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Pueblo chico... Infierno grande III

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Después de la Muerte de la Sra. Isabel, en dos años las cosas cambiaron mucho en el fundo, efectivamente la ahora Sra. Amalia estaba a cargo de la casa, pero la verdad ella era como un anima, presa del desamor, la violencia y la culpa. Mamá se ocupaba de todo, incluso del marido y el hijastro de ella.

—Ya estas echada otra vez como una maldita vaca! agradece que llevas a mis hijos en el vientre o te boto como la basura que eres!! - Dijo una vez más Benigno a su nueva esposa, ya había pasado un año desde su matrimonio y estaba embarazada de gemelos, para satisfacción del viejo eran 2 varones, pasaron dos meses en la capital ya que al igual que sus hermanas, el embarazo de Amelia era de alto riesgo. En ese tiempo Mauricio se hizo cargo del fundo... No había gran diferencia entre él y su padre, era una versión renovada del viejo, cruel, déspota y con un libido imparable.

De Gabriel poco supe, al morir su madre casi no tenía motivos para venir acá, me escribía de vez en cuando y sus cartas me llegaban a través del padre Antonio, quien era cómplice de nuestro secreto, seguramente porque él también sabía lo que era perder un Amor.

—Un día me encontraba en la cocina lavando platos y aparece el Joven Mauricio un poco bebido, como ya se le hacía costumbre, tenía 21 años pero su corazón era el de un viejo seco.

—Hey tú, Lo-la! oye!

—Que se le ofrece! mire cómo anda, siéntese que le preparo un café

—Nooo, no, no!! Yo no quiero café, yo quiero una mujer y la quiero ya! - tambaleándose y con la voz notablemente alterada por el whisky

—Nada de alcohol! un café he dicho!

—Cállate puta de mierda, te dije que quiero una mujer! - Me tomó el brazo y lo torció hacia mi espalda haciéndome inclinar sobre el mesón de la cocina mientras con la otra mano comenzó a bajar mi calzón y torpemente recorría mis nalgas al descubierto.

—Mira que culo tan redondito y respingón tiene esta potranca! y hasta huele delicioso! - comenzó a deslizar sus dedos entre mis piernas hasta llegar a mi coño, frotaba y frotaba mi clítoris, a pesar del miedo que sentí no podía evitar que mi cuerpo reaccionara delatándome a través de la humedad que empezaba a emanar de mí.

—Por favor Joven, suélteme ya, no haga algo de lo que se pueda arrepentir!

—Arrepentirme yo??, si yo soy un Soto-Mayor y algun día seré dueño de todo esto... me escuchaste estúpida, dueño de tooodo esto, incluidas tú y la puta de tu madre, pero ya esta vieja y fofa, quizá ya es tiempo de darnos paso a la nueva generación!! -. Solo se detenía para seguir empinándose la botella, sus tambaleos y tono de voz mostraban que estaba cada vez más borracho, así que no fue difícil zafarme.

—Suélteme!

—Dónde vas puta de mierda!! - Me tomó de los brazos y comenzó a besarme el escote y el cuello, en realidad más que besos eran torpes lamidas mientras repetía incoherencias -. Esto es lo que te gusta verdad perrita??, Así te lo hace el viejo eh??, vamos Amalita déjame poner la verga en tu culo, será solo una vez, seré gentil no como la bestia de mi padre, yo.. ¡Yo te amo!! ¡Yo te amo maldita puta, y ahora estas preñada del viejo!.

—Quedé helada, pero no por lo que estaba pasando, sino por lo que acaba de escuchar, lagrimas corrían por sus ojos, yo aproveche ese momento de debilidad y me solté, acomode mi ropa y lo guie para que se echara en un sofá de la sala, ahí se quedó llorando como una criatura hasta que de la borrachera y la tristeza se durmió.

Poco a poco me iba enterando de la enmarañada red de intrigas que tenía esta familia, ilusa yo creyéndome ajena y solo una espectadora, solo los compadecí...

10 años atrás...

—Lola, Lolita!

—Dígame Sra. Amalia

—No me digas Sra., solo Amalia por favor!

Amalia y yo nos aviamos hecho casi amigas, compartíamos mucho mientras cuidábamos a los gemelos Gaspar y Bastian, que nacieron sanos hace ya 2 años, pero las cosas para ella estaban cada vez peor, Benigno la trataba cada vez peor, la golpeaba, la humillaba y forzaba a tener relaciones sexuales, el desgaste en su cuerpo era evidente, sus voluptuosas formas habían desaparecido producto de su falta de apetito y su creencia de que estaba gorda, ya que su marido solo la llamaba vaca, morsa y cosas aludiendo a que su figura ya no era la misma luego del embarazo, que en cualquier momento la dejaba por otra.

—Bueno Amalia, que necesita??

—Gaspar y Bastian, están dormidos?

—Si, duermen como una par de ángeles

—Necesito hablarte, vamos a caminar! - Una vez alejadas de la casa grande comenzó:

— Ya no eres una niña y tampoco eres nada de tonta, mi hermana te enseñó muy bien!, mira tú sabes cómo son las cosas entre Benigno y yo, sabes que en cualquier momento él puede hacerme desaparecer y nadie dirá nada por eso quiero pedirte 2 cosas: La primera es que cuides a mis hijos, no dejes que siembren en ellos el odio, como lo hicieron con Mauricio; bueno creo que parte de eso es culpa mía!. ¡en fin! – Suspiro con tristeza -. Lo segundo es que, si a mí me ocurre algo o si alguna vez lo necesitas, llames a Gabriel y ambos encuentren a Clemente, él les dará las armas para acabar con todo el odio y la mancha de sangre que ha dejado el maldito de Benigno. ¡Deben ser ustedes, nosotros ya estamos contaminados, el odio y la lujuria se han apoderado de nuestras almas, solo merecemos el infierno!!

Sin entender mucho a que se refería, solo atiné a preguntar y porque no lo hacia ella su respuesta la vendría a entender años después.

Llegó una vez más el Verano, el que creí sería el más feliz de mi vida, por fin después de 4 largos años volvería a ver a Gabriel, estaba impaciente, arregle muchos vestidos que me regaló Amelia, siempre traté de ocultar mis formas y pasar desapercibida así evitarme complicaciones, pero ahora quería verme como mujer y ser deseada, pero solo por mi único amor mi única ilusión!! Mi Gabriel.

Al fin el gran día llegó, se sintió el galope de caballos fuera y palmoteos de espalda.

—Bienvenido hijo! mira como haz crecido!! Ya eres todo un hombre! me imagino que ya haz montado unas cuantas potrancas?.

—Ay papá usted siempre pensando en eso! - Saludó a Amelia y cogió en brazos a sus hermanitos.

—Mira que grandes y fuertes se han puesto, mira si se parecen mucho a ti de pequeño y a mamá! o no Mauricio?

—Mmm si tú lo dices!

Paso por mi lado y me susurro despacito en el oído... Hola Lolita bonita! , Esta noche establo! - me dio un beso furtivo en la comisura del labio y volvió a la sala como quien ya encontró lo que buscaba.

El día se me hizo eterno!, me bañe y me probé mas de 10 vestidos y me dirigí al establo al encuentro de mi amado, el día que tanto esperé había llegado. Solo pensaba en lo guapo que estaba, ya no era ese muchacho flacucho y desabrido que recordaba, pero sus ojos eran los mismos dulces y traviesos de un marrón claro, diferente al de todos sus hermanos.

—Hola Bonita!... que haces tan sola por acá a esta hora??

—Ma..Ma Mauricio!! Que susto me ha dado!!.

—Aggs si tan feo no estoy, claro no soy tan guapo como mi hermanito Gabriel, pero él no podrá venir. Lo siento!!.

—Pero no se equivoque solo vine a ver si había dejado cerrado, ahora me voy!

—Tú crees que soy idiota??, pero mírate q mujeron!! te arreglaste y perfumaste para venir a cerrar la puerta?.. A mí no me engañas puta!, crees que no sé qué pretendías revolcarte con mi hermano??, lo siento pero el maricón se tomó una copa y se durmió... pero no te preocupes yo si te voy a cumplir!!

Yo había visto esa misma expresión esa noche en el cuarto de mamá hace ya 5 años, Amalia tenía razón, ya estaban contaminados. Me tomo por la cintura y trato de besarme sentí como me pasaba la lengua por el cuello mientras trataba de subirme el vestido, yo le rogaba que me soltara que no lo hiciera, que él sabía lo que era el amor que no lo ensuciara, pero fue inútil me tomo los dos brazos por sobre la cabeza con una mano y la otra la metió bajo mi diminuta ropa interior, comenzaba a masturbarme y yo a resignarme, nunca pensé que diría esto pero gracias a Dios apareció don Benigno!! Aunque mi alivio no duró mucho.

—Mauricio!! Que crees que haces?? Suelta a esa muchacha!

—No molestes viejo y ve a cogerte a tu esposa o a la puta madre de esta o a quien se te venga la gana pero a mí no me molestes y déjame sacarme las ganas!

—Que la sueltes o te vuelo los sesos – amenazó con su rifle en la mano

—Está bien pero no creas que te libraste putita!

—Tranquilo pendejo quédate ahí y observa, tú crees que he cuidado a esta potranca tantos años para que venga otro a disfrutarla!!. Ese coñito está reservado para mí! ¿Me imagino que aun eres virgen o no muchachita??

—Si… sii, solo atine a contestar paralizada por el pánico.

—Ahora preciosa quítate el vestidito – obedecí ya que él no soltaba el rifle, y con el mismo empezó a recorrerme

—Pero mira que belleza, que tetas, que culo y ese coñito cerradito, se agacho y metió su nariz en mi coño - Mmm que rico huele a nuevo!! Hace años que no me follo un coñito virgen. Ahora recuéstate! - Yo me quede inmóvil!.

—Que te acuestes maldita pendeja!!

—Nooo por favor!! No me haga daño!

—Daño?? No seas estúpida yo te voy a hacer gozar, vas a ver lo que es tener un macho entre las piernas, claro si te portas bien, si no solo tú vas a sufrir

Me quede como congelada, inmóvil, casi resignada, ya lo había visto actuar antes y sabía que oponer resistencia no sería lo más inteligente de mi parte, recordé a mi madre, a Amalia incluso a la Sra. Isabel, todas ellas habían pasado por esto y quien sabe cuántas más, cuando de pronto sentí su bigote rozando mi monte y su lengua entre los labios de mi coño, la verdad el viejo sabía lo que hacía, a pesar de todo estaba siendo gentil, muy distinto a todo lo que había visto, pero no le iba conceder el gusto de mi aceptación total. Luego de juguetear hasta que se cansó con mi coño al parecer su verga ya estaba lista para una nueva batalla se recostó sobre su espalda y me hizo poner de pie.

—A ver mi reina… pon una pierna a cada lado de mí y siéntate sobre este machote, déjate caer – yo hice caso como una autómata, inexpresiva y resignada, me concentré en el rifle que tenía al alcance de su mano.

—Vamos date prisa! Que estoy que ardo por sentir tus ancas apretándome al igual que ese coñito sin usar - Poco a poco fui bajando sobre él, mientras el jugueteaba con una mano en mi clítoris, y con la otra mantenía ese enorme falo en posición apuntando a la entrada de mi sexo aun virgen, Nunca lo vi tan grande, tan tieso, tan hinchado como si sus venas fueran a explotar.

– Estoy perdiendo la paciencia pendeja, móntate ya, trágate toda mi verga con ese coño, que ya está chorreando, eres ten puta como tu madre, pero con un mejor cuerpo, si hasta pareces una niña de esas de la ciudad!!, eso así mi reina, la espera valió la pena! Pero que concha tan apretada eso trágatela, trágatela toda.

Poco a poco sentía como el glande se iba introduciendo en mi cuevita, hasta tener la mitad dentro, sentía centímetro a centímetro como se habría paso en mi húmeda carne, me ardía la concha, al igual q las lágrimas que comenzaron a brotarme, ¿Por qué este viejo maldito?, ¿porque no era Gabriel? Yo me estaba guardando para él, ¿y si imaginaba que era el quien me estaba convirtiendo en mujer??

—¿Qué tanto piensas mocosa?, ¡apúrate y monta esta verga como la puta que sé que eres! -. Dijo con los ojos desorbitados de lascivia.

Me tomó de la cadera y de un jalón me introdujo su gran verga en mi coño, a pesar de estar mojada el dolor me hizo chillar y gritar. Sentí algo desgarrarse dentro de mí, el movía mis caderas a su antojo como simulando una montada mientras decía frases obscenas q yo ya ni escuchaba, era como si mi mente se hubiese desconectado de mi cuerpo, observaba todo desde un segundo plano, me volteo y puso en cuatro patas, me follo vaginal y analmente por mucho tiempo, no sé cuánto, acabó más de una vez en cada uno de mis agujeros, fui su juguete hasta que se hartó, luego al igual como lo hizo aquella vez con mi madre, me dejó tirada como un pañuelo descartable usado y se largó no sin antes humillarme y amenazarme.

—Ahora eres mía putita, hay de ti si te encuentro con otro sin mi permiso, desde hoy podré usarte cada vez que me plazca, como a tu madre, como a tu patrona, como a cualquier mujerzuela de este maldito pueblo! – Luego miró a su hijo que se hallaba en un rincón. - Ahora ya puedes usarla es toda tuya por esta noche, ¡que la disfrutes!.

Encendió un puro, se puso su sombrero y se fue.

Mauricio se puso de pie y caminó hacia mí, algo me decía que esta noche aun no había terminado para mi…

Continuará…

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