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Las aventuras de la diosa del amor y del sexo

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Quizás el ser una diosa del olimpo tenía sus ventajas, el poder que se tenía sobre los mortales y ser amada y venerada por estos, vivir en la maravillosa morada de los dioses llena de lujos y placeres inimaginables; más si se era la hermana del dios de dioses, el grande y poderoso Zeus.

Afrodita dueña de una belleza indescriptible, una sensualidad que se conocía hasta en el inframundo y una alegría que no tenía nada que envidiar a la de Dionisio dios del vino y la fiesta, por estas razones Zeus preocupado e influenciado por su esposa Hera, celosa de Afrodita y cualquier otra diosa que gozara de la predilección de su esposo, decidió unirla en matrimonio con el hijo de su esposa, Hefestos dios del fuego, el herrero cojo y feo.

Afrodita inicialmente no le tomo el peso a esta decisión del dios de dioses, ella tenía sus propias preocupaciones e inquietudes, algo le molestaba, algo la tenía insatisfecha, no le bastaba ser la "diosa de la belleza", claro ella la nacida de la espuma, la que nació adulta, no tuvo infancia ni pubertad, nació casadera, y deseosa aunque aún no conocía ni el amor ni el placer, no sabía bien a lo que se enfrentaría al unirse en matrimonio y menos con alguien que no era de su total agrado.

Un día paseando por los campos elíseos en busca de sus amigas las ninfas vio algo que la dejó consternada, Ares dios de la guerra estaba encima de una ninfa, sus ropas estaban rasgadas, y ella emitía gestos y sonidos como gritos, pero su cara no demostraba un total desagrado pero si algo de sufrimiento, sus movimientos eran rudos como si fuese una lucha, pero porque Ares la atacaría??, si bien era el dios de la guerra, conocido por su violencia Afrodita no lo entendía, el ver como el apretaba y alternaba mordiscos y succiones en los senos de la pobre ninfa hizo q comenzara a invadirla una nueva sensación, sus pezones se endurecieron como si fuese ella la que estuviese siendo sometida, sintió un ardor en su entrepierna al ver que era penetrada salvajemente por aquel fornido dios mientras le jalaba sus largos cabellos, de pronto los movimientos de Ares comenzaron a hacerse más impetuosos, hasta que en un momento el soltó un largo sonido entre grito y gruñido, se retiró de encima de aquella ninfa que solo atino a cubrirse con los jirones de su vestido. El acomodo su vestimenta y se retiró sin decir palabra, Afrodita observaba como un fluido escurrió por las piernas de la muchacha y al caer al suelo formaba pequeñas flores blanquecinas que hicieron una estela a medida que la ninfa corrió a ocultarse en la profundidad del bosque.

Al llegar a sus aposentos no podía sacarse esa imagen de la cabeza y comenzó a tocarse la vulva imaginando que ella era aquella ninfa y a fantasear con sentir en su interior la virilidad y el brío de aquel dios con el que solo había cruzado palabra un par de veces en alguna Dionisiaca ya que él no gozaba del aprecio de sus pares.

De pronto un pensamiento freno en seco sus fantasías cuando recordó que aquel dios era el hermano del que sería su futuro esposo e hijo del su hermano y que Hera jamás permitiría una unión así, ya que ella estaba asegurando el futuro de otro de sus hijos y en cierto modo era sabido que trataba de compensar el desaire que le hizo cuando pequeño al tratar de abandonarlo por no poseer belleza y físico privilegiado como sus hermanos.

Por su parte Hefestos era el más feliz con la idea, no podía creer su suerte, el, el herrero, feo, cojo, barrigón y casi calvo desposaría a la más bella y deseada de las diosas, contaba los días para poseerla y no escatimaba en atenciones y regalos, fue así como forjo en su fragua un hermoso cinturón que la hacía aún más irresistible y deseable no solo para mortales, sino que también para los dioses.

Debido a esto Ares reparo en la bella diosa, cosa que no había hecho porque aquella tenía fama de vanidosa y malhumorada, pero la vio tan bella y sensual que su libido llegó al tope, sus instintos belicosos lo incitaron a abalanzarse sobre ella, pero sintió la presencia de su madre como una voz en su interior - Hijo, ella no es para ti, esta desinada a ser la esposa de tu hermano Hefestos, no provoques la ira de tu padre!!- claro eso a él no le importó y comenzó a acercarse a Afrodita, pero de una forma distinta, con galanteos y seducción.

- Los campos de flores se regocijan con tu belleza y otras se ponen celosas de ella.

Sonrojada contestó - A q debo el placer de su presencia??

- Solo me acerque a conocer a la futura mujer de mi hermano, suertudo ese!

- Ah sí y porque dices eso?? - contesto simulando indiferencia, mientras las imagines de lo que había visto días antes la invadían provocando sensaciones y humedad en su entrepierna.

Ares noto el aroma a mujer en el ambiente, esto lo lleno de satisfacción, y se retiró no sin antes provocarla un poco más, tomo delicadamente su mano y la besó - bueno mi señora, me despido y ruego me permita en una próxima oportunidad disfrutar del "placer" - recalcando la palabra y rozándola con sus labios- de su compañía! mientras veían a lo lejos que Hefestos se acercaba con su desarmado y pesado caminar.

- Aquí estas hermosa mía!, Zeus y Hera nos esperan para afinar los detalles de nuestra unión.

Afrodita por primera vez se sintió aterrada al mirar a quien la acompañaría en sus noches y sus días, aunque a ella le preocupaban más las noches, ese ser mal formado, sudoroso, cojo, gordo y que olía a azufre producto de su constante trabajo en la fragua eterna. No podía imaginarse siendo poseída por aquel, cuando en su interior ella habría deseado que esa fuera la tarea de Ares.

El día llego, el Olimpo estaba de fiesta, pero la novia no demostraba eso en su cara, su habitual alegría no afloraban, Zeus fue a ver qué pasaba.

- Que sucede?, esperan por ti, tu futuro esposo esta algo nervioso!

- yo no sé porque insistes que me casé con "eso", yo la más bella según todos, porque no con Ares, es más parecido a mí? no me imagino entregarme a él, menos teniendo hijos - dijo con cara de asco.

- Bueno él te dará la estabilidad que necesitas, él te complacerá en lo que tu desees, además así aseguramos su fidelidad y gratitud eterna, él es un maestro en su oficio y una pieza muy importante en cualquier guerra o afrenta que recibamos, además si no te gusta la idea, puedes irte a vivir entre los mortales y vivir como uno de ellos y perder todos los beneficios que tienes acá en el olimpo - y se retiró

Sabiendo que no tenía más opción la boda se llevó a cabo y tras ella la noche de bodas, las ninfas adornaron el lecho con pétalos, su ajuar estaba compuesto por las más delicadas sedas y ella esperaba algo inquieta a su esposo.

- Mírate, eres lo más bello de lo bello, soy tan afortunado, ven acércate, no me temas, seré gentil!

Ella accedió de mala gana, el en su ardor, inexperiencia y ansiedad no pudo cumplir su promesa, la tomo de la cintura y rasgó las sedas que la cubrían, la lanzo sobre el lecho y se abalanzó sobre ella.

Afrodita no pudo evitar sentir repulsión por el aroma y el sudor que emanaban de el además de sentir como su barba enmarañada le rozaba la piel, trato de liberarse, pero el libido de Hefestos estaba desatado, el previendo esta situación forjo unas esposas de hierro con las que la sujeto a la cama, así desnuda con brazos y piernas abiertas estaba a merced de aquel ser horroroso a sus ojos.

El bajo torpemente hasta el sexo de la diosa y e introdujo uno de sus ásperos dedos en él, ella sintió como su espalda hacia un arco y su cuerpo comenzaba a responder a un encontrar de su voluntad, no podía creer que aquel esperpento le hiciese sentir esas sensaciones y su vulva comenzó a humedecerse.

- Vez mi amada diosa como este cojo si puede darte placer!! - y hundió su cara entre sus piernas, el roce de su barba le irritaba, pero la sensación de su lengua calmaba el ardor y le provocaba una explosión de placer, cundo de pronto comenzó a imaginar cómo sería si el que estuviera haciendo eso fuera Ares, y se entregó a la pasión de su esposo pero fantaseando con que el que comenzaba a poseerla era su deseado Ares. De pronto su placer fue interrumpido cuando Hefestos retiro su boca de su vulva y se posicionó frente a ella puso su verga en la entrada de su hasta ahora célibe cueva, podía sentir el grosor descomunal y vigoroso de ese falo podía sentir el palpitar de las venas rozando la entrada de si concha casi sin bellos, miro de reojo y estaba hinchada, roja y venosa, sintió algo de miedo ya que él no había sido precisamente sutil y esta vez tampoco lo fue unto un poco de los jugos que salían de la cueva de la diosa en su enorme tranca y de un empujón la dejo completamente dentro, se miraron a los ojos y ella pudo ver en el ese ardor igual que el de la fragua en la que trabajaba día tras día, así comenzó el constante movimiento de adentro y afuera, la penetración fue bestial, sentía como ese fuego le quemaba el sexo aunque poco a poco el ardor comenzó a ceder y decidió entregarse al placer. sentía como aquel falo descomunal separaba sus carnes y se habría paso sin piedad, cuando de pronto sintió como su interior comenzaba a palpitar su espalda se arqueaba más fuerte, sentía que iba a estallar, que podía morir, pero como podía se eso posible? si era una diosa, era inmortal, era caso esto el placer??... Ya conocía el deseo gracias a Ares, ahora el placer gracias a su esposo, ese ser que ella aborrecía por feo, aunque quiso ser agradecida por este regalo.

- Hefestos- dijo mirándole a los ojos- el emocionado, por primera vez pronunciaba su nombre con algo de dulzura - Por favor suéltame, prometo no huir, te juro que no te arrepentirás!

- Como desees! - y así lo hizo, ella libre se arrojó sobre el montándolo y moviéndose sobre su verga, Hefestos no podía creer lo que estaba pasando y el goce que su esposa estaba dándole sin oponer resistencia, ella lo cabalgo durante un buen rato, mientras el apretaba sus senos divinos, ella solo pensaba en que en vez de ser ese horrible ser era Ares y así logro que ambos llegar al orgasmo cayendo rendida sobre su velludo pecho exhausta, y así fue como nuestra diosa conoció la lujuria.

Al querer besarla ella volteo y dijo estar cansada que necesitaba dormir, el no podía pedir más, aunque no podía imaginar que esto casi no se volvería a repetir.

Afrodita realmente no dormía, pero si soñaba y embriagada por la lujuria idearía un plan para concretar aquella fantasía y satisfacer esas ansias de placer, sexo y lujuria que habían nacido en ella.

Continuara...

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