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La maleta de Rocío

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Se llama Roció y es compañera de trabajo de mi novia, ella es originaria de otro Estado, es por ello que se hospeda en un hotel, normalmente la llevamos hasta ahí cuando salen del trabajo, ella es una chica normal, simpática de cara, senos pequeños, nada que morbosear.

Cierto día fue cumple años de mi novia y decidí hacer una pequeña comida en un salón junto con familiares y amigos, todo transcurría con normalidad, a excepción de un par de amigas de buen trasero con faldas ajustadas que me dejaban ver perfectamente marcadas sus tangas, cosa que disfruto enormemente.

Sin embargo no fue hasta entrada la noche cuando Roció protagonista de este relato llego a la fiesta disculpándose por llegar tan tarde y quejándose de su jefa que la había retrasado, lo que llamo poderosamente mi atención fue el vestido que Roció estaba usando esa noche, era un vestido, blanco, con estampados de flores moradas y azules, relativamente corto, arriba de las rodillas pero bastante entallado, de esos que delinean perfectamente la cintura y las caderas, pude ver entonces que sus piernas eran bastante torneadas, pero sobre todo el tamaño de sus caderas y sus nalgas, grandes pero perfectamente proporcionales al volumen de su cuerpo.

Solo podía pensar que tal vez debajo de ese vestido había una hermosa tanga blanca bien apretada por aquellas grandes nalgas y húmeda por el sudor de sus partes íntimas, lo que hubiera dado por tenerla en mis manos.

Al final de la fiesta Roció acudió nuevamente a nosotros para despedirse y pedirnos que las acompañáramos a ella y su grupo de amigas al estacionamiento, en el transcurso opte por caminar detrás de todas con el pretexto de ir escribiendo en mi celular, y entonces pude ver con más detalle ese hermoso culo apretado en su vestido, lo suficiente para observar claramente cómo se marcaban las líneas del bikini que usaba esa noche, lo que me dejo con una tremenda erección.

Aparte de aquella erección los días siguientes pasaron con normalidad, Roció usando sus pantalones y blusas holgadas que ocultaban bien sus enormes nalgas y yo recordando la imagen de aquella noche y fantaseando conmigo, abriéndole las piernas, haciendo a un lado su bikini blanco y lamiendo, chupando y penetrando su vagina con mi lengua hasta que terminara en mi boca.

Pero un día ocurrió algo que me hizo tener una de mis mejores experiencias como fetichista, como de costumbre fui a buscar a mi novia y Roció salía con ella, pero en esta ocasión ella arrastraba su maleta de equipaje, lo primero que se me ocurrió fue en lo mucho que disfrutaría estar a solas con esa maleta donde seguramente estaría toda su exquisita ropa interior sucia, cuando se subieron al auto mi novia me dio la excelente noticia que Roció tomaría su vuelo hasta varias horas más tarde y que para no regresar al hotel irían a comer con algunas amigas, supe que era mi oportunidad y me ofrecí a llevarlas a donde comerían dejarlas ahí y pasar por ellas más tarde para llevar a Roció al aeropuerto, cuando llegamos al lugar de la comida bajaron del auto, se despidieron y no hicieron algún comentario de la maleta, así que me dirigí rápido a mi casa y solo tenía en mente la ropa interior de Roció.

Entre rápidamente a mi recamara, coloque la maleta sobre la cama, me desvestí y para ese momento mi verga estaba tan dura y lubricada como pocas veces, pero sabía que tenía que disfrutarlo, no tendría otra oportunidad así en mucho tiempo, entonces sentí un hueco en el estómago y ese pequeña desorientación a causa de la gran excitación del momento, abrí lentamente la maleta y en la parte de arriba vi esa pequeña bolsa de malla, sentí entonces un pequeño escalofrió y ahí estaban, por fin a mi alcance, sus bikinis y brasiers  sucios, antes tome algunas blusas que desprendían un suave olor a su perfume, pero no aguante más y fui directo a sus brasieres, había varios entre lisos, de encaje, de estampas, con o sin varillas, pero todos con ese delicioso olor de su perfume y algo de su sudor, comencé a masturbarme lentamente y saque el pequeño bulto para dejarlo sobre la cama, a pesar de no encontrar ninguna tanga mi corazón latía cada vez más fuerte al ir tomando sus bikinis uno por uno, comencé a olerlos y lamer el puente, después a rozar mi pene y testículos con mucho cuidado para no mancharlos, hasta que encontré uno que sabía era el indicado, era de color rosa y de encaje, de esos que no son tangas ni calzones completos, con unas pequeñas tiras a los costados, de los que cubren justamente la mitad de cada nalga y van bajando en forma de "V", rápidamente lo tome y busque el puente, lo mejor estaba ahí, vi unas pequeñas líneas blancas, de esas que todos sabemos son de sus fluidos vaginales, seguramente algo la había excitado al grado de lubricarla, lo que dejo ese regalo para mí en el puente del bikini, lo lleve a mi nariz y comprobé que no estaba equivocado, aun pude percibir ese penetrante pero delicioso aroma de una vagina lubricada por la excitación, comencé a masturbarme con más fuerza y justo ahí me perdí, lamí esas pequeñas líneas blancas como un enfermo queriendo probar un poco del sabor de sus fluidos, lo sentí, estaba ahí, ese ligero sabor amargo de la tela impregnada de toda su intimidad, y todo eso justo en mi boca.

Sobra decir que aquel día eyacule como nunca, al menos unas tres veces más disfrutando de cada prenda sucia, desde ese día cada vez que veo a Roció me viene a la mente que una pequeña parte de su intimidad ya fue mía.

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