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Familia sin tabúes (8) Alfredo el monitor del Gim (II)

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- Tenemos que parar colegas, no puedo estar tanto tiempo sin que me vean por el gimnasio... Y además, puede venir Fernando, mi jefe, y pillarnos aquí follando... y entonces nos la cargamos. Si quereís podemos quedar luego, cuando termine de trabajar, y tomarnos unas copas en mi casa y terminar la faena. -

- La verdad es que estaría muy bien, y Pablo sabe, que nunca digo NO a una buena follada, pero es que después no puedo, ya he quedado con un amigo nuestro que tiene un problema, y tengo que ir a verle. Pero vosotros dos, podeís quedar después y tomaros esas copas, y seguir con la follada.

- Por mí descuerdo... yo no tengo nada que hacer luego, y la verdad es que me gustaría continuar, y tomarme con Alfredo un par de cubatas. -

- Estupendo Pablo... ya tienes plan para luego. Si te parece bien, yo termino aquí a las 21:00 horas, recogeme en la puerta y nos vamos para mi casa.

Nada más entrar en su casa, me acorraló en el pasillo sujetándome contra la pared, restregando su cuerpo y su paquete contra el mío, y comiéndome la boca con besos apasionados. No me dió tiempo a reaccionar, cuando ya lo tenía agachado con la cara delante de mi entre piernas, desabrochándome la bragueta, sacando mi cipote por fuera, y besándolo en el capullo sin parar. Allí mismo, contra la pared, me hizo una felación que me puso el pollón duro como una piedra, se la metía en la boca despacio, para que yo pudiera ver desde arriba, como desaparecía y se ocultaba mi verga dentro de su boca.

Tengo que deciros que antes de llegar aquí, a esta postura en el pasillo, a esta mamada de polla feroz y egoísta que me estaba haciendo... habíamos estado tomando un par de cubatas en un bareto, hablándome de su vida, de sus aficiones y de sus gustos sexuales. Estuvo todo el tiempo por debajo de la mesa, rozándome con la rodilla todo el paquete, calentándome la polla como el que no quiere la cosa, y poniéndomela tiesa y muy dura. Me contó que era cubano, tenía 27 años y que llevaba en España desde los 20. Me explicó, que siempre ha tenido novia y que le gusta mucho follar con tías... y desde que era muy jóven le han atraído los tíos. Aparte de masturbaciones, y unas cuantas mamadas con amigos cuando era adolescente, nunca había follado en condiciones con ningún hombre... hasta que hece un un par de años, tuvo una novia que le iban los tríos y las orgías con otros hombres. A ella le daba mucho morbo, ver como Alfredo se follaba a un tío por el culo, mientras éste le envergaba a ella el coño con la polla, y se corría dentro de ella de gusto y de dolor.

- ¿Sabes Pablo?... Era una puta viciosa de mucho cuidado, pero a mi me encantaba sus depravados juegos, y las fantásticas folladas, que montaba en la casa cuando vivíamos juntos. Le gustaba verme chupándoles las pollas a los tíos, que me follaran el culo, o que yo me los follara, y se mojaba el coño de gozo, cuando me veía tragando semen... y más cosas que te puedo contar... tengo situaciones follando como para escribir un libro. -

- ¿Y ya no estás saliendo con esa tía, Alfredo?

- Ya no colega... de vez en cuando, ella me llama y quedamos para echar un polvo con algunos amigos de ella, en plan orgía, pero nada más. Ahora estoy libre como los taxis. -

- Espera Alfredo... esta tía no será Laura, la amiga de Miguel... ¿No? -

- ¡Noooo!... Esa Laura no tío, pero es íntima amiga de ella... y más de una vez, ha estado en mi casa follando como una perra en celo, en alguna de nuestras orgías. La chica con la que yo estaba, se llama Vanesa, y si conoces a Laura, seguro que la has visto con ella. Pero no habemos más de ella, tómate la copa y vamonos a mi casa, que tengo el cipote a punto de romperme el pantalón. -

De vuelta a la mamada del pasillo, el mamón seguía tragándose mi pollón como un condenado, succionando, aspirando, y adsorviéndome el capullo con fuerza... parecía que me lo iba a arrancar de cuajo el muy vicioso, con cada chupetón que me pegaba en el miembro. Al rato nos fuímos a su habitación, y allí era yo, el que necesitaba mamar y alimentarme de su biberón. Alfredo se tumbó de espaldas en la cama, con el trasero en el filo del colchón, con las piernas bien abiertas y los piés posados en el suelo. Me puse de rodillas entre sus piernas, con mi cara y mi nariz pegada a su abultado paquete, aspirando el aroma penetrante de su polla y presionándolo delicadamente contra mis labios. ¡Uffff!... El olor era una mexcla de sudor, loción de semen pegado, y gotas de orina. La intensidad de esa fragancia y el calor de la excitación, me provocó tal vicio que le arranqué a mordiscos la única prenda que cubría el paquetón, destapando y liberándole ese cipote tan deseado por mi.

Me fui sobre su verga con la boca bien abierta, y de una sola vez me metí toda en la boca, disfrutando de ese rico sabor que me dejaba por toda la cavidad bucal, con cada chupada que le daba. Era delicioso sentir su tronco duro, su glande flexible, su piel tersa y rebaladiza por el líquido segregado, el cual yo absorvía y me tragaba junto con mi saliva, agradecidamente. Mi lengua era como una pala, que lo iba extrayendo poco a poco del orificio de su capullo, de la raja super honda y pronunciada que tenía. De vez en cuando le lanzaba un buen escupitajo, mientras le agarraba la polla con la mano por la base, poniéndosela rígida y masturbandola lentamente, para luego volver a relamer el capullo y metermela de nuevo en la boca. Alfredo se retorcía de gozo jadeando a fuertes gritos, el muy cabrón estaba en la gloria disfrutando de mi mamada, al tiempo que me corneaba el hocico con la tranca, empujando su pelvis con movimientos rápidos, y provocando que me dieran arcadas y se me saliera la saliva a chorros.

- ¡Que boca tienes Pablo... que gusto mamón!... ¡Ahhhh!... ¡Siiii!... Comeme los huevos, por favor tío... que eso me pone a mil por hora... ¡Mmmm! -

Obedecí enseguida, quería que disfrutara conmigo, y darle un inmenso placer. Pegué su cipote a su abdomen, empujando con la mano hacía arriba para levántarle las pelotas, y las chupé, y las lamí tiernamente pasando mi lengua por ellas. Sus gemidos se escucharon en toda la habitación, cuando me tragué los dos testículos a la vez, reteniéndolas en mi boca, estrujándolos muy fuertes, aspirando con saña para que sintiera dolor, y que mi macho me reprendiera. Pero Alfredo no me regañó, ni me dijo nada, al contrario... al cabronazo le iba la marcha... y de la buena. Viendo la calentura y la excitación que le provocó aquello, me tomé la libertad de darle unas buenas bofetadas en la cara, le pellizcaba los pezones salvajemente retorciéndoselos con los dedos, le pegaba cachetadas fuertes en las nalgas, y todo esto sin soltarle de mi boca los huevos. Después de un largo rato así, volví sobre lo que más me gustaba, "Su Polla", para darle una larga lamida con toda mi lengua, y tragármela otra vez dentro de la boca.

- Pablo, cabrón... quiero comerte el culito y follartelo... meterte mi lengua y toda mi polla dentro, para que disfrutes y te corras del gusto, colega. -

- Lo que tú quieras Alfredo... estoy deseando cabalgarte el cipote con mi culo, y que me lo envergues cabrón. -

- Tengo un deseo muy vicioso... ¿Ves la bicicleta estática que hay ahí, Pablo?... Quiero que te subas en ella, y que te quedes elevado sin posar el culo en el sillín, para que te pueda comer el ojete de esa postura... Así, siempre tendré esa imagen grabada en mi mente, y cuando te vea en el gimnasio haciendo Spinning, se me empalmará la polla al recordarlo. -

- ¡Joder, que morbazo tío!... Caliente me pondré yo, con solo mirarte encima de la bicicleta... y recordando como me devoraste el ano... ¡Uffff!... Tú todo cachondo, y yo provocándote una buena empalmada en la polla. -

Me subí en la bicicleta como Alfredo me dijo, dejando bien elevadas mis nalgas, y el boquete del culo a la vista de él. Al momento enterró su boca entre mis cachetes, acaparando mi ano con su lengua, chupándolo, lamiendo cada pliegue de piel mientras hacía circulitos al rededor, y ensalivándolo a tope todo mi esfínter. Poco a poco, fue introduciendo la totalidad de su lengua en mi ojete, al mismo tiempo que con sus dedos empezaba a jugar con mi agujerito, introduciendo primero uno, y luego otro junto a su lengua, que pugnaba por introducirse también a la vez. Con la otra mano me tensaba el cipote hacía abajo, estirándolo a tope, con mi capullo apuntando al suelo como una flecha, y expulsando baboso pre-cum en forma de hilillos. De esta forma, Alfredo me metía los dedos y la lengua por el culo, y gozaba el mamón manoseándome suavemente mi pollón, como el que ordeña la teta de una vaca.

Noté inmediatamente que la excitación de Alfredo aumentaba prodigiosamente, me tenía el ano prisionero de sus tres dedacos, mientras lameteaba intensamente todo el tronco de mi cipote... y como mi esfínter se había ido adaptando bien a ellos, terminó por meterme media mano. ¡Que vicio más grande me pegaba el cabrón!... Lo hacía de tal manera que no sufría, no sentía dolor, solo placer y gozo. Después de un buen rato así, y de haberme dilatado el boquete del culo, me indicó que me tumbara boca arriba en la cama. Alfredo se echó encima de mí, restregando su polla contra la mia, mexclando su líquido preseminal con el mío, y besándome la boca con ansiedad y con deseo.

Fué bajando lamiendo por todo mi cuerpo, mojándome con su saliva el pecho, los sobacos, los pezones, el ombligo, la polla, los testiculos... hasta que se detuvo, y se quedó mirándome y observando todo mi cuerpo. Ahí me tenía tumbado, abierto de piernas como una rana, con la polla a punto de reventarme, y el ojete latiéndome y esperando la recompensa, que tenía el cabronazo entre las piernas. Me sujetó las piernas en alto, poniéndolas sobre sus hombros, acercó mi ano a su polla, y sin más me la clavó hasta el fondo. Empezó despacio, suave, subiendo cada vez más la intensidad y la velocidad de su follada. Lo que más noté fué su grandísimo y regordete capullo, taladrándome el orificio anal, pero no era angustioso, era un dolorcito soportable, hasta que se descontroló el muy cabrón y empezó a follarme brutalmente, como si estuvíera violándome el culo. Me follaba a una velocidad descomunal, como un animal rabioso con la boca resumando babas, con la cara desencajada, llena de vicio y de lujuria.

Mi ano se desquebajaba con cada embestida que me daba Alfredo, me tenía sometido con sus brazos, dominado por su polla... así que me abandomé al placer, me relajé y deje que me violara como él quisiera. Me han follado muchas veces el culo, y de hecho me gusta muchísimo, pero nunca de esta manera, con esta brutalidad y salvajismo... Y lo más fuerte, es que me gustaba... me volvía loco de excitación. Empecé a gemir de gozo como nunca, y Alfredo al escucharme como disfrutaba, siguió follándome aún más rápido, metiendo y sacando constantemente su pollón, clavándomela en el ojete con más fuerza, y golpeando mis nalgas con los huevos.

Mi violador no aguantó mucho más a ese ritmo, y muy pronto comenzó a descargar su semen dentro de mis entrañas, en medio de grandes gemidos, gruñidos, y gritos de placer. Al sentir los fluídos calientes, que expulsaba su pollón dentro de mí, me corrí sin tan siquiera tocarme la polla, soltando a borbotones la leche sobre mi pecho... mientras Alfredo, seguía bombeando esperma hirviendo en mi recto, y me lo inundaba dejándomelo bien mojado.

- ¡Joder Pablo... que follada!... Estaría todo el día follando contigo. -

- Bueno, Alfredo... más que follar, ha sido una violación en mi culo... jejeje... Eres una fiera cabrón, me has dejado el ojete en carne viva y super destrozado. -

- ¿Pero te ha gustado, o no?... Por que he visto que te has vaciado sin tan siquiera tocarte la polla... y creo que eso me indica, que te ha encantado. Además, la cara que ponías de placer, mientras te estaba follando era alucinante tío, super morbosa... y con solo mirartela, me calentaba al límite y me sacaba de mis casillas. -

- Gustado, no... me ha encantado... y esta follada hay que repetirla más veces. -

- Bueno, Pablo... todavía es temprano, y queda mucha noche... y por suerte para ti, mañana no trabajo... jejeje. 

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