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Tres maduras fogosas

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Después de un matrimonio de 7 años, decidimos divorciarnos, no tuvimos hijos así que fue un divorcio tranquilo, sin problemas, ella se volvió a casar y yo llevaba dos años libre, haciendo lo que no había hecho antes de casarme, estoy a punto de cumplir 37 años, tengo buen trabajo, gano un buen sueldo y me dedique a conocer lugares, casi siempre lo hacía con Ricardo, un amigo soltero dos años menor que yo y sin intenciones de casarse.

En esa ocasión acudimos a un lugar muy típico del centro del país, un fin de semana largo que empezó desde el jueves y se acababa el lunes siguiente, es un lugar visitado principalmente por extranjeros, aunque acuden muchos visitantes nacionales. Visitamos iglesias, conventos, lugares típicos y el mismo día que llegamos, por la noche acudimos a un restaurante famoso en esa zona, se come bien, se bebe bien, se escucha música y se baila. Nos acomodamos en una mesa cerca de la barra con la vista frente a la entrada.

Cerca de las diez de la noche entraron tres mujeres, dos de ellas muy guapas, ambas delgadas y la tercera, un poco pasada de peso aunque con una cara bonita. Les dieron la mesa vecina a la nuestra.

Las saludamos con una inclinación de cabeza y las tres respondieron, seguimos con lo nuestro, el cantante de turno concluyó y pusieron música bailable. Me paré e invité a bailar a una de las dos mujeres delgadas, obvio a la más guapa, ésta aceptó, le di mi mano y fuimos a la pequeña pista.

Ya de cerca pude percatarme que era realmente guapa, cabello negrísimo, ligeramente ondulado, abajo de los hombros, ojos grandes, negros, una boca pequeña con el labio inferior un poco más grueso que el superior y una sonrisa que deslumbraba, se llamaba Renata, su cuerpo era delgado, firme, una cintura pequeña y a través de su blusa pude percibir que no usaba sostén, tenia una manera de bailar muy cachonda y en varias ocasiones puse una mano mas abajo de la cintura, casi de manera accidental, pudiendo tocar una de sus nalgas, se sentían redondas y firmes. Ricardo bailó con la otra amiga guapa y decidimos unir las mesas, realmente eran muy agradables las tres, así que nos turnamos para bailar con todas, en el momento que Ricardo sacó a bailar a Renata pude apreciar sus movimientos muy sensuales y al colocarse frente a la luz de un reflector se podía ver su cuerpo debajo de la ropa. Portaba una falda blanca amplia y se veía debajo de ella una braga pequeña, entre las piernas un triángulo por el que pasaba la luz. Me hice la promesa de cogérmela esa misma noche.

La gordita, Matilde se llamaba, me puso al tanto de todo, Renata era soltera, Carolina había enviudado hacía varios años y ella estaba separada hacía algunos meses, habían acudido a ese lugar para descansar algunos días y regresarían a sus casas hasta el lunes por la noche.

Ricardo ya estaba enterado de lo mismo y en un momento en que las tres chicas fueron al baño, comentamos:

- A mi me gusta Renata, así que te toca Carolina.

- No hay problema, además creo que ya se acomodaron así.

- ¿qué hacemos con Matilde?

- Pues igual y también me la cojo, si te fijas no está tan mal, tiene unas nalgas ricas y se ve que es las entusiasmada.

- ¡ah caray! ¿y cómo le vas a hacer?

- Ya veremos, igual y tú también te la coges.

Regresaron las chicas, seguimos bebiendo y bailando y en la oportunidad que volví a bailar con Renata, le dije

- ¿te gustaría que vayamos a otro lado?

- aquí está bien ¿no?

- si, si está bien, pero me refiero a un lugar donde podamos estar solos

- jajaja ¿por qué siempre dicen lo mismo?

- ¿y entonces cómo se dice?

- pues directo, que quieres acostarte conmigo

- ah bueno, pues si así es, pero hay que ser más correcto

- bueno, pues dilo

- me quiero acostar contigo

- ¿y que hacemos con los chicos?

- pues que hagan lo que quieran

- no, porque vinimos juntas y tú con Ricardo

- ¿entonces que propone?

- Vámonos juntos

- ¿todos?

- si ¿te da miedo?

- no, pero, no creo que ellas quieran

- más bien no creo que ustedes puedan, sólo son dos

- uuuuuy, no eso si que no

- ¿ellas querrán?

- seguro, nada más hay que ver a donde

- nosotros estamos hospedados aquí a la vuelta

- ¿en un hotel?

- si

- nosotras rentamos una casa, tampoco está tan lejos, si quieres vamos ahí

- perfecto ¿entonces? ¿Nos vamos ya?

- pues hay que decirles

Cuando regresamos a la mesa, Ricardo estaba besando a Carolina y con mano metida en su falda.

- jajaja, se rio Renata, ya ves no hay problema. Nos vamos chicos.

Pagué la cuenta y salimos. Tomé a Renata de la mano y Carolina iba abrazada de Ricardo delante de nosotros, Matilde a un lado de ellos y si, realmente Matilde tenía un buen culo.

La noche estaba fresca, así que fuimos caminando, la distancia no era mucha. Llegamos a la casa ubicada en la parte alta del pueblo, pequeña, una salita, una cocineta, dos recamaras, un pequeño jardín y unos ventanales que permitían ver buena parte del pueblo.

Matilde puso música, llevó una botella, vasos y sodas a la salita, serví tragos para todos y Ricardo sacó a bailar a Carolina, más que baile parecía una sesión de sexo, Ricardo se prendió a las nalgas de Carolina y ésta a su cabeza, Ricardo metió una mano bajo la falda y la levantó, dejando ver las nalgas de Carolina, enfundadas en una tanga negra, realmente se conservaba bien y no ponía reparos.

Nosotros estábamos sentados, pasé un brazo por los hombros de Renata y empecé a besarla, los labios, el cuello, puse una mano en su pecho y encima del vestido acaricié su pezón, su seno era pequeño y firme, su pezón pequeño, redondo e inmediatamente se puso duro.

A poco dejé esa tarea y sin dejar de besarla, bajé mi mano y la metí debajo de su falda, la coloque entre las rodillas, abrió las piernas invitándome a subirla más y la puse en su concha, masajeándola con los dedos, metí la mano por la braga para sentirla desnuda, palpando un pequeño montón de vellos y su concha jugosa y húmeda, le dije al oído

- vamos a tu cuarto

- no, todavía no, aquí estamos bien

Yo sentía reventar debajo del pantalón, pero bueno, seguí con mi labor, metí uno, dos dedos en su concha, mientras mi pulgar masajeaba su clítoris, se aferró a mi cuello, gimiendo hasta que se vino.

Carolina estaba sentada en un banco alto de la cocineta con la falda subida y las piernas abiertas y Ricardo entre ellas. Matilde sólo observaba, tocándose la concha encima del vestido con las piernas abiertas.

Renata dejó de gemir, se incorporó y me llevó a uno de los cuartos. Tan solo entrar se quitó la blusa, se desabrochó la falda y la dejó caer, estaba estupenda, piernas largas, vientre plano, caderas anchas, un pequeño calzón blanco ya húmedo y al darse la vuelta me enfrenté a un par de nalgas, pequeñas, redondas, erguidas, seguramente hacía mucho ejercicio y ese triángulo entre sus piernas. Sin pensarlo me quité toda la ropa, la abracé y la llevé hasta la cama, se tendió de espaldas y me puse encima de ella, la besé y le quité el calzón, recorrí con mis manos todo su cuerpo, se aferró a mi verga dirigiéndola a su concha y finalmente se la metí.

Su concha era tibia, húmeda y estrecha, levantó las piernas, puso sus manos en mis nalgas para ayudarme a meterla más, pasó de unos gemidos a unos gritos, cerró los ojos y no tardó en venirse, apretando con sus piernas mi cintura, tuvo un orgasmo muy largo con espasmos y su concha abriendo y cerrando con mi verga dentro.

Con la voz entrecortada dijo

- sigue por favor, así fuerte

Seguí metiéndola y sacándola logrando tres orgasmos más. Ella cerró los ojos, echó la cabeza a un lado y bajó los brazos y las piernas,

- deja recuperarme

-¿qué hago?

- ven aquí, acuéstate a un lado.

Me salí, me acosté a un lado de ella, se dio vuelta y me pidió que la abrazara, pasé un brazo por encima del suyo y lo coloqué en uno de sus pechos, tomando un pezón con los dedos. Mi verga estaba completamente parada y se coloqué entre las piernas, sintiendo sus nalgas, como si ella estuviera cabalgando.

Después de unos instantes, tomo mi verga por enfrente y se la colocó en la concha, la metí un poco desde atrás, lo suficiente para calentarla otra vez, la tomé de la cintura ayudándola a hincarse, me puse de pie y se la volví a meter en la concha, desde arriba observaba como se abría y se cerraba su culo, puse un pulgar en él y lo metí despacio mientras gozaba de su concha.

La mujer soltó un fuerte chorro de jugos con un grito ahogado, puso la cara en la cama, levantando el culo, saqué la verga de la concha, más bien me expulsó de ella, y se la puse en el culo, la metí un poco, era un culo pequeño, estrecho, volví a meterla en la concha para humedecer y lubricar la verga y se la volvía a colocar en el culo, la metí poco a poco, entre gemidos y grititos de ella, cuando entró toda ya sólo fue meter y sacar, sentir como se apretaba con la verga dentro era de ensueño, me dejó hacerlo hasta que me vine dentro de ella con mis manos aferradas a sus caderas.

Nos tendimos en la cama, ella de espaldas a mi, la abracé hasta que la escuché dormir. Me levanté, salí a la sala y vi a Ricardo enculando a Matilde que estaba hincada en un sillón. Carolina los observaba sin ropa, sentada en el banco alto, supuse que mi amigo ya la había atendido.

Me acerqué a Carolina, quien lucía muy bien, ya con el cabello suelto, las tetas al aire y una pierna cruzada sobre la otra. Me serví agua en un vaso y ella puso una mano en mi verga.

- ¿qué te pareció?

- hermosa, le dije

- no hombre ¿qué tal te cogió?

- divino, como diosa

- no exageres ¿quieres coger con una diosa de verdad?

- por supuesto

- entonces vete a lavar y te espero.

Mi verga ya estaba lista otra vez, fui al baño y me di una ducha rápida, pensando en las tetas de Carolina.

Regresé a la sala, Carolina estaba en la misma posición que la había dejado y Matilde mamándole la verga a Ricardo quien estaba sentado en el sillón, Matilde con el vestido hasta la cintura y sin bragas, el culo al aire, realmente se antojaba metérsela, pero yo tenía compromiso con Carolina.

Me acerqué a Carolina, me prendí a uno de sus pezones con los labios, bajé mi manos para ponerla en su concha que no tardó en humedecerse, alcé la cara y la besé, besaba muy bien, se bajó del banco, se sentó frente al respaldo, dejando las nalgas al aire, me acomodé detrás de ella y se la coloqué en el culo

- no, por ahí no. dirigiendo mi verga a su concha, luego.

Metí la verga en su concha, tomándola de la cintura, entré sin mucho problema, un buen rato jodiendo, se bajó del banco y puso las manos en el asiento, abriendo las piernas, volví a metérsela por la concha, nuevamente sin problema, pero yo quería algo más estrecho, así que saqué la verga, se la puse en el culo y como no puso reparos la metí, su culo estaba más estrecho que la concha, así que ahí me enfoqué, mete-saca mete-saca hasta que me vine, Carolina se vino una sola vez y fue cuando sintió mi verga en el culo.

Se incorporó, se sirvió un trago y me sirvió otro, Matilde seguía con Ricardo en el sillón, parecía no acabar nunca. Carolina se terminó su trago

- voy a dormir, si quieren quedarse ahí están los sillones o hagan lo que quieran, se fue a su cuarto y disfrute viéndola caminar, realmente tenía un buen cuerpo, pensé que hacía falta excitarla más.

Ricardo me llamó con una mano, señalando las nalgas de Matilde, entendí perfectamente lo que quería. Me acerqué, ayudé a Matilde a bajarse Ricardo, éste se sentó y Matilde se le echó encima, se acomodó la verga y se la metió de una sola vez, enlazó su cintura con ambas manos y la jaló hacia él, dejando libre sus nalgas, me acomodé detrás de ella, puse la verga en su culo, ella volteó sorprendida en cuanto la sintió pero no dijo nada, tenía el culo más estrecho que Renata, pude meterla al fin y nos acoplamos perfectamente en el movimiento, Matilde gritaba como loca, nunca había cogido así nos dijo después.

Volví a venirme ahora en el culo de Matilde. Me incorporé, ayudé a Matilde a incorporarse, serví tragos para los tres y Matilde se quedó con nosotros, bailando, hablando, tocándonos, hasta que nos rindió el sueño.

- ¡Arriba que ya amaneció! escuché, abrí los ojos y vi a Renata que estaba de pie frente a nosotros, una falda larga, amplia y una camiseta sin mangas dejando ver un pequeño bra con encaje. Nosotros sentados en el sillón, en pelotas y con las piernas abiertas, Matilde con el vestido hasta la cintura y las tetas al aire.

Me levanté, ayudé a Matilde y a Ricardo a levantarse. Pensé que había terminado la magia de la noche anterior, pero no fue así.

Salió Carolina de su cuarto, enfundada en unos jeans ajustados, botas y un pequeño chaleco cerrado que levantaba aún más sus tetas. Pude apreciar que eran realmente hermosas y con unos cueros magníficos.

- A bañarse que el día es largo.

Matilde nos llevó empujando al baño y nos metimos los tres, entre las risas de Renata y de Carolina.

En la ducha, Renata se hincó para prenderse a mi verga, mientras Ricardo se la metía por la concha, le pedí a Ricardo que cambiáramos, le puse la verga en la concha a Matilde y finalmente me vine en una concha. Salimos del baño, nos pusimos la misma ropa y Matilde entró a uno de los cuartos, salió enfundada en un juego de pants blancos ajustados que la hacían ver buenísima, sabía que lo mejor de ella era su culo y le sacaba partido dejando entrever una tanga que estaba completamente metida entre sus nalgas.

Desayunamos entre las bromas de Renata y Carolina sobre la cogida que le habíamos puesto a Matilde e hicimos planes para ese y los otros días.

Salimos nuevamente al pueblo, fuimos a cambiarnos al hotel y por la tarde regresamos a la casa de las chicas. Entretanto nos enteramos que Renata tenía 47 años, Carolina 56 y Matilde 39, eran socias de una empresa que vendía autopartes y nunca habían hecho lo que hicimos la noche anterior.

Ricardo y yo estábamos decididos a seguir cogiendo con las tres hasta el último día y así fue, como no había exclusividad, esa misma noche Ricardo llevó a Renata a su cuarto y salió hasta la mañana del día siguiente, dejándome con Carolina y Matilde que parecía infatigable, probé la concha y el culo de las dos, viniéndome en ellas hasta que caí rendido, despertamos en la cama de Carolina y en cuanto abrimos los ojos Matilde se prendió a mi verga dándome una mamada profesional. No era posible pensé, esta mujer es una máquina.

Con Ricardo acordé que nos cogeríamos los dos a Renata como lo hicimos con Matilde y así ocurrió el sábado, les propusimos pedir comida para no salir y pasar el día entero encerrados, a Matilde y a Renata les pareció buena la idea, Carolina decidió salir sola y nos quedamos los cuatro.

En cuanto se fue Carolina, le propuse a Renata que nos bañáramos juntos, en la ducha probé todos sus orificios viniéndome sólo en su boca. Salimos de la ducha y nos quedamos en ropa interior.

Matilde se había puesto una pequeña faldita que dejaba ver el inicio de sus nalgas y una blusa amplia debajo de la cual se adivinaba que no llevaba sostén.

Comimos algo, bromeamos, nos tocamos, le quité la ropa a Renata y la monté encima de mi, le acomodé la verga en la concha mientras Ricardo se colocaba detrás de ella. Una vez que la tenía ensartada, Ricardo le puso la verga en la entrada del culo y se le empezó a meter, los gemidos y gritos de Renata me pusieron a mil y como recién me había venido seguí metiéndosela aunque Ricardo ya se había venido.

Cuando logré venirme, Matilde estaba encima de la mesa recibiendo la verga de Ricardo. Renata se acomodó en el sillón y se recostó jugueteando con mi verga, la cual volvió a ponerse dura, se la metió en la boca y me dio una señora mamada sin hacer que me viniera, se levantó y se sentó encima de mi de espaldas, acomodándose la verga en el culo, estuvimos así un buen rato sin que pudiera venirme, Ricardo se acercó a nosotros, se acomodó entre las piernas de Renata y se la metió por la concha, nuevamente los gemidos y los gritos, hasta que finalmente pude venirme.

Nos acomodamos en el sillón los cuatro, prendimos la tv y desnudos estuvimos ahí, sin hacer nada, tocándonos solamente. Llegó Carolina y nos encontró en esa posición.

- ¿eso es todo? ¿para eso me fui? ¿qué sigue? bueno, espérenme ahorita les hago compañía

Entró a su cuarto y salió con sólo unas bragas pequeñísimas y un bra diminuto. Se sentó encima de Ricardo, restregándole el culo en la verga hasta que logró que se parara, fue conmigo y se metió la verga en la boca logrando lo mismo, hecho eso se fue a un banco y nos dijo

- ahora si ¿qué esperan? a coger que se están acabando las vacaciones

Matilde se fue encima de Ricardo ensartándose sola y yo me hice con Renata, pero decidí llevarla al cuarto. Para que decir más, quedaba claro que a Carolina ya no le interesaba el sexo, los días restantes las parejas estaban hechas y sólo hasta el lunes, último día, Carolina nos pidió que nos la cogiéramos entre los dos, "quiero un orgasmo de verdad". Matilde y Renata se hicieron a un lado para dejar que hiciéramos nuestra tarea, entre lenguas, culo y concha logramos arrancar a Carolina dos fuertes orgasmos, con unos gritos desesperados y unos fuerte fluidos, se levantó para bañarse y preparar su maleta y aproveché para la última sesión con Renata, volví a gozar su rico culo de tal manera que ya no pude hacer lo mismo con Matilde.

Les ayudamos a meter sus maletas en su vehículo, nos dejaron en nuestro hotel y nos despedimos, nunca intercambiamos teléfonos y nos quedamos sólo con el recuerdo de tres maduras fogosas.

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