Nuevos relatos publicados: 0

Historias de madame Lili. Capítulo 1º (extendido)

  • 18
  • 14.747
  • 8,45 (11 Val.)
  • 0

Aquí, en esta noche fría y húmeda, sentada en mi ventana, contemplo las estrellas y la gran luna que ilumina todo el horizonte, mientras estoy regalando a mis ojos, esta vistas tan maravillosas que nos entrega la naturaleza, me traen miles de recuerdos, soy Liliana, aunque todos me llaman Lili, sigo observando la luna y sus amigas, las estrellas, aquellas que, muchas noches me han acompañado a lo largo de mi vida, me quedé sin padres antes cuando comencé a sentirme mujer, desde que ellos fallecieron, desde aquel entonces, hice la vida como pude... ¡¡Uhmmm!!, que aroma a jazmín me obsequia la noche, esta brisa tan fresca y este olor que solo la oscuridad te regala, me está transportando al pasado... No sé, si es la luna llena, este olor a flores, o es, esta brisa que roza mi delicada piel, no sé, pero lo cierto es que estoy aquí, recordando cada detalle de ellos, es tanto los recuerdos que llegan a mi mente, que no puedo evitarlo, como puedo y despacio, voy a mi despacho, cojo una pluma y un cuaderno de notas, debía de dejar por escrito todo antes de que mi mente dejara de recordar, y vuelvo al lugar, donde han aparecido mis recuerdos, cojo una copa y la lleno de un whisky escocés, fue un regalo de unos amigos, creo que es la ocasión perfecta para empezarlo, ahora y en este mismo instante, mi médico dice que no debo beber, que es dañino para mi salud, aun haciendo caso omiso alguno a sus consejos, termino de llenar mi copa, y lo hago sonriendo, me apoyo en mi fiel amigo, el bastón, que sujeta el dolor y soledad de estos años, mi sillón preferido, la pluma dorada y granate con su tinta de color negro, deseando ser la confidente de esta anciana, y mi copa de whisky, con unos cuantos cubitos de hielo que hago sonar, ahora sí, ahora está todo listo, con mi dedo arrugado, cojo la pluma y comienzo a escribir "Historias de Madame Lili".

Nací hace ya muchos años, tantos que ni me acuerdo, tengo muchos recuerdos, pero dolorosos, así, que daré un salto y contare mi vida desde que camine sola por ella, cuando fui mujer, muy activa sexualmente y prostituta...

Mi vida era normal, dentro de lo que cabe, en aquellos tiempos, la necesidad era la orden del día, éramos una familia pequeña, yo era hija única, como os he dicho antes, me quede sin padres, cuando tenía dieciocho años, a partir de ese momento me quedé sola, y sin nada, una buena familia amigos de mis padres, me acogieron en su humilde casa, pero yo, no me sentía muy bien, eran buenos, ¡de verdad!, no era eso, solo que echaba de menos a mis padres, era lógico, nunca antes me había separado de ellos, pero ya era una mujer, así que decidí ir a la ciudad y buscar trabajo, ellos no estaban muy de acuerdo, pues, la promesa de cuidarme la llevaban muy a raya, convencidos, accedieron y así lo hice. No fue fácil, pero ¡lo conseguí!, estaba trabajando, empecé a trabajar interna, en una casa de ricos, me trataban muy bien, me acogieron como a una hija, pero claro trabajándoles, una hija cenicienta, la verdad es que me trataban muy bien, sobre todo el señor y el señorito, esos dos, yo no lo tenía muy claro, si me miraban también como la señora, como su hija o su hermana. Ellos miraban mucho por mí, y también me miraban mucho, eso los delataba a estos hombres, uno joven y otro mayor, el joven era muy apuesto y fuerte. Llevaba ya seis meses trabajando para ellos, siempre terminaba agotada y eso que estaba acostumbrada a trabajos fuertes, ya que lo hacía con mis adorables padres en el campo, cuando recogíamos las cosechas, en fin, aquí estoy, en esta casa, desconocida para mí, limpiando y cocinando, haciendo lo que hacía mi madre, pero cobrando.

Los señores tenían que salir de viaje, cosas de negocios, así lo llamaron, para mí, vacaciones creo, en la casa grande, nos quedamos el servicio, Esteban, el cocinero y su señora Carmen, costurera y lavandera, el señorito se quedó, estudiando como siempre en su despacho amplio y lleno de libros, a mí me agrado mucho que no se fuese, pues para mí era la alegría de ese palacio, un chico especial, cariñoso y serio. A veces, él y yo nos quedamos mirando un buen rato, luego me guiñaba un ojo y yo con timidez retiraba la mirada, una sonrisa escondida es lo que conseguía ese hombre, aparte, de hacer que el corazón se agitara tanto que movía mi inapreciado escote, así siempre, bromeaba mucho, a mí me gustaba mucho, me sentía muy bien cuando estaba cerca de mí, su olor penetraba todos mis sentidos, después a solas en mi habitación, volvía a olerlo en mis manos...

Una noche, alrededor de las tres, sentí un ruido que procedía del pasillo, la oscuridad y el miedo, me hizo levantarme, tenía que averiguar de dónde venían, con miedo pero segura, abrí la puerta y estaba allí plantado delante de mi habitación, yo estaba en bata, era transparente y abierto por delante, se sujetaba con un cinturón, debajo no llevaba nada solo las braguitas, yo dormía desnuda, bueno no del todo me dejaba solo la parte de abajo, era tan trasparente que casi se podían divisar mis pezones sin quitármela, Luis, así se llamaba el señorito, si mediar palabras solo con la mirada, sabía lo que estaba pidiendo sin más le ofrecí que entrase en mi habitación, cuando él estaba entrando yo en cuestión de segundos me imaginé todo lo que hacía tiempo estaba deseando, sobre todo esas noches solitarias, después de recrearme en él, me metía en la cama imaginándome que me hacía el amor, al final de tanto imaginar terminaba masturbándome, acariciaba mi cuerpo muy despacio, tocándome el clítoris con movimientos sensuales deseando a ese hombre como una loca, era tanto mi libido que no tardaría en llegar el orgasmo, terminaba casi siempre pellizcándome los pezones, imaginado que eran sus labios, pero esa noche estaba allí y todas, todas esas imaginaciones se harían realidad.

Él estaba sentado en una silla que tenía en la esquina y yo sentada en el borde de la cama, mirándonos, sin decir nada nos estábamos desnudando. Esa noche sería la primera vez que iba a estar con un hombre, una vez estuve; cuando era pequeña, pero fue con un niño y no pasó nada, esa noche lo presentía que iba a ser distinta. De repente el hielo que percibía en la habitación se fue derritiendo, se levantó de la silla y se acercó a mí, la bata media caída se podía contemplar el pecho semi descubierto, él se arrodilló delante de mí y con mucha, mucha suavidad comenzó a jugar con la yema de sus dedos, comenzó a deslizarlos muy despacio hacia los muslos, me apretaba con fuerza los muslos, comenzó a besarme, llevó sus labios hacia mi cuello, sus mordisquitos en la oreja, hacía que me sintiera en las nubes, sin apenas darme cuenta el nudo que sujetaba mi bata, se desató y dejó enseñar mi cuerpo desnudo, sus manos acariciaban mis pechos mis manos apretándolo para que no dejara de tocarme, la lengua juguetona de Luis no se conformó con el cuello y la dejó deslizar hasta llegar muy sensualmente a mi pezón dándoles mordisquitos, me sentía cada vez más húmeda, cada vez era más el deseo que sentía por él, estaba excitadísima!!, sus dedos tocaban mi clítoris, introduciendo su dedo de vez en cuando, esto hacía que me pusiera más ardiente de lo que ya estaba, le quité la ropa y le desabroche el pantalón, introduciendo mi mano acariciándolo por encima de los slip hasta conseguir tocar su miembro viril, que cada vez, por cierto, estaba más duro, los dos deseosos de nuestros cuerpos nos echamos en la cama, los cuerpos desnudos entre roces y roces, nuestras manos no dejaron espacios libres de nuestra piel, mis piernas lo apretaban queriéndolo meter dentro de mí, deseaba que me penetrara así que sin más se lo dije, al principio por ser mi primera vez me dolía un poco, pero en cuestión de segundos mi cuerpo empezó a experimentar otro placer de la vida, era maravilloso!! acariciaba mi cuerpo como si lo conociese perfectamente, sus labios rozaban mi piel... conseguía ponerme los vellos de punta, mis pechos junto a su pecho, sudorosos de tanto placer, el orgasmo estaba a punto de comenzar, notaba como mi sexo se iba mojando cada vez más y más, estábamos enloquecidos, susurros, gemidos, era la llama del fuego, el orgasmo nos hundió, fue una experiencia sin duda alguna para repetir, estábamos sudorosos y sofocados, echados en la cama boca arriba, sin decir nada, sólo abrazados, mi mano acariciaba su torso peludo y fuerte, mis dedos se perdían en sus bellos, mis pierna lo rodeaba hasta tocar con mi rodilla su miembro, que poco a poco iba dejando esa rigidez, él tenía su brazo enlazado a mi cuerpo, su mano apretaba mi hombro y sus labios rozaban mi cabello, Luis, me miró y me dijo, "te ha gustado?, te he hecho daño?, tranquilo cielo, tranquilo, me ha encantado, más de lo que me imaginaba, y el dolor que me has producido, lo has convertido en placer, y le besé, susurrándole, bésame, amor, bésame..., como os podéis imaginar, volvimos a hacer el amor, esta vez más tranquilos.

En más de una ocasión, nos vimos, él era muy tímido, claro en algunas situaciones, para otras, era demasiado lanzado, no os puedo decir que relación teníamos, ya que ni yo misma lo sabía, pero lo pasábamos bien, y eso era lo que importaba, al menos para mí, aunque debo de reconocer que me gustaba mucho, y creo que él sentía lo mismo por mí, aunque no entendía a Luís era un poco raro. Una mañana como muchas otras, estaba limpiando el establo, que también me tocaba hacer a mí, pensando en mis cosas, sin prisas, tranquila, de repente escuche alguien acercarse hacia donde yo estaba, Era Luis, su olor le delato, entro en el establo, quería hablar , así, que deje todo lo que estaba haciendo, y dejé toda mi atención para él, "¿Dime Luis que te ocurre?", se quedó quieto, solo me miraba, nunca antes me había mirado así, "Liliana, "dijo, ¿tú, alguna vez te has enamorado?, una pregunta sorprendente viniendo de él, "Luis. ¿Está bien?, ¿qué te ocurre?, "nada mas dijo esos labios, no contesté a esa pregunta, a los minutos, de estar en un profundo silencio, ambientados por el sonido de los caballos, se dio media vuelta y se marchó. ¿Sabéis?, creo que sé, lo que le ocurría al atractivo señorito, ¿sentiría algo por mí?, ¿cómo en los cuentos?, príncipe se enamora de doncella, pero estoy en la tierra, y no, eso no pasa en la cruda realidad.

Terminé, me dirigía para la casa, y allí estaba la sombra de Luis, mirando por la ventana de su despacho, el reflejo del cristal me impedía verlo más claro, ¡pero era él!, me estaba mirando, por qué?, ¿acaso me estaba introduciendo en un sueño lleno de príncipes y doncellas?, ¿acaso, podría ocurrirme a mí?, me detuve, antes de desaparecer por el tejado del porche, levanté mi cabeza y mis ojos lo buscaban con dificultad por los reflejos causados por los rayos del sol, pero conseguí enfocar mi vista y verlo claramente, una sonrisa regalé a mi bello señorito, cosa que él me devolvió, soltó la cortina que sujetaba con su mano, y desapareció, la cortina aún temblaba, entré en la casa, todo volvió a su lugar, Liliana por aquí, Liliana, por allá... Hora de comer; los señores en la mesa, y no se le ocurre a Luis otra cosa que decir " ¡Liliana!, ven siéntate aquí con nosotros y come", la cara de la madre era todo muecas, el padre lo miró, y dijo, "Hijo, tendrá cosas que hacer, además ella come con Esteban y Carmen, retírese Liliana", al menos él lo intento, ¿que pretendía Luis con eso?, acaso me quería decir algo, sea lo que sea, ha sido divertido ver a los señores en ese aprieto.

Pasaron unos meses, el seguía igual, misterioso y sorprendiéndome con sus miradas a escondidas, pero no decía nada... En cambio el señor, miraba mucho mis pechos, decía que me estaba convirtiéndome en toda una mujer, ¡estaba ciego o estaba ligando conmigo!, pues soy mujer desde hace mucho, y si no que se lo pregunte a su hijo, pero era una excusa barata, para mirar y recrearse. Unos de mis días libres lo dediqué a pasear por el campo alejándome bastante de la casa, en mis manos un libro de amor, el olor a la hierba fresca y el canto de los pájaros, era mi escenario perfecto para pasar una buena tarde, al borde de un riachuelo, me senté y seguí leyendo, dentro de mi mundo, casi en una nube y mis oídos sin sonido alguno, escucho una voz conocida, "¿Liliana, te interrumpo?, era Luis con su caballo, ¿cómo me había encontrado?, pensamiento que exprese a él, al mismo instante que reacciono a su voz, y digo "¿tú?, ¿pero?, ¿cómo?, ¡Luis!", acoplándome poco a poco a la realidad, "No me ha costado mucho encontrarte, sabía que estarías por aquí", "¿puedo sentarme?,"- "claro, porque no", se bajó de su caballo, "¿qué lees? Que tan absorbida te tiene", una historia de amor", lo cogió y lo comenzó a ojear deprisa sin darle importancia, "¿te gustan esas historias de cuento?", "si me gustan, quizás existan amores así, ¿por qué no?", "los que no sois románticos, nunca lo entenderéis", me miró y su silencio hablaba, se acercó, su mano cogió mi barbilla y la levantó con delicadeza, hasta acercarme a sus labios, para besarlos con suavidad, su lengua buscó la mía, al encontrarla, la acarició con la suya, sus labios abiertos y húmedos, mordisqueaban los míos, mis manos lo agarraron de la nuca, para acercarlo más y más aún.

Mi cuerpo comenzó a caerse hacia atrás, dirigido por las manos de Luis, mientras seguía besándome, la hierba cada vez más cerca de mi espalda, mis ojos detenidos mirando los suyos, no sé qué sentía por él, pero lo que sí sé, es que me sentía muy a gusto en su compañía, y en estos momento lo deseaba como él a mí, Luis, llegó a tumbarme sobre la húmeda hierba, sus manos acariciaba con suavidad mi rostro, sus labios me besaban, y sus manos me tocaban, pero de repente, dejó de hacerlo, me miro y me susurro,  No, Liliana, hoy no te voy a hacer el amor, quiero sentirte de otra forma, solo deja que te abrace, y disfrute de este momento tan maravilloso, que inconsciente de ello, querida, me estás regalando", como podía negarme a ello, su petición fue de lo más romántico, así, que dejé que sus brazos me rodearán y a soñar. Después de un buen rato, "por cierto nos quedamos dormidos", una brisa que rompió en mi rostro y un dulce beso, hizo que despertará de un profundo sueño, solo tuve que girar un poco mi cabeza. Para encontrarme con Luis, al mirarlo, supe que no era un sueño, me incorporé y me senté encima de él, no dejé ni siquiera que él se incorporara, "Liliana, quisiera hablar contigo, pero no sé cómo empezar", "¿Sabes cómo?" le dije, "mírame y habla, ¿sabes?, hace días que te llevo observando, y creo que algo quieres contarme, Luis, se valiente y dime lo que quieres decirme", él se levantó, me agarro y me puso a su lado, "Liliana, te preguntarás porqué hice eso el pasado día, cuando te invité a comer en la mesa con mis padres", sonreí y deje que continuara, estaba nervioso y eso me gustaba, sería morbo, pero me gustaba, volvió a dirigirse a mí, "Liliana, lo hice, porque, porque, no se Liliana, no sé qué ocurre, pero eres especial para mí, desde el día que te vi por primera vez, sentí algo que recorrió todo mi cuerpo, si es cierto tu belleza me impresionó, pero no, Liliana, no es eso, bueno, si también, pero no", no pude evitarlo, cortarlo y decirle," ¡Luis!, tranquilo, lo entiendo, tranquilo...", él, se acercó, y susurró, "Liliana, Liliana, Liliana" tres veces lo repitió en mi oído, sonó y me llego tan dentro, que aún hoy, recordándolo se me pone los vellos de punta, os imagináis era mi primera declaración, el hombre que en aquel entonces me volvía loca, susurró mi nombre con tanta delicadeza.

Que rápido se nos pasó las horas, el tiempo no entiende de nada y no dejaba de correr, se nos hacía tarde, pero antes quiso caminar, cogidos de la mano, ¡Cómo novios!, de vez en cuando, hacíamos paradas y sellábamos el momento con un beso, Llegó el momento de irnos, pero antes se detuvo y sacó del bolsillo de su chaqueta, una pequeña caja, "Toma, Liliana, esto es para ti", "¿Para mí?, me sorprendió, de veras que lo hizo, impaciente por averiguar que contenía esa cajita lo abrí sin más," ¡Dios mío!", era precioso, una sortija con un topacio de color cielo, el mismo que en ese momento nos cubría, "No puedo aceptarlo, es demasiado para mí", pero él insistió que lo debería de llevar, me lo puso en el dedo, "Nunca te lo quites, es para siempre,¿ entiendes Liliana?", no sé por qué, pero lo entendí, quería decirme, por si la vida nos separara, que siempre lo recordara como mi primer hombre, aún lo llevo, nunca me lo quité, aunque llevo otro más importante, que ya sabréis en su debido momento a quién pertenece, bueno continuo, después de ese momento, él se subió a su caballo y se alejó, que curioso íbamos para el mismo lugar, sin embargo, cada uno por un camino. Luis y yo, teníamos nuestros encuentros esporádicos, pero las cosas estaban cambiando, así lo sentía yo, y así era.

El señor, comenzó a acosarme, a mirarme de malas formas, yo sentía su deseo en cada mirada que recibía de su parte, no podía decirle nada a Luis, era su padre, así, que lo mantuve en secreto. Un día qué nadie podía imaginar, me lleve una gran sorpresa al despertar llamaron a la puerta, cuál fue mi sorpresa al abrir y ver la familia que me acogieron en su casa, que alegría me dio al verlos, se iban Alemania a trabajar los dos, su hijo estaba allí desde hace años trabajando, era él quién les comunicó lo del puesto de trabajo, ella cosía muy bien, él tenía unas manos maravillosas con la madera, estuvimos toda la mañana hablando, me formularon muchas preguntas, demasiadas para mí, ya que soy de responder muy poco, se iban a vivir allí, quería comunicármelo, por sí los necesitaba o algo así, mis pensamientos fueron así, "otra vez sola..." De todas formas nos los veía mucho, me acostumbraría pronto, y así fue, como siempre mintiéndome A mí misma, decir que los olvidaría, los eche mucho de menos, no lo decía pero lo sentía, quizás dentro de mí, llegué a enfadarme con ellos, se fueron y no les importó que yo me quedara allí, en fin, cosas que una tenía que aceptar, ellos al final me demostraron no ser mi familia, Así que deje de sufrir por ellos, y hacerme la dura como había aprendido día a día...

Miércoles, lluvioso y frío, tenía el día libre, Luís no estaba, salió de la ciudad por causas personales que no contó, no sabía qué hacer, estaba triste, era uno de esos días que te sientes sola, que necesitas algo más de la vida, pero qué no llega, qué no se encuentra en tu destino, las cosas cambian tan rápido, que ni apenas te das cuenta, en un segundo cambia todo a tu alrededor, aquéllas personas que son tu familia, aquéllas que te daban todo el cariño del mundo, aquellos que cada noche te decía, "Abrígate hija, tómate algo antes de ir a la cama, ten cuidado no te caigas, aquellos que eran todo, desaparecen sin más. Ahora estoy triste, ahora sí me ahoga la pena de mí interior, que aún no ha dado tiempo de salir, quizás nunca quiera despedirme de ellos.

Decidí pasear por la playa, al llegar, solitaria las olas como yo, pero ellas, se desahogaban rompiendo las olas, agitando el mar y a la vez sus peces... Me senté en la orilla dejando que las olas, mojará mis pies, y fue allí donde pensé, "Liliana, tienes que ser fuerte". Aquél día, pensé mucho, la soledad, te hace ver las cosas de otra forma, quizás más realistas, quizás más desesperante, en lo que más pensé fue, en mí futuro, pasemos a otro momento, este me pone triste, después de aquello pasaron muchos meses, todo seguía igual, el qué me preocupaba era el señor, no dejaba de meterse conmigo, sabía que algún día pasaría algo inevitable, yo no quiero perder el trabajo, haré lo que tenga que hacer por conservar el puesto, es lo único que tengo, no podré evitar lo qué sé que viene, como mujer que soy, sé que quiere acostarse conmigo, sea como sea, lo peor es, qué no lo impediré...

Una tarde, estaba paseando por el jardín de la casa, fui abordada por Luís, "A ti te buscaba, ¿Qué haces aquí tan sola, paseando por un lugar que conoces de sobra?, ¿tan aburrida estas, que paseas por el lugar de trabajo?, en realidad tenía razón, pero pensé , donde podría ir, ¿a dónde?, paseaba por el lugar donde me estaba acostumbrando a vivir, si es cierto tenía la tarde libre, pero en cambio me quedé en la casa, en sus jardines, paseé por allí, como si lo estuviera haciendo por un prado, Luis quizás no lo entendía, no entendía por qué estaba allí, pudiendo estar en otro lugar. "¿Quieres pasear?", me pidió con mucha elegancia, lo miré, di un suspiró y asentí con la cabeza, vete tú primero, luego iré yo, dijo también con mucha elegancia, ¿creéis que yo así me podía sentir amada, respetada?, ¿podía confiar en él?, o solo era un capricho del niño guapo... otra tarde de paseos a escondidas, de playas solitarias, y lugares desconocidos para él, ¿Acaso se avergonzaba de mí? Pensaba que llevaba en la frente un letrero donde decía "Soy criada", pues con mucho orgullo, no entendía a Luis a veces tierno, a veces duro, nunca era igual, creo que estaba confuso, lo entiendo él de una clase y yo de otra distinta, él se encuentra la comida en la mesa, se levante a la hora que se levante, siempre hay calor en su casa haga lo que haga, yo en cambio, me críe de otra forma, si mis padres no se levantaba temprano no habría nada para la mesa, y si mi padre no cortaba leña o la buscaba no tendríamos calor...

Una mañana, me levante como otras veces, pero estaba nerviosa, me había levantado mal, no sé explicar pero, uno de esos días que te levantas mal y no sabes por qué, estábamos desayunando, Esteban, Carmen y yo, la señora me llamó, me mandó limpiar el establo como otras veces, al salir del salón donde estaba la señora, vi al señor sentado en su sillón, con su copa de licor como cada mañana, mirándome como siempre, pero esta vez más descarado. No apartó la vista de mí, no le importaba su mujer que estaba allí mismo, era una grosería por su parte, salí de esa habitación, y lo primero que veo es a Luis, "Liliana, puedo verte luego quiero hablar contigo, es importante muy importante, ¿podrás mi bella dama?", si claro, me beso la mano y se marchó, de haber sabido lo que iba a ocurrir instantes después, me hubiese ido en ese mismo instante... terminé de desayunar y me puse a limpiar el establo, no llevaba ni quince minutos cuando escucho unas botas con pisadas fuertes acercándose por detrás, no quise ni girar la mirada, sabía que Luis no era, así que otro no podía ser, el señor Juan, "Hola, Liliana, ¿cómo estas preciosa?".

Continuará...

(8,45)