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Noche de bodas... en compañía de la suegra

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Renzo y Antonella acaban de casarse, la ceremonia civil congregó a ambas familias y amistades. Luego de la recepción en casa de Renzo, la joven pareja hizo su salida ante el aclamo de todos los asistentes, para dirigirse a su habitación reservada en el Passion Hotel.

El auto en el que iban estaba inundado de promesas de amor y sonrisas cómplices, sin embargo el momento fue interrumpido por un mensaje al celular de Antonella. Ella podía presentir que había olvidado algo, tomó la mano de su ahora esposo y le dijo que tenían que cambiar de dirección, que debían ir hacia otro lugar. "Lo entenderás una vez que lleguemos", le dijo. Él accedió al pedido un poco intrigado.

Entonces llegaron al nuevo destino, y lo que parecía ser una sorpresa nupcial para Renzo, dió un giro inesperado cuando vio a la madre de Antonella tras la puerta para recibirlos. Acto seguido, los tres estaban en el salón principal intentando actuar con normalidad.

La señora Melano tomó la palabra: "Renzo, siento haber interferido en los planes que tenías para esta noche con mi hija, tú al igual que ella deben estarse preguntando por qué los hice venir hasta aquí, me imagino". La joven mira a su pareja con una sonrisa amigable, sabe o empieza a sospechar de lo que trata el asunto, toda su vida ha visto en sus tradiciones familiares algo muy especial, y esta ocasión parece que no será la excepción.

Su madre continúa: "Verás, en mi familia seguimos ciertas prácticas, de generación en generación para la crianza de los Melano. Como su madre me corresponde llevar a cabo la siguiente celebración, ahora que están casados y van a practicar el acto sexual por primera vez".

La expresión de Renzo cambia de curiosidad a miedo. Intenta hallarle sentido a lo que está escuchando, no es por el momento ya, sino por lo que está por venir. Sus pensamientos se disuelven al sentir el contacto de la mano de Antonella, ella lo intenta calmar, "Tranquilo cariño", le susurra. Poco a poco se va haciendo la idea, sabe que no hay algo que pueda hacer para terminar con esa situación, solo puede continuar.

Antonella, sin soltar la mano de Renzo se pone de pie y dice: "Madre, yo estoy un poco desconcertada al igual que mi esposo, pero lo entiendo, entiendo todo esto. Renzo, mi amor, éstas son las tradiciones de mi familia, solo hay un modo de hacerlo y seguiremos con esto juntos". Ambos se ponen de pie y se dirigen a la habitación principal.

El espacio estaba decorado para la ocasión, rosas, velas y una iluminación que jugaba con tonalidades exóticas. La pareja parecía olvidar la conversación anterior para entregarse el uno al otro, besándose y despojándose de sus prendas lentamente. El calor aumentaba, no fue hasta que ambos se despojaron de la totalidad de sus ropas, para que pudieran verse completamente desnudos por primera vez. Se tomaron un respiro y continuaron, ahora estimulándose mutuamente con caricias en sus zonas más sensibles; Renzo con ambas manos sobre las nalgas de Antonella, mientras ella tomaba control de sus testículos. La joven se recuesta en la cama apoyándose en sus rodillas, moviéndose a manera de invitación. Su esposo se acerca para comenzar con la penetración, hasta que oye a alguien tocar la puerta.

"Toc, toc. Par de jovenzuelos calientes". Era la señora Melano, quien va ingresando a la habitación con un libro y un maletín. "Aún no. Debemos hacer un par de cosas antes, espero la cooperación de ambos, en especial la tuya Renzo". Cada vez más desconcertado, Renzo permanece inmóvil, al mismo tiempo que se cubre con una sábana ante la aparición de su suegra. Antonella, por su parte, se levanta de la cama y lo toma de la mano para llevarlo con su madre.

"En este libro se encuentran los registros de las nupcias y primeras relaciones sexuales de toda la familia Melano. He avanzado con los datos de Antonella, por lo que me faltan los tuyos, acércate por favor". La señora Melano retira la sabana que cubría a Renzo, y empieza a tomar algunos apuntes conforme manipula su órgano sexual. "Ya anoté el tamaño y grosor. A ver, marcas, lunares. Listo, ahora el testículo derecho, el izquie...". La frase es interrumpida por un suceso que la desconcentra inmediatamente, y es que resulta que Renzo ha logrado una contundente erección producto de los tocamientos que estuvo recibiendo.

"Renzo, discúlpame pero he tomado los datos mientras tenías el pene flácido. Fue mi culpa, seguro te asustaste cuando entré al inicio. Debo hacerlo todo de nuevo". Al parecer esto no lo incomoda y se pone a disposición de su suegra. La expresión de sorpresa de ésta última se va acentuando, al notar que la erección no hace más que seguir aumentando las dimensiones del órgano que está midiendo. "Antonella, debo decirte esto, este es el pene más grande y grueso que se ha registrado en el libro de los Melano, eres muy afortunada".

Cuando la medición termina, la señora se dispone a buscar de un preservativo en el maletín. Le da indicaciones a su hija sobre la manera de colocarlo, y aun así tiene inconvenientes para lograr cubrir un miembro como el de su yerno. Luego de haber roto 6 preservativos, logra que el séptimo pueda ocupar correctamente la mitad del pene de Renzo. "Parece que ya está, ahora sí los dejo en donde se quedaron, hagan de cuenta que no estoy aquí. Recuerden que todo es por la tradición", les dice mientras se coloca en una esquina de la habitación para seguir tomando registro de lo que sucede.

Desde su silla puede ver los fallidos intentos de Renzo por penetrar a su hija, ella se resiste en recibir la totalidad del miembro de su esposo y el busca la manera de lograr su cometido sin causarle molestias. Pasan los minutos y la pareja parece que ha podido sincronizarse, las embestidas de Renzo se mezclan con jadeos que resuenan al unísono, jadeos que llegan hasta el lugar de la señora Melano. Empieza a contagiarse del ambiente de goce y excitación, recordando glorias pasadas en sus noches de juventud. La idea de pensar en un miembro como el que tiene su yerno, un miembro que podría ser deseable para cualquier mujer, hace que ella se pierda en sus delirios. Cuando vuelve en sí, abre los ojos y observa el pene aún erecto de Renzo frente a ella.

"Creí que estaba dormida". Le dice éste al sorprenderla. "Bueno la noche terminó, al menos para Antonella, está agotada y acostada ya".

Aun recuperando la compostura, la señora Melano intenta no mirar el pene que está enfrente suyo, y se da cuenta que perdió parte importante del registro todo el rato que se distrajo, "Estoy un poco cansada sabes, no anoté los detalles finales de la ocasión y quizás tú me puedas a ayudar", le dice ella.

"Claro, ¿En qué parte se quedó?", contesta Renzo mientras se le acerca más.

"El momento en que empezó la penetración. Sólo pude registrar eso", afirma la señora al mismo tiempo que siente como el miembro de Renzo le toca el brazo.

"Bueno, no se perdió mucha información me temo, alcancé a penetrarla un par de veces hasta que Antonella se vino. Luego de eso quedó dormida", contesta Renzo con un tono desanimado.

"Esta muchacha, ¿Cómo te pudo hacer eso?. No se cómo te sientes ahora, pero es cuestión que practiquen esto y ya verán cómo se vuelven expertos. Entonces ya tengo ese dato, y tú dime, ¿Como en qué momento te viniste?". Pregunta la señora mientras se recupera de la experiencia.

"La verdad es que no pude venirme. Ella no me dio tiempo a tomar siquiera una segunda posición", confiesa Renzo un poco desalentado. La señora Melano se gira para notar que, en efecto, el preservativo aún puesto sobre el erecto pene de su yerno no presentaba rastros de semen. Hace un esfuerzo para voltear la mirada de aquel miembro, lo intenta con lo que le queda de voluntad, pero no lo logra, se queda mirándolo sin decir palabra alguna. Después de un breve silencio, se levanta de su asiento y dice: "Necesito que te vengas, ¿Por qué no pruebas masturbarte?, ese es el último registro que requiero. Mira a Antonella, está ahí desnuda. Regreso en un momento". Se retira de la habitación, abandona ese recinto lleno de pasión y goce sexual, hacia la cocina.

Toma agua y se refresca con un lavado de cara; pero hay un calor que la inunda por dentro, le recorre todo el cuerpo y se concentra en su vientre. No resiste más, está tan complacida con esa sensación, esa que la abunda y le lleva a una habitación en el primer piso. Va hacia la cama y se baja los pantalones, se deja el calzón a la altura de las rodillas y se recuesta. Empieza a frotar su vientre, su jugoso y caliente vientre, suavemente, perdiendo la noción del tiempo. Se inclina sobre sus rodillas, juega con sus dedos, los mete uno a uno en su vagina y cierra los ojos. Sólo se concentra en una cosa, la majestuosidad del pene de Renzo, el mismo miembro que acababa de penetrar a su hija, pero esta vez lo imagina dentro de ella. Sin que se pueda dar cuenta, una sombra se asoma a la puerta.

"Ya está hecho señora, ¿Necesita algo más?", después de preguntar, Renzo se queda inmóvil.

La suegra logra salir del trance en el que estaba y lo ve parado en la puerta, desnudo, con el preservativo lleno de semen en una mano. Este hecho, parece parte de su fantasía. La respuesta de Renzo se refleja en un curioso acontecimiento, ya que su pene empieza a levantarse inmediatamente hasta tener una erección completa.

En silencio, la señora se levanta y coloca frente a su yerno. Las palabras no son necesarias. Ella lo toma del pene y lo guía hacia la cama, Renzo no pone resistencia, sólo se queda observando la mitad desnuda de su suegra. Un enorme trasero, el mismo que ocultaba con prendas ajustadas, ahora en todo su esplendor.

El encuentro sexual es ahora inevitable. Renzo tiene a su suegra en cuatro patas frente a él, sabe lo que debe hacer. Empieza a penetrarla suavemente, tal como lo hacía con Antonella, introduciendo sólo la mitad de su pene. De pronto, la señora empuja todo el trasero hacia atrás de golpe, de modo que llega a penetrarla con todo el miembro. En cada roce, Renzo toma impulso para empujar él también, entonces ambos empujan para aumentar la intensidad del choque.

La señora tiene mayor fuerza, haciendo retroceder de a pocos a su yerno. Este va perdiendo fuerzas y no tiene cómo detener el frenesí de ese par de nalgas que lo devoran. Ella no hace más que provocarlo. 

Luego de par de minutos en este plan, aparta el trasero hacia adelante y deja caer a Renzo en la cama, este se acomoda boca arriba mientras ella se dispone a montarlo. Cada movimiento sobre su yerno va acompañado de un jadeo por parte de ambos, la velocidad incrementa por momentos, es la señora quien tiene el control. Los jadeos son más intensos ahora en ella y en un fuerte sentón, suelta un alarido con motivo de placer. Renzo puede sentirlo, tiene el pene empapado debido al orgasmo que le acaba de provocar a su suegra.

"Qué rico Renzo. Ahora te vas a venir tú", le dice a manera de pedido

"No creo que funcione así, yo demoro algo más de lo normal", contesta un agotado Renzo

"Con Antonella quizás faltó algo. Este pedazo de culo quizás, ya verás", asegura la señora, mientras se da palmadas en las nalgas y sin cambiar de posición, se levanta sobre la planta de sus pies y se vuelve a sentar sobre el pene de Renzo, ahora con las rodillas flexionadas. Los sentones que le propina a continuación, tienen una mayor fuerza, por lo que van agotando más rápido a su joven yerno. Ella por su parte, continúa con lo suyo, poniendo un poco más empeño luego de cada choque. Uno de estos viene acompañado de un grito suave y un cargamento de semen depositado en el interior de la señora. Estaban tan apasionados en su asunto que olvidaron usar protección. Se miran a los ojos, y ella sonríe, parece que esto es lo último que les importa dado el ambiente que se había generado.

Toman un respiro y la señora Melano, se posiciona tal como la última vez, como en el último sentón. Se apoya con las manos en el pecho de Renzo y da por iniciada la ronda final de sentones, el impacto que provoca cada choque hace que la cama rechine agudamente. Pasan varios minutos así, unidos de vez en cuando, con los testículos rebotando en el trasero de la señora. Renzo se desvanece por momentos.

Así que, cuando ya ambos han tenido lo suficiente de lo que sus cuerpos pudieran soportar, se separan. Ella se levanta y se sienta sobre la cara de un casi inconsciente Renzo, pues quiere finalizar con una sesión de sexo oral mutuo. Ya posicionados, toma control del miembro de Renzo, lo masturba y lo introduce en su boca, intercalando con las dos manos. Por último, hace presión en sus testículos mientras pasa su lengua a lo largo de aquel pene erecto. Con ésta técnica logra que su yerno eyacule una vez más, ahora sobre todo su rostro.

Renzo, quien ha quedado dormido inmediatamente, se queda sólo en la habitación. La señora Melano se ha despojado al fin de aquel fuego sexual, se reincorpora para vestirse. Completa el registro del libro, toma el maletín y se va de la casa dejando una nota. El amanecer hace su parte, iluminando la casa de a pocos, dando la bienvenida a la nueva pareja de esposos.

Sobre la mesa se alcanza ver la nota. "Increíble Noche de Bodas, el amor y la pasión quedan ahora con ustedes: Antonella y Renzo".

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