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Ivana II: Una cita magnífica

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Ivana estaba tendida desnuda en la cama con el trasero al aire, cabeceaba ligeramente mientras reflexionaba sobre lo que acaba de pasar, había perdido en el póker y se había apostado una cita completa con juegos incluidos, estimaba que podía ser divertido pero no tenía claro que entendía él por una cita completa con juegos incluidos, hasta ahora había visto a Daniel como un hombre muy atento y cariñoso y sin ningún peligro, no obstante, estas últimas citas que habían acabado en la cama le apuntaban una vertiente ligeramente morbosa.

Entretanto, Daniel la contemplaba embelesado mientras degustaba el final del chupito de orujo de miel y pensaba que estaba teniendo muy buena suerte o un fantástico karma para poder disfrutar de estas citas con una mujer espectacular y tan receptiva en el sexo. Se incorporó para pasar por el lavabo, no sin antes ofrecerle a Ivana otro chupito, era tan sensual cuando bebía que no descartaba otro asalto. Mientras se aseaba, ya estaba maquinando como iba a aprovechar esta apuesta perdida por Ivana, sin duda, constituía una oportunidad para que el potencial sexual de Ivana emergiera, estaba convencido de que podía ser una cita apoteósica en la que ambos disfrutaran como locos.

Volvió a la cama y empezó a acariciar la espalda, pasó a la curva perfecta de su culo y accedió por detrás a su sexo mientras la empezaba a besar en esos labios que le hacían perder el sentido. En segundo notó la humedad de su sexo y ella fue a asir su miembro para iniciar una suave caricia. Tras unos minutos de interludio cariñoso las caricias de ambos se hicieron más intensas y Daniel le dio la vuelta y él a su vez se giró en la cama y le abrió suavemente las piernas para acceder a su sexo con la lengua, simultáneamente Ivana llevo la ya patente erección de Daniel a su boca e inició una memorable felación, que se veía influenciada por la invasión traviesa de la lengua de Daniel en su vagina, el sorbido ocasional de su clítoris y, especialmente la entrada en su ano por el dedo corazón y su avance y retroceso acompasado. En unos minutos Daniel notó que Ivana estaba a punto de llegar y el contenía su eyaculación a duras penas. Se detuvo, la colocó en posición de a perrito, ella le ofreció su grupa y el la penetró vaginalmente empezando a empujar contundentemente, Ivana iba contrayendo sus músculos vaginales con lo que Daniel incrementó significativamente su placer, no se rindió y arreció en su ataque, apenas aguantó hasta que Ivana se contrajo y gritó, se salió y eyaculó en las nalgas y espalda de Ivana. Cayó sobre ella y le susurró un “gracias”, ella sonrió con los ojos cerrados.

Ya de madrugada y solo, Daniel estaba con el portátil estructurando esa cita con juegos, quería dotarla de un componente morboso, tenía que hacer aflorar esa parte especial de Ivana. Empezó con la búsqueda de juguetes sexuales, los escogió, nada exagerado y luego estructuró el guion.

Conociendo a Ivana, debía ser algo fresco y no demasiado invasivo, y no podía ser otra cosa que un breve email:

Hola Ivana, la cita si te parece el próximo viernes a las 20:00 en el bar de siempre. Recuerda: no preguntes, no expliques, sin etiquetas y sólo disfruta.

Ah! casi se me olvida lleva ropa accesible, ya me entiendes

Prometo ser travieso. Hasta pronto.

Y pasaron los días lentamente, las miradas entre Daniel e Ivana cuando se cruzaban en el trabajo denotaban complicidad y un tenso aunque divertido nerviosismo que iba creciendo, en él por si se pasaba de frenada con todo lo que había preparado y en ella porque no sabía hasta donde el llegaría.

Ese viernes se encontraron en un bar que frecuentaban, pidieron la consabida caipirinha que permitiría desinhibirlos y hacer que la conversación fluyera, así fue y cuando tras 2 copas abandonaron el local iban riéndose, bien es cierto que era una risa nerviosa. Nada más llegar al vehículo Daniel se giró hacia Ivana y con su mejor sonrisa le dijo, “ahora sí Ivana, empieza el juego, abre la guantera y coge la caja y el sobre”. Ella lo miró un tanto atónita pensando que bromeaba, pero la cara de Daniel le aclaró que iba en serio, reflexionó durante 5 segundos y accedió, no iba a ser ella la que se echara para atrás e incumpliera una deuda de póker. Abrió la guantera, recogió el sobre y lo abrió, habían escritas unas pocas palabras en forma de lista, después de un educado saludo:

Bienvenida al juego querida, ¿empezamos?

1. Seguro que no te sorprende pero dejaras tu sujetador en la guantera, será divertido vértelo quitar y sobretodo acceder a tus pechos durante toda la noche.

2. Abre la caja, es un regalo, ya sabrás lo que se utiliza, pero no dudes que yo tendré el control remoto y lo usaré a discreción.

3. Vamos a cenar que hay hambre y… ganas de verte disfrutar.

Ivana cerró los ojos y suspiró, pues de momento la cosa empezaba bastante fuerte. Abrió la caja y observó desconcertada un huevo vibrador con control remoto. Se giró de nuevo hacia Daniel y le vio la sonrisa burlona, se picó y enrabietada se sacó la camiseta, se quitó el sujetador, volvió a colocarse la camiseta, desprecintó el huevo vibrador, y se lo introdujo en su vagina. A continuación le entrego el mando remoto a Daniel y le dijo, “vale, pues empieza el juego, pero recuerda que jugamos dos”.

Daniel suspiró mientras arrancaba el vehículo, por su mente se agolpaban las sensaciones, el morbo de ver semidesnuda a Ivana que ignoró la gente que podía estar pasando mientras se sacaba el sujetador y lo presto que se había insertado el huevo en su vagina y en el que entró con tanta facilidad, por otro lado, valoraba que quizás se había excedido y quizás Ivana se había molestado. Decidió su pragmatismo, sino se había llevado ya un bofetón tan mal no iría el tema.

Tras poner música movida en el equipo hifi del vehículo, y al pararse en el primer semáforo en rojo camino del restaurant accionó el control remoto, un ligero zumbido sucedió a un gritito de Ivana que volvió a cerrar los ojos, arrancó de nuevo mientras veía que ella cerraba las piernas con fuerza y estaba tensionada. Al llegar al siguiente semáforo decidió darle un descanso y desconectó el juguete sexual. Ella lo miró y dijo, “Daniel cariño, donde las dan las toman”, y acto seguido procedió a abrir la bragueta del pantalón de Daniel, apartó los boxers y sacó su miembro tumescente y empezó a masajearlo lentamente, enseguida el deseo y la poya del atónito conductor crecieron, una vez pudo recomponerse mínimamente, miró a Ivana y le vio un gesto burlón y lascivo, el verde le indicó que debía continuar con el camino aunque la mano de ella seguía con sus maniobras, aunque había decrecido en el ritmo.

Parecía que la noche prometía y Daniel decidió subir las apuestas, se dirigió a una gasolinera con lavado de coches y le argumentó que no le gustaba moverse por la ciudad con el coche sucio, que solo sería un momento, accedió al túnel, en el mismo momento que los cepillos en movimiento ocultaron el vehículo Daniel se volvió a conectar el huevo remoto y se lanzó hacia Ivana, le levantó la camiseta y accedió a sus pechos, sus pezones habían anticipado el movimiento y ya estaban erectos esperando la acometida, se inclinó hacia ella y tomó en su boca el izquierdo, mientras con su mano izquierda accedía a su vagina que estaba absolutamente mojada, empezó a refregarla enérgicamente y los gemidos probablemente se hubieran escuchado desde el exterior si la música y el ensordecedor ruido de las máquinas del autolavado. No obstante, no estaba todo dicho Ivana lo empujó hacia atrás y le pagó con la misma moneda, se inclinó sobre la poya de Daniel y se la introdujo en la boca empezando una enérgica felación, el apenas atinaba a seguir masajeando sus pechos y suspirar con los ojos cerrados. El ruido del secador del túnel que implicaba que el proceso finalizaba, él la incorporó y masculló, ”tregua o la noche se nos va a hacer muy difícil”. Ella aceptó incorporándose y él detuvo el vibrador; se recompusieron y adecentaron antes de salir de nuevo a la circulación tomando el camino del restaurant que Daniel había elegido para cenar.

Llegaron al destino y estacionaron en un parking, Daniel se mordió al labio y se contuvo para no aprovechar la oportunidad que se presentaba al estacionar en un sitio libre y alejado de todo, únicamente se permitió el lujo de volver a probar los suculentos labios de Ivana y acariciarle los pechos por debajo de la camiseta. Se separaron y se dirigieron prestos al restaurant donde los ubicaron en una discreta mesa, conversaron y bromearon como siempre, llegó el vino y el entremés, comieron y bebieron animosamente, y cuando el camarero acudió a retirar los platos y rellenar las copas, Daniel volvió a iniciar el ataque accionando el mando remoto del huevo vibrador, y apenas Ivana pudo contener el grito y convertirlo en un suspiro profundo ante la proximidad del camarero. Ivana reaccionó y como había hecho a lo largo de toda la noche contratacó, se descalzó y llevó su pie a la entrepierna iniciando un masaje. Tras unos minutos en los que la conversación decreció en intensidad debido a las caricias que se estaban profesando hasta que llegó el segundo plato, cuando decidieron parar antes de que Ivana llegara al orgasmo y el acabara manchándose los pantalones.

Tras dar buena cuenta de los platos, y tras pedir los postres y cafés, Ivana se disculpó para ir al servicio. Daniel aprovechó el momento para consultar el móvil, contestaba algún mensaje cuando le llegó uno de Ivana, con sorpresa y curiosidad lo abrió y observó atónito una foto de ella en la que no le veía la cabeza… ni la ropa, el titulo era tienes 30 segundos para llegar aquí.

Fueron exactamente 23 segundos los que tardó en cruzar la primera puerta del servicio que daba acceso a otras dos rubricadas con un indicador de cuál era el servicio de hombres y cuál el de mujeres. En ese instante, se abrió ligeramente la puerta con el distintivo de las mujeres y apareció el dedo índice de una mano familiar le indicaba que entrara. Daniel no dudó y se lanzó, cuando atravesó la puerta se quedó gratamente sorprendido, ella estaba desnuda y acariciándose, se había sacado el huevo remoto y le dijo, con voz socarrona: bájate los pantalones y empieza a follarme, no creo que tengamos mucho tiempo. Él acertó a balbucear mientras se bajaba los pantalones que sus deseos eran órdenes. Se acercó a Ivana que había subido una pierna en la taza del wáter abriendo sus piernas, sus labios vaginales y el acudió presto, Ivana le cogió el miembro y lo sacudió enérgicamente hasta que consiguió la dureza requerida y se lo introdujo, Daniel empezó a empujar consistentemente, ella gemía, él completó el momento acariciando el ano de Ivana con el dedo de corazón y se lo metió suavemente, iniciando un mete saca que se acompasaba al que estaba recibiendo vía vaginal con la poya de Daniel, que poco a poco incrementaba el ritmo y sus respiraciones ya se hacían sonoras, cuando un repiqueteo en la puerta les hizo cesar. Se repitió el molesto repiqueteo y una voz femenina emergió entre la respiración entrecortada de ambas indicándoles que ya tenían el postre en la mesa. Daniel se sobrepuso y contestó que en un minuto salían. Se vistieron rápidamente y justo antes de salir le volvió a insertar el huevo vibrador mientras la besaba apasionadamente. Salieron juntos e ignoraron la mirada insolente de la camarera, tampoco había para tanto. Se reincorporaron a la mesa y tomaron el postre, el café y tuvieron que pedir un chupito de orujo de miel, que no les habían ofrecido debido al pequeño incidente de los servicios supusieron. Se rieron, repitieron de chupitos y tras pagar se marcharon hacia el parking, durante el trayecto, Daniel volvió a conectar el vibrador y el camino se le hizo muy placentero a Ivana.

Una vez subidos en el coche estuvieron hablando de cómo seguir la noche, Daniel había previsto acudir a un local muy especial, pero ambos estaban realmente calientes y a ella le apetecía culminar adecuadamente la noche. Daniel accedió tras dos buenos argumentos que aportó Ivana, el primero, que irían al local otro día, lo que significaba otra cita y el segundo seguramente más contundente, un masaje en la entrepierna y que mientras le chupaba suave y golosamente su oreja, le dijo, “vamos a tu casa ya verás que no te arrepentirás”. El trayecto hasta la casa de Daniel fue divertido, el huevo ya debía estar a punto de agotar la batería ya que no cesó de funcionar e Ivana no dejó de acariciar el miembro erecto durante todo el camino, en las paradas incrementaba el ritmo e incluso se atrevía a humedecer el momento sustituyendo su mano por su boca mientras él le sobaba contundentemente sus preciosos pechos, pellizcando sus pezones.

Tras aparcar cerca de su casa, por fin entraron en la portería y cuando accedieron al ascensor, la cosa se descontroló bastante, Daniel le quitó la camiseta y la dejó semidesnuda, ella le bajó los pantalones y los boxers, se arrodilló y le estaba practicando una magnífica felación al llegar el ascensor al piso. Daniel tuvo fortuna de no cruzarse con ningún vecino cuando salieron de la cabina, el andando torpemente con los pantalones por las rodillas, con su camiseta en el hombro mientras ella salía semidesnuda asiendo su erecto miembro.

En cuanto entraron se quitaron el resto de la ropa y pasaron a la cocina para seguir tomando algo de líquido que bajara la temperatura, no lo consiguieron, retozaron en la cocina y continuaron con la penetración suspendida en el baño del restaurant, Ivana se subió al mármol de la cocina y Daniel la empujaba con deseo, se serenaron, cogieron la botella y los vasos y continuaron en el salón. Ella se montó a horcajadas y empezó a cabalgar en el sofá mientras el daba cuenta de sus pechos, apretándolos, chupándolos, sorbiéndolos y mordiendo suavemente sus pezones de tanto en tanto. El ritmo empezaba a ser frenético y se detuvieron sin resuello, valía la pena hacerlo durar. Tras un chupito más, reiniciaron la refriega ahora en el dormitorio, era la tercera instancia pero Daniel estaba tranquilo, era un piso grande aún faltaban tres habitaciones más, el baño e incluso la terraza. Ivana le esperó en la cama con las piernas abiertas, y hambrienta del miembro de él, que enseguida la sació penetrándola e iniciando un mete saca a lo misionero, ella cerró las piernas y le atenazó intentando apaciguar las acometidas y apretó su vagina para incrementar el placer de ambos. Los gemidos eran intensos, y la cama sufría los embates de ambos amantes. Se detuvieron una vez más en el frenesí y él le pidió que se pusiera a cuatro patas, para penetrarla vaginalmente por detrás. Así lo hizo y tras penetrarla sin demasiadas contemplaciones, pues ella estaba ya muy mojada y él muy excitado. El ritmo era bestial y ambos gritaban a cada empujón, Daniel notó como Ivana se tensaba antes de gritar más fuerte y llegar al orgasmo, se derrumbó en la cama mientras él siguió empujando tres veces más y correrse fuera, en su culo y espalda, exhausto le esparció el fruto de la pasión por todo su cuerpo mientras ambos jadeaban. Se apartó a su lado y la besó. Descansaron desnudos y saciados.

Una hora transcurrió hasta que Daniel se levantó sigilosamente mientras observaba como Ivana dormía plácidamente. Pasó por el lavabo y se acercó a su despacho, recogió un paquetito y lo depositó al lado de Ivana, sirvió un par de chupitos más y la besó suavemente para despertarla, ella devolvió el beso y le susurró, “sabes dulce”. Cuando abrió los ojos quedó sorprendida por el paquete, bebió un largo sorbo de su vaso y le preguntó con la mirada. Daniel le contestó, “quiero que sea una noche inolvidable, ábrelo, ya sabes que es para tu placer”. Ivana abrió el paquete y apareció un consolador de unos 15 cm con aspecto real y de un bonito color lila, ella lo miró y sonrío. Daniel se lo arrebató y lo llevó al lavabo donde lo lavó y secó. Volvió a la habitación, y se acercó a ella poniéndolo en marcha y acercándolo a su sexo. Entretanto, ella besaba y asía masajeando suavemente el pene de Daniel que enseguida fue recuperando la turgencia. Poco a poco Daniel fue moviendo a lo largo del sexo de Ivana, se lo introdujo en la vagina, se acercó a su clítoris y empezó a sorberlo, simultáneamente el vibrador entraba y salía provocándole una excitación y placer que se tradujo en la intensidad de la mamada que le practicaba a Daniel.

Él se separó aunque mantuvo el movimiento del vibrador dentro de Ivana que ya gemía y pasó a dedicarse a sus pechos, succionando y mordiendo sus erectos pezones. El placer de ella fue in crescendo y volvió a asir el miembro de Daniel para masturbándolo con mucha contundencia, el separó y le susurró, “tranquila, ahora toca tu placer, concéntrate en ti”, ella le hizo caso.

Ivana había ya cogido las riendas del asunto, metía y sacaba de su vagina el vibrador lila y lo acompañaba de movimientos espasmódicos de su cadera para ampliar el efecto del artilugio, mientras iba gritando, me corro, me corro. Daniel estaba embelesado dándole el tratamiento a los pecho de ella y aprovechó esos movimientos de cadera para introducir su dedo corazón en el ano de Ivana. Y no tardó en llegar el ansiado orgasmo, que fue acompañado de una abundante eyaculación de jugos vaginales.

Tras unos segundos en que Ivana recuperó la respiración, se besaron apasionadamente e Ivana le dijo a Daniel que ahora le tocaba gozar a él, mientras le masturbaba y atacaba los alrededores de su ano, tras unos segundo y tras incrementar el ritmo de las sacudidas introdujo su índice y Daniel gimió, aunque pudo controlarse y pedirle a Ivana que quería penetrarla analmente, ella paró sus maniobras, respiró profundamente y tras tres segundos de un incómodo silencio, se incorporó, colocó a cuatro patas y le invitó a cumplir su petición, con un “venga métemela, hoy no te puedo decir que no”. Ivana vio como a Daniel se le iluminaba la cara ilusionado, se acercaba a la mesilla de noche y recogía el lubricante ante la sorpresa de ella, que empezó a pensar que todo esto estaba demasiado preparado. Se embadurnó el pene con el lubricante e hizo lo mismo con la puerta de atrás de ella, aprovechó estos momentos de preparativos para recuperar el vibrador y volverlo a introducir en la vagina de ella, enseguida empezó a hacer su trabajo y los ligeros gemidos de Ivana le dieron la pista a Daniel de que debía de sustituir el dedo en el agujero estrecho de ella por su poya, lo estaba deseando, apoyó el prepucio, empujo suave aunque consistentemente hasta que lo introdujo. Ivana lo notó y se quejó con un, “suave por favor”, él le contestó, “por supuesto, voy a ser muy gentil”. En cuanto finalizó la frase echó más lubricante, acompañó con una mano el movimiento del vibrador y empujó contundentemente hasta introducirla toda, ella gritó y soltó un “cabrón” muy sentido. El vibrador seguía actuando y tras unos segundos de espera, Ivana le pidió que siguiera y le diera por culo de una vez. Daniel no esperó e inició el mete saca, estaba en el quinto cielo, incrementó el ritmo a la par que los gemidos de Ivana profería y cuando ella gritaba “venga que acabo” y se corría, Daniel eyaculó dentro de su recto con un grito gutural que confirmaba el placer que acababa de gozar.

Se separaron y descansaron unos minutos en la cama, miraron el reloj y comprobaron que se repetía lo que les ocurría casi siempre, el tiempo les pasaba volando juntos. Se dieron un beso y empezaron a vestirse tras recuperar del recibidor la ropa que habían dejado tirada al llegar. Daniel la acercó a casa y al despedirse le dijo un sentido “gracias, ha sido una de los mejores noches de sexo de mi vida”. Ivana lo miró, le sonrió y le contesto, “por el momento, aún tenemos una cita pendiente para ir a un local que me has prometido”.

Otro relato contará esa aventura aún pendiente.

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