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Las aventuras de Afrodita II

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Luego de su noche de bodas y habiendo despertado en ella un mar de nuevas sensaciones Afrodita decide revelarse a esa unión que la ataría a ese dios indeseable, y no le sería difícil, pues su esposo se pasaba los días y las noches atendiendo la fragua eterna, Zeus lo mantenía ocupado fabricando toda clase de armas para él y los demás dioses y héroes antiguos.

Afrodita pasaba los días recorriendo los campos elíseos buscando que hacer y sobre todo la oportunidad de encontrarse con Ares, el objeto de su pasión, y así fue como comenzaron a hacerse cada vez más cercanos.

Un día ella estaba bajo un árbol de manzanas cuando lo vio venir.

- Oh que suerte la mía, estoy deseosa de comer una manzana, podrías tu alcanzarme aquella roja y brillante por favor??- Solicitó a Ares con voz y mirada sugerente, mientras dejaba caer uno de los broches dorados de su túnica dejando un hombro y parte de su seno al descubierto.

- No faltaba más! - exclamó Ares sin quitarle la vista de encima y tratando de disimular la celeridad de su pulso, se quitó la coraza de la armadura dejando su vigoroso torso denudo, Afrodita relamió sus labios inundada por la lujuria, recibió el fruto mordiéndose los labios y rozando suavemente la mano de su benefactor.

- Que gentil!, como podría agradecer su gesto?? - exclamó con picardía.

- El solo hecho de saber que he contribuido a su satisfacción es premio suficiente para su servidor!, puedo satisfacer algún otro deseo mi diosa adorada?

Ambos se miraron con pasión y complicidad, momento que fue interrumpido por la intempestiva llegada de Helios, el dios del sol.

- Buenas tardes!, que dicha contemplar tanta belleza, que pena no poder decir lo mimo de ti!- dijo de forma irónica a Ares, con quien nunca se llevó bien.- La molesta este pelafustán mi señora??

- No para nada, por el contrario me ayudaba con una tarea algo complicada tarea para mí.

- Que bueno saberlo!, no dude en avisarme si este belicoso la molesta!, ahora me retiro ya que tengo que cumplir con mis tareas y dar paso al anochecer.

- Ya anochecerá?? - dijo con falsa sorpresa la coqueta diosa - Bueno es una lástima, una vez más me encontrare sola en mi lecho, ya que mi esposo tiene una ardua tarea encomendad por Zeus - guiñando coquetamente un ojo a Ares quien se hizo el desentendido frente al inquisitivo Helios. Y así se retiraron todos por distintos caminos mientras la noche caía sobre ellos.

Ares había entendido perfectamente el mensaje, y cuando Helios se había retirado hacia el océano se dejó caer sobre los aposentos de Afrodita, ella fingió no verlo y dándole la espalda se despojó de su túnica y soltó su cabellos dorados rojizos que cubrían sus pechos y llegaban justo donde comenzaba la redondez de sus nalgas.

De pronto sintió como una brisa la recorría desde el cuello hasta el final de su espalda convirtiéndose en un par de manos ardorosas al llegar a sus caderas, y unos labios rozaban sus hombros.

- Al fin mi diosa adorada, al fin mis deseos se vuelven carne, afortunado el cojo maldito que puede disfrutar de esta deliciosa ambrosia cada noche! - deslizando una mano desde un seno que ya se endurecía por la excitación hasta el monte divino sintiendo la humedad que ya fluía desde su sexo.

Sin voltear la diosa exclamó ofuscada, estas en un error, no disfruta cada noche, ya que mi cuerpo clama cada noche por la pasión y el deseo de otro dios, soy una esposa relegada por un marido preso de su trabajo, no pueden culparme por querer satisfacer el ardor que provoca este dios en mí, solo poséeme y no lo vuelvas a mencionar! Entre nosotros él no tiene cabida.

- Si eso es lo que deseas, hoy sabrás como se siente el ser poseída por un verdadero dios! - dijo con algo de arrogancia Ares, lo que encendió aún más la pasión de Afrodita, quien ya bramaba por sentir en su interior esa virilidad que rozaba sus nalgas desnudas.

La volteó con pericia y vigor y la tomo en sus brazos, ella rodeo su cintura con sus piernas y se fundieron en el más apasionado de los besos, cayendo sobre el lecho.

Afrodita por un momento titubeo y apretó sus piernas, él se separó levemente y la contempló con toda la dulzura que su carácter belicoso le permitía - Sucede algo mi diosa adorada??

- No!, es que debo confesar que a pesar de la pasión y deseo que despiertas en mí, estoy un poco asustada ya que he visto como poseíste de manera brutal a una de las ninfas del bosque y no estoy dispuesta a sufrir, para bestias me basta con mi esposo, dijo de forma algo irónica.

- Tranquila! Las ninfas jamás podrían igualarse a ti, tu eres la pasión y el deseo personificado, una diosa, la diosa de mi corazón y como tal debo tratarte, junto a ti ya no soy un dios, sino un sirviente dispuesto a complacerte. Y así sin mediar aviso comenzó a penetrarla suavemente, ella sentía como se habría paso en su interior proporcionándole un placer desconocido, su aroma la embriagaba y excitaba aún más, comenzó a deslizar sus uñas por la espalda de su amante casi al punto de hacerle sangrar. Cuando tomo conciencia de su apasionado actuar se disculpó algo apenada y con la respiración entrecortada producto del placer que estaba recibiendo dijo

- Perdóname! Me dejé llevar!

- Tranquila, no te detengas! Esto es la gloria comparado con el filo de una espada! Si por mi fuera que las marcas fueran permanentes para presumir que he sido vencido en la mejor y más deliciosa de las guerras!!

Ella desbordada por la pasión solo contesto! Entonces dame guerra y poséeme como a aquella ninfa, sin contemplaciones, quiero sentir tu fuego por completo, hoy soy tuya, hoy soy tu esclava, enséñame cómo ha de ser para devolver este enorme placer que estoy recibiendo. Ares solo la miro y comenzó una frenética penetración mordía y masajeaba sus senos pasando su lengua por su cuellos y llevándola a la locura.

- Eso, así muéstrame quien eres la más pornai (prostituta griega)... Dime quien es tu dueño!!

Esto encendió a rabiar la pasión y la lujuria de afrodita, transformándola y tomando el dominio de aquel encuentro, se sacó de encima a su amante lanzándolo de espaldas en la cama y sin saber cómo ni porque su instinto la hizo llevarse el falo erecto tieso y palpitante a la boca, lo lamio como si fuera el más exquisito manjar introduciéndolo en su boca hasta el tope, llevando a Ares a un éxtasis desconocido, quien sin palabras solo atino a emitir gemidos y a dejarse hacer, el nunca había sido dominado por una mujer, pero estaba consciente de que esta no era cualquier mujer, era la diosa de la belleza y le quedaba claro que también lo era del amor el deseo y la lujuria.

Mientras ella no se detenía, comenzó a sentir el palpitar de su miembro, afrodita sentía como comenzaba a hincharse y luego de un espasmo la leche divina comenzó a fluir a borbotones llenando su boca y escurriéndose por la comisura de sus labio, lo miro lujuriosa mientras el extasiado gemía y saboreándose engulló aquel elixir como si se tratara de ambrosia, el néctar de los Dioses encendiendo el fuego y la brutalidad de aquel dios quien ya empalmado nuevamente para su sorpresa y la tomo por la cintura hasta ponerla con el culo levantado y comenzó a introducir su dedo en su ano, ella dio un respingo, pero estaba ardiendo así que se dejó hacer, a ese dedo le sigue otro, y otro más mientras con la otra mano asia lo mismo en la concha ya húmeda, unto su falo duro como mármol en esos jugos y lo posicionó en aquel orificio y poco apoco comenzó a penetrar tratando de no dañarla pero con fortaleza para que ella no se retirara y no le permitiera lograr su objetivo, comenzó a deslizar su lengua por la espalda y repetía suavemente - relájate, no tengas miedo, dolerá un poco al principio, luego conocerás un placer distinto.

Y así fue inicialmente su ano por instinto se contrajo provocando dolor pero las caricias recibidas facilitaban la tarea, una vez estando completamente de su culo se detuvo un momento y pregunto - Estas lista? Si no, me detengo!

- Hazlo ya!!

- Bueno! Ahí voy!- y comenzó a bombearla y a aumentar la velocidad y la fuerza poco apoco, ella gritó, pero él no se detuvo, el movimientos de las caderas y sus gemidos le confirmaron que no era de dolor si no de placer, así estuvo penetrándola analmente por más de media hora, cuando eyaculo dentro de su culo y ambos cayeron rendidos y se fundieron en un apasionado beso.

Ares se vistió dejándola rendida sobre la cama, sabía que debía retirarse antes que Helios el dios sol apareciera y los sorprendiera. Desde ese día Ares solicitaba grandes cantidades de armas al herrero, para mantenerlo ocupado y así disfrutar las noche en la propia cama y con la esposa de este último, entregándose ambos a la pasión y lujuria que los inundaba.

Por su parte Afrodita casi no volvió a entregarse a su esposo, solo de vez en cuando para no levantar sospechas o para conseguir algún favor de parte de este, por ahora su fidelidad estaría con él, hasta que fueron descubiertos, pero esa historia se las contare en otra ocasión...

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