentada, estaba confundida y desorientada. El hombre se abalanzó sobre mi tomándome de las muñecas y se subió encima aplastándome con su humanidad. Yo comencé a gritar e intenté patalear para quitármelo de encima pero era inútil ya que el tipo pesaba mucho, seguro más de 100 kg. Aquel hombre me comía el cuello como avorazado, me lamia, me mordisqueaba. Yo solo grité pidiendo ayuda, en cambio él se daba menudo festín conmigo, arrancó mi blusa y sacó mis tetas para comerlas también. Le supliqué que se detuviese, pero eso solo lo calentó más, sobretodo porque notó mis pezones poniéndose duros, de cierto modo comenzaba a gustarme. Le rogué para que me soltara, para que se bajara de encima, hasta le ofrecí dinero si me dejaba ir, el muy imbécil se reía burlonamente y me decía palabras fuertes e insultos, cosa que me mojó más la entrepierna, mis forcejeos se iban desvaneciendo y dejé de gritar por auxilio.

Cuando el notó que en lugar de oponerme comenzaba a cooperar se enfureció:

-Nada de coger esta noche! Te traje aquí para violarte a mis anchas y así lo haré - me dijo.

Me giró bruscamente y me puso bocabajo. Sacó de la mochila un lazo con el que me ató ambas manos detrás de mi espalda y colocó un pañuelo dentro de mi boca. En ese momento me invadió el pánico al no saber de lo que este sujeto era capaz de hacerme. Mis gritos ahogados fueron suficientes para que su polla se endureciera y muy a pesar de su edad la erección que mostraba era cosa seria, dio un escupitajo a su mano y untó la punta de su pija con saliva. Intenté zafarme de los nudos que me aprisionaban cuando sentí sus manos abrir mis nalgas y antes de que pudiera parpadear me atravesó el coño con su palo de una sola embestida. El grito que solté no llegó más allá del pañuelo que tapaba mi boca. No fue agradable recibir toda su estocada, me dolió bastante ya que el miedo había resecado un tanto mi vagina, aunque la razón principal del dolor que sufrí fue debido al instrumento del taxista, era mucho muy grueso y sin duda el más gordo que me habían enterrado nunca. El tipo me la clavaba como si nada, sin interesarle si disfrutaba o si me lastimaba. Todo su cuerpo aplastaba el mío, me asfixiaba, sentía que me faltaba el aire. No me podía mover ni un centímetro, me invadió toda, sobretodo la vagina pues me frotaba al mismo tiempo todas mis paredes por dentro, expandió mi coño, fue como sentir un puño entero penetrar mi concha. El tipo bufaba sobre mi oreja y emanaba un olor fuerte, sudoroso y sucio que por alguna razón me excitó de una forma salvaje hasta ese momento desconocida para mi. Siguió con sus embestidas una tras otra, mi coño se estiró y adaptó a semejante pene, soltando jugos en cantidades exageradas. El tipejo notó que mis gritos de dolor y miedo se transformaron en gritos salvajes de placer y que yo intentaba decirle algo pero el pañuelo en mi boca impedía que me entendiera. Con su mano removió el pañuelo y por fin pude gritarle:

-Viólame con furia hijo de puta! - le ordené en el instante que pude tomar una bocanada de aire.

-Menuda puta! Bien supe al verte que te encanta la verga! Estás de suerte de que te viole una polla como la mía – me dijo al oído al tiempo que aceleró el ritmo de sus metidas.

Luego de un rato de estarme dando en esa posición frenó sus movimientos y se bajó de mi para poder salirse del taxi. Bajó sus pantalones hasta las rodillas mientras me miraba ahí tendida en el asiento trasero de su taxi. Yo me sentí como si me hubiera embestido un tren, estaba agotada sin poder mover un solo músculo, cuando de repente el tipo me sujeta y me obliga a sentarme en la orilla del asiento con las piernas afuera del taxi. Mi cara quedó justo a la altura de su cintura, me tomó del cabello y acercó su pija a mi boca invitándome a comerla. Por inercia rehusé a chuparla y me propinó enseguida una bofetada:

-Chúpame zorra! Que si no te dejo aquí tirada en medio de la nada a ver si sobrevives.

La bofetada me hizo reaccionar y me excitó mucho como me tenía sometida, como controlaba toda, me gustaba estar a su merced. Miro de cerca con asombro ese miembro que antes invadía mi concha: estaba lleno de venas, de color muy oscuro y con muchos vellos alrededor. Jaló mi cabeza hacia su polla pero yo no abría la boca aun, restregó su pene sobre toda mi cara, golpeteaba mis mejillas con él y frotaba su cabeza hinchada contra mis labios cerrados. Como no colaboré soltó su pija y me tomó bruscamente del cuello para asfixiarme un poco, provocando como reflejo que yo abriese la boca y ahí fue cuando aprovechó para meterla y hacérmela engullir. La verdad tuve que abrir mi boca como nunca pues era demasiado gruesa para mi. Por fortuna no era larga, incluso era más corta que la de mi pareja, de otra manera me hubiera roto la garganta. Mi boca se estiró al máximo para comerla, sentí que me mis mejillas reventarían y la comisura de mis labios se romperían. Me sostuvo de la cabeza para que me quedara inmóvil y poder comenzar a follarme la boca. Su miembro y secreciones eran de un sabor fuerte que en otras circunstancias hasta hubieran resultado desagradables, no sé por qué estaba fuera de mí, yo era otra en ese momento, su hedor me calentó como gata en celo.

-¿Te gusta mi palo ehhh? Eres toda una come vergas, sigue tragándolo hasta el fondo!

Me excitó tanto que me dijera cosas sucias, engullí esa verga con entusiasmo, nunca había tenido una así, era como juntar el grosor de 3 de las pollas más gruesas que conocía anteriormente. Después de un buen rato sus movimientos comenzaron a ser más lentos y escuchaba como jadeaba, noté que si falo se hinchaba por lo que supe terminaría pronto. Sus primeros disparos no tardaron en llegar, su semen espeso brotaba hacia dentro de mi boca y se escurría por los lados como una cascada pegajosa. Aparte de que fue una cantidad muy generosa como para poderla tragarla, no me apeteció hacerlo por el sabor salado y asqueroso que tenía, por lo que escupí la leche en el piso. Una segunda bofetada me alcanzó en ese ínstate:

-Eres una pendeja malagradecida! Cómo te atreves a desperdiciar mi leche de esa manera – me gritó.

-Verás cómo te castigo por no ser buena zorra conmigo -me dijo al tiempo que sacaba su trozo de carne de mi boca.

Cuando su polla dejó de ocupar mi boca la sentí toda floja y estirada, mis labios irritados y mi mandíbula me dolía por haber estado mamando por tanto tiempo. Enseguida me puso de pie y me giró de espaldas a él, empujándome sin más sobre el cofre delantero del coche, pegó mi cabeza sobre la fría superficie y sin pronunciar palabra alguna me la metió por el culo. Mis lágrimas y gritos llegaron de inmediato, pero ni mi estrecho ano fue barrera para él, llenándome el hoyito con todo su mástil. Aun no entiendo de dónde sacó tanta fortaleza y potencia pues su verga no disminuyo en dureza a pesar de haberse corrido hace un momento en mi boca.

Yo le pedí piedad y le dije que por ahí no más él ni se inmuto, al contrario, siguió su faena como si nada. Extrañamente noté como el dolor y ardor se fueron disipando y el cosquilleo que sentí por dentro me gustó enormemente ya que con lo ancho de su polla estimulaba fibras nerviosas entre la pared que divide mi ano y de la vagina. El idiota me rompió el ojete por varios minutos, para mi fue una eternidad. Luego de un rato me percaté que resoplaba y bufaba como loco, su orgasmo estaba en puerta y me embistió con más fuerza, me azotó con saña las nalgas con una de sus manos mientras que con la otra presionaba mi cabeza sobre el cofre para mantenerme inmovilizada, este sujeto me estaba matando... pero de placer:

-Que culo tan apretado tienes zorra! Seguro no te lo trabajan como se debe. ¿Será que tu hombre no te llena los agujeros como yo?

-Noooooo! - le contesté con un grito.

-Jaajaja lo sabía! - burlonamente contestó -¿Quién te ha llenado como yo?

-Nadieee! Eres un hijo de puta! Tu gruesa polla me llena toda maldito! –le contesté. Esas respuestas parecieron gustarle, creo que hasta alimenté su comportamiento altanero y engreído.

-Jajaja te encanta que te viole rudo puta! Toma esto!

Fue ahí cuando sentí algo caliente que inundó mis entrañas: su semen. Sentí como en cada latido de su verga disparaba chorros y chorros dentro de mi. ¿Cómo diablos expulsaba tanto líquido? Quizá tenía semanas sin correrse o quizá por la excitación no se le agotaban las reservas. Esas sensaciones dentro de mi ano provocaron en mi un orgasmo intenso, muy diferente a cualquier orgasmo que hubiese tenido antes. Mi ano y mi vagina se contraían al mismo tiempo, espasmos sacudieron todo mi cuerpo, una ola de calor y electricidad me recorrían, caí rendida.

Lo siguiente que recuerdo es que estaba enfrente de la puerta de mi casa, estaba confundida. Escuché cómo arrancó un coche (el del taxista) a mis espaldas mientras yo busqué mis llaves en mi bolso. Antes de entrar revisé el móvil, tenía varias llamadas perdidas y mensajes de texto también. Había un mensaje de un teléfono desconocido que decía: ni se te ocurra denunciarme malparida, que si te atreves le cuento lo bien que la pasamos esta noche al ahora cornudo de tu novio. Adjuntó a ese mensaje una foto mía sobre el cofre del coche, desmayada, se miraba como me escurría semen por el ojete. Me quedé helada y asustada, sobre todo porque pasaron 2 horas desde que salí del bar y no sabía cómo iba a explicarle todo a mi pareja.

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